Espiritualidad Cotidiana: Salmo 23 III parte

III.                    En tercer lugar para desarrollar una espiritualidad cotidiana necesitamos un MENSAJE  de actualidad. (23: 5-6)

¿Cómo testificamos en medio de la vida cotidiana y de la adversidad? Los siguientes versículos nos plantean dicho mensaje de autenticidad.

A.     La provisión de Dios es actual

La expresión en “aderezas” en hebreo habla de poner las cosas en orden arreglar, pero con cierto sentido estético. En español esta frase se usa para Echar especias u otras sustancias a una comida para que tenga más sabor o el sabor deseado. Por otro lado se puede usar para embellecer algo a alguien.[1] Observe que el hacer esto implica paciencia y espera. El hablar de la mesa implica que Dios actúa proveyendo pero con una manera abundante y hermosa.

B.      La protección de Dios es actual

David dijo: «Aderezas mesas delante de mí, en presencia de mis angustiadores», eso significa que Dios no castiga a tus enemigos, sino que te va a bendecir DELANTE de ellos. El preparará una gran mesa para ti, en presencia de todos los que te criticaban. No esperes que Dios elimine a tus enemigos, prepárate para que Dios te honre delante de ellos!  La palabra para angustiadores es  tsarár cuya raíz primaria es: Estorbar, restringir, o -adversario, afligir, angustia, apurar, atar, atribular, encerrar, envolver, estrecho.  Esta es la palabra original que define angustiadores, describiendo también algunos de  sus significados. Es alguien que estorba, alguien que persigue o alguien que aflige, angustia, atribula. Por último alguien que se le considera rival.[2] Los angustiadores son los causantes de todas las situaciones que vivimos a diario con las  anteriores características. La angustia estorba, ellos persiguen nuestra vida buscando  que no podamos tener paz, nos afligen y atribulan constantemente, y luego también son  rivales o situaciones que pelean en contra de todos aquellos beneficios o bendiciones que  Dios nos quiere dar para que no las poseamos. Ilustrando un poco en nuestra mente, imaginémonos estar viendo a nuestros enemigos  llamados angustiadores todos los días desde que nos levantamos hasta que nos  acostamos, y es que así sucede, las aflicciones angustias se presentan al mismo inicio de  nuestro día, el primer pensamiento lo querrá dañar. Es como ver aquellas personas que  en ocasiones nos han lastimando todos los días y tener un trato directo con ellos, muchas  veces es insoportable poder convivir por más que desee. Normalmente el enemigo nunca quiere ser  avergonzado, siempre siempre como cobarde huye.  Aun en la vida diaria hay ocasiones en que quisiéramos que aquellos que nos hicieron  daño estuvieran ahora para que vean lo bien que estamos, como deseamos encontrarnos  a nuestros enemigos para que nos vean lo bien que la estamos pasando. Dios no se centra bajo ese contexto, pero si hace lo siguiente con nuestros angustiadores,  los lleva a la mesa cuando compartimos la Cena de Señor y los sienta alrededor de ella  para que delante de sus ojos y tus ojos puedan ver como el nos bendice. Imagínate a  todos tus angustiadores del mes, a todos tus opresores de la semana, a todos los pecados  que te acusan siendo avergonzados delante de tus ojos cuando tu disfrutas de la mesa del Señor comiendo perdón, misericordia, bebiendo gozo, gracia y saciándote de todo  bien.  Así es exactamente lo que sucede cada vez que venimos a la mesa que el Señor nos ha  preparado todos nuestros angustiadores, enemigos adversarios, ni uno de ellos que nos  ha hecho daño faltaran tendrán que estar presentes y verán con sus ojos como sus hijos  son alimentados de todo tipo de bendición. Gózate por que la mesa ¡Ya está Servida!

C.      La preservación es actual

El salmo continua diciendo: “Unges mi cabeza con aceite” Para que es esto? Esto es para por lo menos tres cosas: Para restaurar. Verá en el curso de los viajes  del día la oveja usualmente adquiría heridas, ya sea por una espina o una mordida. Y El pastor usaba su botella de aceite para curarle y sanar las heridas. El aceite lubricaba, sanaba y confortaba. Gracias a Dios por el aceite del Espíritu Santo, que en variados ministerios trae restauración, al triste y restauración al quebrantado. El aceite enseña: En 1 Juan 2:20 gozo, en Isaías 61:3 poder y en Hechos 10:38  sanidad.[3]Para refrescar. Déjeme darle un hermoso pasaje: “Pero tu aumentarás mis fuerzas como el Búfalo; seré ungido con aceite fresco”. Salmo 90:10 y Salmo 45:7 dice: “Has amado la justicia y aborrecido la maldad, por tanto te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo  de alegría más que a tus compañeros”. Estos pasajes hablan del aceite de alegría. Dios nos unge. ¿Que me dice eso a mi vida? Que hay un aroma de frescura y y un dulce aroma. Regocijo en mi caminar  y en mi trabajo. ¿No es esto lo que el mundo necesita? Lo que necesita son  rostros sonrientes, que brillen del gozo del Señor. Trabajadores cordiales. Cuando somos ungidos con el aceite del gozo del Señor entonces atraeremos a la gente y no la repelaremos. ¿Es esta su experiencia? ¿Ha permitido que el nos de esa renovación? Una cosa el creyente al igual que su pastor se podrán ir haciendo mayores pero nunca viejos. ¡Es un aire de refresco siempre![4]

D.     La premiación  de Dios es actual

Dice el texto: “Mi copa está rebosando”. Alguna vez ha pensado en Dios como el Dios de manos abiertas y corazón abierto? Nuestro Dios da tan espléndidamente, liberalmente. Y El no se echa para atrás ni retiene nada. Esta figura ilustra grandes cosas para la generosidad de Dios. El recipiente de las bendiciones. El pasaje dice “mi copa” Recuerda lo que Cristo dijo: “Yo he venido para que tengan vida y para que tengan abundancia” (Juan 10:10). Cuando el Señor Jesús transformó el agua en vino, sabe usted cuando del mejor vino hizo ese día? 120 galones. El no necesitaba esta cantidad, pero hizo que abundara. Cuando transformó los panes y les dio de comer a los hambrientos, sobró una gran cantidad y eso es rebosar su copa. (Lucas 9:17). Cuando el habla de vida, dice que es abundante, cuando habla de paz es que sobre pasa el entendimiento, cuando habla de gracia es una gracia supereminente,  cuando habla de gozo Pedro dice que es un gozo inefable (1 Pedro 1:8). Dios no está hablando de lujos, pero tenemos grandes riquezas en gloria. ¿Alguna vez ha pensado en Dios de esa manera? Como Dios y que desea bendecirnos, el no nos da gota a gota sino que está enviando hasta que se rebalsa.[5] El repartidor de las bendiciones. Si Dios no es nada tacaño en lo que nos da, no deberíamos ser nosotros así? La Escritura dice: De gracia recibiste, dad de gracia (Mateo 10:8). Sabe usted lo que hacen algunos tipos? Cuando Dios da  en esa forma y su copa está rebosando, no dejan que los demás puedan tomar de esa copa sino que tratan de conseguirse una copa más grande para que les siga tupiendo las bendiciones de Dios. “Haré graneros más grandes (Lucas 12:13). No quiero dejar correr la bendición, no quiero bendecir a otro, lo quiero todo para mí. ¡NO! ¡NO!. De gracia recibisteis, dad de gracia! Deje que pueda ser de bendición a otros. La Biblia dice que nada hemos traído a este mundo y nada podremos llevarnos, así que teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con eso. ¿Está usted contento con su Pastor, el cual adereza mesa delante de sus enemigos? ¡Espero que sí!

E.      La promoción de Dios es actual

El texto nos habla de que Dios nos promueve en este mundo y fuera de este mundo. Tenemos guardaespaldas. El bien y la misericordia  dice que estarán siempre conmigo. Estos dos elementos estarán siempre presentes en mi vida terrena. Qué bueno que esta espiritualidad cotidiana, dice que son todos los días.  Esta es la promoción actual. Pero también hay una promoción eternal.  Esa promoción es segura, “moraré”. Por otro lado esa promoción es satisfactoria “de Jehová”. Lo que hace satisfactorio la eternidad no es el lugar donde estaremos sino en la presencia y compañía de quien estaremos. Esa promoción es sempiterna. Dice por largos días. Todos los que tratamos de vivir fielmente en la cotidianía de la vida, tendremos una promoción actual pero también eternal.

Espiritualidad Cotidiana: Salmo 23 II parte

II.                    En segundo lugar para desarrollar una espiritualidad cotidiana necesitamos un MÉTODO de seguridad. (23:4)

En este pasaje podemos ver varias cosas que debemos enfrentarlas con seguridad. Son cosas que suceden a diario.

A.     Seguridad ante la realidad

Debemos entender que hay cosas reales a las que deberemos enfrentarnos y sino las enfrentamos con la seguridad de Dios entonces fracasaremos en la prueba. ¿Cuáles son esas realidades? Habrá tiempos de sombra y finalización. Primordialmente el hecho de que nacemos, envejecemos y morimos. Son cosas inevitables. La muerte es un hecho que debemos aceptar.  Notó usted como comienza el versículo “aunque ande” Es un verbo que nos da seguridad, no dice “no voy a pasar” David asegura que todos debemos pasar en algún momento por ese valle de sombra. De este hecho real debemos concluir varias cosas con relación a los tiempos de sombra. Los tiempos de sombra son inevitables.. Hablamos de estadísticas, y puedo darle muchas acerca de este tema, pero he aquí una nueva estadística acerca de la muerte. ¿Está listo para oírla? “Uno de cada uno muere”. ¿Lo capta?[1] Por otro lado los tiempos de sombra son individuales. “Aunque ande” ¿quién? YO, no dice: “aunque anden” (ellos).  Los tiempos de sombra son imprevistos.   El problema con los tiempos de sombra es que no sabemos cuándo se va a presentar a nuestra puerta. “Aunque ande “. David el pastor está caminando  a través del valle de la muerte  con sus ovejas, pero él no sabe  si de un momento a otro va a pasar por la muerte. Vivimos  un paso a la vez. David mismo dijo: “Vive Jehová y vive tu alma, que apenas hay un paso entre mí y la muerte” (1 Sam 20:3) El hombre Viejo, la joven madre, el niño pequeño puede caer en las garras fuertes de la muerte. Debo predicar  como un hombre moribundo a hombres moribundos, porque no sé  si este será mi último sermón que predicaré, este podría ser mi último mensaje  que predicaré. Incluso podría ser el último mensaje  que usted escuchará. No lo sé ni usted tampoco. Sin embargo Dios ha sido tan bueno que le ha permitido por su gracia permanecer por más tiempo. “Por las misericordias de Jehová no hemos sido consumidos”. (Lam. 3:22). La Vida es un regalo de Dios. Pero observe la seguridad dice: “Tú estarás conmigo”. La traducción del hebreo es enfática, se debe traducir: “Tú mismo estarás conmigo”.

B.      Seguridad ante adversidad

David describe su vida de adversidad al usar la metáfora “del valle de sombra  de muerte”. Ahora bien en la tierra de Israel literalmente existe un valle así.  Hay un valle que se llama  “el valle de la sombra de la muerte”. Comienza entre Jerusalén y Belén, y está aproximadamente 2700 pies  sobre el nivel del mar y hay una pequeño manantial  que viene de afuera de la ladera y comienza un pequeño riachuelo y algunas veces  está lleno de agua  y el agua cae en grandes cascadas hacia  abajo del valle. Algunas veces  es solo un goteo, pero por muchos siglos  ha erosionado un cañón en esas montañas de Judea. Comienza en la parte  de arriba de las montañas y fluye hacia abajo, casi 1300 pies  sobre el nivel del mar, hacia el Mar Muerto.  Este barranco  o cañón es llamado “el valle de la sombre de la muerte”, porque es muy oscuro y cerrado en la parte de abajo, en algunas partes del  es solamente 12 pies  de ancho y aún en el mediodía del día, todavía hay partes muy oscuras, también hay cuevas y lugares muy lúgubres. En los tiempos de la Biblia habían osos salvajes en ese lugar, asaltantes y y lugares muy empinados  donde las ovejas podía caer. Era un lugar muy intimidante con sombras grotescas y grandes paredes  y por eso los pastores le habían puesto “el valle de la sombra de muerte” También es un valle útil. Porque en el tiempo del invierno cuando no hay mucho pasto, los pastores  debían tomar a las ovejas hacia abajo  de Jericó y las ovejas podían pastar y rumiar en los pastos que allí se habían conservado. Y entonces cuando la primavera venía  y las colinas de Judea nuevamente brillaban por el pasto reverdecido, ellos traían sus ovejas por medio del valle para ir a comer nuevamente esta época de prosperidad, es decir pasaban por el valle para ir a los lugares altos y montañosos de Judea. Esto era lo que seguramente David tenía en mente cuan escribió este salmo. Como pastor era seguro que muchas veces había guiado a sus ovejas a través de este valle de sombra de muerte. Y David está diciendo que Dios es lo que él ha sido para sus ovejas. David había aprendido a sonreírle a la muerte. [2]Verá la figura que David usa aquí nos da algunos pensamientos confortantes acerca de la muerte, el dice que atravesaremos el valle donde hay sombras, pero que no debemos temer mal alguno, porque nuestro Divino Pastor  estará con nosotros. Ahora bien si inspeccionamos  esta figura podemos  cuidadosamente ver tres grandes verdades. La adversidad no es permanente. Es decir no hay valles sin montañas. Es imposible. No puede haber valle sin montañas, y usted verá que este es el salmo del valle. Este descansa en medio de dos salmos, que son picos  de montañas. El salmo 22 trata con el monte calvario, nos habla de la crucifixión del Mesías. El Salmo 24  trata con el Monte de Sión (Olivos) trata con la coronación del Mesías, así que el Salmo 23  es el valle en medio de las dos montañas. Aquí tenemos la sangre que circula del monte de la crucifixión hacia el monte de la coronación. Aquí tenemos la crucifixión, y allá la coronación y estamos viviendo en el valle. Sabe usted porque Jesucristo es nuestro suficiente Pastor. El es descrito en tres veces en el NT como Pastor. El es el Buen Pastor  que está en el Monte Calvario, pero también  es el Príncipe de los Pastores o Jefe de los pastores y eso es el Monte Sion, pero luego él es El Gran Pastor el Uno que vive por nosotros. (Hebreos  13:20-21). El Buen Pastor, El murió por mí. El Príncipe de los Pastores, el viene por mí, y el Gran Pastor el ahora vive por mí, y me acompaña por todos los valles de la vida. Puede aceptar eso? La adversidad no es determinante  Es decir no hay sombra sin luz. Con Jesús hemos vencido los tiempos de oscuridad. El venció y destruyó el poder de la muerte. Jesús trajo la luz a la muerte, una sombra podrá darle miedo, pero jamás podrá destruir a los hijos de luz y nunca nos destruirá. Una cosa que debemos entender aquí es que se habla de la sombra y no de la muerte. Una niña estaba sentada en un vehículo, mientras esperaba a su papá. Cuando el sol comenzó a ocultarse, proyecto sobre un gran camión que estaba enfrente de la niña una tremenda sombra, y poco a poco la iba cubriendo. Su papá deseó enseñarle una gran lección y le preguntó: ¿Qué desearías que te golpeara ¿la sobra del camión o el camión? La niña dijo que la sombra! Así fue con la muerte sólo puede golpearnos la sombra pero no la muerte porque Jesús se enfrentó con ella y la destruyó, lo único que proyecta hoy sólo es un momento de oscuridad. ¿Una tremenda lección no cree? Déjeme darle un versículo: “El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz, los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos” (Isaías  9:2). La adversidad no es triunfante. Es decir no hay maldad que no sea vencida con la bondad de Dios. No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”.  En este momento David está comparando el mal con el gran pastor de las ovejas. Quien es “tú” A quien se refiere David? ¡AL Señor! (23:1) Jehová el más grande nombre de Dios. Y porque Jehová es Jesús, entonces toda la plenitud de la deidad estará conmigo. Dios acabará con la maldad adversidad un día, en el día final.

C.      Seguridad ante la debilidad

No es grandioso que nuestra fe en Dios es reflejada a otros cuando estamos en el valle? Como podemos reflejar a Dios, bueno porque Dios hace varias cosas con nosotros. Somos débiles pero el está presente. Es decir  su presencia es segura. ¿Notó que hay un admirable cambio en el pronombre en 23:4? Hasta ahora David ha estado hablando  de “El” “El” (23:2) pero ahora que  pasa a través del valle se va haciendo más cercano a Dios y Dios a él? “Tú “usa ahora un pronombre más cercano y familiar y de confianza. Tú quién es? ¡Jehová!.  El ultimo es muy intimo.. Eso significa que Dios no nos dejará solos y cruzará con nosotros el valle de la sombre y de la muerte. El dijo “nunca te dejaré” (Hebreos 13:5). Por otro lado somos débiles pero él es poderoso.  Note que su poder está cerca. “Me infundirá aliento” ¿Recuerda para que era la vara? Para proteger a la oveja. ¿Y el cayado era para darle dirección recuerda? La vara y el cayado del Pastor son motivos de consuelo, protección y dirección. Cuando sea necesario Él también puede usar la vara para corregirnos. La mayoría de las ovejas necesita de vez en cuando este ministerio. La vara y el cayado pueden ser dos diferentes instrumentos. El primero, con una maza se usaba en defensa; el segundo era para sostén y para conducir (a veces con disciplina) a las ovejas. Dios sabe usar los instrumentos necesarios para dar seguridad a sus ovejas. Aun cuando la usa para disciplinarnos y enderezarnos es para nuestro bien; debe alentarnos.[3] Cuando pasemos por el valle de la sombra y la muerte SU PRESENCIA estará con nosotros, pero también estará SU PODER. El estará por el camino de la sombra y de la muerte. Somos débiles pero el es previsor. Es decir su propósito es claro. ¿Cuál es el propósito del Pastor?  Es atravesarlo por el valle. En Israel el Pastor  dirigirá a las ovejas por en medio del valle hacia los verdes pastos de las montañas altas. Es posible que usted se encuentre hoy  en medio de una tribulación o un valle de sombra, y es una época para un propósito de Dios en su vida. David conocía muy bien  acerca de su pastor, para saber que nunca lo dejaría en medio de ese valle de sombra

 Yo creo que usted ha escuchado la historia del rey que quería algunas palabras cortas que lo ayudaran a sobreponerse a los momentos difíciles. Envió a todos los sabios del reino para que le hicieran esa frase. Sólo uno pudo hacerlo. Escribió en un anillo la frase. “Esto también pasará”. ¿Como podemos sobreponernos a los valles de sombra?  Por medio de un pastor que nos conducirá a través de él y estará con nosotros. Porque tenemos su presencia real, su poder es cerca y su propósito es claro. Su suficiente pastor lo sacará de en medio de su valle.

Espiritualidad Cotidiana: Salmo 23

Creo que muchas veces los evangélicos tenemos problemas en definir la espiritualidad en los momentos cotidianos de la vida. La sabemos definir en los espacios religiosos y en los momentos eclesiásticos. Pero hay veces en que cuando queremos mezclar lo secular con lo espiritual no hacemos que encaja de tal manera que tenga sentido. Una de las evidencias es la forma en que  en muchas iglesias a veces  se ponen anuncios en el boletín. A continuación les leo algunos anuncios reales de boletines reales de diversas iglesias evangélicas en todo el mundo. Vea lo que dice:

“Para los que tienen hijos y no lo saben, tenemos en la iglesia  una zona arreglada para niños. El próximo jueves, a las cinco de la tarde, se reunirá el grupo de las mamás. Cuantas señoras deseen entrar a formar parte de las mamás, por favor, pedir entrevista para que las atienda el diácono  en su despacho. El grupo de recuperación de la confianza en sí mismo se reúne el jueves por la tarde, a las ocho. Por favor, para entrar, usen la puerta trasera. El viernes, a las siete, los niños de la iglesia infantil representarán la obra «Hamlet» de Shakespeare, en el salón de la iglesia. Se invita a toda la comunidad a tomar parte en esta tragedia. Estimadas señoras, ¡no se olviden de la venta del día del haber! Es una buena ocasión para liberarse de aquellas cosas inútiles que estorban en casa. Traigan a sus maridos. Tema de la EBD de hoy: «Jesús camina sobre las aguas». EBD de mañana: «En búsqueda de Jesús». El coro de los mayores de sesenta años se suspenderá durante todo el verano, con agradecimiento por parte de toda la iglesia. Recuerden en la oración a todos aquellos que están cansados y desesperados de nuestra iglesia. El torneo de baloncesto de las iglesias del distrito 5  continúa con el partido del próximo miércoles por la tarde. ¡Acompáñennos a derrotar a Cristo Rey! El precio para participar en el cursillo sobre «oración y ayuno» incluye también las comidas. Por favor, pongan sus ofrendas en el sobre, junto con los difuntos que deseen que recordemos. Recuerden que el jueves empieza la EBD para niños y niñas de ambos sexos. ¡Ah los evangélicos y su espiritualidad!

 He venido insistiendo en esta serie sobre espiritualidad, y su importancia en el diario vivir. Es en lo cotidiano donde se demuestra si realmente somos espirituales o no. Debo insistir que cada minuto de nuestra vida es sagrado, cada momento debe ser santificado, es «tierra santa». El comer, respirar, trabajar o descansar debe ser visto como especial y sagrado. Esta visión de la vida nos protege efectivamente contra el mal, porque el hombre de religión formal tiene la dicotomía mental de que solo su vida sagrada es solo en momentos formales sagrados. El ir a la Iglesia, el participar en el servicio religioso o el ministerio cristiano sea por dos horas o en ciertos momentos el domingo en la mañana, es lo que el hombre considera sagrado.  Por lo tanto, en momentos no sagrados él deja de sentir una responsabilidad ante la presencia de Dios. Esta visión defectuosa es la que ha provocado toda la hipocresía religiosa y doble estándar en los feligreses de todas las religiones constituidas del mundo. Jesús de Nazaret nos enseñó que todos los actos de nuestra vida deben ser considerados sagrados. El verdadero cristianismo  es una manera significativa de vivir en forma dinámica frente a frente con las realidades comunes de la vida diaria. Nuestra evolución consiste en buscar y encontrar a Dios donde antes no lo hacíamos, es decir en nuestra vida cotidiana, porque aislar parte de la vida y llamarla religión es, desintegrar la vida y distorsionar la religión. Debemos pues “dedicar nuestra vida a la elevación de la tarea diaria, porque para aquel que conoce a Dios, no hay labores comunes, ni tareas seculares. Creo que ese es el enfoque del salmo 23. A veces hemos hecho más espiritual este salmo de lo que David pretendía hacerlo. El salmo 23 se ha usado de fórmula mágica, de rezo repetitivo pero en realidad es una disertación sobre la profesión se David. ¿Qué es la espiritualidad cotidiana? Es traducir mi experiencia diaria en una visión espiritual. Es asociar mi  vocación “secular” con un ministerio espiritual. Es despojarse de esa dualidad y dividir lo sagrado con lo secular. Es hacer presente y real a Dios en mis diarios hábitos y esfuerzos “mundanos”. Eso es lo que David hace precisamente en el salmo 23. Así que en esta oportunidad hablaremos de Espiritualidad Cotidiana. Para poder transformar mi vida en una Espiritualidad Cotidiana necesitamos tres cosas importantes. Primero necesitamos un MODELO de autoridad, segundo, necesitamos un MÉTODO de seguridad y tercero UN MENSAJE de actualidad.

Veamos cómo este enfoque nos ayuda a enriquecer nuestro diario vivir.

 I.                    En primer lugar necesitamos un MODELO de autoridad. (23:1-3)

Este es el salmo más conocido de toda la colección de salmos.  La popularidad del salmo se debe a que trata el tema  del cuidado de Dios en nuestras vidas.   Por 3,000 años, este salmo ha  fortalecido a millones de creyentes, en todo el mundo.   Es interesante notar la relación que este salmo guarda con el anterior.  En el Salmo 22, David describe la muerte del Buen Pastor; en este salmo, él describe la relación que tiene con el Buen Pastor – una relación que se basa sobre Su muerte.[1] En este salmo, David usa tres metáforas (tomadas de la vida diaria en Israel, hace 3,000 años) para describir la relación que tiene con Dios: La metáfora del pastor con su oveja (v.1-4). La metáfora del banquete honorífico (v.5). La metáfora del peregrinaje al templo (v.6).

¿Porque la gente hace una separación de su labor secular y sagrada? Porque no pueden ver que los principios divinos puedan servir en las ventas, la productividad, la competencia desleal, etc. Por eso es importante establecer ¿quién es mi autoridad en mi vida? O ¿a quién debo imitar y obedecer en lo que hago? Si entiendo que todo lo que hago es terreno sagrado entonces deberé entrar en ese terreno con respeto y reverencia, quitándome “el calzado de mis pies”. Observe como Dios puede ser modelo en los retos de la vida diaria. Quiero usar cada uno de los verbos que los primeros tres versículos muestran como cinco áreas donde necesitamos el modelo de Dios.

 A.     El área de la Profesión  “Jehová es mi Pastor nada me faltará”

El propio David era  pastor. Pasó gran parte  de su juventud cuidando  «unas pocas ovejas en el  desierto» (1 Samuel 17:28).  El desierto es uno de los  mejores lugares del mundo  para aprender. Hay pocas  distracciones y casi nada.  En un lugar como ese nos  inclinamos más a pensar  en el significado de las  cosas que en lo que esas  cosas proporcionan. Un día, mientras  David cuidaba a sus ovejas,  se le ocurrió que Dios era  como un pastor. Pensó en  el cuidado incesante que  requieren las ovejas: su  debilidad e incapacidad  de defenderse a sí mismas.  Recordó lo tontamente  que se desvían de caminos  seguros y la necesidad  constante que tienen de  ser guiadas. Pensó en el  tiempo y la paciencia que  necesitaron para confiar  en él antes de seguirlo.  Recordó los momentos  cuando las guió en medio  del peligro y ellas se  acurrucaban cerca de sus  talones. Ponderó el hecho  de que él tenía que pensar  por sus ovejas, pelear por  ellas, cuidarlas y buscarles  pasto y aguas tranquilas.  Recordó las magulladuras  y los rasguños que había  curado, y se maravilló de  la frecuencia con que tenía  que rescatarlas del daño  que se habían hecho. No  obstante, ni una sola de  sus ovejas era consciente  de cuánto la cuidaban. Sí  —dijo en tono meditativo—  Dios se parece mucho a  un buen pastor. [2]

Los antiguos pastores  conocían a sus ovejas por  nombre. Conocían sus  costumbres, peculiaridades,  marcas características,  tendencias e idiosincrasias. En aquel entonces,  los pastores no conducían  a sus ovejas; las guiaban.  Al llamado matutino del  pastor, un sonido gutural  distintivo, cada rebaño  se levantaba y seguía a  su amo a los terrenos de  pasto. Incluso cuando dos  pastores llamaban a sus  rebaños al mismo tiempo  y las ovejas se mezclaban,  nunca seguían al pastor  errado. Durante todo el  día, las ovejas seguían a  su propio pastor mientras  él buscaba praderas  cubiertas de hierba y  estanques protegidos  donde sus ovejas pudieran  alimentarse y beber en paz. En ciertas épocas del  año, se hacía necesario trasladar el rebaño más  adentro en el desierto a  un terreno desolado donde  los depredadores estaban  al acecho. Pero las ovejas  siempre estaban bien  cuidadas. Los pastores  llevaban una «vara»  (un palo muy pesado) en  el cinto y el cayado en las  manos. [3]El cayado tenía  un gancho que se usaba  para sacar a las ovejas de  lugares peligrosos o impedir  que se extraviaran. El palo  era un arma para alejar  a las bestias. David dijo: «Cuando venía un león,  o un oso, y tomaba algún  cordero de la manada, salía  yo tras él, y lo hería, y lo  libraba de su boca»  (1 Samuel 17:34-35). Durante todo el día,  los pastores permanecían  cerca de sus ovejas,  observándolas  detenidamente y   protegiéndolas del más  mínimo daño. Cuando  una oveja se perdía, el  pastor la buscaba hasta  encontrarla. Luego se la  ponía sobre el hombro y  la llevaba de vuelta a  casa. Al final del día, cada  pastor conducía su rebaño  a la seguridad del redil y  dormía frente a la puerta  para protegerlas. Un buen pastor  nunca dejaba solas a sus  ovejas. Se hubieran perdido  sin él. Su presencia era la  seguridad de ellas. Es en un pastor  bueno como éste en quien  pensaba David cuando  compuso el Salmo 23.[4]

Así que en realidad David está haciendo una comparación de su profesión con Dios como un profesional igual que él pero superior. Esto tiene muchas implicaciones importantes. Porque si nuestro modelo de profesional es Dios entonces nuestra profesión o vocación se verá afectada por ese modelo. Para la mayoría de modelos profesionales cristianos Dios no es su autoridad. Sino que lo son los profesores que les enseñaron la profesión, el ambiente de la profesión, los hábitos de la profesión y por eso es que muchos tienen una gran división en su mente sobre lo que es sagrado y lo que es secular. Se pueden ustedes imaginar sin en lugar de “Jehová es mi pastor” pudiéramos poner nuestra profesión o vocación. Podríamos decir “Jehová es mi abogado” o Jehová es mi ingeniero” o Jehová es mi empresario” o “Jehová es mi político”. Eso cambiaría la manera de ejercer nuestras vocaciones ¿no cree?  Al considerar David que Yahweh es su pastor, bien puede decir con toda confianza: «Nada me faltará». Para que el modelo funcione en mi profesión debo incluir tres decisiones básicas. Primero, si quiero ver a Dios como mi modelo de profesión debo reconocer su superioridad. Observe que David usa el nombre “Jehová”. El  problema de la mayoría de nosotros es que no tenemos una imagen clara del Dios al que anhelamos adorar. Nuestra imagen de Él está nublada por el recuerdo de frías catedrales y amargas religiones, pastores o sacerdotes que nos inculcaron miedo a Dios, o todo lo que sufrimos de niños por padres ausentes, emocionalmente desprendidos de nosotros, brutales o débiles. Todos tenemos nociones inexactas de Dios. De manera que la cuestión es Dios mismo: ¿quién es Él? Esta es la pregunta a la que llevan todas las demás, la pregunta que el mismo Dios puso en nuestros corazones. (Y si Él la puso en nuestros corazones, debe haber una  respuesta en Su corazón esperando ser revelada.) David nos dio una respuesta consoladora y precisa: «Jehová es mi pastor» (Salmo 23:1). «Yahweh es mi pastor» es lo que escribió David realmente, usando el nombre que Dios se puso a Sí mismo. Una generación más antigua de eruditos se refería al nombre como el  inefable tetragrámaton», la inexpresable palabra de cuatro letras. Las letras que forman el nombre de Dios (escritas sin las vocales como YHWH) eran pronunciadas por los judíos en muy raras ocasiones por temor a provocar la ira de Dios. En su lugar usaban una palabra menor como Adonai (mi Señor) o Elohim (el nombre genérico de Dios). El término Yahweh, que a veces se acorta a Jah en el Antiguo Testamento, viene de una forma del verbo hebreo «ser». Esto sugiere que Dios es autosuficiente.[5] En segundo lugar si quiero ver a Dios como mi modelo de profesión debo cultivar intimidad. Note que la expresión es “Mi pastor”. No es “El pastor” sino “Mi” pastor. Lo que denota intimidad, pertenencia búsqueda, etc. Para poder desarrollar un sentido de pertenenecia en Dios necesitamos cultivar una relación profunda. A pesar de su popularidad mundial, el Salmo 23 no es para todos. Es aplicable sólo a los que tienen derecho a decir: «JEHOVÁ es mi pastor». Es verdad que el Buen Pastor murió por todos, pero sólo son Sus ovejas los que realmente le han recibido por un acto de fe personal. Su obra para salvar es suficiente para todos, pero es eficaz sólo para aquellos que realmente han confiado en Él. Entonces, todo depende del adjetivo posesivo «mi». A menos que Él sea mi Pastor, el resto del Salmo no es para mí. Por otra parte, si Él realmente es mío y yo soy Suyo, ¡entonces todo lo tengo en Él![6]

En tercer lugar  si quiero ver a Dios como mi modelo de profesión debo recuperar su autoridad.  Hay una cosa que descubrí al examinar el texto en el original hebreo, que no me había dado cuenta después de varias veces de haber estudiado este primer versículo. De hecho siempre que leía, esta porción  me causaba alguna incomodidad, porque dice “nada me faltará”, y para serle sincero la mayoría de veces me faltan bastantes cosas. ¿Cómo encaja entonces esta frase? Pues resulta interesante que la palabra «nada» en hebreo es   ל א que literalmente significa «no». [7]Digo que es interesante porque a pesar de que «nada» es una buena traducción una mejor traducción sería cambiar  nada por «no». Quedaría así: «El Señor es mi Pastor, no me faltará». Alguien podría decir que es un cambio mínimo que no afecta el sentido del texto, sin embargo cuando decimos «nada» el acento está justamente en las cosas, algo complejo en estos tiempos en donde mucha de la teología de moda dice que si eres hijo de Dios «nada» puede faltarte, un escándalo para quienes tienen fe pero por diferentes motivos a veces les faltan las cosas. Pero cuando dices «no» me faltará, el acento está en que es Dios quien no faltará, y no las cosas, esto nos lleva más cerca de la fe ya que la fe no es garantía de que las cosas nunca nos van a faltar, sino que Dios siempre estará con nosotros. Así que lo que necesitamos es su respaldo y autoridad más que lo que El nos pueda proporcionar.

  • B.      En el área de la Preocupación. “En lugares de delicados pastos me hará descansar”

En medio de las ‘tormentas’ de la vida, es hermoso saber que el Buen Pastor puede darnos reposo. Los verbos sugieren una persuasión suave: un pastor que paciente y persistentemente exhorta a sus ovejas a ir al lugar donde serán mitigados su hambre y su sed. En los días de David, los «delicados pastos» eran oasis, lugares verdes en el desierto adonde los pastores conducían a sus sedientos rebaños. Si se las dejaba solas, las ovejas vagaban por el desierto y morían. Los pastores experimentados conocían el terreno y apremiaban a sus rebaños a ir a prados y corrientes de agua conocidos donde pudieran merodear, comer, recostarse y descansar. El cuadro que se representa aquí no es el de unas ovejas pastando y bebiendo, sino descansando, acostadas: «estiradas», para usar una palabra de David. El verbo guía sugiere un lugar lento y de descanso. La escena es de tranquilidad, satisfacción y descanso. La práctica común de los pastores era apacentar sus rebaños en un pasto difícil temprano, guiándolas a mejores pastos a medida que la mañana progresaba, y luego llevarlas a un oasis para que descansaran al mediodía. ¿Qué produce ansiedad en una persona? La comida, bebida, y el vestido y la salud, etc. Necesidades básicas. Así que Dios promueve ambientes de él.  Esto nos habla de su control. El término lugares implica que solo los que Dios escoge y manda. Dios provee alimentos de él Eso implica el carácter de Dios. No sólo son pastos, sino que son delicados, es decir el carácter de Dios no sólo es dar sino dar lo mejor. Dios provee estados de él.  “Me hará descansar”.  Dios hace que sus santos puedan reposar, pues les da paz de conciencia y contentamiento de corazón, cualquiera sea la suerte que les quepa en este mundo; el alma de los buenos descansa a gusto en el Señor, y eso hace que todos los pastos les resulten frescos y deliciosos.[8] Alguien escribió:” Este famoso versículo resuena con paz y tranquilidad. Me es fácil imaginar una bella pradera, con un riachuelo cuyas aguas susurran melodiosamente: “No te preocupes; no te preocupes.” Sin embargo, mientras un grupo de señoras y yo estudiábamos el libro “Él me habla” (He Speaks to Me), su autora, Priscilla Shirer, nos confrontó con esta pregunta: ¿Qué constituye tu “pasto verde”? Una de las señoras en el estudio dijo, “¡Mis hijos! Me encanta ser madre.” Otra dijo, “Un baño en la tina, después de un día de mucho trabajo.” Y otra, “Simplemente meterme a la cama y dormir; el simple hecho de saber que el día ha terminado.” Sus respuestas me hicieron pensar sobre esta pregunta por varios días. ¿Qué hace de un “pasto verde” un lugar donde podemos descansar y restaurar nuestras almas? Llegué a la conclusión de que un “pasto verde” varía de persona en persona.”[9]

Así que podemos concluir que es el lugar y el momento que Dios utiliza para restaurarnos y renovarnos, después del desgaste natural ocasionado por la vida diaria. Jesús desea rescatarnos de la tormenta y llevarnos a un lugar de paz y quietud. Sin embargo, es nuestra responsabilidad desenfocarnos de los quehaceres y las preocupaciones cotidianas y encontrar ese “pasto verde” donde podemos escaparnos y refugiarnos en el cuidado del Buen Pastor, para que Él, como dice el Salmo 23, pueda “hacernos descansar.

 C.      En el área de la Perturbación. “Junto a aguas de reposo me pastoreará, confortará mi alma”

La imagen de aguas plácidas hace hincapié en el concepto de descanso: la condición de tener todas nuestras emociones  satisfechas. Agustín clamó: « ¿Qué me hará descansar en Ti… Para que pueda olvidar mi inquietud y  aferrarme a Ti, lo único bueno de mi vida?» La compulsión empieza con Dios. El Buen Pastor «a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz» (Juan 10:3-4). Dios da el primer paso. Toma la iniciativa llamándonos y guiándonos a un lugar de descanso. No es porque estemos buscando a Dios; es Él quien nos busca. El clamor de Dios al descarriado Adán —« ¿Dónde estás tú?»— insinúa la soledad que Él siente cuando se separa de los que ama. Toda la Biblia habla de «la soledad de Dios». Me gusta pensar que de alguna manera inexplicable, Dios me extraña; que no puede aguantar estar separado de mí; que siempre estoy en sus pensamientos; que paciente e insistentemente me llama y me busca, no sólo por mi propio bien, sino por el Suyo. [10] Comprender eso ha cambiado radicalmente la manera como veo mi relación con Dios. Ahora no es ni obligación ni disciplina, no es un régimen que me impongo a mí mismo como hacer 100 ejercicios abdominales o lagartijas cada día, sino una respuesta a Aquel que me ha estado llamando toda la vida. ¿Cuáles son esos delicados pastos y aguas de reposo a las cuales Dios nos llama? ¿Y dónde están? ¿Cuál es la realidad que hay detrás de esas metáforas? Dios mismo es nuestro «verdadero pastor» (Jeremías 50:7) y nuestro estanque de agua de reposo. Él es nuestro verdadero alimento, nuestra agua viva. Si no lo tomamos nos morimos de hambre. Hay un hambre en el corazón humano que sólo Dios puede satisfacer. Hay una sed que sólo Él puede apagar. «Trabajad, no por la comida que perece —dijo Jesús—, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará… Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás» (Juan 6:27,35). Supongo que me puedo considerar un hombre relativamente exitoso. Un escritor escribe algo muy pertinente, el dice: “La gente me mira de vez en cuando en la calle. Eso es fama. Puedo ganar sin gran esfuerzo lo suficiente como para calificar como una de las personas de más altos ingresos. Eso es éxito. Con dinero y un poquito de fama, hasta los ancianos, si quieren, pueden participar de diversiones modernas. Eso es placer. De vez en cuando puede suceder que a algo que diga o escriba se le preste suficiente atención como para persuadirme de que causó un serio impacto en nuestro tiempo. Eso es realización. Pero yo les digo, y les ruego que me crean, que si multiplican estos pequeños triunfos por un millón, y los suman, no son nada, menos que nada, un verdadero obstáculo, comparado con una gota del agua viva que se ofrece a los que tienen hambre espiritual”[11].  Spurgeon al respecto ha dicho: “¿Cuáles son estas aguas de reposo sino las influencias y gracias de su bendito Espíritu? Su Espíritu nos ayuda en varias actividades, como aguas en plural para limpiarnos, refrescarnos, fertilizar, querer”.[12] Es interesante que aquí la palabra que se traduce para “pastorear” se debiera traducir “liderará”. Esto implica que más que darme palabras la meta del buen pastor es liderar a la oveja a que encuentre por sí misma y disfrute las metas y los lugares a donde  el pastor los lleva.  Esto habla de experticia y de visión del pastor, más que atención. Me parece ilustrativo  que esta palabra habla de dar visión, porque no sé si sabían que  las ovejas a menudo sufren de visión de túnel; fijan tanto su atención en su problema inmediato que no reconocen y no pueden encontrar la solución al mismo aún y cuando ésta se encuentre a su alcance.[13]

Por otro lado la palabra hebrea Shumb (restaurar, confortar)  significa: Traer de Regreso. Retornar al original, Revive, Revitaliza mi alma. Alma: Viene de la palabra hebrea Nephes: lo cual quiere decir Ser, Ego, Mente, emociones, Vida, Cuerpo, aliento. Restauración es una palabra clave en el proceso divino de nuestra vida. Cuando el hombre dice, ya no tienes remedio….Dios dice, comencemos de nuevo. Un Padre genuino siempre intentará restaurar a sus hijos. Dios ama la restauración porque él es el Gran restaurador. Esa restauración aún se lleva a cabo en el silencio de la noche mientras duermo y en los brillantes amaneceres de mi alma. Dios no pierde un solo minuto en su obra maestra y cada pincelazo le agrega a mi vida un nuevo color  en el pálido lienzo de mis emociones y pensamientos. El Señor se ha empeñado en restaurarme  con su amor y divina gracia.  Cada día es una nueva página que el Restaurador escribe y cada año un nuevo capítulo que se abre como tentadora lectura. Es interesante que esta palabra describa una debilidad de la oveja. Así que entonces Dios trabaja con mi perturbación con tres grandes actos. Primero me detiene (junto a aguas de reposo), segundo me dirige (me pastoreará) y tercero me desenreda (confortará mi alma). ¡Qué bueno es Dios!

 Algunas razas de ovejas están diseñadas de tal forma que si tropiezan y caen de espaldas, se paralizan, y son incapaces de levantarse por sí solas. Sin la pronta ayuda de los pastores, mueren lentamente por sofocación.[14] David usa esa figura en el Salmo 42:5 cuando dice “porque te abates, oh alma mía”. La expresión abatirse es estar patas arriba. Así que Dios nos pone los pies otra vez en la tierra cuando todo parece patas arriba.

 D.     En el área de la Peregrinación. “Me guiará por sendas de justicia por amor a su nombre”

Dios guía al creyente (v.3b).  Lo hace “por sendas de justicia”, para que el creyente viva correctamente, y no se aparte del camino del Señor.  Andar en las “sendas de justicia” es lo que nos libra del pecado, y nos permite gozar una conciencia tranquila. Me guiará sigue la idea de la dirección individual y personal de Dios. Y esta dirección es por sendas de justicia; es dirección correcta y sana; no guía en caminos que terminan mal. Por amor de su nombre es lit. “por causa de su nombre”. Me guía no por quién soy  yo sino por quien es él. Dios se comprometió conmigo y es fiel; ha prometido no abandonarnos. Así que en esta peregrinación de la vida, Jehová nuestro modelo hace tres cosas importantes. Primero nos da dirección (me guiará). Segundo distinción (sendas de justicia), y tercero  descanso. Por amor de su nombre es lit. “por causa de su nombre”. Me guía no por quién soy yo sino por quien es él. Dios se comprometió conmigo y es fiel; ha prometido no abandonarnos.


[1] Donelly, Alex: Estudio en Salmos. http://www.freewebs.com/predicalapalabra/

[2] Roper, David: Jehová Es mi Pastor: Un estudio en Salmo 23:1-2. Serie Discovery, RBC Ministries, Grand Rapids, Michigan. 2008. Págs. 4-5

[3] Ibíd.

[4] Ibíd.

[5] Ibíd. Pág. 6

[6] Macdonald, Wiliam. Comentario del Antiguo Testamento,, pág. 47

[10] Roper, David: Jehová Es mi Pastor: Un estudio en Salmo 23:1-2. Serie Discovery, RBC Ministries, Grand Rapids, Michigan. 2008. Págs. 8-9

[11] Ibíd.

Solo para tercos

  • Punto de Partida

Hoy en nuestro medio está muy de moda hablar de brujos y brujería. De hecho la famosa fiesta de Halloween se ha traslado a todas las partes del mundo y ya se celebra en nuestros contextos latinoamericanos. Un día de celebración pagano que incluye una adoración a los brujos. La iglesia evangélica ha luchado mucho contra esta práctica, y creo que ha logrado bastante oposición. Es obvio que nadie que se llame cristiano comulga con  la brujería. Creo que eso está bien establecida la diferencia. Sin embargo lo que  preocupa hoy es que aunque nadie siendo cristiano se declararía brujo, puede haber otras cosas que eleve el pecado al nivel de brujo e idólatra. Vea lo que dice 1 Samuel 15:23: “La rebelión es tan pecaminosa como la hechicería,

y la terquedad, tan mala como rendir culto a ídolos. Así que, por cuanto has rechazado el mandato del Señor, él te ha rechazado como rey. O sea que puede haber brujos e idólatras en el pueblo de Dios y no darnos cuenta. 

  •  Punto Principal

En esta ocasión quiero que nos enfoquemos en los elementos que describen a una persona rebelde y obstinada. Debido a que esas dos cosas son las que la Biblia usa en este pasaje. La rebeldía y la obstinación. Dividiremos en tres puntos básicos. Primero hablaremos de las raíces, luego del resultado y finalmente intentaremos buscar un remedio para la rebeldía y la terquedad.

 ü  La Raíces de la rebeldía y la terquedad  (15:1-12)

La primera raíz es lo que se llama la lucha entre la función y forma.  “Jehová me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel.” Hay que notar el orden. Primero es “ungido” esa es su función y luego “rey” esa es su forma. A Saúl le interesó más actuar como rey (forma) que como ungido (función). La forma nos da carisma, mientras que la función  nos da carácter.  Dios está interesado más en lo que soy (ungido) que en lo que hago (rey). El mundo nos va a llamar para que seamos exitoso pero Dios te llama para que sea fiel.  Lo que le interesa a Dios no son tus logros sino tu corazón.

La segunda raíz tiene es lo que se llama la lucha entre la obediencia y la conveniencia. “Así ha dicho Jehová de los ejércitos…ve…pues no perdones nada… Y luego dice: “Y Saúl y el pueblo perdonaron…Es la lucha entre lo que Dios dice y lo que me conviene. Hemos sido entrenados como cristianos a vivir no por principios sino por preceptos. Dios es claro en sus instrucciones, le explica a Saúl quién es Amalec, le dice la razón la que está disgustado, le explica las consecuencias de su maldad, por lo tanto le da una orden radical. Esta palabra radical no nos gusta. No nos gusta definirnos sobre todo cuando se trata del Señor. Lo curioso es que Amalec fue perdonado, y al final de la carrera de Saúl quien le cortó la cabeza fue un Amalecita. Ese es el problema  de la conveniencia que evita la obediencia.

La tercera raíz  es lo que se llama la lucha entre la temporalidad y la eternidad. “Y Saúl y el pueblo perdonaron…Me pesa haber puesto por rey a Saúl…”El pasaje tiene dos acciones constantes. Hay dos cosmovisiones. Una cortoplacista y la otra largoplacista. El problema es que vivimos tan inmersos en la temporalidad que nos olvidamos de la eternidad. Nos olvidamos que tenemos que dar cuenta de nuestras decisiones carnales en este mundo y que toda decisión  de desafío a Dios es una pérdida de posición, de privilegios y de respaldo de Dios. Saúl sólo vio al pueblo y no a Dios. El quiso sentirse bien por el momento echando a perder toda su vida.

ü  Los Resultados de la rebeldía y la terquedad  (15:13-24)

Hay varios resultados  que se van mostrando en la vida de Saúl. Son como señales que está mandando  de que algo pasó con su carácter interno. Es como una cascada  que poco a poco va soltando  la fuerza de lo que hay dentro. Veamos esos resultados.

 

v    Saúl sustituyó palabras por hechos. (vrs. 13) “Yo he cumplido la palabra de Jehová”. Pueden notar que su discurso es exacto y bíblico. Note que dice “Bendito seas tú de Jehová” La expresión bendito en hebreo es muy colorida y dinámica. Incluye una emoción muy grande. En ese sentido Saúl estaba muy emocionado. Eso nos da el indicador  que puedes estar muy emocionado con las cosas de Dios pero desobedeciendo. El dice: “He cumplido” La expresión se puede traducir: “Yo me he obligado a cumplir  tu palabra completamente”. Es decir puedes tener un discurso correcto y estar desobedeciendo a Dios. ¿Cómo se atreve a decir eso? Hay personas que creen que hacer a medias las cosas de Dios, ya están haciendo la voluntad de Dios. En este sentido  debemos ver aquí tres grandes corrientes representadas por la actitud de Saúl y su pueblo. La primera es la orto neuma, es decir debido a que el texto demuestra que tiene un gran sentir (¡Bendito seas!) de su fe, una fe emocionada. Luego una ortodoxia  es decir una correcta doctrina  de su fe, y luego una ortopraxis es decir una correcta práctica de su fe. Todo esto está bien, pero sólo se le escapa un  detalle, se ha hecho con una actitud de soberbia  (esto lo produce la orto neuma) con una actitud reduccionista (redujo el mandato de Dios a su antojo y esto lo produce la ortodoxia) y finalmente lo hizo  en una actitud de activismo social (una orto praxis) que lo produce una acción social  que se fija en los necesitados  y carentes pero no piensa en la justicia de Dios. Todas estas tres acciones  de Saúl no valen nada si no hay una obediencia total a la Palabra de Dios y en semejanza con su carácter. Estas tres desviaciones se ven por doquier, donde hay “mucho sentir del Espíritu Santo” y hay demasiada falsedad. Donde hay mucha doctrina  y una prepotencia legalista, y también donde hay mucha justicia social y una corrupción de la justicia de Dios. Sin embargo siempre los hechos van a contradecir  nuestras bonitas palabras. Samuel lo confronta y le dice: 14 Pero Samuel dijo: —Entonces, ¿qué es ese ruido? ¿Por qué se oyen ovejas y ganado? Siempre nuestras contradicciones  de la vida superaran nuestras bonitas palabras.

Saúl sustituyó una excusa por una confesión (vrs. 14)

“De Amalec los han traído porque el pueblo perdonó…” El vrs. 9 comienza diciendo y Saúl y el pueblo perdonaron…Como seres humanos somos muy dados a inventar  todo tipo de excusas. Hay tres formas que escapamos con excusas cuando no queremos reconocer que hemos cometido una falta o estamos en un pecado que nos gusta. La primera es una visión escapista. La palabra confesar en el NT y en el AT se puede traducir como “decir lo mismo”. Significa que confesamos cuando llamamos  a nuestra conducta como Dios la llama. No hay eufemismos, no decimos es que tan sincera mi relación con un no creyente, es buena gente, o se siente tan hermoso tener relaciones antes del matrimonio, etc. Si no llamamos a lo que hacemos como Dios lo llama, entonces tenemos una excusa escapista. La  segunda es una visión derrotista. A los cristianos se nos ha enseñado más a confesar que a no pecar. Le enseñamos: “como vas  a pecar allí está 1 Juan 1:9. Pero nunca les decimos Romanos 6:12-14 que enfatiza que podemos dejar de pecar, porque tenemos el poder de Cristo. La tercera es una visión materialista. La gente aprende a compensar en lugar de confesar. Es decir le dicen a Dios, “sé que estoy mal pero te voy a servir y hacer cosas para ti”. Mientras me mantenga ocupado en las cosas ministeriales, no importa que no confiese.

v    Saúl sustituyó sacrificios por obediencia (vrs. 21) “Para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal”. En el  vrs. 21 dice: “las primicias del anatema”. ¿Qué es esto? Como se le puede ofrecer algo a Dios que está “maldito”. Esto es lo que Saúl le está ofreciendo a Dios. Hace poco leí la historia de un productor de pornografía que ofrenda a su iglesia local el diezmo de todo lo que su industria produce. Esto es ofrecer primicias del anatema. O del narcotraficante que abona a la iglesia de algún pastor reconocido para ayudarlo a construir su imperio.  En este contexto la adivinación está ligada a la rebelión  y la obstinación con la idolatría. ¿Por qué se ligan así? La palabra rebelión  denota una acción fuerte y de calidad. Estos dos términos nos hablan  por un lado de una persona desafiante, y por otro lado de una persona altanera  que impulsa su propia voluntad  en desafío abierto  a la de Dios.  La hechicería es querer conocer lo sobrenatural aparte de Dios. La obstinación  implica querer hacer un Dios a mi antojo y criterio. Así que el texto dice que la rebelión es como el pecado de hechicería y la obstinación  como idolatría”

v    Saúl sustituyó la voluntad de Dios por su voluntad  (vrs. 23) “Por cuanto tu desechaste  la Palabra de Jehová, el también te ha desechado. Lo curioso del caso en el texto es que Saúl usa tres veces la palabra pecado. Dos veces “he pecado” y una vez “mi pecado”. Pero solo es para aparentar. En realidad el no tiene ningún interés en apartarse de su maldad. El punto no es que haya desechado la Palabra de Dios, el punto es que la desechó y se expone como que no ha hecho nada malo y que Dios tiene que respaldarlo. La desobediencia  demuestra temor puesto en el lugar equivocado. Saúl dice que lo hizo porque le tuvo miedo al pueblo (15:11). La desobediencia  demuestra deleite puesto en el lugar equivocado. Trató de persuadir a Samuel que las ovejas eran de lo mejor y eran de calidad. La desobediencia demuestra alabanza puesta en el lugar equivocado.  Cuando Saúl derrotó a los amalecitas, lo primero que hizo fue levantarse un monumento para sí mismo (vrs. 12) Y es que no hay persona más arrogante y autocomplaciente que la que está desobedeciendo a Dios. Son el centro de la atención, se “levantan  monumentos” para que las veamos y las admiremos, etc. La desobediencia demuestra un rumbo equivocado. Llanamente Samuel le desarma todo sus argumentos y le dice que su desobediencia es adivinación  e idolatría. No hay disfraz en la forma que se señala. No hay “un poquito de misericordia” “comprensión” no hay “todos somos humanos” ¡No! Porque? Porque es una persona terca y la persona terca no necesita misericordia, necesita la confrontación con la verdad.

v    Saúl sustituyó carácter por reputación. (vrs. 24) “Porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos…” La última característica tiene que ver con lo que Saúl dice en el vrs. 24. El expresa que temió y consintió a la voz del pueblo. Alguien ha dicho que carácter es lo que Dios piensa de mí y reputación es lo que la gente piensa de mí. Cuando nos sentimos mejor con los que no son de Dios que lo que Dios mismo dice entonces hemos cambiado el carácter por reputación.

ü  El remedio para la  rebeldía  y la terquedad  (1 Samuel 15:25-35)

Indudablemente Dios quería enseñar una lección a Saúl y todo el pueblo y por ende a todos los que leyéramos esta porción de la Biblia.  Hay cuatro medidas que Dios toma para mostrar su remedio.

Te destituye.   “Lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú…” Una de las cosas que me impresiona de las personas que desafían a Dios es que creen que Dios los necesita y que si ellos no están Dios va a entrar en crisis. Pero eso es arrogancia. Dios no nos necesita, nos usa por su misericordia y gracia. De seguro que siempre habrá alguien mejor que tú para hacer sus planes. Somos reemplazables, nadie es indispensable.

Te desenmascara. “Traedme  a Agag el rey”. Se pueden imaginar después del culto en donde supuestamente Saúl adora a Dios en desobediencia, el que Samuel traiga a a Agag implica que muestra el pecado de Saúl  a la audiencia.

Te desestima. “Nunca después…” Eso implica que Dios desestimó a Saúl y le dolió en su corazón haberle dado esa posición. Qué triste es terminar una vida así. Desestimado por Dios pero aparentemente sin ningún problema.

ü  Punto Práctico

Es importante hacerse preguntas con respecto a mi vida:

¿Soy rebelde al mandato y las instrucciones claras de Dios?

¿Estoy siendo terco en cuanto a cosas que son malas pero que insisto en seguirlas haciendo?

Me he dado cuenta que desobedecer y ser terco es más grave ante los ojos de Dios de lo que pienso?

Voy a esperar a que Dios me disciplines y desestime mi vida por no cambiar mi terquedad?

 

 

 

Para tener éxito hay que estar en lo suyo VIII parte

VI.                    En sexto lugar nuestro potencial se desarrolla con CREDIBILIDAD

El pasaje termina diciendo: “Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (1:13)

Según este pasaje nos demuestra que los que creen, a los que son llamados hijos de Dios el cambio que sucede en su vida no se debe a condiciones humanas sino a Dios. ¿Cómo podemos hacer creíble ese cambio en las personas? ¿Hay un verdadero cambio creíble en la gente que dice ser cristiana hoy? ¡Pienso que no! Así urge  ver porque no y porque sí. Es un asunto de credibilidad. Sin embargo hablar de la credibilidad del cristianismo lleva, en un primer momento, a preguntarse por los motivos racionales que llevan a los no creyentes hasta el borde de la fe. ¿Qué  motivos hacen creíble al cristianismo? ¿Qué puede hacer preguntarse a los no creyentes  sobre el motivo, la razón y el fundamento último de quienes profesamos la fe cristiana?  ¿Qué  carácter de veracidad puede provocar su asentimiento? Estas cuestiones, aparentemente académicas, hunden sus raíces en la vida de los primeros cristianos y también en la  nuestra.

Antes de entrar a las esferas de esa credibilidad según este pasaje es bueno establecer porque  es tan importante mostrar credibilidad  cristiana en el siglo XXI.

Al respecto un autor dice: “La urgencia por la credibilidad de nuestra fe viene reflejada de manera paradigmática  en la exhortación de Pedro en la Primera de sus Cartas: «Al contrario, dad culto al Señor,  Cristo, en vuestros corazones [kardiais], siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida  razón [logos] de vuestra esperanza» (1Pe 3, 15); consejo dado por el Apóstol en contexto de  dispersión y contestación social del cristianismo y motivado, sobre todo, por discusiones al interior de la comunidad (2, 12; 3, 16; 4, 4.12-16)”[1].

Vista desde su origen, la exigencia de credibilidad, de dar razón de nuestra esperanza, no viene motivada por mero entretenimiento intelectual sino por la misma dinámica de la vida cristiana. Así, en la recomendación de Pedro formulada por el requerimiento de  quienes piden razón ―que no razones― de la fe, se descubre la estrecha e  irrenunciable relación entre el orden de los afectos ―en vuestros corazones― y el del  intelecto ―el que os pida razón. Este ejercicio de la razón no es, por tanto, algo accesorio o reservado para unos pocos, sino criterio de madurez en la respuesta de fe; aspecto  que nos lleva a reflexionar sobre cómo planteamos nuestras pastorales ―más allá del  emotivismo o del activismo―, dónde ponemos los acentos, qué experiencias  proponemos, qué procesos somos capaces de acompañar y, también, si personalmente  guardamos momentos de formación que cultiven, estructuren y articulen nuestra  propia experiencia de creyentes en consonancia con la mentalidad de nuestro tiempo; si tenemos hábito para pensar, leer, comprender y escribir aquello que va sucediendo, o para recoger el testigo de los grandes maestros que nos precedieron en la fe cuando dieron respuestas acordes a su tiempo e inspiradoras para el nuestro.[2]

Según este pasaje has cuatro tendencias que han competido para suplantar a Dios en el cambio de las personas. La palabra “engendrados” es la palabra para hablar de generar, o generación. Es el verbo gennao. Y es un verbo aoristo. Implica un origen o generación acabada. Al enfocarnos en la palabra “gennao” y su derivación a “generación”, la pregunta que se plantea en este momento es ¿qué tipo de generaciones evangélicas hemos engendrado o corremos el peligro de engendrar?

A.     Generaciones Religiosas

Observe que la primera gran área de peligro se refleja en la palabra “no son engendrados de sangre”. Es obvio que la expresión  como dice Hendriksen “se refiere a la ascendencia física, por ejemplo Abraham”[3]Creo  que también está enfatizando el hecho de creerse aceptados por la espiritualidad de Abraham. Ellos creían que con eso se constituían en hijos. La religiosidad aquí indudablemente se refiere a adquirir el estatus de aprobación ante Dios por estar asociado con alguien espiritual. ¿Porque hemos generado generaciones religiosas? Dos cosas

 Por lo que llamo el fenómeno de la espiritualidad prestada. ¿Qué es la espiritualidad prestada? Es vivir con los descubrimientos espirituales de otro. Significa que muchos en lugar de pasar tiempo con Dios, dejan que otros lo hagan por ellos y luego se pretenden beneficiar de los descubrimientos  que nos cuentan. Mucha gente dice: “Que lindo poder ir a la iglesia («Templo») cada domingo para poder reunirnos y adorar a Dios, orar, desligarnos de nuestras cargas, que momento más lindo cuando salimos de la iglesia ese domingo llenos de paz y alegría, y cuando llega el lunes solo nos queda un poquito de alegría ya que los problemas y cargas de nuestro diario vivir nos han quitado la paz del domingo, y ni se diga cómo estamos el martes y el resto de la semana, y la pregunta es: ¿Por qué no podemos estar siempre con paz y alegría en nuestros corazones?[4]  Si nos sentimos  identificado con estos síntomas, si nuestra  paz y alegría se reduce a un lindo domingo de iglesia entonces estamos viviendo una «espiritualidad prestada». Creo que debemos  combatir esta tendencia de la espiritualidad prestada, la relación con Dios no se construye cada domingo, la relación con Dios es justamente una relación de búsqueda diaria del Padre.[5]. Muchas personas dicen que  es muy difícil orar o  lo complicado que es entender a veces la biblia, pero si pensamos  que vas a aprender a orar solo los domingos o que solo con leer los domingos vamos  a entender la Biblia, seguiremos  viviendo una espiritualidad prestada el resto de la vida. La intimidad con Dios no se obtiene ni viendo novelas, ni viendo un partidito de fútbol, la intimidad con Dios se logra hablando con Él y escuchando su voz a través de la biblia, y sé que al principio cuesta, pero nadie dijo que fuera fácil, sin embargo  las bendiciones que tendrás en tu vida son incomparables con ese pequeño esfuerzo. Otra cosa que veo y que va de la mano de la espiritualidad prestada, es la espiritualidad comprada. En la parábola de las diez vírgenes de Mateo 25 encontramos las dos dimensiones a las que hago referencia. Primero las vírgenes insensatas dicen “dennos de su aceite” (espiritualidad prestada) y las vírgenes prudentes dicen: “!No! y luego les aconsejan: “Vayan y compren”. (Espiritualidad comprada). La gente compra su espiritualidad cuando paga a los especialistas que les hablen lo que Dios le ha dicho para ellos. Compran predicaciones, cursos, libros y asisten a congresos con propósito de comprar espiritualidad. ¿Pero crecen con eso? No simplemente generan religiosidad. Y una tercera cosa es una espiritualidad heredada. Hay muchos que han crecido con la idea de que son descendientes de grandes hombres de Dios,  ellos heredan el beneficio de la espiritualidad de sus ancestros y pueden vivir una vida tan mediocre espiritualmente hablando o alejada de Dios. Si nuestra credibilidad es religiosa poco será lo atractivo para la gente afuera. Haya tantas religiones y algunas quizás con mejores ofertas que los evangélicos.

B.      Generaciones gustosas

Note que el texto dice:”ni de voluntad de carne”. La expresión para voluntad es “deseo”. En ese sentido se refiere al placer sexual, que es la motivación placentera de la procreación. Hendriksen en su comentario a Juan dice que se refiere  a el deseo carnal, el impulso sexual del hombre y la mujer”[6]Esta dimensión de la reproducción se limita a la sensación de placer más que el procrear. En ese sentido hemos levantado una generación que se esfuerza por el gusto de sentirse bien. Nuestros cultos están enfocados en hacer sentir bien, cómodo al miembro. Estamos muy prestos a escuchar las sugerencias de las personas para mejorar los ambientes a los cuales nos hacen el favor de asistir. La palabra sufrimiento, precio, compromiso, renuncia has desaparecido de su cosmovisión y de su teología. Es lo que yo llamo espiritualidad de placebo. ¿Qué es un placebo? El placebo es una sustancia farmacológicamente inerte que se utiliza como control en un ensayo clínico. El placebo es capaz de provocar un efecto positivo a ciertos individuos enfermos, si éstos no saben que están recibiendo un medicamento falso y que creen que es uno verdadero. Esto se denomina efecto placebo y es debido a causas psicológicas.[7] Es interesante que la palabra placebo  latín  “complaceré”, y es un futuro indicativo de la primera persona del singular de placeō “Yo complazco”)[8] Así que es una espiritualidad del yo complazco. Una segunda es la que se puede llamar espiritualidad “delivery” (entrega a domicilio).

Es bajo la  “industria del deseo” donde nace la nueva “espiritualidad delivery”, entendida no como un camino profundo hacia la paz interior y la calma existencial que tanto buscamos, sino como el camino rápido, sin esfuerzo y “dentro del sistema del deseo” que esta industria nos propone para insuflar de dopamina nuestro cerebro, casi de la misma forma que experimentamos al comprar la nueva zapatilla de Nike. Pero, ¿sirve? Podríamos decir que depende de quién lo tome; sin embargo, no hace falta ser un experto para visualizar que este nuevo enfoque espiritual-hedonista, de búsqueda rápida y placentera, que no esquiva ni escupe en contra del sistema del deseo posmoderno, sino que más bien lo abraza y lo hace partícipe necesario de su difusión, es simplemente un “producto” más para saciar la sed de un público sediento. Así, cientos y cientos de libros de autoayuda se acumulan cada año en las estanterías de las principales librerías del mundo; nuevos gurús con alcance internacional y estructuras empresarias gigantescas dan sermón de cómo vivir una vida “espiritual” sin abandonar el mundo de consumo que nos cobija[9]Esta espiritualidad me hace escoger el producto que deseo en el momento y ordenarlo para mi satisfacción personal. Incluso ni me muevo de mi casa, me es llevado a mi propia puerta. Como hay tantas sucursales (iglesias) que expenden productos, tengo la libertad para escoger cada domingo con cuál disfruto ese día. Una tercera se puede llamar una espiritualidad hedonista. Es interesante que los publicistas o los expertos en investigación de mercado cuando desean vender un producto, apelen al sentido de placer como eje de motivación en la obtención de determinado producto. Un experto dice que para que haya un sentido de placer en la adquisición del producto debe incluir tres elementos básicos, a saber, diversión, estética, ética. Es decir debe generar entretenimiento o diversión, pero por otro lado debe ser atractivo y bonito y finalmente que esté de acuerdo a mis hábitos de conducta.[10]En ese sentido inconscientemente o conscientemente hemos aplicado estos conceptos a nuestra espiritualidad. Queremos cultos que nos entretengan desde la alabanza, la música, el ambiente. Por otro lado queremos cultos que sean bonitos, agradables estéticamente de acuerdo a lo que me gusta. Nada debe desentonar. Y finalmente nuestra ética se afecta, porque lo único que produce es una espiritualidad placentera.

 C.      Generaciones exitosas

El texto dice: “ni a la voluntad  de varón”. Hendriksen dice que  es el instintivo procreativo del hombre. Es lo que se refiere al hecho de la reproducción y descendencia. Un sentido de realización del hombre y la mujer.[11] El hecho de tener hijos.  Cada vez más pareciera ser que nuestro interés es en el desarrollar una vida realizada, con éxito y sin ninguna tribulación. Los aportes de la teología de la prosperidad han contribuido a este deseo de una vida ostentosa y no una vida sencilla. Esta generación está tan afanada en los logros, las metas y los alcances que se olvidan del más allá. En ese sentido tienen una perspectiva de la temporalidad pero sin ninguna preocupación por la eternidad. Y eso ha afectado incluso las cosmovisiones de la iglesia. Estamos tan empecinados en que se nos note el éxito que no nos damos cuenta que hemos perdido el ser. José Ingenieros dijo: “El que aspira a parecer renuncia a ser”[12]

 D.     Generaciones piadosas

“Sino de Dios”. Hemos sido entonces a incorporar el ADN de Dios. La expresión “de” es una preposición interesante. Es la preposición “ek”. Significa que procede de la misma esencia de Dios. Estas generaciones deben tener varias  cosas en común. El ADN es el responsable del parecido entre padres e hijos, y de que exista un molde común para cada especie. Contiene toda la información genética, las instrucciones de diseño de todos y cada uno de nosotros. Y del resto de seres vivos, desde la bacteria más simple hasta el organismo más complejo. En el ADN hay decenas de miles de genes. Son los encargados de fabricar las proteínas necesarias para el desarrollo de las distintas funciones vitales.[13] Así que el ADN de Dios debe hacernos parecer a nuestro Padre. Por otro lado debe darnos las funciones vitales para la subsistencia y finalmente debe transmitirnos toda l información espiritual para poder ser hijos de Dios. Algunos han definido que ADN significa: A Dios Necesitamos, y en lo que a mí respecta no andan tan lejos.

Recordando nuevamente lo caminado en esta reflexión…

Hemos establecido una tesis, a saber, Jesucristo desarrollo plenamente su obra debido a que vino a lo suyo y en lo suyo se mantuvo. Esto está reflejado en la porción de Juan 1:11-13. Allí se  nos plantea el reto a nosotros también  como iglesia evangélica latinoamericana en este siglo. Nosotros también podremos desarrollar plenamente nuestro potencial si nos mantenemos en lo nuestro. ¿Qué implica este proceso de desarrollo del potencial? En primer lugar hemos establecido que ese potencial se desarrolla con la claridad. (“A lo suyo vino”). Es decir debemos tener bien claro nuestra visión de existencia. Esta visión clara involucra tres elementos. Primero definición, que será un llamado a definir prioridades. Segundo, hablamos de dedicación que será un llamado a fortalecer nuestras habilidades.  En tercer lugar la claridad incluye dedicación lo cual es un llamado a entender nuestras actividades.

En segundo lugar de la claridad pasamos a un segundo elemento para desarrollar nuestro potencial. Este fue llamado la adversidad (“y los suyos no le recibieron”). En este elemento consideramos tres grandes retos a los cuáles la iglesia se enfrentará y que son y serán adversos a su existencia. Está primero el peligro de la familiaridad de la fe, esto involucra que ya no hay capacidad de asombro con la fe, hay tanta rutina y tradicionalismo. En segundo lugar nos enfrentaremos con la hostilidad. Seremos rechazados, cuestionados y perseguidos en un mundo cada día más hostil a nuestra fe. Y el tercer elemento de adversidad será combatir con la frialdad. Debemos recuperar la pasión por Dios y por su proyecto. Sólo con una iglesia apasionada podremos romper la frialdad y como consecuencia la rigidez que es resultado de una iglesia fría.

En tercer lugar hablamos del elemento de la oportunidad (“Y los que le recibieron”). En esta idea hablamos de tres grandes oportunidades o desafíos. El primer es el desafío generacional, que nos lleva a la disciplina de la contextualización. Allí la preocupación es como hacer relevante nuestro mensaje al tiempo en que vivimos. Una segunda gran oportunidad es la relacional. Esto nos lleva a al desafío de la evangelización. Es decir cómo se comparte el mensaje hoy en medio de nuevos códigos de comunicación. ¿Qué significa compartir las bunas nuevas hoy? Y en tercer lugar hay un desafío educacional lo que nos conduce al tema de la transformación. Qué tipo de parámetros educativos debes tener o realizar, de tal manera que la gente no sólo se informe, reforme sino que en realidad se transforme en todas las áreas de su vida e influencia.

En cuarto lugar hablamos del elemento de la identidad. (“Los que creen en su nombre”). En este punto nos enfocamos en la pregunta ¿qué es un cristiano hoy? Esa identidad está sujeta a una identidad de cambio, que nos desafía en cuanto al concepto de la conversión. ¿Qué es convertirse hoy? Luego dijimos que esa identidad tiene que ver con el carácter. Esto nos desafía en lo tocante a la transformación. La pregunta sería ¿una vez convertidos cuáles son los cambios a realizar en la vida? Y en tercer lugar hablamos de una identidad con Cristo. Lo que nos da la pauta de una conexión. ¿Qué es estar conectados con Cristo? Recordamos la expresión de Juan 15: “Separados de mí nada podéis hacer”.

En quinto lugar establecimos que el potencial se desarrolla con autoridad. (“Les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Estamos en el negocio de la familia. Somos copropietarios de nuestro Padre Dios. La autoridad tiene varias dimensiones. Primero está la autoridad corporativa. El poder está disperso  en todo el cuerpo. No hay centralización en gurús espirituales ni comités privilegiados de poder. La segunda es la autoridad administrativa del poder. ¿Quiénes o quién administra el poder? Es decir  no debemos entender que el poder es exclusivo para alguien especial. Tercero está la autoridad demostrativa del poder.  En este punto se discutió que elementos demuestran que un hijo de Dios o una iglesia de Dios tienen poder.

Finalmente hemos establecido que para que el potencial se desarrolle debemos generar credibilidad. Esta credibilidad tiene que estar consciente que muchas veces hemos levantado generaciones religiosas, generaciones gustosas, generaciones exitosas. Pero por otro lado debemos levantar generaciones piadosas.

Conclusión…

Comencé esta reflexión hablando del cuento del patito feo. Es importante entender que no es que fuera feo sino que desentonaba en el ambiente que estaba. Pero era un hermoso cisne. Al final fue recompensado por su diferencia con lo promedio. En esta reflexión he intentado decir que tenemos un gran reto hoy de cumplir el llamado que como iglesia del Señor se nos ha dado en esta generación. No va a ser fácil pero allí está.  Tendremos que pagar un precio, pero vale la pena. Creo que es tiempo que volvamos a lo “nuestro” aunque los nuestros nos rechacen. Jesús vino a lo suyo y terminó lo suyo. Quiera Dios que en esta generación entendamos ese mensaje y ya no nos diluyamos en cosas de “otros” sino en “lo suyo”. Sólo así podremos transformar  este mundo tan complejo en el que nos ha tocado vivir. A El sea la Gloria.


[1] Salesianos: Signos de Credibilidad del Cristianismo en la Sociedad Actual. Documento para Retiro Espiritual de Comunidades Salesianas, 2010. Pág.  4

[2] Ibíd.

[3] Hendriksen, William: El Evangelio de Juan: Comentario del Nuevo Testamento. Edit. TELL, Grand Rapids, Michigan, USA, 1981. Pág. 87

[5] Ibíd.

[6] Hendriksen, William: El Evangelio de Juan: Comentario del Nuevo Testamento. Edit. TELL, Grand Rapids, Michigan, USA, 1981. Pág. 87

[8] Ibíd.

[11] Hendriksen, William: El Evangelio de Juan: Comentario del Nuevo Testamento. Edit. TELL, Grand Rapids, Michigan, USA, 1981. Pág. 87

[12] Ingenieros, José: El Hombre Mediocre. Ed. Losada, Buenos Aires. 2008. Pág. 53

Para tener éxito hay que estar en lo suyo VII parte

V.                    En quinto lugar nuestro potencial se desarrolla con LA AUTORIDAD

Continúa diciendo el texto: “Les dio la potestad  de ser hechos hijos de Dios”.  En este pasaje podemos ver por lo menos cuatro dimensiones de la autoridad que tenemos como hijos de Dios.

A.     La primera es la dimensión corporativa  de la autoridad

¿Cómo compartimos el poder? Sería la pregunta aquí. Me llama mucho la atención la frase “les dio”. El verbo dídomi es un verbo aoristo indicativo. Habla de una calidad de de dar, así como una igualdad en dar, y una capacidad completa. La expresión dídomi es la raíz para “dídimo” que en el NT se traduce gemelo. Eso significa que el poder de Dios en los que creen es idéntico al suyo. Es decir es un poder similar en igualdad, calidad y capacidad. Pero recuerde que el pasaje está en plural.   Esta expresión habla que el poder no reside en unos pocos sino en todos los que creen. Es decir esto habla de descentralización del poder. A diferencia de que las tendencias en las iglesias  es centralizar el poder en unos cuantos iluminados y en un especialista, este pasaje demuestra que Dios trabaja con todos los hijos de Dios. Aquí podemos plantearnos la pregunta ¿quién manda en la iglesia? Aquí tenemos un desafío con los modelos de liderazgo. Creo que el escritor Frank Viola aporta mucho con su reflexión de la iglesia orgánica. El dice: “La estructura de liderazgo jerárquico que caracteriza a la iglesia Occidental, se deriva de lo que podríamos llamar una mentalidad posicional. Esta manera de pensar otorga autoridad en términos de espacios para llenar, descripciones de trabajo objetivas que realizar, títulos para lucir, y rangos que hacen valer sus privilegios. La manera de pensar posicional muestra un gran interés en estructuras explícitas de liderazgo, oficios y jerarquías. De acuerdo a este marco, «pastor», «anciano», «profeta», «obispo», etcétera Son títulos que constituyen oficios eclesiásticos.[1]. Luego añade: “En el marco posicional, la organización de la iglesia se modela según las estructuras de los corporativos empresariales y militares que forman parte y parcela de nuestra propia ontología cultural. En el marco funcional, la organización de la iglesia se funda en el ministerio mutuo de cada miembro, de acuerdo a sus dones diversos. Es común que en las iglesias orientadas en un marco posicional/jerárquico exista una maquinaria política que funcione detrás del escenario, que promueva a gente diversa a posiciones de poder eclesiástico. Es habitual que en las iglesias orientadas funcionalmente se manifieste la responsabilidad mutua y la interacción colegiada de sus miembros diversos, a medida que escuchan juntos al Señor y se afirman unos a otros en los dones que han recibido del Espíritu. En una palabra, el modelo de liderazgo mundano está basado en una orientación posicional/oficial, mientras que el modelo de liderazgo Bíblico está fundamentado en una orientación orgánica/funcional. Existe una afinidad natural entre el modelo de liderazgo posicional/jerárquico y el concepto de «cobertura protectora».[2] En otras palabras, la autoridad está delegada en todo el cuerpo, el cual se somete mutuamente en exhortación y unidad. Esta dimensión colectiva ataca directamente la centralización del poder a un poder descentralizado. Esto eliminaría el caudillismo y enseñoramiento del cuerpo de Cristo por unos pocos.

B.      La dimensión administrativa de la autoridad

¿Cómo administramos el poder? Sería la pregunta. El texto dice “La potestad” ¿Qué significa esta palabra? La palabra exousía es interesante en el NT.  Las Escrituras tienen algo qué decir acerca de la autoridad y la sumisión. Debe notarse, sin embargo, que la Biblia gasta mucha más tinta en decirnos cómo amarnos unos a otros que en cómo ejercitar la autoridad y someternos a ella. De hecho, la experiencia nos muestra que cuando los aspectos fundamentales del amor y el servicio se practican plenamente en una asamblea, los asuntos del liderazgo y la autoridad se expresan por sí mismos. (A este respecto, aquellos que ponen un énfasis indebido en la autoridad y la sumisión están típicamente más interesados en hacerse a sí mismos indispensables para el crecimiento espiritual de los demás que en servirles).[3]  Para decirlo sin rodeos, lo que pasa hoy por «autoridad espiritual» es en su mayor parte un verdadero disparate.  Sin embargo, las enseñanzas erróneas nunca brotan del simple uso de las palabras Bíblicas. Más bien, provienen de la poca consideración que comúnmente se tiene por lo que éstas significaron para sus oyentes originales. Por consecuencia, vocablos tales como «autoridad» y «sujeción» han sido degradados ya por tanto tiempo que necesitan que se les «redima» de las falsas connotaciones que se les han agregado. La segura salvaguarda contra la falsa enseñanza, no está en desechar estos términos Bíblicos, sino en volver al combate y refundirlas de acuerdo a sus significados originales. Para decirlo de otro modo, debemos aprender no solamente a hablar donde la Biblia habla, sino hablar como la Biblia habla.[4] Volviendo al término que usa Juan en este pasaje significa que la palabra «autoridad»  exousía se deriva de la palabra éxestin, que significa una acción posible y legítima que puede ser llevada a cabo sin obstáculo. La autoridad (exousía), por consiguiente, tiene que ver con la interpretación y comunicación de poder. Más específicamente, la autoridad es el derecho de realizar una acción particular. La Escritura enseña que Dios es la fuente única de toda autoridad (Romanos 13:1), y esta autoridad ha sido conferida a Su Hijo (Mateo 28:18; Juan 3:30-36). Cristo, y sólo Cristo, poseen autoridad. El Señor Jesús claramente dijo, «Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra». Al mismo tiempo, Dios ha delegado Su autoridad a los hombres y mujeres de este mundo para propósitos específicos. ¡Pero en ninguna parte la Biblia enseña que Dios ha dado autoridad (exousía) a los creyentes sobre otros creyentes! Recordemos la palabra de nuestro Señor en Mateo 20:25 y Lucas 22:25 donde condenó las formas de autoridad tipo exousía entre Sus seguidores. Este hecho debe darnos pausa para una seria reflexión. El NT nunca vincula exousía a los líderes de la iglesia, ni establece que algunos creyentes tienen exousía sobre otros creyentes.  La noción de que los cristianos tienen autoridad sobre otros cristianos es un ejemplo de exégesis forzada, y es Bíblicamente insostenible. Cuando los líderes de la iglesia ejercen el mismo tipo de autoridad que desempeñan los oficiales gubernamentales seculares, se convierten en usurpadores. Cierto es que la autoridad funciona en la esfera de la iglesia, pero la autoridad que opera en la ekklesia es notablemente diferente de la que se ejerce en el orden natural. (Esto tiene sentido ya que la iglesia no es una organización humana, sino un organismo espiritual). La autoridad que opera en la iglesia no es oficial. Es autoridad Divina.[5]Eso significa entonces que como hijos de Dios podemos ejercer autoridad basados en nuestra relación filial con Jesucristo. Esa autoridad es para vencer la maldad, e influir positivamente  y no para levantar imperios eclesiales con autoridad absoluta sobre las personas.

C.      La dimensión demostrativa del poder

¿Cómo demostramos  poder? Sería la pregunta. Primero, por medio de vidas  cambiadas. Note que la expresión “ser hechos” es muy enfática. La frase “ser hechos” es el verbo ginomai. Este verbo es interesante. Es un infinitivo aoristo. Este verbo describe un proceso por definición, eso habla de la cantidad. Por otro lado el hecho que sea un infinitivo implica propósito, eso nos lleva a la intencionalidad y finalmente el que sea un aoristo indica calidad. ¿Qué tipo entonces de demostración de poder tenemos los creyentes. Así que  demostramos poder con un constante crecimiento. Esto implica que no somos perfectos, sino que vamos en camino hacia la perfección. Esto nos debería ser al mismo tiempo creyente pero también todavía humano. Necesitamos dejar de mostrar que somos imbatibles. ¡Cuánto triunfalismo en nuestras filas cristianas! Pero es precisamente en esa debilidad que somos fuertes. No hay mayor fuerza  que invite a cambiar a alguien que ser expuesto a una vida cambiada por el poder de Dios. Es una vida frágil en manos de un Dios Poderoso. Segundo,   por medio de valores alineados. Es decir deben estar alineados con el Reino de Dios. Esos valores demuestran que pertenecemos a otro estilo de vida, que nuestro poder no es por la riqueza, por las edificaciones, por los recursos mediáticos, o por la cantidad de gente. Nuestros valores deben ser los de Jesús. Sin embargo los valores más populares hoy en nuestras iglesias en lo concerniente al poder son bastante diferentes a los del reino de Dios. Por ejemplo los evangélicos latinoamericanos han distorsionado el poder con arrogancia. Uno puede ver las historias testimoniales carismáticas que las personas cuentan de cómo Dios hizo aquello y lo otro. Pareciera ser que tenemos a nuestro servicio a Dios. Que su poder está exclusivamente a nuestra disposición. Por otro lado los evangélicos latinoamericanos han distorsionado poder con jactancia. Esto va de la mano de la arrogancia que es como la actitud y la jactancia es la acción. Cuanta jactancia en la forma de vestir, de caminar y “de andar escuderos”. Un autor dice esto muy atinadamente: “Estos pastores y apóstoles estrellas, con su arrogancia y presunciones de grandeza dejan chiquito al Papa de Roma, porque al menos él representa a un estado (el Vaticano)  y se proclama vicario de Cristo en la tierra, pero estos modernos apóstoles evangélicos caen en una herejía peor, al proclamarse los “ungidos de Dios”, lo que equivale a declararse “cristos” porque “ungido” procede del griego “críos” que significa “Cristo”,  y estos afirmar que poseen una  nueva revelación con la cual se hacen ricos, y lo peor de todo es que al morirse toda esa fortuna le queda a sus hijos, muchas veces impíos, porque hasta las propiedades de la iglesia están a su nombre, y lo triste es que sus feligreses  o seguidores no le piden cuenta  de cómo usan las finanzas que ellos les entregan.[6] La realidad actual está forjando lo que podríamos denominar “los Papas evangélicos”,  los cuales, crean su “guardia suiza” al estilo Vaticano. Estos falsos apóstoles, como el Papa mandan hacerse un anillo apostólico e incluso proclaman que con tal prenda son casi infalibles en sus enseñanzas, y si alguien se atreve a confrontarlos, lo acusan de rebelde, le dan maldiciones y lo excomulgan. En sí, con la onda de la red apostólica estamos volviendo a la creación de la doctrina clerical católica pero peor que ésta, porque estos explotan la fe con poderes que sobrepasan los del Papa. Quien hubiera pensado que una iglesia evangélica anticlerical terminará cayendo en la apostasía de la terrible “apostolitos moderna”.[7] El verdadero siervo de Dios debe ser natural, estar en medio de las ovejas y oler a oveja como enseño nuestro pastor modelo, Jesús, y no vivir aislado, protegido por unos escuderos que no les permiten a las ovejas acercársele. El pastor no es ejecutivo, ni empresario, ni burócrata, ni privilegiado, sino un esclavo de Jesús, comprado para servir y ser el más pequeño de todo, porque el que se exalta será humillado, y el que se humilla, será exaltado. Una tercera cosa es que hemos  distorsionado el poderla con exclusivismo. Hay tantos evangélicos que creen que el poder de Dios sólo se manifiesta en su cosmovisión. Hemos hecho cosas tan extravagantes para demostrar el poder de Dios. Desde prácticas espiritistas, técnicas sicológicas en las campañas evangelísticas. Esta extravagancia practica cosas que incluso contradicen las Escrituras. ¿O no ha sido usted testigo de la tele maratones para pedir dinero en los canales evangélicos de turno en nuestro contexto? Uno de los representantes de este exclusivismo ha sido el movimiento pentecostal que vino a sustituir la arrogancia, la jactancia de las denominaciones históricas que adolecían de lo mismo solo que con su pensamiento de la “sana doctrina”. Harold Segura dice que es claro que el pentecostalismo tiene algo que ofrecer; “… algo que hizo vibrar a gente aletargada por la monotonía y la desesperanza de su existencia. Esa semilla que se produjo en suelo extranjero, se plantó aquí en nuestras tierras y “las nuevas masas populares latinoamericanas comprobaron que el sabor de sus frutos correspondía a las demandas de su paladar, para usar las expresiones poéticas de Miguez Bonino. [8]

Más adelante en su artículo Harold Segura agrega: “Por otra parte, el movimiento pentecostal-carismático, conlleva serios riesgos.  Algunos estudios  del fenómeno religiosos en América Latina, como es el ejemplo del teólogo e historiador suizo Jean Pierre Bastian, se atreven a opinar que el pentecostalismo como nuevo movimiento religioso no es ninguna renovación interna del protestantismo, sino “renovación de la religiosidad popular -en el sentido artesanal- y una aculturación de los protestantismos históricos a las prácticas y valores de la cultura católica popular. En otras palabras, ciertos sectores de ese gran y complejo universo pentecostal no deberían ser llamados protestantes o evangélicos, sino movimientos sincréticos que forman parte de la gran mutación del campo religioso actual en nuestro continente.  Según esta versión, América Latina no se está volviendo protestante, sino que en nuestro seno se ha originado un nuevo movimiento religioso, “que se acomoda a la religiosidad popular y que refuerza los mecanismos tradicionales de control social.[9] Otro valor confundido es poder  de Dios con la extravagancia.  Harold dice: “Hace pocos meses, escuché que una de las iglesias nuevas de la ciudad, iba a ser denunciada ante la fiscalía regional por sus prácticas exóticas.  Habían decidido desnudar a varias damas, con el propósito de aplicarles un masaje con aceite ungido y expulsar de esa manera los rebeldes demonios.  En un país suramericano, hace pocos años, dos o tres personas fueron ahogadas por un pastor cuando éste intentaba inundar a los demonios que los poseían[10].

Y  la gran preocupación hoy  es que del pentecostalismo emotivo, con facilidad se pasó al misticismo atrevido.  La guerra espiritual se está tornando en animismo pre moderno, la práctica bíblica del exorcismo está degenerando en sincretismo místico, el culto emotivo se está convirtiendo en espacio neurotizante,  la práctica de la profecía que anuncia el futuro se está convirtiendo en vaticinio espiritista, además de fuente de ganancias económicas.  El cuadro no es nada agradable y el desafío se agiganta cada día. Se ha producido un desequilibrio en el pentecostalismo clásico, “en cuanto asume el imaginario social popular de un mundo regido por espíritus buenos y malos y propone una forma de manejar el mundo de los espíritus, restringida a quienes detentan el poder mágico.  De esta manera se desplazan los contenidos evangélicos. En esta nueva versión del evangelio, por ejemplo, el pecado se convierte en posesión satánica y los exorcismos ya no usan el poder del Jesús liberador, sino los instrumentos ungidos designados por el clérigo de turno: llaves bendecidas, aguas ungidas, pañuelos poderosos, en fin.  Con mucha razón, algunos se preguntan si estas expresiones exóticas de la fe no pertenecen a una nueva religión, a una manifestación sincrética con trasfondo afroamericano.  Otra vez nos surge la inquietud: ¿qué tiene que ver todo este espectáculo sensacionalista con la Reforma del siglo XVI?  La Sola Escritura, la Sola Gracia, la Sola Fe, el Solo Cristo, han sido vergonzosamente reemplazados por el solo show, el mucho animismo, el bastante chamanismo, y el gran caudillismo.  El pentecostalismo de vieja estirpe clásica debe estar alarmado, como alarmados estamos el resto de los evangélicos de apego reformado.[11]Finalmente confundimos poder con cantidad. Con cuanta facilidad esgrimimos números y estadísticas para demostrar que ahora somos más poderosos. Decimos ya somos x porcentaje ya tenemos poder de elegir, de opinar, etc. ¿Pero en qué momento llegamos a confundir número con influencia? ¿En qué momento confundimos masa con influencia? El hecho que seamos más no significa que tengamos más influencia o hayamos demostrado el poder de Dios. Cuando uno lee Éxodo 1 se da cuenta que a Egipto entraron 70 personas y una influyo tanto que fue segundo en la nación. Pero luego en los vrs. Siguientes del capítulo 1 encontramos que Israel era ahora una nación de millones y millones de judíos ¿Y cuántos influyeron? ¡Ni uno! De hecho siendo tantos ni siquiera pudieron evitar que los egipcios los sometieran. El poder de Dios no se manifiesta por el hecho que seamos más en América Latina, o porque tenemos medios de comunicación, o porque somos más conocidos o nos invitan más a eventos y estratos sociales que antes no nos llegaban invitaciones.

Creo que el reto a demostrar en nuestras vidas el poder de Dios  es en la transformación personal del individuo, necesitamos mostrar un Dios Omnipotente que si puede cambiar al individuo, que tiene poder para hacerlo más justo, diferente, en cierto sentido para usar la metáfora de la Biblia, capaz de producir la nueva criatura ese nuevo hombre que la utopía marxista nunca pudo lograr.  Pero muchas veces queremos cambiar nuestras naciones sin embargo a nivel  personal somos tan corruptos como las esferas sociales que pretendemos cambiar. Tenemos un reto pendiente en este campo.

 Para recordar…

Recapitulando lo que se ha discutido en este escrito hasta ahora. Hemos establecido una tesis, a saber, Jesucristo desarrollo plenamente su obra debido a que vino a lo suyo y en lo suyo se mantuvo. Esto está reflejado en la porción de Juan 1:11-13. Allí se  nos plantea el reto a nosotros también  como iglesia evangélica latinoamericana en este siglo. Nosotros también podremos desarrollar plenamente nuestro potencial si nos mantenemos en lo nuestro. ¿Qué implica este proceso de desarrollo del potencial? En primer lugar hemos establecido que ese potencial se desarrolla con la claridad. (“A lo suyo vino”). Es decir debemos tener bien claro nuestra visión de existencia. Esta visión clara involucra tres elementos. Primero definición, que será un llamado a definir prioridades. Segundo, hablamos de dedicación que será un llamado a fortalecer nuestras habilidades.  En tercer lugar la claridad incluye dedicación lo cual es un llamado a entender nuestras actividades.

En segundo lugar de la claridad pasamos a un segundo elemento para desarrollar nuestro potencial. Este fue llamado la adversidad (“y los suyos no le recibieron”). En este elemento consideramos tres grandes retos a los cuáles la iglesia se enfrentará y que son y serán adversos a su existencia. Está primero el peligro de la familiaridad de la fe, esto involucra que ya no hay capacidad de asombro con la fe, hay tanta rutina y tradicionalismo. En segundo lugar nos enfrentaremos con la hostilidad. Seremos rechazados, cuestionados y perseguidos en un mundo cada día más hostil a nuestra fe. Y el tercer elemento de adversidad será combatir con la frialdad. Debemos recuperar la pasión por Dios y por su proyecto. Sólo con una iglesia apasionada podremos romper la frialdad y como consecuencia la rigidez que es resultado de una iglesia fría.

En tercer lugar hablamos del elemento de la oportunidad (“Y los que le recibieron”). En esta idea hablamos de tres grandes oportunidades o desafíos. El primer es el desafío generacional, que nos lleva a la disciplina de la contextualización. Allí la preocupación es como hacer relevante nuestro mensaje al tiempo en que vivimos. Una segunda gran oportunidad es la relacional. Esto nos lleva a al desafío de la evangelización. Es decir cómo se comparte el mensaje hoy en medio de nuevos códigos de comunicación. ¿Qué significa compartir las bunas nuevas hoy? Y en tercer lugar hay un desafío educacional lo que nos conduce al tema de la transformación. Qué tipo de parámetros educativos debes tener o realizar, de tal manera que la gente no sólo se informe, reforme sino que en realidad se transforme en todas las áreas de su vida e influencia.

En cuarto lugar hablamos del elemento de la identidad. (“Los que creen en su nombre”). En este punto nos enfocamos en la pregunta ¿qué es un cristiano hoy? Esa identidad está sujeta a una identidad de cambio, que nos desafía en cuanto al concepto de la conversión. ¿Qué es convertirse hoy? Luego dijimos que esa identidad tiene que ver con el carácter. Esto nos desafía en lo tocante a la transformación. La pregunta sería ¿una vez convertidos cuáles son los cambios a realizar en la vida? Y en tercer lugar hablamos de una identidad con Cristo. Lo que nos da la pauta de una conexión. ¿Qué es estar conectados con Cristo? Recordamos la expresión de Juan 15: “Separados de mí nada podéis hacer”.

En quinto lugar establecimos que el potencial se desarrolla con autoridad. (“Les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Estamos en el negocio de la familia. Somos copropietarios de nuestro Padre Dios. La autoridad tiene varias dimensiones. Primero está la autoridad corporativa. El poder está disperso  en todo el cuerpo. No hay centralización en gurús espirituales ni comités privilegiados de poder. La segunda es la autoridad administrativa del poder. ¿Quiénes o quién administra el poder? Es decir  no debemos entender que el poder es exclusivo para alguien especial. Tercero está la autoridad demostrativa del poder.  En este punto se discutió que elementos demuestran que un hijo de Dios o una iglesia de Dios tienen poder.

Nos queda un último elemento que considerar.

Para tener éxito hay que estar en lo suyo VI parte

En esta parte hemos visto que nuestro potencial se desarrolla con la oportunidad. Esta oportunidad tiene tres grandes dimensiones. Primero está el desafío generacional que nos lleva a un desafío de contextualización. Hoy tenemos una gran oportunidad con el mundo en que vivimos. Debemos conectarnos con esta nueva mentalidad, debemos hacer ajustes en las metodologías que usamos hoy. La pregunta que se plantea en este reto es ¿Quiero ser parte de una iglesia histórica o una que hace historia? El pastor Alberto Castro dice algo muy relevante con relación a este tema. El dice: “Una iglesia que hace historia debe estar dispuesta al cambio. Por tanto, si los cambios se dan más rápidamente fuera que dentro de la organización, se ha iniciado el proceso de muerte. Cuando una iglesia deja de cambiar, comienza a ser histórica. La frase típica en estas congregaciones es: « ¿Por qué cambiar si siempre lo hemos hecho así?»[1] La iglesia que busca el crecimiento debe ser revolucionaria en sus métodos. Si entiende además que los métodos están al servicio de los principios y no los principios al servicio de los métodos, sabrá que debe «reinventarse» en cada generación. De este modo podrá estar segura de que sus métodos se mantienen vigentes y relevantes a la cultura en la que está inserta. Recordemos que Jesús revolucionó la liturgia de su tiempo al predicar en un barco, hablar con mujeres y convertir el agua en vino, todos estos hechos considerados «escandalosos» para la época.[2] La iglesia que hace historia, corre riesgos, porque el riesgo es el precio de andar en fe. Es posible que cometa muchas equivocaciones, pero de seguro verá la gloria de Dios porque el Señor siempre ha acompañado a los osados.

La segunda dimensión de la oportunidad  es relacional y es un desafío con la evangelización. Aquí podemos plantear una pregunta importante ¿Está dispuesto a invertir en los perdidos o en los pedidos? Es decir, ¿quién es nuestro foco de existencia?¿El clamor de los perdidos en el mundo o el clamor de los pedidos personales de la congregación adentro? Menos de 1% de los recursos de las iglesias se invierten en esfuerzos evangelizadores, obras misioneras u otros programas que puedan beneficiar al inconverso. Frente a esta estadística, ¿qué importa el discurso de cada domingo en la mañana sobre el amor a Dios y al prójimo? La verdad es que esta situación manifiesta nuestra falsedad, avaricia y falta de amor.[3]  La Palabra de Dios dice: «Donde estuviere vuestro tesoro, ahí estará vuestro corazón». En muchas congregaciones, tristemente, su tesoro son sus propias vidas. La iglesia no puede escribir la historia desde una oficina o en las cuatro paredes del templo. No olvidemos que para rescatarnos, Jesús dejó los lugares celestiales. Por eso no podemos tocar la vida de los demás si no estamos dispuestos a salir de nuestra comodidad. Ninguna iglesia crecerá en calidad si no invierte más de 1% de sus ingresos en los perdidos. Las iglesias más fuertes en los últimos tiempos son las que suplen la mayor cantidad de necesidades. La iglesia existe para resolver problemas, desde los más profundos hasta los más inconsecuentes de la vida cotidiana. El primer capítulo del libro de Isaías contiene una fuerte condenación al pueblo de Israel, por cumplir con una liturgia religiosa desprovista de todo compromiso social, la cual Dios condenó abiertamente. Dios nos ha llamado a la práctica de una liturgia, que es el servicio a Dios, pero no puede estar divorciada del compromiso con el prójimo. En el Nuevo Testamento se reconocieron diáconos en la iglesia precisamente para evitar este tipo de situación. Las responsabilidades de los diáconos eran, sobre todo, administrativas y caritativas. Sus virtudes (sobriedad, honradez y transparencia [de carácter] eran las más apropiadas para los encargados de las finanzas y el servicio social. La religión es el resultado del equilibrio perfecto entre liturgia y diaconía. El apóstol Santiago observa: «La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo».[4]Esta declaración contiene los dos ingredientes de la iglesia verdadera: el servicio y la santidad.

Cuando miramos el ministerio de Jesús podemos observar que siempre estuvo en medio de los problemas. Si los problemas no nos desafían ni estimulan posiblemente no tengamos el don de liderazgo. Por eso la iglesia, que ha sido llamada a tener un rol protagónico en la sociedad, no puede «esconder su cabeza en la arena» ante el caos y la incertidumbre del diario vivir. Finalmente, tengamos presente que la iglesia que crece es la que pastorea al hombre integralmente. No está dedicada a ganar «almas», sino a ministrar a la persona en su totalidad. Jesús nunca hizo un divorcio entre las necesidades físicas y las espirituales, más bien suplió unas y otras con amor, como formas indivisibles de mostrar a Dios (Mt 9:35-38).

La tercera dimensión de la oportunidad es educacional y nos reta en el campo de la transformación del individuo. Aquí podemos  plantearnos. ¿Quiero ser parte de una iglesia grande o de una gran iglesia? La grandeza de una iglesia está determinada por la forma en que encara la misión, administra su dinero o el impacto que tiene en su comunidad, no el tamaño del parqueo o la cantidad de músicos de su orquesta. Es muy fácil crecer mediante una campaña publicitaria o un sinfín de eventos espectaculares, tales como conciertos con artistas famosos. Por supuesto que esa congregación no tardará mucho en reunir una multitud. No obstante, puede seguir siendo una iglesia muy pequeña en cuanto a sus valores, carácter y responsabilidad frente a la misión. La grandeza no se logra en un momento: es el fruto de toda una vida de esfuerzo y compromiso.[5] Un pastor no podrá tener mayor satisfacción que esta: ministrar en una congregación llena de personas, supervisar el buen funcionamiento de muchos programas que producen transformación y dirigir una iglesia que no tenga de qué avergonzarse.

El crecimiento siempre estará ligado a la fe; es decir, creer que Dios lo puede hacer. No obstante, no veo cómo una iglesia pueda crecer sin la intencionalidad de hacerlo. ¡Debe tener un plan de crecimiento! Por eso, es importante que la iglesia local crea en el crecimiento y no lo vea como una amenaza. ¡Parece increíble decir esto! Muchas personas, sin embargo, piensan que es mejor tener una pequeña congregación donde todos se conozcan y cada uno tenga su lugar en la banca. El crecimiento puede traer una multitud de nuevos discípulos, personas más capaces y comprometidas que nosotros, las cuales incluso, podrían desplazarnos de nuestros «puestos». El crecimiento numérico también abre nuevas posibilidades de servicio pues trae multiplicación de materiales y personas. Un liderazgo sabio sabrá entonces sacar provecho de estos recursos. Recuérdese que uno de los principios del éxito es, precisamente, la mayor utilización de los recursos, dones y talentos de la congregación. No se podrá lograr esto si la congregación está limitada por una mentalidad mezquina y temerosa.[6]

Sin duda es más fácil ser el pastor de una iglesia pequeña, con sus rutinas claramente establecidas, donde las cosas son siempre iguales. Crecer trae toda clase de trastornos. Es probable que la construcción de una gran iglesia necesite inversión de tiempo y de recursos extraordinarios, y sea necesario sacrificar muchas áreas de la vida eclesial, incluyendo los recursos destinados a mejores sueldos o un salón más bonito. Lo que estemos dispuestos a hacer por la visión puede determinar su éxito y debemos preguntarnos si la iglesia está dispuesta a trabajar más para lograr sus objetivos. En esto todos deben contribuir, pues, a pesar de contar con la ayuda de Dios, la calidad del trabajo del equipo será fundamental. Las iglesias triunfan mediante la gracia del Padre Celestial y el sabio esfuerzo de sus siervos. La iglesia del siglo XXI no puede estar dirigida por un solo líder. Debe trabajar en equipo y para tener una gran iglesia el pastor deberá desarrollar un gran grupo de liderazgo. Los líderes con mejores resultados no son los más brillantes, sino los que logran conectar sus ideas con las de sus colaboradores.  Debemos seguir el ejemplo de Jesús, quien se dispuso a cambiar al mundo mediante un equipo de trabajo capacitado y comprometido con la visión.

Por otro lado  no podemos ignorar que competimos con todas las formas de entretenimiento que el mundo ofrece a la gente: cine, bailes, deportes. Estas de alguna manera apuntan, por así decirlo, al mismo mercado que nosotros: «la gente». Un gran empresario alguna vez dijo: «no es suficiente que nosotros tengamos éxito; nuestros enemigos deben fracasar». Por eso, la iglesia de hoy debe ser agresiva en el cumplimiento de su misión y no permitir que las luces de neón desvíen a nuestros jóvenes por falta de tecnología o una liturgia que no sea pertinente para su tiempo. En esto podemos imitar lo bueno de otras congregaciones o grupos. Esta es una de las características de la persona inteligente, pues rara vez se producen mejoras sin la existencia de un ejemplo por seguir. No obstante, cada iglesia trabaja en un escenario diferente, con gente diferente, y ha sido diseñada por Dios para cambiar el entorno donde está, disponiendo de los recursos que posee. No debemos, por lo tanto, olvidarnos de contextualizar lo que imitamos para adecuarlo a nuestro medio. [7]

  1. I.                    En cuarto lugar nuestro potencial  se desarrolla con la IDENTIDAD (1:12b)

Los que creen en su nombre”. La expresión en el griego es pisteúo, que es un participio presente activo. La frase es un participio adjetival, y se puede traducir como “los  creyentes”. Es una acción continua y llena de calidad, es una calidad de creencia. ¿Quiénes son los creyentes hoy?

  1. Una identidad de cambio. (Conversión)

Una grave debilidad hoy es que a la gente le decimos que hay que creer pero no le decimos que hay que cambiar. ¿No hemos diluidos el evangelio cuando todo mensaje es evangelístico? ¿No hemos trivializado el evangelio cuando el único llamado de la iglesia es a creer sin dar frutos? Evangelizar es darle a cada persona una oportunidad directa de decirle si o no a Jesucristo. Empapelar ciudades y gritar por megáfonos no es sinónimo de evangelizar. La persona, se halle en grupo o sola, debe tener la oportunidad de entender qué es el evangelio.  El evangelismo con fruto es más que números, es que los creyentes sean como Jesús. El fruto que importa es el de los convertidos y no el del evangelista. Es el fruto del Espíritu en aquellos que han creído (Gá.5:22-23). Es que el recién convertido “crea y obedezca su palabra para llevar mucho fruto” (Jn.15:1-11). Cuando el único llamado de la iglesia es a creer, al punto que se pierde de vista la obediencia de los que han creído, tanto los de adentro como los de afuera terminan por no creer. Porque si tras creer, no tengo un creer para algo, solo queda preguntarse entonces ¿para qué tengo que creer?  Renovar el evangelismo requiere primero renovar la teología del evangelismo y la conservación de resultados. Los resultados mejor conservados son los que en lugar de vegetar crecen en buenas obras: “y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hch.2:42). Evangelismo con fruto es integrar creyentes a la oración, comunión y enseñanza, a fin de que “el señor añada cada día a los que habrán de ser salvos”, a fin de que estos a su vez se multipliquen (Hch.2:42-47).[8]

  1. B.      Una identidad de carácter  (Transformación)

El ser cristiano hoy habla de ser más que el hacer. Hay una tensión social requerida  cuando transitamos por el Camino de Jesús. Sus seguidores son llamados a ser «en» el mundo, pero «no de» el mundo (dualismo social), o «no conformes», pero «transformado». Cuando los cristianos verdaderamente viven así, en lugar de ir a un extremo u otro, se da en la iglesia una influencia sin precedentes en la cultura. Es decir no sólo se trata de una “presencia fiel» sino » transformación y compromiso». Somos llamados incluso a transformar la cultura.  Cultura, después de todo, no es más que «una forma de vida vivida en común», por lo que cuando Jesús llamó a sus seguidores a «vivir su manera» era natural que los cristianos juntos crearon una cultura decididamente cristiana como subproducto de su fidelidad a la manera de Jesús. Jesús dejó en claro que el Reino de Dios es orgánico y no orgánico. Crece como una semilla y funciona como la levadura: secreto, invisible, es sorprendente e irresistible.  Hay que recordar que los árboles se cultivan, no se construye.

Ese es nuestro desafío supremo hoy: Estamos viviendo en una civilización de las flores cortadas. Las raíces de la cultura cristiana se han reducido y las flores están comenzando a morir por todos los lados. Sólo un nuevo florecimiento del Camino de Jesús en el mundo de hoy hará la diferencia que anhelamos.[9]

  1. C.      Una Identidad en Cristo (Conexión)

Juan dice “los que creen en su nombre”. El nombre es sinónimo de existencia y de personalidad. Nuestra identidad parte de que no creemos una doctrina, o una tradición, o una denominación o una determinada práctica. Nuestra identidad proviene de nuestra relación íntima con Cristo. Hans Küng dice que ser cristiano no es el hombre que nada más procura vivir humanamente, o socialmente, o hasta religiosamente. Cristiano es ante todo, y solamente, el que procura vivir su humanidad, socialidad y religiosidad a partir de Cristo. Lo distintivo cristiano es Cristo Jesús en persona. Ser cristiano significa vivir, obrar, sufrir y morir como verdadero Hombre siguiendo a Cristo en este mundo de hoy: sostenido por Dios y presto a ayudar a los Hombres en la dicha como en la desgracia, en la vida como en la muerte.[10]

Para el Hombre de hoy Jesús constituye un modelo básico de una manera de ver y vivir la vida, y que ha de verificarse de múltiples formas. Él en persona es, para el individuo como para la sociedad, en lo positivo como en lo negativo, una invitación (¡tú puedes!), un llamamiento (¡tú debes!), un reto (¡tú eres capaz!): facilita en concreto una nueva orientación y actitud fundamental, nuevas motivaciones, disposiciones y acciones, un nuevo sentido y una nueva meta. También para la Iglesia debe seguir siendo Jesús determinante absoluto. La Iglesia únicamente es fidedigna cuando camina en seguimiento de Cristo. En la superación de lo negativo es donde la fe cristiana, como los humanismos no cristianos, tienen su prueba decisiva. Para los cristianos, la plena superación de lo negativo sólo tiene sentido a partir de la cruz. El seguimiento de la cruz no significa adoración cultual, ni interiorización mística, ni imitación ética. Significa correspondencia práctica, pluriforme, con la cruz de Jesús; en esta correspondencia, y con plena libertad, el Hombre descubre y trata de recorrer su propio camino de la vida y dolor.[11]

Así que la identidad de los que creen deberá ser una identidad sujeta a la conversión. Es decir al cambio, a dar un giro completo, ver los frutos de arrepentimiento en la decisión. Si no hay cambio difícilmente habrá conversión. Lo que habrá pasado es que la persona ha tenido una conversación con las cosas religiosas pero no ha habido cambio. En segundo la identidad de los que creen deberá ser una identidad sometida al carácter. Es decir nos lleva a la transformación. El apóstol Pablo enseña que esa trasformación implica todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo. Exhorta él: «No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente». Y después explica que: «Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta» (Ro 12.2–3). Es decir, a medida que nos vamos trasformando, vamos también comprendiendo cuál es la voluntad de Dios. Se trata de ir experimentando (así, en gerundio) la trasformación, para ir comprendiendo la voluntad del Señor. ¡Extraordinario proceso siempre continuo! Tenemos, entonces, que la transformación que buscamos tiene que ver con todo lo que somos y hacemos. ¿Qué significa eso? ¿Significa, acaso, que nada de lo que ahora somos y hacemos sirve para algo? Algunas teologías populares así lo promulgan haciendo mal uso de la expresión «depravación total» del gran Calvino. Recuerdo ahora un coro que se canta en toda América Latina: «Renuévame, Señor, Jesús; ya no quiero ser igual» y después confiesa: «porque todo lo que hay dentro de mí necesita ser cambiado, Señor»

Harold Segura dice: “¿Cuál transformación? ¿Todo debe ser cambiado? ¿Nada sirve? Estas preguntas fueron el centro de las discusiones de Jesús con los religiosos de su tiempo. Jesús los sorprendió cuando les enseñó que el arrepentimiento no era solamente dejar de hacer lo malo para llegar a hacer lo bueno, sino, algo aún más difícil de lograr: dejar de hacer lo que consideraban que era bueno, para llegar a hacer lo que consideraban que era malo. ¡Esto sí que es arrepentimiento! Eso fue lo que le pasó, por ejemplo, a Pedro en su experiencia en la casa de Cornelio, el gentil (Hechos  10:13). Volvamos a la pregunta inicial, ¿qué es lo que hay que cambiar cuando hablamos de renovación? En  Romanos 12.2–3 encontramos unas pistas. Cambiar la forma en la que conceptualizamos y en la que nos relacionamos con los criterios que imperan en el mundo presente. En este mundo algo anda mal; eso ya lo sabemos.[12]

La primera transformación es con la manera de vivir.  Así que, los trasformados en Cristo deberíamos primero vivir de manera contracultural. Lo que no significa aborrecer la cultura, sino contradecir (resistir) los patrones culturales que atentan contra la vida plena. ¡Imagínense si esto no tiene que ver con nuestra manera de hacer política, de vivir nuestra ciudadanía responsable, de relacionarnos con la Creación y de vivir nuestras relaciones laborales y familiares, entre muchas otras! La segunda  transformación tiene que ver con nuestra manera de pensar. Por otra parte, enseña Pablo que la trasformación está asociada a un cambio en la manera de pensar. Las diferentes traducciones bíblicas, de una u otra manera, con unas u otras expresiones, apuntan siempre al mismo concepto: trasformación de la mente, o una nueva mentalidad. ¡Qué nos ayude Freud a comprender el tamaño de esta afirmación apostólica… si es que él puede auxiliarnos! Una de las traducciones, la Versión Popular Dios Habla Hoy opta por «cambien su manera de pensar para que cambie su manera de vivir».

La tercera transformación es una manera de influir.  De lo anterior, algo queda claro, y es que la trasformación (renovación) no es, como lo afirmamos por tantos años, cambiar la manera de creer (credo doctrinal) para asegurar la manera de morir (sobre todo, alcanzar la seguridad de la gloria eterna). Es algo más: «la conversión tiene lugar en medio de nuestra realidad histórica e incorpora la totalidad de nuestra vida, porque el amor de Dios está preocupado por esa totalidad». Involucra nuestra manera de ser y de estar en el mundo; es una trasformación que conduce «hacia una existencia caracterizada por el perdón de los pecados, por la obediencia a los mandamientos de Dios, por una renovada comunión con el Dios Trino, y por un crecimiento y una restauración de la imagen divina y la realización del amor de Cristo».  La cuarta transformación es una manera de servir. Junto al cambio de cosmovisión (no conformarnos a este siglo) y al cambio de mentalidad (renovación del entendimiento), se suma la trasformación del sentido religioso y litúrgico de la vida. Esta última dimensión del cambio se relaciona con lo que Pablo enseña acerca de ofrecer el cuerpo «en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios» y de rendir así un «culto racional» (Ro 12.1). Harold Segura dice: “Es decir, que la fe en Dios es mucho más que en un ritual divorciado de la existencia y sujeto a la rigidez de la regulación eclesial; es, ante todo, una expresión dinámica del ser integral rendido al servicio (culto) de Dios. Ya enseña el viejo principio reformado que «celebramos el culto en cualquier lugar y en cualquier momento»; allí donde la vida respira y donde la caridad convierte en sagrado todo lugar del mundo[13].

Entonces, ¿qué es lo que hay que cambiar?, ¿qué áreas necesitan conversión? No hay una respuesta que sirva como fórmula universal. Cada cristiano o cristiana, cada comunidad cristiana o sociedad, en su momento histórico particular, necesita ejercitar el don del discernimiento para encontrar sus caminos de renovación. Sin embargo, las Escrituras nos auxilian en el propósito de comprobar «cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta». Romanos 12.2–3, señala, por lo menos, los siguientes dominios de cambio: nuestra cosmovisión (mirada particular del mundo inspirada en la mirada de Jesús) que anime la resistencia e impida que nos conformemos «a este mundo»; la mentalidad o «renovación del entendimiento», que nos permita pensar siguiendo los criterios de Jesús (la «mente de Cristo», según 1Co 2.16) para actuar según sus pisadas; y el sentido litúrgico de la vida, para vivir con reverencia ante Dios  y desarrollar la percepción mística de la presencia de Dios, allí donde otros suponen que él ya no está. Cantaba Mercedes Sosa:

Cambia el rumbo el caminante

Aunque esto le cause daño,

Y así como todo cambia

Que yo cambie no es extraño

Cambia todo cambia

Cambia todo cambia…

 Entonces, que cantemos también nosotros ¡un canto a la conversión!

En tercer lugar una identidad nos llevará a una identidad con Cristo. Esto habla de conexión con el modelo de Cristo y la fuente de su verdad.

Un hombre que acababa de aceptar a Jesucristo, iba a toda prisa por el Camino de la Vida, mirando por todas partes y buscando. Se acercó a un anciano que estaba sentado al borde del camino y le preguntó: -“Por favor, señor, ¿ha visto pasar por aquí a algún cristiano?”. El anciano, encogiéndose de hombros, le contestó: “Depende del tipo de cristiano que ande buscando”. “Perdone -dijo contrariado el hombre-, pero soy nuevo en esto y no conozco los tipos que hay. Sólo conozco a Jesús”. Y el anciano añadió: “Pues sí amigo; hay de muchos tipos y maneras. Los hay para todos los gustos. Hay cristianos por cumplimiento, cristianos por tradición, cristianos por costumbres, cristianos por superstición, cristianos por obligación, cristianos por conveniencia, cristianos auténticos”.

“Los auténticos! ¡Ésos son los que yo busco! ¡Los de verdad!”-exclamó el hombre emocionado. “Vaya!-dijo el anciano con voz grave-. Ésos son los más difíciles de ver. Hace ya mucho tiempo que pasó uno de esos por aquí, y precisamente me preguntó lo mismo que Usted”. “¿Cómo podré reconocerle?”. Y el anciano contestó tranquilamente: “No se preocupe amigo. No tendrá dificultad en reconocerle. Un cristiano de verdad no pasa desapercibido en este mundo de sabios y engreídos. Lo reconocerá por sus obras. Allí donde van, siempre dejan huellas”.[14] ¿Cuáles son esas huellas?

 

  1. A.     La huella exegética.

Debemos ir a la biblia y extraer  de ella, por medio de la exégesis, cuál fue el uso de la palabra cristiano. El nombre «cristiano» ocurre solo cuatro veces en la Biblia: «En Antioquía fue donde, por primera vez, los discípulos recibieron el nombre de «cristianos»» -Hechos 11:26 -«Agripa contestó a Pablo: «Por poco, con tus argumentos, haces de mí un cristiano.»» -Hechos 26:28 -«una mujer cristiana»  -I Corintios 9:5 -«pero si es por cristiano, que no se avergüence, que glorifique a Dios por llevar este nombre». -I Pedro 4:16 No se sabe quién utilizó este nombre por primera vez. Parece que los cristianos no solían utilizarlo para ellos mismos hasta el segundo siglo. Antes preferían llamarse «hermanos», «discípulos», «creyentes», etc.  Se trata de un cambio interior de la existencia. ¿Por qué tan poco uso? Porque es una palabra muy exigente. Ser cristiano en sus orígenes etimológicos exige que ya no me cierre en mi yo, considerando mi autorrealización como la razón principal de mi vida. Se trata de la decisión fundamental de dejar de considerar la utilidad, la ganancia, la carrera y el éxito como el objetivo último de mi vida, para reconocer sin embargo como criterios auténticos la verdad y el amor. Se trata de optar entre vivir sólo para mí o entregarme a lo más grande. Hay que tener en cuenta que verdad y amor no son valores abstractos; en Jesucristo se han convertido en una Persona. Así que nos conectamos con nuestros orígenes con la investigación bíblica de ser cristiano

  1. B.      La huella magnética

Creo que todos los cristianos deben tener ese magnetismo espiritual que atrae a las personas que no conocen al Señor. Los primeros creyentes, al igual que los creyentes  de hoy, no fueron heraldos de una idea, sino testigos de Cristo ante todo el mundo.  Cuando Juan Bautista presentó a Jesús como el Cordero de Dios. A la pregunta: «¿Qué buscáis»,  los futuros discípulos  respondieron con otra pregunta: «Rabí –que quiere decir, «Maestro»- ¿dónde vives?»». Jesús les respondió «Venid y lo veréis».   «La aventura de los discípulos  comienza así, como un encuentro de personas que se abren recíprocamente. Para los discípulos comienza un conocimiento directo del Maestro» «Ven donde vive y comienzan a conocerle. No tendrán que ser heraldos de una idea, sino testigos de una persona».  «Antes de ser enviados a evangelizar, tendrán que «estar» con Jesús, estableciendo con él una relación personal.  Por este motivo, «la evangelización no es más que un anuncio de lo que se ha experimentado y una invitación a entrar en el misterio de la comunión con Cristo. El cristiano  es un enviado, pero antes aún es un «experto» de Jesús».  Tras su pasión y resurrección, Cristo «enviará a los discípulos  «por todo el mundo», a «todas las gentes», «hasta los confines de la tierra»» «Y esta misión continúa. Debemos conservar ese magnetismo de los primeros creyentes. Así que entonces nos conectamos por medio generar magnetismo hacia Cristo en un mundo apático.


[1] Castro, Alberto: ¿Así que quiere que su iglesia crezca? Artículo publicado en Revista Desarrollo Cristiano. http://www.desarrollocristiano.com/articulo.php?id=890

[2] Ibíd.

[3] Ibíd.

[4] Ibíd.

[5] Ibíd.

[6] Ibíd.

[7] Castro, Alberto: ¿Así que quiere que su iglesia crezca? Artículo publicado en Revista Desarrollo Cristiano. http://www.desarrollocristiano.com/articulo.php?id=890

[10] Küng, Hans: Ser Cristiano. Ediciones Cristiandad, Madrid, 1975. Pág. 145

[11] Ibíd.

Para tener éxito hay que estar en lo suyo V parte

III.                    Nuestro potencial se desarrolla con la OPORTUNIDAD  (1:11b).

“A los que le recibieron”. En contraste con lo anterior, debemos estar seguros que hoy por hoy hallamos no sólo oposición sino grandes oportunidades de impactar el mundo. En el texto original se puede traducir “y muchos lo recibieron” “hosos lambano”. ¿Qué tipo de oportunidades tenemos hoy en nuestro contexto? El texto nos está dando varias pautas importantes en cuanto a los desafíos y retos de este siglo XXI.

 A.     El desafío generacional (Un reto con la contextualización)

“Los muchos que le recibieron”. La primera observación que se desprende de este pasaje es ¿quiénes sí recibieron a Jesús? Los “suyos” eran los judíos contemporáneos de Jesús, que en su gran mayoría, principalmente los de la clase gobernante, no creyeron en él ni le recibieron. En ese sentido los que sí lo recibieron fue una generación compuesta por los que pertenecían a esa clase, y más adelante los gentiles. Se puede decir que la religión oficial  e institucionalizada se negó a un cambio. Por eso hubo un cambio generacional aquí. Estamos en una época de grandes transformaciones e incertidumbre. Estamos en una crisis. Pareciera que nuestro modelo ministerial ya ha perdido la relevancia y no está al alcance de las expectativas de la gente. Pareciera que no hemos respondido adecuada y eficazmente a las necesidades y los deseos de la gente del siglo XXI en nuestra iglesia. Pareciera que nosotros, los pastores, estamos ignorando o pasando por alto lo que la gente quiere de sus pastores y de la misión cristiana. Creo que para enfrentar y superar la crisis de nuestro modelo pastoral, la primera cosa que debemos hacer es preguntarnos qué es lo que quiere y espera la gente de nosotros, los pastores, y de nuestro ministerio pastoral en estos tiempos de cambio y de crisis.[1] La misión y el ministerio pastoral deben encarar los desafíos de esta época. No podemos seguir siendo indiferentes e ignorantes, refugiándonos en la tradición y la burocracia denominacional.

El siglo XXI, (denominado como época posmoderna) estaría caracterizado, en primer lugar, por la desconfianza hacia lo establecido. Hoy en día, a la gente ya no le importa la tradición ni la costumbre que exigía la sociedad. En segundo lugar, el hombre del siglo XXI se caracteriza por su amor a la velocidad. Es un ser instantáneo y espontáneo. Todo se hace en un instante. Es la cultura “fase”. La cultura “fase” es representada por la proliferación de “fast-food” en nuestra sociedad. Parece que la “fast-food” ya no es la exclusividad de los jóvenes sino de toda la población sin importar la edad. En tercer lugar, el ser humano del siglo XXI se informa digitalmente. La televisión se convierte en un alimento intelectual. Lo visual juega el papel esencial y fundamental en la percepción de los jóvenes En cuarto lugar, el ser humano del siglo XXI es anti estructural. Muestra un fuerte rechazo hacia lo jerárquico y lo estructurado, puesto que lo considera opresivo. No se identifica con las organizaciones existentes que demandan la fuerte adhesión y el vínculo. El hombre y la mujer del siglo XXI se caracterizan por la búsqueda de la relación fluida y emocional. Por lo tanto, no adquiere importancia la organización tradicional, sino que las comunidades emocionales aparecen como entidades alternativas. En el ámbito eclesial, los creyentes no dan mucha relevancia a las denominaciones de modo que se podría decir que el cristianismo manifiesta su metamorfismo de denominalismo a posmodenominalismo. El lazo que une a la gente no es la fidelidad a la denominación sino el sentimiento y la visión que comparte dentro de la comunidad.[2] En quinto lugar, la persona del siglo XXI es buscadora de la felicidad y la libertad. Con el fracaso de los grandes ideales modernos, hoy en día la gente no se compromete con los proyectos históricos, es decir ha llegado el tiempo del fin de la cultura del compromiso y del sacrificio. La gente busca estar bien consigo misma y con los demás, pero no en base a convicciones ideológicas. Para él o ella estar bien significa tiempo libre y cada vez más capacidad de consumo, lo cual es el requisito para la felicidad. Sin embargo, la liberad implicaría connotaciones diferentes de las de la modernidad. No se trata de la libertad personal, social y política, sino que se traduciría en la permisividad subjetiva en la que el único criterio de valor es la felicidad individual. Sin lugar a dudas, no existe el ministerio pastoral sin la persona a quien dirigirse. El ministerio pastoral no puede permanecer intacto e inmóvil ante el cambio de las actitudes humanas. El hombre y la mujer actual están cambiando, son diferentes. Entonces, el ministerio pastoral también debe cambiar.[3]

B.      El desafío relacional (Un reto con la  evangelización)

“los muchos que le recibieron”. Note que la gente se adhiere a una relación con una persona y no una creencia, una iglesia o una denominación. Debemos replantear que es tener una relación con Jesucristo. ¿Qué es tener una relación con Cristo? El sentido de la individualidad del mensaje.  Como cristianos por años hemos centrado nuestro interés en salvar almas, hemos gastado recursos en campañas de evangelización masiva, lo que muchas veces ha dado su fruto y es bueno, pero hemos dejado de lado la importancia del hombre, mujer y niños, como simplemente individuos y hemos cometido el error de convertirlos en simples números que llenan las butacas de una fría iglesia, poniendo nuestros ojos más en las masas que en la calidad de los convertidos.[4] Hemos abandonando la predicación de uno al otro, ese diálogo directo y que se da en la confianza que proporciona el contacto personal. El ministerio de Jesús se caracterizó por su trato personal con el necesitado, aunque también predicó a masas, pero siempre tomó en cuenta a las personas de manera individual. Lo vemos cuando su atención se posó en Zaqueo y sacó tiempo, para visitarlo en su hogar, o cuando se acercó a la mujer Samaritana, para ofrecerle agua de vida, también al sanar a la mujer que sencillamente llegó a tocar su manto, en una multitud que seguramente lo rozaba a cada instante, pero él conocía el sufrimiento de aquella mujer y su poder la sacó de la pesadilla que la tuvo atada por tantos años. Ese mismo sentir de Cristo es el que hoy en día debe guiarnos, esa sensibilidad por el trato personal y la urgencia de llegar al individuo, como si este fuera único en medio de la multitud, ya que es una de las necesidades que tenemos como personas, poder sentir que somos especiales.[5] La predicación centrada en la persona y su individualidad es una de las oportunidades más valiosas para destacar la plenitud en una congregación. La predicación muchas veces da lugar a oportunidades para el asesoramiento pastoral. En los primeros siglos de la iglesia, el cuidado pastoral recibía el nombre de “cura de almas”, sanar o “cuidar”. El significado de esta palabra incluía dos significados: sanidad y crecimiento. El sentido de la verbalidad del mensaje. El Evangelio implica mucho más que el mero compartir la Palabra, aun sabiendo de la importancia de ésta en todo acto evangelísticos. Y es que, en el fondo,  el que comparte la Palabra tiene que estar disponible y abierto a compartir mucho más. Muchas veces la verbalización no tiene efectos evangelísticos porque carece de autenticidad y coherencia de vida.  Sólo en la acogida incondicional, en el compartir, el otro que tenemos delante deja de ser un individuo más de la sociedad injusta y se nos convierte en un tú personal, en un tú con rostro humano, en un compañero… en un prójimo. Este es el lugar de la evangelización.[6]  El lugar evangelístico para Jesús fue el de la identificación con los más débiles, los proscritos, los despreciados y los oprimidos.  Jesús evangelizó para todos, ricos y pobres, pero no evangeliza nunca desde la prepotencia de los de arriba, de los asentados en el poder o en la riqueza, no evangeliza Jesús desde los integrados en la sociedad, sino que evangeliza desde abajo, desde su identificación con los humildes, desde la solidaridad con los desclasados y los tildados de pecadores, desde unos estilos de vida que le dejaban ver el rostro de la persona que evangelizaba, el rostro del otro con quien quería hermanarse.[7] La solidaridad con el prójimo es la que nos libera de los mecanismos que nos atan al poseer y nos traslada a la esfera de la comunión, de la común unión en donde la acogida y el compartir la vida, el pan y la Palabra es algo connatural que nos abre a la evangelización integral. Hablar sin esa comunión en donde la acogida y el compartir es algo connatural y no forzado, hablar sin estar dispuesto a compartir la vida, el pan y la Palabra, no es un auténtico acto evangelístico. Quizás sea por eso que la evangelización no avanza hasta convertir al mundo. No existe la entrega y el evangelizado no es para nosotros ese tú personal al que me debo de forma incondicional.[8] Muchas veces, en actos evangelísticos profesionalizados, rutinarios o realizados por organizaciones especializadas, puede permanecer el ego, la superioridad y la prepotencia que parece que lo que intenta es someter al Evangelio a las masas en vez de buscar el rostro del otro, del igual en dignidad, para acoger, ofrecer, compartir y, cómo no, recibir del otro en un acto de comunión mutua y dinámica.  La superioridad del ego debe desaparecer en la Evangelización para dar paso a un deseo de sororidad universal, de búsqueda de fraternidad en la que quiero que el otro sea mi hermano y se salve junto conmigo. Cuando estamos dispuestos a compartir sólo la Palabra, es posible que ni siquiera ésta se comparta en plenitud, en autenticidad y en verdad. No se da la evangelización integral. El sentido de la no verbalidad del mensaje. Jesús agregó a la evangelización un lenguaje no verbal que fue determinante en su predicación del Evangelio, y que dio credibilidad a su palabra, un lenguaje de gestos concretos, de modos de ser, de signos, de señales y de milagros. ¿Podemos usar nosotros algo de este lenguaje no verbal?  En Jesús, la proclamación del mensaje iba unida a milagros, signos y señales, normalmente de rehabilitación y dignificación de las personas, que daban una garantía y credibilidad a sus palabras. No me cabe duda que hoy, los signos y señales que deben acompañar a la evangelización están también en línea con la rehabilitación y dignificación de las personas.  Lo que más nos ubica en esta línea de comunicación no verbal que debe unirse a La Palabra, es la acción social comprometida en defensa de los que sufren, de los pobres, de los desclasados y proscritos de la sociedad. Es uno de los muchos   “milagros”, signos y señales que todavía hoy podemos hacer, sin negar la posibilidad de que Dios, no nosotros, pueda seguir haciendo otros tipos de milagros que nos superan como humanos. Ahí tenemos un lenguaje no verbal que conforma una gramática muy especial, todo un estilo de comunicación que debe redundar en dar credibilidad a los mensajes comunicados a través de la gramática tradicional. Nuestra palabra evangelizadora debe ir acompañada de gestos comprometidos siguiendo el ejemplo del Maestro. Gestos que son parte de la sintaxis evangelizadora y que conforman todo un lenguaje evangelístico.[9]El sentido de la efectividad del mensaje ¿Cómo concluimos que una persona es salva? ¿Quién lo declara? ¿Quién lo sabe? ¿Somos nosotros los seres humanos autorizados para declarar que una persona ha encontrado la salvación? Paul Washer dice algo muy atinado al respecto: “No conocemos el Evangelio. Hemos tomado el glorioso Evangelio de nuestro Dios bendito y lo hemos reducido a cuatro leyes espirituales, y cinco cosas que Dios quiere que tú sepas, con una pequeña oración supersticiosa al final y si alguien lo repite después de nosotros con la suficiente sinceridad nosotros papalmente lo declaramos ser nacido de nuevo. Es decir hemos cambiado la regeneración por la decisión.[10] Luego añade: “… He visto esto en todas partes. El calvinista, el arminianista; muchos de ellos tienen algo en común. Es esto. La misma invitación superficial. Ellos hablan mucho sobre muchas cosas, y luego comienzan a dar la invitación, y es casi como si todos perdieron la cabeza. Caminan hacia alguien y dicen, “Dios te ama y tiene un plan maravilloso para tu vida.” ¿Puedes imaginarte decirle eso a un americano? “Señor, Dios te ama y tiene un plan maravilloso para tu vida.” “¿Qué? ¿Dios me ama? Bueno, eso es fabuloso, porque yo también me amo! Oh, esto es maravilloso! Y Dios tiene un plan maravilloso? Yo también tengo un plan maravilloso para mi vida. Y si lo acepto en mi vida voy a tener ‘mi mejor vida ahora’. Esto es absolutamente maravilloso!” Eso no es evangelismo bíblico”.[11] No comenzamos con, “Dios te ama y tiene un plan maravilloso.” Comenzamos con un discurso sobre el consejo completo de quien es Dios. Y le decimos desde el inicio que pudiera llegar a costarle su vida.  Después de eso tenemos preguntas exploratorias. “Oye, sabes que eres un pecador, ¿verdad?” Eso es como hace varios años que mi madre murió de cáncer. Es como el doctor entrando por la puerta preguntándole, “Oye Barb, sabías que tienes cáncer, ¿verdad?” Lo tratamos con tanta superficialidad. No hay peso; nada solemne. “Señor, hay una terrible maldad sobre de ti, y un juicio venidero.” Porque si solo le dicen a un hombre, “Señor, ¿sabe que es un pecador?” Vayan a preguntarle al diablo si sabe que es un pecador. Y va a decir, “Bueno, sí, lo soy. Y soy muy bueno para pecar, o, uno muy malo, dependiendo de cómo lo ves. Pero sí. Yo sé que soy un pecador.”[12]

Paul Washer agrega algo más álgido en cuanto a su aproximación de la efectividad del evangelio en una persona. Observe lo que dice: “La pregunta no es que sí sabes que eres un pecador. La pregunta es que sí el Espíritu Santo ha obrado en tu corazón a través de la predicación del evangelio de tal manera que hubo un cambio, que como resultado, el pecado que alguna vez amaste, ahora odias, y el pecado que alguna vez aceptaste, estas queriendo ahora huir de ello como si estuvieras huyendo de un dragón. Y luego la pregunta: ¿Quieres ir al cielo? Esta es la razón por la que no dejo que mis hijos vayan al 98% de las escuelas dominicales y campos de verano cristianas en iglesias evangélicas, porque una persona bien intencionada se pone de pie y dice, “No es maravilloso Jesús,” después de enseñarles una película sobre Jesús. Si. “¿Cuántos de ustedes aman a Jesús?” “Oh, yo lo amo.” “Quien quiere aceptar a Jesús en su corazón.” “Oh, yo quiero aceptarlo” Y luego los bautizan. Y a lo mejor caminan un poco porque han sido… Han sido criados en una cultura cristiana, o una cultura de iglesia. Y cuando llegan a tener 15, 16 años, cuando tienen la fuerza de voluntad, comienzan a romper las cadenas. Comienzan a vivir en maldad, y vamos detrás de ellos diciendo, “Son cristianos. No estás viviendo como cristianos. Deja de retroceder,” en vez de ir con ellos bíblicamente y decirles; “Hiciste una confesión de fe en Cristo. Profesaste a Cristo aun en bautismo, pero ahora parece que le has dado la espalda. Examínate. Pruébate. Hay poca evidencia de una verdadera conversión en ti.”[13] Tenemos un gran reto en cuanto a replantearnos una evangelización más bíblica que humana. Ese es el estilo evangelizador que el mundo necesita, esa es la gramática evangelizadora que debe enseñar la iglesia. La pedagogía de la evangelización misericordiosa que comparte la vida, el pan y La Palabra y que no sólo anuncia el Reino, sino que lo acerca y lo realiza entre los hombres, fundamentalmente entre los más débiles. Gramática evangelizadora impregnada de amor, un amor que unas veces se concretará en palabras, otras en lenguajes no verbales y otras en hecho liberadores, pero no de forma puntual y aislada, sino como elementos que forman parte del proceso evangelizador, de la gramática evangelizadora que nos puede llevar incluso a dar la vida por los demás.[14]

  • C.      El desafío educacional  (Un reto con la transformación)

“Pero muchos lo recibieron” dice la última parte del texto.  En primer lugar la expresión “recibieron” es lambano  y es un verbo aoristo. Significa una decisión real y cumplida.   A diferencia del verbo anterior que decía “no le recibieron” (paralambano) aquí no usa la preposición que intensifica la relación (para). Al usar sólo lambano implica un proceso de recibimiento, habla de asirse a alguien. Es indudable que esta primera parte de recibimiento de parte de la gente con Cristo es una decisión de emoción, de poca información. La gente en un momento determinado no tiene toda la información pero está dispuesta aceptar a Jesús. Así que desde esa perspectiva, comienza el proceso educacional de la Iglesia. Una decisión primaria establece la relación pero un proceso secundario (educación, formación discipulado, como sea que se llame) es un imperativo. ¿Pero qué ha sucedido con la iglesia? ¿Porque hemos fallado en la transformación de la persona? Creo que no hemos logrado que los creyentes desarrollen una mente cristiana, sino religiosa. ¿Qué elementos debe incluir una mente cristiana? John Stott hace una disertación que incluye cuatro elementos necesarios. El dice: “La mente de Cristo  comprende  estos cuatro acontecimientos que a su vez  corresponden a cuatro realidades: la Creación («lo bueno»), la Caída («lo malo»), la Redención («lo nuevo») y la Consumación («lo perfecto»). Esta realidad bíblica en cuatro fases nos permite a los cristianos observar el panorama de la historia desde una perspectiva adecuada, contemplar su desarrollo entre las dos eternidades, y ver a Dios cumplir su propósito. Nos da un marco de referencia en el cual encuadrar todo, un modo de integrar nuestro entendimiento, la posibilidad de pensar correctamente, aun acerca de los problemas más complejos. Los cuatro acontecimientos o eras que hemos considerado, especialmente si los comprendemos en su interrelación, nos enseñan verdades fundamentales sobre Dios, el hombre y la sociedad, que ayudan a orientar nuestro pensamiento cristiano.[15]

Ahora bien eso sería a manera de pensamiento pero ¿qué metodológicamente?

Hay varias cosas que están generando sólo información, formación pero no transformación en las personas que dicen ser cristianas. Creo que nuestra aproximación educacional se basa principal y esencialmente en el paradigma moderno. Por otro lado, nuestro modelo es denominacional e institucional. Una tercera cosa es que tenemos que revisar nuestra manera de formar los pastores y obreros, es decir, el contenido de la educación teológica y pastoral. Creo que nuestra educación teológica se dirige principalmente a formar los pensadores y profesores de la teología, pero no a los pastores. Una cuarta cosa, la crisis tiene que ver con nuestra manera de predicar. Nuestra predicación refleja la herencia de la modernidad, siendo una predicación retórica, dogmática y descriptiva sin énfasis en la narración de la vida cotidiana. Por otro lado en quinto lugar, la liturgia es auditiva, no produce la participación de los concurrentes en el desarrollo del culto y los convierte en espectadores pasivos. En este sentido, creo que es necesario que nosotros podamos revisar, investigar, reflexionar y analizar el desarrollo del culto en las iglesias pentecostales y carismáticas que, pueden aportar bastante en cuanto a dinamizar sin caer en la copia eclesial.

Por otro lado en su libro: “Una Iglesia Posmoderna” In Sik Hong dice que tenemos varios desafíos para replantear nuestros modelos educativos, y que seremos cada vez más presionados por el mundo a hacerlo[16]. El dice: “En primer lugar, la gente hará presión a favor de la desinstitucionalización y desdenominalización de la iglesia. A la gente ya no le interesa la denominación o la iglesia como institución, sino que la entiende como una comunidad de fe y de vida. A ellos, la denominación o institución se le presenta como algo obsoleto que ha perdido toda vigencia práctica en la actualidad. La estructura rígida y jerarquizada aparece como una organización opresora. Hay expectativas diferentes sobre la iglesia. Más que una mera denominación o una organización, esperan que ella sea una comunidad más fluida donde pueden compartir libremente sus sentimientos, sus aflicciones y sus luchas en la vida. La iglesia es considerada como una comunidad emocional y afectiva. En segundo lugar, la gente exigirá la transformación del estilo y el concepto de la liturgia cristiana. Se les requerirá a los pastores que tomen nuevas maneras de desarrollar el culto y hacer la misión cristiana, hasta ahora basada fundamentalmente en el paradigma del sistema análogo.  En tercer lugar, los laicos de hoy demandarán la igualdad de derechos y responsabilidades en los quehaceres de la iglesia y en el ministerio pastoral. En cuarto lugar, la gente solicitará una autoridad caracterizada por la espiritualidad y no aceptará más la autoridad organizativa. Es decir, ya no reconocerá simplemente la autoridad impuesta por la organización. Habrá un rechazo hacia la autoridad institucionalizada, y una preferencia por la autoridad auténtica y espontánea. En quinto lugar, la gente exigirá que los pastores y la iglesia consideren seriamente las necesidades que emanan de la realidad y de los gustos de los laicos, quienes experimentan cambios muy fuertes en sus vidas cada día  En sexto lugar, los laicos esperarán de sus pastores la recuperación de la espiritualidad en el ministerio pastoral. Es decir, requerirá la predicación más espiritualizada que la predicación política. En séptimo lugar, la gente exigirá la democratización de la función y del cargo eclesiástico.[17]

 Ahora, viendo y reflexionando sus posibles demandas y expectativas. ¿Qué podemos hacer? ¿En qué debemos cambiar? Para educar para la transformación debemos replantear la estructura de la autoridad: debemos pasar de la estructura centralizada hacia una descentralizada. Por otro lado  debemos reformular el ministerio pastoral del modelo generacional hacia el intergeneracional. Es decir ya no podemos seguir diciendo que el presente  de la iglesia es de los viejos y el futuro de la iglesia de los jóvenes.  Por otro lado urge un fortalecimiento de un vínculo de relaciones intereclesiales. Por otro lado es urgente fortalecer el núcleo local: debemos procurar que el centro de reunión de la gente no quede dentro de la iglesia durante el domingo, sino que se extienda hacia la localidad de pertenencia, y que los creyentes de la misma comunidad puedan compartir en el lugar mismo de la vida cotidiana. En cuanto a la liturgia y la predicación, debemos considerar los siguientes elementos para la renovación del ministerio educacional. Creo que esto lo mencioné anteriormente pero es bueno reafirmarlo aquí. El cambio y el giro deben ser: Desde la predicación temática hacia la predicación expositiva. Desde la predicación proclamativa y dogmática hacia la narrativa. Desde la predicación análoga basada en la lengua descriptiva hacia la lengua audio-visual y digital.  Repensar la fórmula litúrgica: desde la liturgia solemne hacia la liturgia festiva. Es decir, recuperar la festividad del culto. El ministerio pastoral es una tarea divina que nuestro Dios nos encomendó, de manera que debemos llevarlo adelante con seriedad y cumplirlo cabal y eficazmente. Es una tarea que no puede estar limitada al capricho o idea nuestra, sino que debe responder siempre a la voluntad de Dios, el gran Pastor. El ministerio pastoral, constituido debidamente, existe por la propia intención y designio de Dios. Si queremos responder al modelo pastoral de Jesús, no podemos eludir la situación agobiante y cambiante de nuestra gente hoy. El ministerio pastoral debe estar a la altura de sus necesidades e inquietudes. Debemos procurar responder satisfactoriamente a la gente por la cual Jesús dio su vida. Sin embargo, esto no debería significar el sacrificio de la autenticidad evangélica a costa de la efectividad, sino que deberemos buscar primeramente el modelo ministerial de Jesús. Entonces, las demás cosas (la efectividad, el resultado pragmático, y tal vez la prosperidad) vendrán por añadidura a nuestro ministerio pastoral.


[2] Ibíd.

[3] Ibíd.

[5] Ibíd.

[7] Ibíd.

[8] Ibíd.

[10] Washer, Paul: Las 10 acusaciones  en contra de la Iglesia Moderna en América. Revival Conference  2008, pág. 12

[11] Ibíd.

[12] Ibíd. Pág. 14

[13] Ibíd. Pág. 15

[15] Stott, John: La Fe Cristiana Frente a  los Desafíos Contemporáneos. Edit. Línea Nueva Creación. USA, 1984. Pág. 60

[16] Hong, In sik. Una Iglesia Posmoderna: En busca de un modelo de Iglesia y Misión en un Mundo Posmoderno. Ediciones KAIROS, Buenos Aires, Argentina., 2001. Pág.  128

[17] Ibíd.

Para tener éxito hay que estar en lo suyo IV parte

Un segundo punto relacionado con la adversidad es la hostilidad. ¿Cómo nos enfrentamos a la hostilidad? Creo que lo que el  teólogo católico Segundo Galilea  dice sobre este tema es algo muy pertinente. El dice: “Nuestra cruz no tiene sentido si ni nos incorporamos por ella a la cruz de Cristo. Con  ello realizamos una experiencia espiritual, una experiencia de Dios. Al entender, con los ojos de la fe, la cruz de  Jesús, entendemos nuestra propia cruz y la cruz del mundo”[1] El conflicto es uno de los modos más habituales de cómo se presenta la cruz en la condición humana. La vida personal, la familia, las comunidades humanas, la sociedad, y por lo tanto la Iglesia, han experimentado, y  experimentan continuamente, situaciones de conflicto. El conflicto es en sí un hecho, muchas veces inevitable, a menudo ligado y reforzado por el egoísmo y el pecado, pero a menudo también consecuencia simplemente del hecho que somos distintos, limitados y a veces  incompatibles. En todo caso, el conflicto, en diverso grado, es una forma de cruz y de sufrimiento, y como tal ha de ser  integrado en la espiritualidad. Jesús también experimentó el conflicto – inútil recordarlo – y en su actividad  misionera de forma muy aguda. Conflictos con los dirigentes religiosos, con los poderes públicos,  incomprensión de parte del pueblo y los discípulos. La pasión y la cruz es el desenlace trágico e inevitable de la  dimensión conflictiva de la vida de Jesús. El, que no buscó el conflicto, que traía un mensaje de misericordia y  fraternidad, a causa del rechazo y de la reacción de los pecadores, conoció una de las experiencias conflictivas  más dramáticas de la historia humana. [2] Ahora bien no se trata de crear una espiritualidad conflictiva ni de sobrevalorar en manera alguna el conflicto. En  verdad, el conflicto y la cruz no son nunca un valor en sí, y sería muy impropio hablar de una «espiritualidad del  conflicto». Sí en cambio podemos hablar de una espiritualidad cristiana  «en el conflicto». Siempre permanece  cierto que la única espiritualidad auténtica en el cristianismo es la que brota del seguimiento de Jesús bajo la guía  de la Iglesia, y que por lo tanto no es el conflicto lo que santifica, sino la identificación con Jesús sujeto de  conflicto y persecución. Este seguimiento de Cristo no sólo viene a ser la causa de los conflictos de sus  discípulos, sino que es también el modelo de cómo vivir los conflictos humanos evangélicamente. En una  palabra, cómo vivir la experiencia del conflicto como espiritualidad.[3]

Un tercer punto asociado con la adversidad  es la frialdad. Si la iglesia se enfría y pierde su calor, ¿cuáles deben ser las cosas que debemos cambiar para tener el calor de Dios? Primero creo que la frialdad se disipa si recuperamos el carácter expositivo de la Palabra de Dios.  Recientemente se hizo una investigación sobre la predicación en la iglesia. El informe dice que Inglaterra, la nación que una vez nos dio predicadores de la talla de Charles Simeón, Charles Spurgeon, y Martyn Lloyd-Jones ha entrado en decadencia. Con una rara excepción y como muestra de un remanente solo quedan unas pocas iglesias evangélicas fieles. Pero en general la triste conclusión es que  la predicación ha caído en tiempos desesperados. Algunos observadores de la vida británica  estiman que en una semana determinada, la asistencia de los musulmanes en las mezquitas supera a la asistencia a las iglesias cristianas. Eso significa que probablemente hay  en el Reino Unido más personas que escuchan a los líderes musulmanes  que a los predicadores. Esto plantea una pregunta interesante: ¿Es la marginación de la predicación bíblica en tantas iglesias una causa o una consecuencia de la retirada del país de la cristiandad? En realidad, debe ser a la vez causa y efecto. En cualquier caso, no hay esperanza para una recuperación del cristianismo bíblico, sin una recuperación anterior de la predicación bíblica. Eso significa que la imperante necesidad de  la predicación expositiva, textual, con aplicaciones evangelísticas y  doctrinales urge hoy. En otras palabras, debemos volver a la disciplina de una predicación que tomará mucho más de diez minutos y que no está diseñada para  hacerse pasar por una forma de entretenimiento.[4] Una y otra vez, el pueblo de Dios ha sido rescatado de su frialdad espiritual por una recuperación de la enseñanza bíblica y la predicación. La predicación correcta de la Palabra de Dios es la primera marca esencial de la iglesia. Como los reformadores dejaron en claro, cuando esa marca no está presente, no hay iglesia. J.L Packer definió la predicación como: “La acción de Dios que trae ante un público un mensaje basado en la Biblia, relacionado con Cristo, impactante, de instrucción y dirección, que proviene de Él a través de las palabras de un portavoz.”[5] La predicación de la Palabra es central, irreductible e indiscutible para la auténtica adoración que agrada a Dios. John Stott lo declara simple y resueltamente: “La predicación es indispensable para el cristianismo”[6]. La predicación esencial para la adoración cristiana es la expositiva. De hecho, la única forma de predicación cristiana auténtica es la expositiva.[7] Sin embargo uno de los sellos distintivos de nuestra época es que nos enfrentamos a una crisis de predicación. Mohler plantea preguntas importantes con relación a esta inquietud, el dice: “Permítame hacerle algunas preguntas sinceras y delicadas. Si usted escogiera una iglesia evangélica al azar y asistiera a uno de sus servicios dominicales, ¿cuáles serían las probabilidades de que escuchara un fiel sermón expositivo, un sermón que obtenga su mensaje y su estructura del texto bíblico? Si responde a esa pregunta con sinceridad, admitirá que su expectativa no sería muy alta. Además, ¿cree usted que a medida que pasa el tiempo será más o menos probable escuchar un mensaje expositivo en una iglesia escogida al azar?[8]

La gravedad de esto no es precisamente la escases de la predicación expositiva, sino que hay un buen número de personas que están equivocados en cuanto a lo que es predicación expositiva. Muchas personas piensan que la predicación expositiva  es tan sólo un género de predicación o incluso como el mejor de los géneros. Si caemos en este patrón, le estamos haciendo un grave perjuicio a la visión bíblica de la predicación. Como dice Mohler: “Seamos claros. Según la Biblia, exponer es predicar, y predicar es exponer”.[9] Así que debemos abordar no solamente  qué es realmente  predicación y que no es. Gran parte de lo que se hace en los púlpitos en estos días no es predicar, aunque el predicador, y probablemente su congregación con él, diga que sí. Predicar no es decir algo interesante de Dios, no es dar un discurso religioso ni narrar una historia. Muchos evangélicos se dejan seducir  por los partidarios de la predicación temática y narrativa. Mohler insiste que la fuerza declarativa de Las Escrituras se encuentra mitigada por una demanda de historias, y la formación textual de la Biblia se  ve suplantada por reflexiones temáticas.[10] En muchos púlpitos, la Biblia, si acaso se la  menciona llega a ser sólo una fuente de aforismos o anécdotas oportunas. Además muchas veces las inquietudes terapéuticas  de la cultura constituyen el programa de la predicación evangélica. Predominan los asuntos del yo, y la congregación espera escuchar simples respuestas a problemas complejos.[11] Por consiguiente, muchos cristianos han perdido la avidez por una predicación concluyente, y se contentan con que desde el púlpito se promueva la fascinación que sienten por sí mismos.

Otro grave problema que observo hoy es el hecho de que muchos predicadores afirmarían que su predicación es expositiva, aun cuando esto muchas veces  significa simplemente que el predicador tiene un texto bíblico en mente, no importa cuán débil sea la relación existente entre el texto y el sermón.

Así que aquí tenemos un gran reto para superar la frialdad y recuperar la pasión por Dios. La predicación expositiva no sólo es clara sino que alimenta el corazón de tal manera que la Palabra de Dios se hace viva y las personas sienten la relevancia de ella en cuanto a su vida diaria.

 Al final y al cabo, nuestro llamado como predicadores es realmente muy simple. Estudiar, pararnos delante de nuestra congregación, leer el texto, explicarlo. Amonestar, reprender, exhortar, alentar y enseñar; y después hacerlo todo una y otra vez.[12]

Así que debemos entender que la predicación expositiva consiste en la explicación y la aplicación de un pasaje de las Escrituras. Sin explicación no es expositivo, sin aplicación no es predicación.

En segundo lugar para combatir la frialdad espiritual no sólo debemos recuperar el carácter expositivo de su Palabra, sino el sentido festivo de la Presencia de Dios en nuestras celebraciones.   Una de las grandes tentaciones en la mayoría de iglesias es confundir que  tener un espíritu festivo del culto, es identificarse con el pentecostalismo. El axioma es “culto alegre, culto pente” o en otro escenario “culto bullicioso, culto de jóvenes”. Es decir confundimos espíritu festivo o con una corriente doctrinal o con una corriente generacional.

 Así que probablemente una de las marcas más visibles y distintivas de la renovación que experimentan hoy nuestras iglesias sea la nueva adoración que se ha impuesto en la mayoría de las congregaciones. A la vez, es una de las cuestiones más conflictivas. Los cambios de los himnos tradicionales por nuevas canciones; el reemplazo del clásico órgano por sintetizadores, batería, guitarras eléctricas y otros instrumentos; la sustitución de una liturgia formal y racional por una más espontánea, donde lo emocional y lo físico tienen un lugar importante; la incorporación de formas de expresión más ‘pentecostales’ como levantar las manos, aplaudir, danzar, saltar; la extensión de la duración del culto, la manifestación de otros dones además de la predicación y la enseñanza … estas y otras modificaciones en los servicios han sido motivo de discusión en muchas congregaciones.[13]

En muchos casos, debido a la ausencia de una sólida enseñanza de parte de quienes adoptan la renovación, a la falta de comprensión de algunos hermanos que la resisten, y especialmente a la carnalidad de ambos grupos, este tema se ha tomado como excusa para la división. Por supuesto, mientras la gente discute y pelea, nadie adora, y Dios sigue esperando adoradores que le adoren en espíritu y en verdad. Es importante que  todos podamos abrirnos a lo que el Espíritu está haciendo, sin caer en excesos ni conformarnos con meras imitaciones.

El Espíritu Santo está impulsando a la iglesia a vivir la experiencia del culto como una verdadera fiesta espiritual. Nos invita a recuperar el concepto de fiesta como algo positivo. Esto es muy importante desde una perspectiva teológica y también desde una perspectiva cultural. Primero teológicamente hablando, el fundamento del culto cristiano es la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Por eso, a diferencia de la tradición judía, los cristianos centraron la celebración del culto en el domingo, el día del Señor, es decir, el día en que Jesucristo resucitó. A diferencia de la misa que celebra la iglesia católica romana, cuyo eje es la muerte de nuestro Señor, el culto evangélico tiene como base teológica a la resurrección. Por mucho tiempo nuestros cultos se parecieron más a un velatorio que a una fiesta. Por sus formas, la reunión parecía girar alrededor de un muerto y no de alguien que está vivo. Decimos que celebramos con alegría que el Señor ha resucitado, vive y reina. Si realmente lo creemos, nuestros cultos deberían ser verdaderas fiestas de celebración.[14]

La segunda razón por la cual debemos recuperar el concepto de fiesta es de tipo cultural. Muchas de las iglesias del continente son el resultado de la tarea de misioneros que vinieron del mundo anglosajón. Ellos implantaron en las nuevas congregaciones lo que conocían, lo que ellos vivían y experimentaban. Lo hicieron con mucho amor, sacrificio y entrega, y debemos estar agradecidos por su tarea. Pero en esos tiempos fundacionales no había la conciencia ni el conocimiento que hoy tenemos acerca de la diversidad de las culturas. Muchos de los misioneros no tuvieron en cuenta la necesidad de proclamar el evangelio en el contexto de la nueva realidad. Lo vemos en las formas de evangelización, de discipulado, de organización de la iglesia, y en especial de la adoración. La cultura anglosajona privilegia la razón, la reflexión, el libro. Nuestra cultura latina no privilegia el estudio sino la fiesta. Dos latinos se encuentran por la calle y enseguida se invitan a sus casas a comer, a celebrar el reencuentro. Cuando un equipo de fútbol gana un campeonato, el festejo se hace en el centro de la ciudad, con bombos y cornetas. Cualquier motivo es bueno para hacer una fiesta, y debemos tener esto en cuenta en toda la tarea de la iglesia, especialmente en el culto de adoración.[15]  Por otro lado debemos hacernos preguntas muy profundas  con relación a la forma en que celebramos. ¿Qué celebramos? ¿Por qué celebramos?

Alguien  comparó a la iglesia actual con Inglaterra. Aunque hoy la monarquía está en tela de juicio y su popularidad en baja, tradicionalmente los ingleses han expresado un gran respeto y reverencia por sus monarcas. Les rinden honores y homenajes en forma permanente. Sin embargo, en Inglaterra la reina no manda. El que manda es el primer ministro. Algo así ocurre en nuestra vida. Adoro a Jesucristo, le rindo honores, canto, alabo y ofrendo; pero en mi vida yo soy el que manda. Lo llamo Rey de Reyes; pero el primer ministro, el que gobierna, soy yo.[16]

En muchos lugares hay congregaciones en las que Cristo no está en el centro. Hay muchas que se parecen a la iglesia de Laodicea, a la que Cristo tuvo que decirle: ‘Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo’ (Apocalipsis 3:20). A los predicadores nos encanta usar este versículo en mensajes evangelísticos, y es tolerable  hacerlo. Sin embargo, no es un mensaje dirigido a los inconversos; es una palabra dirigida a una iglesia, la de Laodicea. ¿Qué estaba pasando allí? En aquella iglesia estaban cantando, orando, ofrendando, predicando… pero Cristo estaba afuera, golpeando la puerta. Estaba a la intemperie. ¿Por qué, mientras la iglesia estaba desarrollando su culto, supuestamente alrededor de la presencia de Cristo, en realidad el Señor estaba afuera, pidiendo entrar? Porque en aquella iglesia había cristianos cuyo centro no era Cristo. Hay congregaciones cuyo centro es su programa de actividades, no Cristo. Funcionan, tienen cierto crecimiento, pero Cristo no gobierna. Son como un automóvil con la caja de cambios en la posición de punto muerto o neutro. Hacen ruido, gastan energía, pero no avanzan. En apariencia está todo bien: un buen edificio, un buen plantel de líderes, un programa de actividades bien organizado, pero Cristo no reina. No es él quien toma las decisiones, no es quien pastorea a la grey, no es la cabeza de la iglesia. Quizás parece una iglesia cristocéntrica, pero no lo es. Tiene una buena fachada, pero detrás de la apariencia no es el Señor quien reina; es la gente. Esas iglesias son como hojas de otoño: mantienen la forma y la estructura de una hoja verde, pero están resecas y muertas.[17] Por eso es que nos enfriamos, porque sino gira nuestra festividad en torno de la presencia de Dios, todo lo demás tenderá a lo monótono y aburrido.

En tercer lugar para combatir la frialdad no solo necesitamos el carácter expositivo de la Palabra, el sentido festivo de la Presencia de Dios, sino la disciplina contemplativa del Poder de Dios.

El mundo postmoderno tiene sus inquietudes con relación al Cristianismo. Hoy este mundo no está interesado en la demostración de las grandes doctrinas, debido que ahora tiene acceso ilimitado e inmediato a la información, incluso mucho antes que el expositor tradicional. Antaño, el especialista que dictaba una conferencia era privilegiado con tener la información más actualizada, y el oyente le creía que eso era lo último en cuanto al tópico enseñado. Hoy no es así, uno puede dictar una conferencia y presentar la información, e inmediatamente la audiencia tiene acceso por medio de la internet no sólo a la información presentada sino a que otra más actualizada. En ese sentido el mundo posmoderno no le interesa la información de un tema sino la practicidad del tema. Así que ya no les interesa saber quién es Jesús, porque lo saben y  si no lo saben tienen fuentes de información más creíble que un predicador. La gente pregunta hoy no tanto quién es Jesús sino para que sirve. Es decir ¿Para qué me sirve creer en Jesucristo? Y he allí el reto de esta nueva realidad. Por eso es tan importante demostrar que la fe que seguimos es real y práctica porque tenemos un Dios que despliega poder. Esa contemplación incluirá lo milagroso, lo asombroso, las señales portentosas del Nuevo Testamento. Debemos entender que muchas personas creen que Dios se mostró portentoso en el pasado pero no creen que lo sea en el presente. Esa manifestación poderosa actual es lo que falta a muchas iglesias hoy. Pero un gran porcentaje le tiene miedo a entrar en el mundo espiritual hoy. En parte porque es una reacción a la excentricidad de ciertas corrientes pentecostales. Pero eso no es excusa para entender que nuestra fe está inmersa en un encuentro de poderes.

El pastor Murphy escribe al respecto: “¿Por qué desconfiamos tanto los evangélicos de la experiencia con el mundo espiritual? ¿Cuál es la razón de que elaboremos teologías acerca de esta dimensión de la realidad la cual desconocemos excepto a través de la exégesis bíblica? ¿Pueden los teólogos elaborar realmente una teología de Satanás y de los demonios que sea al mismo tiempo verdadera y útil para el ministerio, mientras estudian sus Biblias en hebreo y griego sentados en sus despachos provistos de aire acondicionado y apartados de tan siquiera una experiencia personal? Si los teólogos en cuestión no presentaran en sus estudios prejuicios limitadores acerca de lo que los demonios son o no son capaces de hacer, seguramente podrían, utilizando sólo las Escrituras, elaborar directrices para la demonología práctica que fueran luego probadas en la experiencia. Basándose en los resultados de dicha experiencia, tendrían entonces que reajustar su demonología para adaptarla al contemporáneo asalto del campo sobrenatural maligno con el que se enfrenta la Iglesia hoy en día.[18]  Y luego añade:

“Eso es exactamente lo que nos ha sucedido a mí y a otros muchos profesores de teología, maestros de la Biblia, consejeros, misioneros y pastores en los últimos años. Aprendimos teología en la universidad y el seminario. Aceptamos lo que se nos enseñaba porque confiábamos en nuestros profesores. Cuando leíamos las Escrituras con sus ojos, descubríamos lo que nos decían que íbamos a descubrir. Y aunque de vez en cuando encontrábamos otras cosas, con pocas excepciones no lo contábamos. Luego se nos lanzó al ministerio y nuestra teología fue sometida a la prueba de la experiencia. Es probable que los pilares básicos de nuestra teología cristiana histórica no cambiaran, es más, se afirmaron. Lo que sí sucedió es que tuvimos que volver una y otra vez a la Escritura en busca de ayuda. De nuevo comenzamos a examinar algunas dimensiones de nuestra irreflexiva teología cuando no se mostró congruente con nuestra propia experiencia válida con Dios, la gente y, en muchos casos, con Satanás y los demonios”. [19]

Por lo tanto, la interpretación bíblica correcta es aquella que se revela más consecuente con la experiencia. La teología que es contradicha o al menos cuestionada por la vida práctica necesita ser reexaminada. Afirmar que la teología debe mantenerse incluso si es desafiada por una experiencia continuada constituye un legalismo, un farisaísmo, un dogmatismo y la evidencia de una arrogancia sutil. Mantener una teología que hiere a personas ya heridas es pecado. No podemos sacrificar a la gente en el altar de las presuposiciones teológicas.

Como consecuencia del auge racionalista del siglo dieciocho conocido como la Ilustración, la teología occidental perdió una comprensión intuitiva e histórica del mundo espiritual. Y como en todas las otras áreas donde la Iglesia ha pasado por alto o resistido alguna dimensión de la realidad bíblica, el proceso de redescubrimiento por lo general viene a través de la experiencia. Esta experiencia cuestiona la teología en ese punto particular. No obstante, el statu quo siempre resistirá a los reformadores. Los teólogos y maestros de la Biblia de ese statu quo, si tienen un concepto elevado de la Escritura, volverán a ella, no para desafiar abiertamente sus propias presuposiciones a la luz de la experiencia de los hermanos, sino pare defenderla contra los errores de estos. Los reformadores, por su parte, si tienen la Biblia en gran estima, también volverán a ella, y si son sinceros lo harán no para demostrar que tienen razón y que sus hermanos del statu quo están equivocados, sino para comprender mejor lo que les dice su experiencia. Si lo hacen, cuestionarán ya sea su experiencia, su comprensión de las Escrituras o ambas cosas.  Por lo general, ocurre lo último. Si sus experiencias son válidas descubrirán que la Biblia las apoya mucho más de lo que en un principio habían imaginado. También se darán cuenta de que las Escrituras les obligan a formular de nuevo dichas experiencias y no irse a los extremos. Reconocerán asimismo que ellos también, como hombres que son, están expuestos al engaño y al error. El resultado de todo debería ser una teología formulada nuevamente, más coherente con las Escrituras y la experiencia.[20]

Esto es lo que está sucediendo hoy en día en la Iglesia con las «nuevas» experiencias respecto a los demonios. A estos siempre los hemos tenido con nosotros, pero, como los teólogos y maestros bíblicos evangélicos conservadores llevan diciéndonos muchos años, a medida que se aproxime el día de la batalla final entre el Reino de Dios y el reino del mal, tendrá lugar una efusión de perversidad demoníaca como no ha conocido la Iglesia ni el mundo desde los primeros siglos de la era cristiana.  Si estamos entrando en dicho período, y la mayoría de los eruditos bíblicos sospechan que así es, deberíamos contar con que Satanás se manifestará abiertamente y por medio de espíritus mentirosos y engañadores atacará a la humanidad en general y a la Iglesia en particular. ¿Es eso lo que presenciamos hoy? Sólo el tiempo lo dirá. Pero una cosa es en lo absoluto cierta: Nuestra teología del mundo espiritual debe adaptarse a la realidad de la angustia humana contemporánea. En particular los que vivimos en Occidente donde el materialismo es la religión de muchos y el ocultismo, el satanismo y el movimiento de la Nueva Era florecen, necesitamos algo más que una demonología práctica del statu quo. He ahí  la importancia de rescatar el sentido contemplativo del poder de Dios[21]

Finalmente para combatir la frialdad no solo necesitamos el carácter expositivo de la Palabra, el sentido festivo de la Presencia de Dios,  la disciplina contemplativa del Poder de Dios, sino obligación distintiva de la pertinencia de Dios. ¿Cómo hacemos más pertinente a la iglesia cristiana en el siglo XXI?

El futuro del cristianismo se encuentra en el umbral, justo en la intersección entre  las sombras y las luces del mañana. Respecto a la pertinencia en este momento coyuntural podemos proponer  algunos posibles  senderos que nos conlleven a encontrar los atisbos de luz para el desarrollo de una  espiritualidad cristiana pertinente en medio de la crisis eclesial. ¿Qué cosas debemos incluir?

Primero,  más movimiento menos institución. Las nuevas formas de religiosidad muestran claramente que su oposición es al  modelo de religión organizada en torno a una fuerte institución que regula lo que debe y no  debe hacer bajo su pretensión de verdad absoluta y ejercicio de autoridad absoluta.  Ante la arremetida conservadora de fortalecer las representaciones autoritarias e  institucionales, poco a poco va germinando un cristianismo de fraternidad semejante a las  primeras comunidades cristianas propuesto por el Nuevo Testamento. En este sentido el  cristianismo debe reconvertirse, es decir, volver al camino originario que le vio nacer, el  cual es una comunidad de hijos con un Padre en común, iguales en dignidad, derechos y  deberes, dotados de los diversos carismas puestos al servicio del Reino de Dios, su justicia, el ser humano y el mundo.[22]

 La historia ha demostrado que las mayores realizaciones del cristianismo han sido gestadas no precisamente por los ámbitos institucionales, sino que a través de movimientos  que han surgido en los momentos más críticos de su historia. La historia de estos  movimientos puede vislumbrarse desde el mismo movimiento originado por Jesús ante la  crisis institucional del judaísmo, las comunidades cristianas de los primeros siglos preconstanstinianos, los padres del desierto, San Francisco de Asís, los Anabaptistas, los místicos del siglo XVI como Ignacio de Loyola y Sor Teresa de Jesús, por nombrar solo  algunos íconos de movimientos revitalizadores del cristianismo[23].

 Segundo, más místico que cultual.  André Malreaux, famoso novelista francés, escribió lo siguiente a mediados del  siglo XX: “El siglo XXI será espiritual o no será”. Por su parte, Karl Rahner tomó esta  famosa frase y la aplicó al exceso de institucionalidad en el cristianismo católico: “El  cristiano del mañana, o será místico o no será cristiano”.[24]  Pareciera ser que no se equivocó y nuestra sociedad clama por encontrar espacios  donde puedan experimentar el horizonte de la mística. Sin embargo, se debe aclarar que un  cristianismo místico no es solamente  el de experiencias extraordinarias o sobrenaturales, sino el de  creyentes que experimentan su fe en todos los ámbitos de su vida.  Lamentablemente hemos reducido la experiencia comunitaria de Dios a cultos,  liturgias y rituales. Pareciera que ser cristiano es asistir a un templo los días domingo para  cantar, orar, escuchar un predicador y luego retirarnos a nuestros hogares hasta el próximo  culto. En este sentido no hay peor remedio para la mística que una vida ritualizada.

El futuro del cristianismo no pasa por la imposición a través de mecanismos de  influjos sociales y culturales, sino que es un cristianismo personalizado, sustentado en una  experiencia personal de adscripción voluntaria al que se pertenece de una manera  consciente y afectiva. El cristiano de hoy ya no nace, sino que se hace. En este sentido el movimiento anabaptista del siglo XVI nos dieron el ejemplo y de ellos heredamos los  movimientos evangélicos este sentido de adscripción consciente y voluntaria aunque en muchos ámbitos del evangelicalismo hoy en día ha degenerado en un proselitismo religioso  que utiliza el terrorismo psicológico y un sin número de artimañas y temores que más bien  imponen la adscripción dejando así de ser voluntaria. ¿Por qué los jóvenes a cierta edad  dejan de sentirse parte de una comunidad cristiana? ¿Será que a cierta edad dicho  terrorismo psicológico deja de tener efecto? ¿Será que el sentido de pertenencia está  construido sobre la base de factores irrelevantes y dañinos y no sobre la base de la mística  que debería irradiar la comunidad a la que se pertenece? [25]

Tercero, menos poder unipersonal y más empoderamiento comunitario.  Contrario a las tendencias que se han venido gestando en algunos círculos cristianos  en los cuales el liderazgo se muestra cada vez más con una sed insaciable de reunir para sí  el ejercicio del poder, tanto dentro del plano eclesial, como en la sociedad, el cristianismo  debe encaminarse hacia un modelo de empoderamiento comunitario. Los modelos  jerárquicos y autoritarios son contraproducentes en sociedades que se encaminan a la  construcción de espacios cada vez más democráticos.  No sólo la Iglesia Católica Romana se basa en un modelo jerárquico y autoritario  propiciado por un absoluto, sino que todo modelo eclesial que sostenga la clarividencia de  lo absoluto. En las iglesias evangélicas generalmente el absoluto está sustentado en la  Biblia. Más problemático aún es, cuando este absoluto está sustentado en la figura de un líder que se atribuye a sí mismo esa capacidad de desvelar el absoluto. Ejemplos de esto  serían los líderes que se atribuyen para sí la posesión del Espíritu, o la correcta  interpretación de la Biblia, el fenómeno de los profetas y apóstoles que hoy están de moda.  Todos tienen en común una cosa, esto es, sustentar relaciones de poder con base a su  experiencia privilegiada con lo absoluto y a la cual no todos pueden acceder.[26]

Si algo debemos reconocerle a la postmodernidad es que nos ha hecho reconocer nuestra incapacidad para acceder a la realidad total y absoluta. Nos ha hecho reconocer que todo intento es una aproximación subjetiva, es decir relativa al sujeto que intenta acceder a  dicha realidad. Reconocer que todo es una interpretación.  Para muchos, esto puede ser aberrante; que atenta contra muchos principios y  normas de la ortodoxia cristiana, sin embargo, es justamente este reconocimiento el que nos  puede llevar a construir un nuevo modelo eclesial. Aquí no se trata de negar que Dios sea  absoluto, ni atentar contra la supuesta ortodoxia cristiana, más bien ortodoxia cristiana moderna, sino que, lisa y llanamente, se trata de ser más humildes, reconocer nuestras  limitaciones, y por sobretodo, dejar a Dios ser Dios.  De este reconocimiento es que no se pueden sustentar relaciones eclesiales jerárquicas y  autoritarias, sino que como el acceso a la verdad y a Dios es subjetivo se debería practicar  un modelo horizontal donde es una comunidad la que a través del diálogo se encamina  hacia la búsqueda de lo sagrado y donde es sumamente importante la experiencia de cada  individuo en su relación de búsqueda de lo sagrado.[27]

Ahora, tampoco la subjetividad debe convertirse en un fundamento para la disolución  de la experiencia comunitaria de Dios, que es en definitiva la iglesia. Si entendemos mal la  subjetividad nos lleva al camino que muchos han optado de creer en Dios a mi manera y no  necesito de nadie más. Nos llevaría básicamente a transformarnos en nuestra religión. Es  decir: «Yo soy mi religión y mi religión soy yo». La cantidad de religiones sería  proporcional a la cantidad de individuos que existen en el mundo. Si entendemos bien el  reconocimiento de la subjetividad nos llevaría a reforzar el sentido comunitario de la  experiencia de Dios.  En este sentido, la experiencia de Dios en el individuo es tan importante, tan genuina y  tan única que compartirlo a otros se constituye en una necesidad vital. La fe genuina  experimentada desde el individuo es el fundamento de una fe vivenciada en una  comunidad.[28]

Entonces la comunidad ha pasado a ser vital por cuanto es en esta dimensión donde  puedo hallar, aprender y experimentar nuevas posibilidades de búsqueda, apertura y encuentro con Dios. Somos así partícipes de esa gran nube de testigos de la fe de la cual  habla el autor de la Carta a los Hebreos y que nos permite caminar con paciencia el sendero  que tenemos por delante.

Cuarto, menos dogmatismo y más experiencia del seguimiento de Jesús  El cristianismo forjado en la modernidad dio preeminencia a la formulación de  doctrinas con pretensión de verdad absoluta. La fe en Dios y en Jesucristo se transformó en  la creencia de doctrinas verdaderas sobre Dios y Jesucristo. Ser cristiano significaba y  significa aún, creer en un conjunto de proposiciones doctrinales, normas morales y  prácticas cultuales. Esta forma de creer es la que precisamente ha entrado en crisis en la  postmodernidad debido a lo ya expuesto en torno a la dificultad de acceder a la verdad como  absoluta y por ende a la incapacidad de regular la subjetividad de los individuos.[29]  El futuro del cristianismo se juega en poner énfasis en una espiritualidad del  seguimiento de Jesús. La fe como experiencia de seguimiento es un respiro al  reduccionismo moderno. Esta conversión de la fe como experiencia de seguimiento  requiere recuperar el sentido de los relatos bíblicos como experiencias de seguimiento y  dejar a un lado la lectura de la Biblia como doctrinas verdaderas. Jesús no formuló doctrinas, sino que, toda su vida la dedicó a demostrar con hechos  de que el Reinado de Dios era posible. Para ello formó un pequeño grupo de discípulos  destinados a seguir y vivenciar el sueño de Dios en sus vidas. La forma de hacer patente la  realidad del sueño de Dios era bastante sencilla y radical. Si en el mundo existe violencia,  Jesús y sus seguidores optaron por una vida regida por la paz. Si en el mundo existe  injusticia, las relaciones sociales de la comunidad de discípulos apuntaban hacia la justicia.  Si en el mundo existe pobreza, la comunidad de discípulos de Jesús compartía sus bienes  como una forma de erradicar la pobreza. Si en el mundo impera la exclusión, la comunidad  de discípulos era inclusiva. Si en el mundo lo que impera son las relaciones entorno al  poder, la comunidad era una comunidad servidora[30]. Ese es el estilo de pertinencia que debemos recuperar hoy en este nuevo siglo.

 Quinto, entre el dualismo y la integralidad.  Desde el punto de vista bíblico no es posible hablar de cuerpo y alma como de dos  principios paralelos. Este lenguaje de origen platónico nos ha hecho ver con recelos todo  aquello que diga relación con el cuerpo. Desde esta perspectiva, lo más importante en el  hombre es su alma, entendiendo por ello “la parte espiritual,” “lo más elevado,” “lo  inmortal.” Se supone que ni la muerte, ni el cuerpo, ni la sexualidad interesan demasiado,  puesto que son, a lo sumo, males necesarios con los que tenemos que ver mientras estamos  en esta “cárcel del alma”.  El quehacer de la iglesia se ha enmarcado en esta perspectiva casi en su totalidad  reduciendo su misión esencialmente a “salvar almas” y llevarlas al cielo, como si el alma  fuera un elemento distinto del cuerpo y opuesto a este.  Desde la mentalidad hebraica en la cual estaba inserto el mismo Jesús, el hombre es  una unidad indivisible. El problema surgió cuando algunos cristianos entraron en contacto con el pensamiento griego y con las religiones orientales que fermentaban en el mundo  griego contemporáneo de los orígenes del cristianismo. Desde entonces y hasta el día de  hoy se siguen afirmando categorías filosóficas griegas como si fueran propios de la esencia  del mensaje de Jesús.  Si la salvación ofrecida por Jesús se interpreta a luz de los presupuestos de la  filosofía platónica, queda claro que esta sería referida al alma etérea que busca liberarse del  cuerpo para llegar hasta el cielo. Si la salvación se interpreta a la luz de las concepciones de  la mentalidad hebrea de Jesús, la salvación es justamente lo contrario. Cuando Jesús formuló su vocación al servicio del Reino de Dios y lo expresó como  un proyecto salvífico, no estaba pensando en que sus auditores lo entendieran como un  proyecto para llegar al cielo.[31]

Claramente pensaba en una transformación radical de las  formas de socialización aquí y ahora. Eran cosas muy concretas, y prácticas que tenían y  mantienen en sí mismas el germen de una revolución a nivel social y cósmica. El rico si  quiere ser perfecto, debe vender todo lo que tiene y seguirlo; los excluidos de la sociedad  (leprosos, prostitutas, endemoniados, mujeres, niños, pecadores, etc.), ahora no sólo son  parte de la nueva sociedad del Reino sino que ahora son los preferenciales del Reino; los  que hacen la guerra ahora deben hacer la paz; los que ostentan el poder deben transformarse  en servidores. Hay una canción popular en  la escuela bíblica dominical y dice más o menos así:

Subamos al tren de la salvación

Que al cielo nos llevará

Los boletos tomad

que Jesús nos quiere dar

¡Aleluya! No hay nada que pagar.

Rin rin rin, suena el silbato.

Chucu chucu chucu

chuco chu, responde el tren.

Aún hay lugar, dice el guardia.

En este tren de la salvación.

¿Qué pensará Jesús mientras les enseñamos a nuestros niños este tipo de canciones?  Estoy seguro que guardaría silencio por un momento, luego le diría al Padre: – Perdónalos Señor, porque no saben lo que hacen.

El cristianismo de hoy debe ser un cristianismo que conciba al ser humano en su  integralidad. Un cristianismo que invita a vivir el evangelio en la integralidad de sus implicancias. Un evangelio que tiene mucho que hacer y decir respecto a cuestiones  políticas, sociales y económicas.  El cristiano de hoy debe ser un cristiano al servicio del Reino de Dios. Un cristiano  al servicio de las necesidades integrales del prójimo. Un cristiano agente del evangelio en  todo su ser y quehacer. Que viva y experimente la salvación/liberación aquí y ahora.  Además que se comprometa con la salvación/liberación de los demás seres humanos en el presente. Cuando recién nos hayamos comprometido a experimentar el Reino de Dios aquí  y ahora podremos pensar en lo maravilloso que sería prolongar esta experiencia en el más  allá y de forma plena.[32]

 El futuro aún es incierto, pero queda claro que las iglesias deben tomar enserio estos  indicadores y confrontarse con ellos. Las posibilidades de vivir una espiritualidad cristiana  pertinente en medio de los signos presentes son muchas, sin embargo, una espiritualidad con aroma a  dogmatismo, que da prioridad a la institución por sobre las personas, transformándose en  camisas de fuerza difícilmente podrán evitar el camino que las conduce a fósiles que en  algún tiempo eran signos de vida. En medio de esta crisis resuena fuertemente la pregunta  de Dios a Ezequiel: «Hijo de Hombre, ¿Vivirán esos Fósiles? Tú lo sabes Señor (Ezequiel  37:3).

 Bueno hasta aquí hemos transitado con dos cosas importantes con respecto al potencial de la iglesia,  ellas las hemos extraído de Juan 1:11. De este pasaje hemos concluido  que el  potencial se reafirma con la claridad y se fortalece con la adversidad. En cuanto a la claridad dijimos que debe haber definición, dedicación y determinación. Con respecto  a la adversidad nos enfrentaremos a tres grandes problemas, a saber, la familiaridad, la hostilidad y la frialdad.  Ahora toca en turno ver lo que Juan 1:11-13 dice acerca de la oportunidad.


[1] Galilea, Segundo. La Fidelidad al Espíritu en los Conflictos. Artículo s.f. pág. 1

[2] Ibíd.

[3] Galilea, Segundo. La Fidelidad al Espíritu en los Conflictos. Artículo s.f. pág. 2

[5] Mohler, Albert. Proclame la Verdad. Editorial Portavoz Grand Rapids, Michigan. 2008. Pág. 53

[6]Stott, John. El Cuadro Bíblico del Predicador. Editorial CLIE. TERRASA, Barcelona. 1975. Pág. 27

[7] Mohler. Proclame la Verdad. Pág. 50

[8] Mohler. Proclame la Verdad. Pág. 51

[9] Ibíd.

[10] Ibíd. Pág. 52

[11] Ibíd.

[12] Ibíd. Pág. 66

[13] Mraida, Carlos. Socorro Señor mi Iglesia se Renovó y no la Entiendo. Certeza, Argentina, 2007. Pág. 26

[14] Ibíd. Pág. 33

[15] Mraida, Carlos. Pág. 33

[16] Himitian, Jorge: Jesucristo El Señor, Logos, Buenos Aires. 1994 pág. 30

[17] Ibíd.

[18] Murphy, Ed: Manual de Guerra Espiritual. Ed. Caribe, Nashville, USA. 1992. Pág. 11

[19] Murphy, Ed: Manual de Guerra Espiritual. Ed. Caribe, Nashville, USA. 1992. Pág. 12

[20] Ibíd.

[21] Murphy, pág. 14

[22] Montecinos, Edgardo: Ser Iglesias en Tiempos Posmodernos: Entre la Fosilización institucional y el futuro de un espiritualidad cristiana. Ensayo. S.f. Pág. 11

[23] Ibíd.

[24] Ibíd.

[25] Ibíd. Pág. 10

[26] Ibíd.

[27] Montecinos, Edgardo: Ser Iglesias en Tiempos Posmodernos: Entre la Fosilización institucional y el futuro de un espiritualidad cristiana. Ensayo. S.f. Pág. 16

[28] Ibíd.

[29] Ibíd

[30] Ibíd. Pág. 17

[31] Ibíd. Pág. 18

[32] Montecinos, pág. 18

Para tener éxito hay que estar en lo suyo III parte

II.                    Nuestro potencial se desarrolla con la ADVERSIDAD (1:11b).

El pasaje dice: “Y los suyos no le recibieron”. Es obvio que aunque estemos muy enfocados y bien definidos no todos aceptaran nuestra vocación espiritual en este mundo. Tenemos un mensaje que pone nerviosas a las personas porque confronta sus relatividades. ¿Pero cómo será la oposición en nuestro contexto del siglo XXI? He escuchado muchas veces las declaraciones que  los que vivimos en este tiempo nos es más fácil compartir el evangelio porque no se nos persigue, no se nos apedrea, o tratan de quemarnos. Muchas personas insisten en que la verdadera convicción se mostró hace muchos años con los pioneros que predicaron el evangelio en nuestro continente latinoamericano. Ellos sí realmente pagaron un precio pero nosotros no. ¿Es esto así? ¿Qué es más peligroso? ¿La reacción violenta del no creyente? ¿O la apatía camaleónica  en un mercado de diferentes opciones religiosas? Creo que los tiempos hoy son diferentes pero son tan peligrosos como los que vivieron los pioneros del evangelio en América Latina. En el pasaje puedo encontrar con tres grandes áreas de oposición para este mundo postmoderno. La frase “pero los suyos” nos habla del primer peligro y es el peligro de la familiaridad de la fe. ¿A que me refiero con esto? ¿Qué significa la familiaridad de la fe? O mejor dicho ¿Qué significa un espíritu de familiaridad? El texto “los suyos” implican su raza, su gente, su pueblo, su ciudad su propia nación. Es decir Jesús era judío  y vino a los judíos. Esto en realidad fue una piedra de tropiezo para ellos. Cuando decimos que el espíritu de familiaridad es el exterminador más grande de la frescura de Dios, muchos pueden resultar confundidos. A simple vista la familiaridad no representa ningún problema, pero quiero que veamos este tema con el enfoque correcto. Para comprender lo que significa el espíritu de familiaridad necesitamos definir la palabra «familiaridad»: Es un término que significa «conocer demasiado a alguien, y que debido a esa familiaridad, se pierde el sentido de admiración y respeto espiritual». También conlleva un sentido de altivez y presunción, que hace que la persona muestre una falta de respeto hacia algo o alguien.[1] Jesús era el más grande sanador y maestro, y aún así su unción fue neutralizada por la presencia de gente conocida, familiar. En Marcos 6:1-3, 5 leemos: «Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos. Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él… Y NO PUDO HACER ALLI NINGUN MILAGRO, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos»  Este pasaje nos muestra que Jesús no pudo hacer milagros en su pueblo natal. Ellos lo conocían demasiado como para recibirle como el Hijo de Dios. Ellos tenían reservas o cuestiones acerca de sus padres, su familia y su trasfondo. Creo que esta familiaridad ha contribuido a que nuestros cultos sean tan monótonos, tan programados, tan predecibles, tan cotidianos. Estamos tan familiarizados con lo que hacemos que ya no hay sorpresa, admiración, frescura. Siempre hacemos lo mismo, cantamos lo mismo, de la misma forma, oímos los mismos mensajes, los mismos pasajes, los mismos enfoques. Por eso mucho se aburren y buscan frescura en otras cosas que no es Jesús y pierden el verdadero enfoque de la vida. Nuestros sistemas eclesiales son tan predecibles, efímeros y repetitivos. Un segundo gran peligro que veo aquí se desprende de la expresión “no le”. Es el peligro de la hostilidad a la fe ¿Qué es hostilidad? hostilidad es la cualidad, que indica una actitud provocativa y contraria, generalmente sin motivo alguno, hacia otro ser vivo.[2] Uno se pregunta la razón por la que se puede rechazar a un hombre tan perfecto como Jesús, con tanta pureza y con un proyecto de amor tan grande. Hoy por hoy viviremos en un mundo que provoca y se opone al cristianismo. La hostilidad de los creyentes en contextos occidentales es más ideológica y cultural. Las tendencias del homosexualismo, el matrimonio y la familia son grandes temas de debates y presión para la iglesia y el cristianismo. Pero pronto vendrá la hostilidad legal y estatal. ¿La iglesia estará preparada para enfrentarse a esta hostilidad que se viene? Albert  Mohler dice que  los evangélicos deben «recuperar el valor teológico y la convicción o nos enfrentaremos a la trágica realidad de que esta podría ser la última generación que evangeliza».[3] Mohler se muestra muy crítico con «algunas tendencias de «evangelismo contemporáneo» que amenazan la integridad del mensaje, ya que «por definición, los evangélicos deben ser gente del Evangelio, que aprecia, enseña y comparte el Evangelio de Jesucristo». Alerta además del peligro de abandonar el centro del evangelio, «la verdad objetiva de que Cristo murió por los pecadores, y de que esa salvación es únicamente por gracia a través de la fe solamente en Cristo». Señala Mohler el testimonio de Lutero, que sostuvo que la doctrina fundamental de la justificación por fe es «el artículo por el cual la iglesia se levanta o cae».[4] Charles Spurgeon dijo: «Hemos llegado a un punto decisivo en el camino. Si giramos a la derecha, quizás nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos irán por ese camino; pero si giramos a la izquierda, las generaciones venideras nos maldecirán por haber sido infieles a Dios y a su Palabra»[5]. Unas palabras que suenan con urgencia profética después de más de un siglo de que se hayan escrito.

Un tercer peligro que veo en el pasaje se desprende de la palabra “recibieron”. Y es el peligro de la frialdad de la fe.  El verbo que se usa en el texto original es paralambano. Este verbo es muy interesante. El verbo lambano lleva el prefijo “para” que significa a la par. El verbo lambano es “recibir”, pero al poner esa preposición intensifica la acción. El término se puede traducir: Tomar (a uno mismo), tomar con o junto con el acompañamiento de las personas, recibir, comprometer, asociado con uno mismo como una esposa o amante, un hijo adoptivo, un socio o aliado. Se utiliza de José “tomando” a María como su esposa (Mateo 1:20, 24) y después de “tomarla” a ella y al niño Jesús a Egipto (2:13, 14). Una vez más, se usa del diablo “llevando” a Jesús al templo y al monte (4:5, 8), de Jesús tomando a Pedro, Santiago y Juan con él (17:1, 26:37), de él “tomando” a los doce (20:17). [6] Eso significa que el rechazo de los judíos para con Jesús fue total, y ni siquiera lo dejaron que se acercara a ellos. El verbo por estar en un aoristo implica que fue un rechazo real, fuerte y definitivo. Eso significa una decisión fría y rígida. Note una cosa importante, los judíos ni siquiera creían que Jesús pudiera pertenecer a su círculo por creerse superiores a él. Observe algo muy importante que va como un binomio frecuente. La frialdad genera rigidez. Cuando se enfría el agua a mayor frío más dura  se hace. Eso significa que nuestro mundo es frío hacia las cosas espirituales, y si la iglesia pierde su calor y  fuego por Dios terminará rechazando a Jesús.

Bueno este segundo punto relacionado con la adversidad nos ha demostrado que la adversidad en este contexto tendrá tres dimensiones. Una es la dimensión de la familiaridad de nuestra fe. Estamos tan acostumbrados, habituados y aletargados que no nos emocionamos ya con la fe. ¿Cómo se combate el espíritu de la familiaridad? Hay tres cosas importantes que ayudarían a romper con la familiaridad, por supuesto que habrán más pero  mi criterio éstas son importantes. El primero debemos rescatar la grandeza de Dios. El reconocer este atributo implica que el está fuera de cualquier esquema, que es más grande que nuestras concepciones. Dios es mucho más grande, magnífico, que lo que solemos entender, de cómo podemos reducir a Dios en nuestra mente a una cosa «dominguera», de hecho, es enfático al señalar que varias iglesias han caído en esa rigidez, una visión mediocre de Dios, como si pudiéramos «guardarlo» en una caja. ¡Pero Dios es mucho más majestuoso que las cuatro paredes de una iglesia local! … uno también puede adorar, alabar a Dios en medio de la naturaleza.[7]  ¿Cuándo fue la última vez que contemplaste el océano y pensaste en la belleza que es capaz de crear tu Dios? … ¿Piensas en tu Señor cuándo te diriges al trabajo o enfocas tu mente en empequeñecerla con rigideces, colocándote un «silicio» mental? «La visión de Isaías 6  de una  escena por sobre el cielo raso es la que nuestra iglesia necesita hoy con desesperación ¿Por qué? Porque esta visión hace trizas la imagen del Dios manejable, blando, cómodo que hemos formado. Nos recuerda lo pequeños que somos y lo grandioso que es Él. Lamentablemente hablamos de Dios como si Él fuera compinche nuestro. Nos hundimos en el pecado y nos regodeamos en una gracia que ha sido abaratada porque la separamos de esta santidad, purificadora. Nos hemos perdido una porción tan grande de lo que significa estar vivos, ser hombres y mujeres conectados a Dios. Que Dios nos ayude a ser un pueblo que abraza no solamente los mensajes sobre Él, que deleitan nuestros corazones, sino también aquellos que nos estremecen e impactan hasta lo más profundo de nuestras almas. ¡No permitamos  que el  fuego se apague! ¡Debemos buscar primero la Palabra de Dios antes que a los hombres y su rigidez disfrazada de orden! Una segunda cosa que debemos rescatar es la Gloria de Dios.   Con respecto a este tema John Piper dice que hay que hacer un gran un esfuerzo por hacer lo imposible –definir la gloria de Dios. Esto  es imposible  porque esa gloria es más semejante a la palabra belleza que a las palabras pelota de baloncesto. Usted puede definir una pelota de básquet diciendo simplemente que es redonda, inflada, de cerca de nueve o diez pulgadas de diámetro, que es usada en un juego para hacerla rebotar y pasar por un aro. Pero no puede hacer lo mismo con la palabra belleza. Todos sabemos que existe, pero la razón por la que podemos hablar acerca de ella es que la hemos visto, no que podamos definirla.[8]

Si contrastamos la gloria de Dios con la santidad de Dios pudiéramos lograr una definición de la gloria de Dios. Decir que Dios es santo expresa que Dios, por sí mismo, está en un nivel de perfección y grandeza y crédito. Él es incomparable, su santidad es su esencia divina absoluta, única y perfecta. Ella determina todo lo que él es y hace, y nada ni nadie fuera de sí mismo puede determinarla. Su santidad es lo que él es como Dios, y que nadie más es, o nunca será, y denota su dignidad intrínseca, infinita. Así que este es el resultado del  esfuerzo en una definición: La gloria de Dios es la infinita belleza y grandeza de sus múltiples perfecciones.[9]

 ¿Ama usted la idea de que existe que Dios sea exaltado y glorificado? ¿Ama el pensamiento de que toda la creación existe para mostrar la gloria de Dios? ¿Ama la verdad de que toda la historia ha sido diseñada por Dios para que un día sea una gran carpa que muestre, de la mejor manera posible, la grandeza y belleza de Dios? ¿Ama el hecho de que Jesucristo vino al mundo para vindicar la justicia de Dios y reparar la injuria que habíamos hecho a la reputación de la gloria de Dios? ¿Ama la verdad de que existe como individuo para que Dios sea visto como realmente es: glorioso?[10]  ¿Ama el hecho de que su salvación fue preparada para dar a conocer la gloria de la gracia de Dios? ¿Ama ver y mostrar la gloria de Dios? Por esta razón Dios creó el universo. Por esta razón Dios ordenó la historia. Por esta razón envió a su Hijo. Por esta razón usted existe. Para ver por siempre, y disfrutar, y mostrar la gloria de Cristo, quien es la imagen de Dios.[11]  Una tercera cosa importante además de la grandeza de Dios, la Gloria de Dios, es la gracia de Dios.  Hay una palabra que Pedro usa en su Epístola, quiero usarla como referencia para poder definir el pensamiento que tengo con respecto a este punto. El texto en mención es 1 Pedro 4:10: Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndoos los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”. Pedro usa la palabra “multiforme” para calificar a la gracia. En griego la palabra es poikilos. La Versión Reina Valera Antigua traduce diferentes gracias de Dios (1 P. 4:10). Cuando recordamos lo que poikilos significa, esta declaración se revela como un tremendo pensamiento. Primero poikilos significa de colores variados; por tanto, hablar de la gracia de Dios como poikilos significa que sea cual fuere el color de la situación humana la gracia de Dios puede casar con él. No importa si un hombre está viviendo en el oro de la luz solar, del gozo y del éxito, o en la umbría del dolor y de la angustia; en la gracia de Dios hay ese componente que la hace ponerse a la altura de las circunstancias de la situación que sea. No hay tesitura humana que la gracia de Dios no pueda alcanzar, adaptarse a ella y responder. La gracia de Dios es una realidad con esa cualidad de policromía que le permite encontrarse con cualquier situación en la vida. Por otro lado  poikilos significa mañoso, diestro, inteligente, ingenioso; por tanto, decir que la gracia de Dios es poikilos significa que no hay problema que ella no pueda solucionar; cualquiera que sea la tarea que se nos imponga, la gracia de Dios siempre tiene el método para realizarla. No existe circunstancia, crisis, emergencia o demanda que la gracia de Dios no pueda tratar con ella y, al final, vencer. No hay nada en la vida con lo que la gracia de Dios no pueda competir.  Poikilos, esta vívida palabra, dirige nuestros pensamientos a la multicolor gracia de Dios, la cual es, en verdad, suficiente para lo que haya menester.[12] Tenemos la gracia de Dios para ser frescos y creativos de tal manera que rompamos con el espíritu de la familiaridad


[4] Ibíd.

[10] Ibíd.

[11] Ibíd.

[12] Barclay, William. Palabras Griegas del Nuevo Testamento: Su uso y significado. Editorial Caribe. USA, 1998. Pág. 86