Es «salve María» y no «Ave María» II parte

II.    La segunda cosa que se menciona es la  RELACIÓN ESPIRITUAL de María

 La Experiencia que María tenía de Dios: no es frecuente el caso de que todo un  sistema de religión esté basado en una palabra; pero, en este caso, la palabra es «María».  María era judía, había adorado al distante Jehová en un templo; pero en este conocimiento  ella no encontró consuelo, y en sus días de meditación no conoció a un Dios cercano ni  amigable. Lucas relata la historia más completa de cómo María llegó a estar en posesión de  Jesús. Lucas, con delicadeza y gracia, relata la historia de la entrevista del ángel Gabriel  con María. Ella sabía, como lo sabían todas las doncellas judías, que un día el Mesías de la  promesa alegraría el corazón de la madre escogida para esta elevada misión. Pero ella no se  había apropiado este honor. La salutación del ángel fue tan extraña que María se quedó  perpleja. El ángel la llamó «muy favorecida». Entonces el ángel, dándose cuenta de que  María estaba perpleja, levantó el velo de ansiedad, diciéndole: « ¡No temas, María, porque  has hallado favor con Dios! Y he aquí concebirás en tu seno, y darás a luz un hijo, y le  pondrás por nombre Jesús. El será grande, y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor

Dios le dará el trono de su padre David: Y reinará sobre la casa de Jacob eternamente; y de  su Reino no habrá fin» (Lucas 1:30–33). Cuando el ángel la llamo por su propio nombre, «María», desde ese momento, ¿podría alguien hacerla creer que Dios era menos real, que  estaba menos interesado en ella que un padre humano? Ella comprendió que Dios no es un gran creador interesado únicamente en el cumplimiento de las leyes inexorables; tampoco  es una cosa vaga, como una envoltura de aire que cubre al mundo, como una substancia  impersonal que impregna el espacio. María comprendió que Dios es un Dios personal, y  que personalmente está interesado en los individuos a quien él ha creado. Ella, entonces y  allí supo que Dios, llamándola «María», es un Dios que busca a los individuos y «los llama  por nombre».

III.                  La tercera cosa que se menciona la designación MISIONAL DE MARÍA.

 ¡Ay! La adoración a María es una invención humana y su  ímpetu está en el anhelo humano por la maternidad. Reconocemos que si hay un mensaje,  por sobre todos los demás, que la fiesta de la Anunciación tiene para la generación  presente, es la distinción preeminente y la inefable santidad de la maternidad. Reconocemos  que si Dios, el Creador y Sustentador de este vasto universo, despojándose de las  circunstancias externas de su majestad, mediante la concepción de una mujer entró en  nuestra raza para salvarnos y voluntariamente fue «contado entre los malhechores»,  entonces la importancia y las consecuencias de la maternidad son incalculables, son  divinas. Cómo la adoración a la virgen—como la «madre de Dios», la cual es ahora el  principal objeto de la devoción católica romana—ha venido a ocupar tan completamente a  los feligreses de esa antigua iglesia es una ilustración de la sutil e insidiosa penetración de  la tentación y de lo profundo del error en que caen los hombres que se aventuran a dejarse  guiar por su propia voluntad y no se cuidan de entregarse por completo a la dirección de la  voluntad de Dios. El Catolicismo sostiene que hay dos fuentes de revelación, las Sagradas  Escrituras y la voz de la Iglesia, la cual es un consenso de opinión unificada y confirmada  por el vocero autorizado de la iglesia, el Papa reinante. Pero, sabemos que estas dos  fuentes  de revelación son la expresión de la misma mente, y que nunca pueden tener variación; y en  lo concerniente al canon de la Escritura, está cerrado, concluido, y todos los cristianos  declaran que la Biblia es la verdadera expresión de la voluntad de Dios; por lo tanto,  cuando los hombres enseñan lo que no puede ser probado por la Sagrada Escritura, la inferencia natural es que tal enseñanza es errónea. La doctrina de la Biblia es fija e  inalterable; por lo que es muy concebible que la opinión de la mayoría, aun de los cristianos  vivientes, pueda estar tan equivocada y bajo la influencia de ideas humanas como para  alejarse de la verdad. Que esto ha ocurrido en realidad en la tan difundida adoración a la  bendita virgen es algo que se puede observar.  Se puede observar que desde el segundo siglo se presenta a Eva convertida en un tipo  de la virgen; que el pecado vino por quien no hizo caso de la palabra de Dios, y la  bendición vino por quien sí hizo caso de ella, Descubrimos también los síntomas de la  «mariolatría» en el texto de la narración de la caída. La Vulgata Latina, es la única versión  autorizada y recibida por la Iglesia Católica Romana. En dicha versión la promesa de Dios,  de que nuestro Redentor aplastaría bajo su pie a nuestro adversario el diablo, y nos libraría  de la esclavitud del pecado, está traducida como si se refiriera a la bendita virgen. Aunque  el verbo hebreo es masculino y los traductores de la Versión de los Setenta así tradujeron al  idioma griego la promesa, sin embargo la deliberadamente alterada traducción ha recibido  la sanción del papa, y en las ediciones que existen de las Biblias católicas, el versículo dice: «Pondré enemistad entre ti y la mujer y entre tu simiente y la simiente suya, ella herirá  (aplastará) tu cabeza y tú herirás (estarás acechando) su talón»; lo que ellos declaran es una  profecía de la exaltación de la virgen.  Por un proceso muy quisquilloso, que es característico de los teólogos romanos, se  definen tres clases de adoración: «dulía, hiperdulía, y latría». —Dulía es la adoración rendida a los santos y a los ángeles. —«Hiperdulía», una palabra acuñada por Tomás de Aquino, es ofrecida a la virgen. —Mientras que «latría», que significa adoración a Dios, servicio divino, está reservada  para Dios mismo. Ahora, aunque las diferencias de estas tres fases de la adoración estén claras  posiblemente para los teólogos eruditos, en la mente popular no hay tal discriminación. Y  lo que es notable es que allí no hay ningún intento de advertir a la gente del peligro de  cometer el pecado de idolatría. Esto no es parte de la confesión, a ningún penitente se le  pregunta jamás sobre este punto, y a nadie jamás se le ha impuesto penitencia por ofrecer  divinos honores a una criatura o a objetos creados. Es algo lamentable ver a los millones de  seguidores de esa antigua iglesia, que sin ninguna restricción ni advertencia de sus  directores espirituales como los atenienses de antaño están «completamente dados a la  idolatría». La misma palabra mariolatría expresa lo que sucede en la práctica, pero esta es  la costumbre católica, derivada de María y «latría», así la adoración rendida a Dios es  también la adoración rendida a María. Así que el aspecto misional de María de convertirse en una madre humana para que Jesús se convirtiera y aprendiera a ser humano, la cambiaron para que ella pasara de humana a diosa. La verdad que  lejos esté de mí  ridiculizar a los miembros de una gran  comunidad religiosa citando las monstruosas leyendas, increíbles visiones tenidas por la  virgen María, aserciones extraordinarias atribuidas literalmente a veintenas de santos, las  cuales abundan en la literatura católica romana, y ciertamente de las cuales está compuesta. Quizás ya se ha dicho lo suficiente—y no he dicho nada de las visiones de la virgen,  del «ángelus», de los escapularios, de las iglesias, de los altares del mes de mayo, de las  peregrinaciones, de las cofradías, de los inacabables atavíos de la mariolatría—para  demostrar que el ritual de la Iglesia Católica Romana da el mismo honor y la misma  adoración, y aún más a la virgen que el que se rinde al Salvador. Ciertamente en el sistema  romano a María se le ha dado el lugar del Espíritu Santo, cuya bendita presencia ha sido  completamente eclipsada por la exaltación humana de la madre de nuestro Señor.  Seguramente el Espíritu Santo sabía que Satán extraviaría tanto a los hombres, que él  mismo hizo que los santos hombres escribieran las Sagradas Escrituras de tal manera que  apenas si mencionan a la virgen María.  Solamente una vez se alude a María en los Hechos de los Apóstoles, y después nunca  más se vuelve a encontrar su nombre en el Nuevo Testamento. Pablo nunca la menciona, parece que nunca la vio. El Señor no sólo se abstuvo de asignarle a ella cualquier  participación en la obra de él, sino que cuando ella se aventuró a sugerirle que no había  vino. En las bodas, la respuesta de él ciertamente tiene una pequeña parte de reprensión: « ¿Qué tengo yo contigo, mujer? Mi hora no es venida». Y más tarde en su ministerio,  cuando las multitudes se apeñuscaban para escucharlo y verlo, sabiendo que su madre y sus  hermanos estaban ansiosos de llegar a él, él evidentemente no los atendió, sino que declaró  que aquellos que escuchan la palabra de Dios eran para él como sus parientes más cercanos. Los sacerdotes católicos romanos y sus adherentes dicen que no rinden adoración  divina a María, sin embargo le atribuyen omnipresencia y omnisciencia, porque esperan que oiga y atienda los millares de peticiones que se elevan hacia ella de todas partes al mismo tiempo, cuando no tenemos evidencia ni siquiera una sugestión de que ella, o los  santos puedan escuchar cualquier voz de nosotros.  Aunque debemos protestar con todo nuestro poder contra esta adoración anticristiana  de María, no es necesario rebajarla de ninguna manera del elevado y santo lugar que ella  siempre debe tener en el afecto y en el respeto de los creyentes de todos los siglos. María  siempre será para nosotros la más dulce entre las mujeres, la más santa entre las madres el  tipo más perfecto de la maternidad y de la feminidad, y un ejemplo de fe humilde y  obediente, y de dulce humildad y gracia. Es verdad María fue altamente favorecida, pero  ese favor también comprendió gran aflicción y sufrimiento, porque una espada atravesaría  su corazón. Sin embargo, Dios no llama al sufrimiento y a la responsabilidad sin otorgar  bendiciones compensadoras. Ella era la más humilde entre las mujeres, y por razón de su  alto destino llegó a ser la más grande entre todas ellas. «Todas las generaciones», dijo ella  en su canto «me llamarán bienaventurada». Ahora el Catolicismo ha cambiado esto para  hacer aparecer como que Dios, en aquel momento y en aquel lugar la deificó sobre todas  las  mujeres; cuando más bien esto fue una sencilla declaración de que entre las mujeres  ninguna había sido considerada digna de tener un honor tan elevado. Débora dijo con  respecto a Jael: «Sobre las mujeres bendita sea en la tienda» (Jueces 5:24). María es bendita  entre todas ellas, escogida y altamente favorecida; pero no elevada por sobre ellas como un  objeto de adoración. Su bienaventuranza consistió en que se le permitiera concebir en su  cuerpo al Dios hecho carne, y por causa de él, y en la santificación que vino a ella por  medio de este favor, poner delante de nosotros en su propia persona y en su carácter el  primero, el más elevado y dulce ejemplo de feminidad y maternidad: un tipo de santidad  que ha honrado a todas las mujeres en todos los tiempos.

Si la iglesia Católica  da tanta importancia a María y le da también  un lugar exaltado, los protestantes que le dan un lugar demasiado bajo, la han descuidado.  Los protestantes han tenido temor de elogiar y estimar a María en todo lo que ella vale, por  temor de ser acusados de inclinarse demasiado en simpatía con los católicos. De aquí que  ha resultado que la más noble de todas las madres es todavía la más mal entendida de todas  las madres y de todas las mujeres. Por una parte, ella es objeto de todo descuido, y por la  otra es objeto de una adoración inmerecida que honra su memoria en frías estatuas. En estos  tiempos cuando incontables millones adoran a María como si fuese Dios, que los  protestantes se opongan a la mariolatría y prediquen de manera enérgica, como nunca antes,  la realidad evangélica de que el Hijo que María concibió es el verdadero Hijo de Dios, el  único Salvador del género humano.

Es «salve María» y no «Ave María»

Hoy he estado pensando en la forma en que las ideas bíblicas se degeneran y se convierten en doctrinas extrañas. Al leer en la narración del NT encontramos que la palabra que el ángel usa es “salve” María, pero en el catolicismo se le ha designado el término “ave” María. ¿Por qué ocurrió este cambio? El hecho es que ésta es la verdadera posición de María según está declarada y  presentada por el ángel Gabriel. Este ángel había sido enviado del Cielo y había recibido  instrucciones de Dios con respecto a lo que debía decir cuando llegara a saludar a María.  Cuando Gabriel estuvo ante ella y la saludó, no le rindió adoración ni oró a ella: llegó a  anunciarle un acontecimiento maravilloso, y la saludó de manera conveniente para los dos.  El catolicismo  ha cambiado esta simple salutación en «Ave María», un término  que denota adoración y trasmite una súplica. Ellos usan esta salutación al acercarse a ella: «María, te adoramos; oramos a ti». Aunque bien podemos suponer que la salutación del  ángel fue hecha con una extraña y afable dignidad, como convenía a aquel que estaba en la  presencia de Dios, para traer un mensaje a la mujer a quien Dios había escogido para ser la  madre de Jesús, no da ni siquiera ningún indicio de que el ángel la haya adorado o le haya  hecho una petición para recibir algún favor de ella. Se nos dice que «todos los ángeles de  Dios adoraron» al Cristo resucitado; pero en ninguna parte en las Escrituras se nos dice que  ellos alguna vez le hayan ofrecido adoración o suplicación a ningún mortal, ya sea hombre  o mujer. El significado de la palabra «Salve» («chairoo») es gozo. En la forma imperativa  en que se usa aquí, significa «gozo a ti». No es una oración, sino una salutación gozosa que  tiene en sí la sugestión de las buenas nuevas o de un deseo de gozo para aquel que recibe la  salutación. Era una comunicación que producía gozo a María, y no una solicitud de favor  de parte de ella. Es decir el ángel saluda a la virgen; no ora a ella como si fuera una diosa. Para nosotros el  saludarla como el ángel lo hizo sería una crasa presunción; porque nosotros no somos como  era ella, ni ella es ahora como era entonces. Si aquel que era un espíritu saludó a aquella  que era carne y sangre aquí en la tierra, nosotros, que somos carne y sangre, no tenemos  que saludar a aquella que es un espíritu que está en el Cielo. Si nosotros oráramos a María  con la salutación del ángel,  cometeríamos un insulto para la virgen, para el ángel y para la  salutación. ¿Qué quiero compartir con este escrito? Bueno, deseo hablar sobre lo que la Biblia realmente menciona de María.

 

  1. I.                     En primer lugar se habla de la CONDICIÓN  MORTAL de María.

En ninguna de las referencias que se hacen a María en el Nuevo  Testamento, hay algún pensamiento que exalte a María para convertirla en un objeto de adoración. Parecería que, previendo este movimiento del espíritu del anticristo, nuestro  Señor ha hablado especialmente a ella y de ella en tal forma que muestre que aunque  altamente honrada y grandemente amada como era con respecto a su relación con Dios y el  hombre, ella no era más que cualquiera otra mujer salvada por la gracia, aunque escogida  para el alto honor de ser la madre de Cristo. En el canto que elevó María en su visita a  Elisabeth aparece como una devota y humilde adoradora, no como la «Reina del Cielo»  demandando adoración de parte de los demás. Reconoce que ha sido grandemente exaltada,  pero no a un lugar de adoración.  María, el instrumento humano de Dios para la entrada de Jesús en la humanidad, ha  sido víctima de las circunstancias que han obscurecido su carácter verdadero.   Quizás la ignorancia, el prejuicio, la falta de conocimiento han jugado una parte en la obstrucción de  la verdad. El odio hacia Jesús desató las más tremendas calumnias contra María; en el  Talmud ha sido llamada la amante de Panthera, un soldado romano, y en el mismo libro a  Jesús se le llama bastardo. Éste es el concepto más bajo que se ha tenido de María; pero no  es difícil que algunas lenguas sueltas de Nazaret hicieran que ella sintiera la fuerza de esta  calumnia cruel. Al principio José aparentemente tuvo este concepto de su prometida,  cuando supo de su condición, «no queriendo exponerla a la ignominia pública, se propuso  dejarla secretamente». Como tenía derecho a hacerlo. El pensó en estas cosas como  necesarias, como cualquier hombre recto y justo lo habría hecho.  Evidentemente, María no le había dicho a José como había llegado a estar en esta  condición. Pero, aun así, ¿habría él creído si ella se lo hubiera dicho? No es difícil ver la  perplejidad mental y la tensión que se posesionaron de José instantáneamente al descubrir  que María, como él pensó, le había sido infiel. «José, hijo de David, no tengas recelo de  recibir a María tu mujer; porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará  a luz un Hijo; y le llamarás Jesús; porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mateo 1:19– 21). De esta manera el ángel le habló a José, quien necesitaba mucho estas palabras de  aliento. El relato de Mateo muestra que José cambió de opinión con respecto a María  después del mensaje del ángel del Señor, cuando él creyó plenamente la palabra del ángel  Entonces tomó a su mujer, se casó con ella antes del nacimiento de Jesús. De esta manera  Mateo niega la calumnia judía en cuanto a María, y declara el nacimiento virginal de Jesús.  José no tuvo más dudas en cuanto a la pureza y la rectitud de María. Por tanto este es el  primer problema acerca del cual debemos decidir, a saber: la rectitud del carácter de María.  Por otro lado la historia de Lucas referente al nacimiento de Jesús difiere grandemente en los  pormenores de aquella que relata Mateo; pero está de acuerdo claramente en un punto  referente al nacimiento virginal de Jesús y a la pureza consecuente del carácter de María.  Aun más tarde, en el evangelio de Juan parece que tenemos un reflejo de la sospecha  popular respecto del nacimiento de Jesús. En la fiesta de los tabernáculos los fariseos  preguntaron burlonamente: « ¿Dónde está tu padre? «(Juan 8:19). Como si creyeran y  aceptaran la idea común de que Jesús era el hijo de José. De modo que en Juan 8:41 ellos le  espetan a Jesús las siguientes palabras: «Nosotros no somos hijos de fornicación», como  queriendo decir que Jesús si era. Esta mancha podría referirse a la historia relatada en el Talmud o a la idea de que Jesús había sido engendrado por José antes de su matrimonio con  María.

Ten ánimo: Esta frase me animó

Por qué me tiene que suceder esto a mí? Esa es una pregunta que nadie va a responderle satisfactoriamente. Le pueden aconsejar y le pueden alentar con todo el amor y con toda la sabiduría del mundo, pero como que no le basta, como que no es suficiente; su corazón sigue temblando de dolor, de angustia y, nada de lo que siempre le había sido útil para animar a los demás parece venirle bien a usted mismo. Una cosa es el problema que vive el otro y otra cosa, muy diferente, lo que le toca vivir a usted en su propia epidermis. Desearía que con este artículo Dios me permitiera realmente ministrar su vida. Todos pasamos por esos momentos donde necesitamos ser alentados. Nuestro querido Señor Jesús entiende cómo nos sentimos. Hay una expresión usada por el  Señor Jesús cuatro  veces que se ha  traducido al español  como “¡Ten ánimo!” o  sencillamente “¡Ánimo!”. La palabra en el griego es “thareseo”. Las tres veces que aparece en Mateo es un imperativo presente, que demuestra que la orden era dada porque las personas a las que se les dio estaban desanimadas. Y lo mismo es en el caso de Pablo. Encontramos que El la usa al dirigirse a cuatro factores que  consumen nuestro entusiasmo, nos desalientan y apagan nuestro gozo. 

El primer uso es para sobreponerse a la culpa: En Mateo 9:2 el Señor Jesús mira a un paralítico tendido sobre una cama y le dice “Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados”. Claro que el paralítico deseaba andar, pero la verdadera libertad y el gozo genuino sólo brotan de un corazón perdonado.

El segundo uso es para sobre ponerse a la enfermedad: En Mateo 9:22 encontramos a una mujer que vivía con la frustración de estar enferma por doce años. Ella sabía que Jesús era su única esperanza. Me imagino la vergüenza y el susto que sintió cuando su plan secreto de tocar a Jesús se hizo público. “Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado”. Este gesto del Señor la animó a tomar otros pasos de fe.

El tercer uso es para sobreponerse a la incertidumbre: En Mateo 14:27 vemos a los discípulos de noche, en un barco, en  una tormenta y sin la compañía de Jesús. Luego estos creyeron ver algo que nunca  había visto antes: “un fantasma”. Esto los aterrorizó. Jesús caminó hacia ellos y les  dice “¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!”. Lo que calma nuestro temor y anima  nuestros corazones es la presencia del Señor Jesús.

El cuarto uso es para sobreponerse al rechazo: El apóstol Pablo hizo lo que mejor pudo pero las cosas no salieron bien.  En Hechos 23:11 lo  encontramos triste, sólo y en la cárcel. Algunos se oponían a  sus esfuerzos evangelísticos, otros contradecían sus enseñanzas. Algunos hasta  juzgaban sus motivos. Normalmente de noche sentimos que nuestros problemas son  más grandes. En una de esas noches tristes, “se le presentó el Señor y le dijo: Ten  ánimo, Pablo”, aún tengo más trabajo para que usted realice.    Posiblemente usted esté pasando por tiempos difíciles. Estas palabras del Señor  Jesús también son para usted: “¡Ten ánimo! Yo conozco todo lo que has hecho y te  he perdonado. No estás solo, en estos momentos estoy a tu lado. Aún tengo trabajo  que deseo que realices para Mí. No tengas temor de usar tu fe nuevamente. Aprieta  Mi mano y demos otro paso para adelante”

Desafíos para renovar nuestro compromiso con Cristo II parte

El tercer gran desafío tiene que ver con  mis AMBICIONES y responde a la pregunta ¿Es Jesús  mi especial tesoro?

“Así, pues, cualquiera de vosotros que no  renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo” (v.33). ¿Será malo tener posesiones materiales? ¡No! El asunto de importancia es nuestra actitud hacia las cosas que tenemos. Como cristianos, somos administradores temporales de las bendiciones de Dios, nunca seremos dueños absolutos. Hemos nacido desnudos, y sin  duda nada llevaremos al partir. Pero es asombroso cuán fuertemente nos aferramos a las cosas materiales durante estas pocas décadas de vida. Para algunos es un carro, una casa o una cartera con tarjetas de crédito. Para otros podrá ser un computador portátil, algún tipo de ropa o su colección de música. ¿Qué posee usted  que le genera gran satisfacción? significado del versículo es claro: a menos que valoremos más al Señor Jesucristo que a cualquier cosa que tengamos, no podemos ser su discípulo.  Todos sabemos que nuestra salvación es un regalo de Dios. No podemos adquirirla por  esfuerzos propios. Con humildad y agradecimiento la recibimos gratuitamente. Aquí  el Señor Jesús no establece condiciones  para recibir la salvación. Lo que Jesús  establece aquí, con fuerza y claridad, es la actitud que necesitamos para vivir la vida cristiana normal. La expresión “no puede ser mi discípulo”, reafirmada por el Señor tres veces, enfatiza fuertemente el estándar. Me temo que nuestro cristianismo actual  permite mucha más flexibilidad. Muchos parecen estar satisfechos porque siguen las tradiciones de su congregación, son bautizados, o porque participan en lo que ellos consideran reuniones doctrinalmente sanas. ¿Marcamos una  diferencia entre nuestro estilo de vida y la de los materialistas, humanistas y amante de placeres que nos rodean? Por supuesto que no hay nada de malo con tener riquezas, ayudar a nuestro prójimo o en divertirse sanamente. Pero el estándar  al cual Jesús está llamando genera una perspectiva totalmente diferente de la vida. El llamado no es a parecerse a la sal, es ser sal. Tener sabor a sal,  tener las propiedades de la  sal, influenciar, sanar, transformar (v.34). Este compromiso con el Señor Jesús se expresa en los detalles de la manera en que vivimos. ¿Y qué si fallamos? ¡Tristemente a veces fallamos! Al fallar, nunca olvidemos la gracia de Dios. Cómo cristianos nacidos de nuevo somos ahora hijos de Dios. Somos aceptados y  profundamente amados por el Señor incondicionalmente. Nuestros éxitos y nuestras fallas no hacen que Él nos ame más o nos ame menos. Su amor por nosotros es constante, y la salvación segura. ¿Por qué, entonces, exige el Señor un nivel tan alto de consagración?  Una de las cosas que me llamó la atención de este pasaje en discusión es que al explicar los tres desafíos  para ser un verdadero discípulo, Jesús dibujó dos  cuadros en la mente de sus oyentes.

Primero el de un constructor que desea construir una torre (vs.28-30). Luego el de un rey que quiere hacer guerra contra otro rey (vs.31-32). El constructor y el rey consideran su objetivo y determinan lo que necesitan para terminar con éxito. Usted y yo podemos entender estas dos ilustraciones como una invitación a  reflexionar sobre el precio a pagar para ser un discípulo genuino de Jesucristo. La  Salvación es un regalo gratuito de Dios, pero para recibirla se requiere el  quebrantamiento del orgullo  y de nuestra terca voluntad. ¿Estamos dispuestos a pagar este precio? ¿Estamos buscando una versión más fácil de Cristianismo? También podemos entender estas dos ilustraciones de otra manera: Sabemos que hoy el Señor Jesús tiene un gran objetivo, la de edificar su Iglesia. Usted y yo somos piedras vivas. Estas tres condiciones para el verdadero discípulo, reflejan la calidad de piedra que Jesús requiere para construir bien. Sabemos que hoy estamos involucrados en una guerra espiritual. Estas tres condiciones para el verdadero discípulo reflejan el grado de consagración que Jesús demanda de sus soldados. Y las ilustraciones tienen una relación específica con los tres desafíos. Mire usted como.  Si Jesús no es mi amor supremo, vendrá una situación crítica en la que le negaré para agradar a otro. Si Jesús no es mi máxima prioridad, vendrá una situación crítica en la que le desobedeceré para perseguir mis  propios sueños. Si Jesús no es mi especial tesoro, vendrá una situación crítica en la que descuidaré su causa para proteger mi inversión. Así que nuestro Señor Jesucristo hablaba la verdad en amor, sin rodeos. Sus enseñanzas a veces eran bastante radicales, provocaba y confrontaba a sus oidores. Notamos que Jesús no rechazó la invitación a comer con pecadores ni cambió el día de realizar un milagro para evitar ofender  a los religiosos. El Señor Jesús hablaba abiertamente acerca de las enemistades, el adulterio, el divorcio y la hipocresía religiosa. Él no diluía sus palabras para satisfacer la  audiencia o para incrementar el número de seguidores. En el evangelio de Juan capítulo 6 encontramos a Jesús motivando a la multitud que le escuchaba a rechazar la superficialidad espiritual y progresar hacia una relación más profunda con Dios – una verdadera consagración. Al escucharle, muchos exclamaron “Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?” (v.60).Y usted cómo se siente ante el alto nivel compromiso requerido por Jesús?  Muchos se sintieron atraídos por la hermosa personalidad de Jesús. Muchos siguieron a Jesús en busca beneficios materiales o porque necesitaban de un  milagro. Pero cuando Jesús hizo el llamado a un compromiso más intenso, muchos  “volvieron atrás, y ya no andaban con él”  (v.66). ¿Cómo se sienten los líderes  cuando sus seguidores comienzan a desertar? ¿Tiene Jesús en oferta una versión de cristianismo menos costosa o que  requiera menos? ¿Será que Jesús está dispuesto a negociar un trato especial con sus amigos más cercanos para no  perderlos? Mientras miraba  las espaldas de aquellos  le abandonaban, Jesús se dirige a los doce discípulos que aún permanecían y les pregunta: “¿Queréis acaso iros también vosotros?” (v.67). Ellos también tenían plena libertad de volver sus espaldas a Jesús y alejarse con los demás. Aunque estos eran sus amigos más cercanos, Jesús no rebajó el estándar  para que se quedasen con Él. No nos  equivoquemos hermanos, ese alto nivel de devoción y compromiso sigue siendo el estándar esperado de todo verdadero discípulo de Jesús. ¿Qué vamos a hacer? ¿Cuál es la alternativa?  Dentro de cada uno de nosotros existe un motor. Hay algo que nos impulsa, que nos  mueve, algo que hace que nos levantemos por la mañana, algo que nos estimula a estudiar y trabajar duro. Ese algo inspira creatividad y nos dispone a esforzarnos y a sacrificarnos. El motor puede ser un deseo de luchar por nuestra comodidad, seguridad, reconocimiento o el éxito.  El motor puede ser la necesidad de huir del peligro, el temor de llegar a ser un “don nadie”, la vergüenza de una vida vacía sin actividades. ¿Cuál es la fuerza que conduce su vida? ¿Qué lo está moviendo?  El apóstol Pedro consideró las opciones  que tenía disponibles. ¿Será que Jesús pedía demasiado? ¿Sería este un buen momento para despedirse de Jesús y unirse a la multitud que se alejaba? Pedro miró a Jesús y  respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (v.68-69). ¿Qué cosa o qué persona es digna de ese primer lugar en nuestros corazones hoy? El Señor Jesús no está llamando a los cristianos a que  se aíslen de la vida social normal y se internen en monasterios. Su llamado es a un cambio radical interno. Al vivir como discípulo de Jesucristo, usted no se verá a sí mismo  cómo a una madre, un ingeniero, o una enfermera que por “casualidad” también es cristiana o cristiano. ¡No! El discípulo se percibe a sí mismo primeramente como un  cristiano o una cristiana, y luego como una madre, un ingeniero, o una enfermera. Esta devoción a Jesús no nos convierte en personas excéntricas ni desentendidas de los demás. Cuando Jesús es la pasión de nuestros corazones, la vida toma  la perspectiva correcta. Somos mejores estudiantes, mejores trabajadores, mejores vecinos, mejores hijos, mejores padres, mejores cristianos. Únicamente la centralidad de Jesús en nuestras vidas nos permite vivir de una manera sana y equilibrada.  Jesucristo entregó su vida  para redimir a un pueblo que  fuera suyo. Jesús ofrece salvar gratuitamente a todo aquel que crea  en Él, es decir, al que se humille, se arrepienta de su pecado y le entregue su vida. La salvación es un regalo, pero la vida cristiana es un reto. Si vamos a ser útiles a nuestro nuevo Dueño, si vamos a ser verdaderos discípulos del Señor Jesús, algo dentro de nosotros tiene que romper. Cuando Abraham demostró que era más consagrado a Dios que a su propio hijo Isaac, Dios le devolvió a Isaac. Pero durante el doloroso  proceso, el Señor quebró algo dentro de Abraham. ¿Ha tenido  usted la experiencia de quebrantarse delate de Dios? ¿Aún discute con Dios reclamando algún derecho personal? Debemos tomar la decisión consciente de entregarle todos nuestros planes y sueños al Señor – debemos tomar nuestra cruz, y poner a Jesús en el centro de nuestros corazones. ¿Cómo pudo el apóstol Pablo continuar gozoso viviendo circunstancias tan adversas? El estaba apasionadamente consagrado a una persona: “Porque para mí el vivir es Cristo” (Filipenses 1:21). Sin duda alguna, el Señor Jesús sigue siendo merecedor de nuestra plena devoción.

Desafíos para renovar nuestro compromiso con Cristo

Muchas veces los primeros pensamientos que me vienen a mi cabeza en el momento en que voy a subir al púlpito el día domingo a predicar en mi iglesia es que muchos de los que me están oyendo en ese momento  han tenido el privilegio de haber nacido y haber sido formados en hogares cristianos y de pertenecer por muchos años a esta congregación. Cada domingo sin excepción (pienso yo) asistimos a las reuniones de la iglesia, leemos las Sagradas Escrituras y cantamos los himnos. Sentimos que estamos en el lugar correcto y haciendo las cosas como se  deben de hacer, pero… en lo muy íntimo notamos que algo  falta. Así que de vez en cuando, en momentos de  introspección, veo que nos preocupa la falta de  emoción que acompaña nuestra  expresión de vida cristiana. Y es que lo que sentimos es  muy diferente al entusiasmo y la satisfacción que nos invade cuando progresamos en la vida académica o tenemos éxito en nuestra vida profesional. Es tan diferente  de esa emoción fresca y expectante que sentimos al reservar nuestras próximas vacaciones o al llegar a casa con un nuevo aparato electrónico. Me pregunto ¿Esta insipidez y  monotonía es normal? ¿Así es nuestra versión de cristianismo genuina? ¿Estamos en lo correcto al llamarnos “seguidores  de Jesucristo”? Al fin y al cabo ¿Qué es un discípulo de Jesús? Por lo menos puedo ver en el NT que ser un discípulo es ser alguien que está aprendiendo, alguien quien sigue su maestro y se somete a sus enseñanzas. En  el Nuevo Testamento encontramos la  palabra “discípulo” unas 270 veces. Esta  palabra no es idéntica a términos como  “salvado”, “santo” o “nacido de nuevo”. En un sentido general, la palabra discípulo se utiliza para referirse a aquellas personas que caminaban con Jesús o que simplemente lo admiraban (Juan 6:66; 19:38). Algunas veces este término es usado  para referirse a los 12 apóstoles (Lucas 22:11). También es usado para identificar a aquellas personas que verdaderamente estaban comprometidas con Cristo. Tanto hombres como mujeres se hallaban entre sus discípulos (Hechos 9:10, 36). Probablemente como expresión de desprecio,  los discípulos fueron llamados por primera vez “Cristianos” por los años 44 DC (Hechos 11:26) – un término usado únicamente 3 veces en el Nuevo Testamento. Fue sólo desde el segundo siglo en adelante que el nombre “Cristiano” fue aceptado por los creyentes como un título de honor. En sus escritos, el apóstol Pablo nunca usó las palabras “discípulo” o “Cristiano”. Hoy esto me llevó a pensar en el doctor Lucas y como  narra la historia donde Jesús explica lo que espera de sus seguidores (Lucas 14:25-35). Creo que al ver el contexto en ese día, mucha gente dejó a un lado sus trabajos y ocupaciones para escuchar y aprender las enseñanzas del Señor Jesús. ¿Eran estas personas realmente discípulos de Jesús? ¿Con qué nivel de compromiso seguían a Jesús? Jesús se dirigió a esta multitud de seguidores ocasionales y los asusta – los confronta con tres condiciones básicas. ¿Será posible que hoy usemos la misma estrategia?

El primer desafío tiene que ver con mis EMOCIONES y responde a la pregunta ¿Es Jesús mi amor supremo?

“Si alguno viene a mí, y no aborrece a su  padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su  propia vida, no puede  ser mi discípulo” (v.26). Las Sagradas Escrituras promueven los valores familiares. Indudablemente este no es un llamado a despreciar a nuestra familia. El término “aborrecer” es usado en una manera relativa (Mateo 10:37).  Entre las diferentes personas que conocemos, naturalmente amamos a unos más que a otros. Y lo que Jesús está diciendo es que si no le amamos de una manera más fuerte y más profunda que a cualquier otra persona, no podemos ser su discípulo. El Señor Jesucristo pide este lugar supremo en nuestro corazón. ¿Qué lugar ocupa Jesús en su corazón?

El segundo gran desafío tiene que ver con CONVICCIONES y responde a la pregunta ¿Es Jesús  mi máxima prioridad?

Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo” (v.27). En aquellos días, bajo el dominio de Imperio  Romano, el que cargaba su cruz tenía pocas horas de vida. ¿Qué pensamientos tendría un hombre mientras llevaba su cruz? Experimentaría un profundo cambio en  sus prioridades. El pleito sobre esa herencia ya sería insignificante. Sus diplomas, cuentas bancarias, y el estatus social perderían su valor. Su cosecha que anticipaba con alegría, sus proyectos de negocios y su plan de pensión ya no importarían para nada. Cargar su cruz es vivir el presente a la luz de la muerte y la eternidad. Cargar nuestra cruz de buena gana es rendir esos derechos que creemos tener. La cruz transforma nuestros valores y nuestras prioridades. No es que sea incorrecto hacer planes, soñar o aspirar. Lo que Jesús está diciendo es que a menos que Él sea la máxima prioridad en nuestra vida, más importante que nuestros sueños y aspiraciones, no podemos ser su discípulo. ¿Qué objetivo o qué sueño está moviendo su vida? Me pregunto ¿porque cada vez más el concepto de la cruz ha perdido vigencia en nuestros discursos y mensajes cristianos?

Huellas de un cristiano útil


Probablemente Tito y Timoteo son los dos  compañeros más conocidos del apóstol  Pablo. El apóstol se refiere a cada uno como “mi hijo en la fe” (Tito 1:4; 1 Timoteo  1:2). Ambos jóvenes tenían un trasfondo griego (Gálatas 2:3; Hechos 16:3) y ambos  eran considerados por el apóstol Pablo  como “mi compañero y colaborador” (2 Corintios 8:23; Romanos 16:21). Muchas veces me he preguntado cómo sería estar  en los zapatos de un joven de estos. Poder viajar con aquel gran apóstol y  misionero; verlo predicar y debatir ante multitudes hostiles, y escuchar sus sabios  consejos sobre los problemas en las iglesias; escucharlo orar, hablar de sus planes  evangelísticos y compartir su estrategia  para edificar cristianos en iglesias. ¿No  siente usted un poco de envidia (¡en el buen sentido de la palabra!) de la experiencia  de estos dos jóvenes? Conocemos más de la vida de Timoteo que la de Tito, pues  es mencionado el doble de veces en las Sagradas Escrituras. Sin embargo, al unir  una docena de referencias que mencionan  a Tito, encontramos que es un buen  modelo para nosotros, un  hombre dedicado a Dios y muy práctico. Estas 12  referencias se agrupan alrededor de cinco situaciones o eventos que cubren un  periodo de aproximadamente 13 años.

1. Tito en Jerusalén – Gálatas 2 – Fiel al vivir sus convicciones

La primera vez que leemos acerca de Tito, lo encontramos viajando a Jerusalén en  compañía de Pablo y Bernabé (Gálatas 2:1-5). Probablemente este no fue un viaje  muy placentero, ya que estaban viviendo un tiempo de conflicto. Algunos creyentes  del corte legalista estaban acusando a  Pablo de promover un cristianismo  demasiado “libre”, sin la circuncisión, sin el debido respeto por la Ley y sin promover  las tradiciones judías. Algunos estudiosos asocian este viaje con el Concilio de  Jerusalén que se describe en Hechos 15, alrededor de los años 49-50 A.C.  Muchos en su juventud prefieren un paseo  o un partido de fútbol que sentarse en  una reunión de discusiones doctrinales. También nosotros podemos llegar a pensar  que estudios Bíblicos intensivos y las  conferencias cristianas son para los demás  creyentes, para esos creyentes retraídos, intelectuales o un poco “extraños”. Quizás Tito pudo haberse preguntado si esas doctrinas a debatir en Jerusalén justificaban  ese viaje tan largo con tanto desgaste de energía. ¿No sería más sencillo mostrar un  espíritu sumiso y conformarse a la presión de los hermanos legalistas? ¿Por qué no  entregar una parte de esa “libertad que tenemos en Cristo” para mantener la paz y la  unidad entre todos? El apóstol de los gentiles, un hombre de experiencia y lleno de  Dios, era consciente del daño tan grande que se generaría si se llegase a ese arreglo.  Casi podemos oírlo diciendo con severidad “ni por un momento accedimos a  someternos  (a los legalistas), para que la verdad del evangelio permaneciese con  nosotros” (2:5). Notamos que el joven Tito  se identifica firmemente con la posición  de Pablo y Bernabé.  Unos cinco y seis siglos atrás los cristianos preferían ser quemados vivos antes que  negar sus convicciones. Los primeros creyentes que se  convirtieron al evangelio en El Salvador  también encontraron gran oposición y aún persecución. ¿Será que  usted y yo tenemos algunas convicciones Bíblicas por las cuales estamos  dispuestos a sufrir? En nuestro mundo moderno, que valora la comodidad personal y la tolerancia religiosa, es más fácil  seguir paseando y jugando fútbol que conocer,  mantener y defender verdades Bíblicas.

 2. Tito en Corinto – 2 Corintios 7 – Fiel al amar a sus hermanos

 Unos cinco años después encontramos a Tito relacionado con la asamblea en  Corinto. En su segunda carta a esta iglesia, Pabla relata un encuentro que tuvo con  Tito: “Por esto hemos sido consolados en vuestra consolación; pero mucho más nos  gozamos por el gozo de Tito, que haya sido confortado su espíritu por todos  vosotros” (7:13). Tito no estaba tan solo  cumpliendo con su deber en Corinto, sino  que sentía un gran “cariño” (7:15) por estos hermanos. Pero no olvidemos que la  asamblea en Corinto estaba muy lejos  de ser una asamblea perfecta. Había  conflictos entre los hermanos legalistas (“Yo soy de Pedro”), los hermanos activistas  (“Yo soy de Pablo”), los hermanos intelectuales (“Yo soy de Apolos”) y los hermanos  súper-espirituales (“Yo soy de Cristo”). La asamblea presentaba casos de  inmoralidad y una triste indiferencia  hacia estos pecados; había carnalidad y  rivalidades entre aquellos que tenían dones. Pero Tito los amaba. Eran sus  hermanos.  ¿Qué aporta usted a la vida de su iglesia local? ¿Contribuye usted a ese ambiente  pesado con críticas pesimistas y desalentadoras? ¿Es usted un hermano  complicado y difícil de agradar? Mientras  estemos en este planeta, ninguna  congregación cristiana será  perfecta. Pero esto justifica la pasividad y el  conformismo. Cada asamblea debe procurar mejorar y crecer. Estoy seguro que Tito  influyó positivamente en el desarrollo positivo que vivió la asamblea en Corinto.  ¿Qué fragancia estamos dejando al caminar por esta vida? ¿Dejamos a nuestro  paso un aroma agradable? ¿Amamos lo suficiente a nuestros hermanos para  servirles – aun aquellos con los cuales sostenemos sentidas diferencias? Para que  haya una comunión real y cálida entre el pueblo de Dios es indispensable tener una  comunión real y cálida con el Señor Jesús. Tito se convirtió en una fuente de  “reposo” para el “atribulado” apóstol (7:5,6). Si en realidad amamos a nuestros  hermanos, el Señor también puede usarnos para animar y consolar a otros.

3. Tito de viaje – 2 Corintios 8 – Fiel al administrar recursos

En el capítulo siguiente (2 Corintios 8), encontramos a Tito involucrado en asuntos  de dineros. El proyecto consistía en  recoger algunas ofrendas de diferentes  asambleas y llevárselas a hermanos necesitados en Judea. Tristemente, hay que  admitir que el corazón humano naturalmente  se inclina hacia la deshonestidad: ya  sea obtener ingresos de una manera incorrecta, malgastar dinero o usar los recursos  para controlar a otras personas. Me imagino que a través de los años, el apóstol vio  muchos desordenes económicos entre Cristianos, por lo cual él procuraba “hacer las  cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino también delante de los  hombres” (8:21). El apóstol necesitaba unos creyentes de confianza para este  proyecto. Hoy en día también hay gran necesidad de hombres y mujeres que sean  honestos y fieles en la administración de recursos económicos. Hay una escasez de  este calibre de creyente en todo campo misionero. ¿Es usted una persona en la que  se puede confiar? ¿Su manejo de finanzas en el pasado inspira la confianza de sus  hermanos? Ningún equipo cristiano puede funcionar bien si contiene elementos irresponsables.  Tito y los otros que fueron escogidos para esta delicada labor eran hombres  disciplinados y transparentes. Su  honestidad y confiabilidad habían sido  comprobadas en repetidas veces (8:22). Si usted hubiera vivido en ese tiempo, ¿lo  habrían recomendado para esa tarea tan  delicada? ¿Pueden los demás confiar  plenamente en usted? ¿Persiste usted con lo que comienza hasta terminar? ¿Su  vida ha mostrado compromiso con la causa  de Cristo? A cada uno el Señor le ha  confiado tiempo, energías y algunas posesiones materiales. A algunos el Señor  también les ha confiado hijos, un empleo, un ministerio… ¿Estamos mostrando  fidelidad en el manejo de estos recursos? Las palabras de nuestro Señor Jesús aun  son válidas hoy: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en  lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto” (Lucas 16:10).

4. Tito en Creta – Tito 1,2 – Fiel al realizar una tarea difícil

Tito trabajó con Pablo en la isla de Creta. Se formaron nuevas asambleas de  creyentes congregándose en varias ciudades de la isla. Podemos imaginarnos la  vitalidad y el entusiasmo que había en estos nuevos creyentes, pero también habían  muchas deficiencias. Por el año 62 D.C., en un momento crítico del trabajo, el  apóstol tuvo que salir, dejando a Tito solo en la isla. Poco después, el apóstol le  escribe: “Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y  establecieses ancianos en cada ciudad” (Tito 1:5). Esta  no era una tarea fácil. El  ambiente moral en la isla era decadente: “Los cretenses, siempre mentirosos, malas  bestias, glotones ociosos” (1:12). Algunos  se oponían al evangelio (1:9). Junto al  gran número de creyentes nuevos, probablemente había varios creyentes de más  trayectoria. Leemos que había cretenses  presentes en ese día tan especial de  Pentecostés (Hechos 2:11). Estos creyentes ahora tendrían casi 30 años de  tradición y suficiente influencia para resistir las propuestas de Tito. Estos podrían  contrarrestar la corrección diciendo: “aquí  siempre se han hecho las cosas de esta  manera”. Leemos que entre los hermanos de Creta habían “habladores de  vanidades”, “engañadores” y legalistas del grupo de “los de la circuncisión” (1:10).  Entre ellos algunos les gustaba las “contenciones” y “discusiones” (3:9), y otros hasta causaban “divisiones” (3:10). Estoy seguro que el servicio fiel y amoroso de  Tito en la ciudad de Corinto fue usado por Dios para preparar a este joven para el  reto que le esperaba en Creta. Es posible que usted esté pasando por una situación difícil en estos momentos. Pero  las dificultades no duran para siempre. Los problemas y el sufrimiento son usados  por el Señor para desarrollar y consolidar a Sus siervos. ¿Adónde se aprende la  perseverancia? Dios utiliza nuestras frustraciones y nuestras lágrimas para reducir  esa distancia entre lo que sabemos y lo que vivimos (1:16). Para ayudarle en esta  difícil tarea en Creta, Pablo delega en Tito su autoridad apostólica. Hoy en día  nuestra única base de autoridad son las Sagradas Escrituras. El modelo de  constancia y fidelidad que Tito mostró en Creta fue una inspiración para otros. La  autoridad moral no se puede delegar; tampoco se puede imponer ni exigir. La  autoridad moral se obtiene “presentándote  tú en todo como ejemplo de buenas  obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e  irreprochable” (2:7,8). Debemos obrar de tal manera que nuestras acciones “adornen  la doctrina de Dios nuestro Salvador” (2:10). ¿Qué tal comparamos frente a este  estándar? ¿Nuestra vida inspira autoridad moral? ¿Nuestra forma de vivir la vida  Cristiana credibilidad? Influenciar a otros con nuestro buen ejemplo es el mejor tipo  de liderazgo.

5. Tito en Dalmacia – 2 Timoteo 4 – Fiel al persistir hasta el final

La última referencia en la Biblia a Tito la encontramos en 2 Timoteo 4:10. La  segunda carta a Timoteo fue la última que escribió el apóstol Pablo antes de morir.  En ella el apóstol expresa que siente una soledad, algo que ocurre con cierta  frecuencia entre siervos de Dios de edad avanzada: “me abandonaron todos los que  están en Asia” (1:15). “En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado” (4:16). Pero  cuando la edad y la debilidad física limitan el gozo y la satisfacción del servicio  activo, el siervo de Dios aprende más y más  a sentir y a disfrutar la presencia del  Señor: “Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas” (4:17).  Recordando sus muchos sacrificios y años servicio en el ministerio, el apóstol  concluye: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”  (4:7). Ahora miraba hacia adelante, a esa “corona de justicia” (4:8). Sin embargo  también tenía varios consejos finales para sus colaboradores más jóvenes: “Sé  sobrio en todo, soporta las  aflicciones… cumple tu ministerio” (4:5). Termine el  trabajo que se le ha encargado. Fielmente  prosiga hasta llegar a la meta. Termine  bien.   La mente del apóstol se ahora se enfoca en algunos de sus colaboradores más  cercanos: “Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a  Tesalónica” (4:10). ¿Qué movió a Demas a  irse a Tesalónica? ¿El gusto por el  alcohol o las drogas? ¿El placer de una  vida inmoral? ¿O sencillamente fue  absorbido por un buen empleo secular? ¿Será que Demas buscaba un ascenso o  estabilidad financiera? No sabemos la razón precisa. ¿Y Tito? El versículo continúa: “Crescente fue a Galacia, y Tito a Dalmacia” (4:10). Tito había comenzado una  nueva etapa en su vida. Si Tito comenzó a viajar con Pablo cuando tenía un poco  más de 20 años de edad, ahora Tito se acercaba a los 40. Más de una década de trabajo a la sombra del gran  apóstol estaba llegando a su fin. Gracias a Dios por  esos padres creyentes, pero llegará el día en que tendremos que vivir nuestra fe sin  su apoyo. Gracias a Dios por esos hombres y mujeres de Dios que nos aconsejan,  nos animan y nos dicen “bien hecho”. Pero ellos también pasarán. ¿Estamos listos  para quedarnos solos? ¿Estamos preparados para seguir adelante sin el apoyo y sin  la supervisión de estas personas? Por lo que sabemos, Tito persistió fielmente hasta  el final.

Conclusión

Estos breves encuentros con cristianos  de entusiasmo y útiles como Tito nos  motivan a revisar nuestras prioridades y nuestra manera de vivir. Tito compartía la  preocupación del apóstol: “Aprendan también los nuestros a ocuparse en buenas  obras… para que no sean sin fruto” (Tito 3:13). Tito dejó unas huellas dignas de  seguir. Ojala nosotros también.

Reflexiones sobre el aniversario de una Iglesia

Bueno estos días no he escrito. ¿La razón? Altamente desanimado. El jueves 22 estuve en un desayuno con cuatro hombres siervos de Dios y de bastante trascendencia en el evangelio de este país, El Salvador. Tengo respeto por ellos, sé que han luchado a su manera, y han hecho todo por amor a la obra de Dios. Cuando los escucho, doy gracias a Dios por sus ministerios, y por lo que hicieron por Cristo. (Y pienso que seguirán haciendo). Se les sentó en la plataforma y se le hicieron preguntas sobre sus ministerios, carreras, familias, retos. Pienso que dejaron entrever su preocupación por las siguientes generaciones. Entre todos ellos sumaban 212 años de ministerio. Sólo uno de ellos aseguró tener 80 años de ministerio. Sin embargo salí con una sensación bastante incómoda. En realidad me sentí un poco después, algo desanimado. Pienso que fue excelente poder celebrarles a estos hermanos su servicio. Ellos fueron reconocidos dentro del marco del aniversario de la Iglesia a la que tuvieron el privilegio de servir e iniciar. Pero una vez más me quedé pensando en términos de celebración de aniversarios no salimos del aspecto muy peculiar de las iglesias latinoamericanas. Las celebraciones de aniversarios de las iglesias y organizaciones son actividades muy regulares en las iglesias evangélicas.  Es común escuchar de congregaciones o misiones que celebran su aniversario número 15 o 20 como congregación y hacen una gran fiesta. Lamentablemente, no pueden ver la tristeza que deberían tener por no haber llegado a ser constituidos como Iglesia en tantos años.  Nuestra tendencia es celebrar el pasado y no ver ni el presente y mucho menos hacia al futuro.  Siempre que celebramos el aniversario, nuestro énfasis fue en cómo se inicio la iglesia, quienes la fundaron, cuáles fueron los obstáculos, etc. Pero difícilmente se pregunta a la luz de ese pasado ¿cómo está la iglesia hoy? Esta pregunta es dolorosa debido a que se puede disfrazar la respuesta o no se contesta con la sinceridad cristiana que merece. Por eso nuestros aniversarios son un refugio a lo que fue, a los hombres que estuvieron y a rendirle un tributo por lo que dejaron. (Y esto no es malo que conste). Muchas veces el presente de nuestras iglesias deja mucho que desear de lo que se ve en el pasado, por eso es más  lindo y satisfactorio quedarse en los logros de ayer. ¿Si la pregunta como estamos hoy? Es incómoda mucho más será en la celebración de un aniversario ¿cómo estaremos mañana? Es decir  el futuro no es tema de discusión en muchas iglesias; sobre todo el futuro a largo plazo.  La reflexión y planeación de muchas Iglesias sólo llega hasta el futuro inmediato: la próxima semana, el próximo mes, y en el mejor de los casos, el próximo año. Muy pocas iglesias tienen una estrategia bien definida para afrontar el futuro y avanzar el reino de Dios. El pasado es importante porque aprendemos de los aciertos y sin sabores de otros, encontramos identidad en nuestra historia y nos animamos a seguir adelante.  Pero para avanzar el reino, nunca será suficiente con celebrar el pasado sin soñar con el futuro. Lo que fue, puede ser todavía mejor.  Lo que ha sido, tiene que avanzar y florecer.  Si queremos una iglesia diferente tenemos que cambiar esta tendencia de deleitarse sólo en el pasado.  Tenemos que comenzar a soñar, planear y actuar para que las siguientes generaciones reciban una iglesia evangélica mucho más sólida y fortalecida.

Por otro lado cuando se piensa en términos del futuro, sobre todo al celebrar aniversarios,  se piensa en mantener en lugar de alcanzar. La preocupación de muchas iglesias es mantener a los que ya están. Esto, por supuesto, no está mal.  El problema empieza cuando los líderes no sueñan con los que podrían alcanzar, sino se conforman con mantener a los que ya están. Casi siempre las decisiones se toman con base en la comodidad y preferencias de los que ya son creyentes, sin desafiarlos a esforzarse a ser “todo para todos, a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles” (1 Co 9:22 NVI).  Se habla de evangelizar y de alcanzar al perdido, pero no somos capaces de cambiar nuestras cómodas costumbres con tal de acercarnos al que necesita de Cristo. No estoy sugiriendo que no evangelizamos.  Por supuesto que sí lo hacemos.  El problema está en que consideramos el evangelismo como algo más que hacemos en la iglesia, en vez de ser una actitud  que se refleje en todo lo que hacemos. Esta realidad es evidente en el descontento que producen algunos intentos de ser más sensibles con los invitados. Si proyectamos la letra de los cantos en la pantalla como una cortesía para todos los invitados que no tienen himnarios, algunos creyentes se muestran descontentos porque dicen que está mal ajustarse a los incrédulos.  Dicen: “Si quieren ser cristianos, tienen que ser como nosotros y hacer lo que nosotros hacemos”.  Algunos creyentes encuentran ofensiva la solicitud de ceder su asiento para algún invitado. Estacionamos nuestro automóvil en el lugar más cercano al edificio, en lugar de dejar ese lugar para algún invitado. Los sermones se preparan pensando sólo en los de casa y hablamos usando el “código” evangélico que sólo los de adentro comprenden. En fin, no sabemos ser anfitriones porque tenemos la mentalidad de que la iglesia es como un club para “santos”.  Nos interesa mantener el status quo del club; los pecadores vendrían a estropear nuestro club y sus prácticas tradicionales. Necesitamos romper con este falso concepto de lo que es la Iglesia.  La Iglesia es la estrategia de Dios para alcanzar al mundo.  Debemos ser una comunidad que atraiga a los pecadores, que reciba a los que necesitan al Señor; una comunidad que se esfuerza por compartir, con sus palabras, acciones y actitudes, las mejores noticias jamás conocidas: el Evangelio.

Otra cosa que veo cuando celebramos aniversarios  es que para  muchos evangélicos es de suma importancia conservar la tradición ministerial recibida del pasado.  De acuerdo con esta mentalidad, lo que se ha hecho en el pasado se vuelve la norma para definir lo que se puede o debe hacer en el ministerio presente.  Esto fue en realidad lo que me dejó una sensación de inquietud cuando estuve en la reunión que mencioné al inicio. Estos hombres de Dios se refirieron al futuro nuestro (es decir a la generación que estábamos sentados oyendo) en términos de lo que ellos vivieron en el pasado. Que fue excelente y bueno, pero que creo que ahora se deben buscar otras fórmulas. Esto es debido a que como evangélicos tenemos la tendencia a que el tiempo y la repetición van dejando la idea de que las prácticas ministeriales tradicionales son necesariamente la única manera aprobada por Dios para realizar el trabajo de la Iglesia. Toda propuesta que atente contra la tradición ministerial del pasado es considerada liberal, peligrosa y fuera del orden evangélico. No cabe duda que la tradición es importante porque nos conecta con los santos del pasado, provee el sentido histórico de nuestra identidad y es un freno amigable para nuestras tendencias extremosas.  Sin embargo, la tradición simplemente es una manera en la que la Iglesia ministró en un contexto cultural particular, en cierta época de la historia, atendiendo necesidades y personas específicas.  No necesariamente es la única manera endosada por Dios para el ministerio. Por lo tanto, es necesario considerar el contexto cultural, social, político y religioso en el que ministramos para determinar cómo la herencia del pasado nos ayuda o nos distrae para servir en las circunstancias actuales.  No se trata de rechazar del todo la tradición, sino evaluarla y ajustarla al entorno presente para poder ser relevantes en nuestra cultura. Cómo seremos relevantes con nuestro ministerio femenil, por ejemplo, en una cultura urbana donde las mujeres forman parte activa de la fuerza laboral y tienen horarios tan variados. Cómo alcanzaremos con el evangelio a una juventud que está creciendo en la era del ciberespacio y multimedia. Cómo ministraremos en una época en la que la familia compuesta por papá, mamá e hijos es una especie en extinción. Cómo seremos relevantes a estas nuevas condiciones de ministerio. La tradición es muy buena, pero nunca olvidemos que somos llamados a ministrar relevantemente en un contexto diferente.  Los propósitos bíblicos para el ministerio nunca cambian, no obstante, las estrategias específicas para lograrlos pueden variar de cultura en cultura, de lugar en lugar y de época en época.

Finalmente algo que me quedó grabado en la mente, fue una pregunta: ¿Cuáles fueron sus mayores obstáculos en el ministerio y como lo superaron? Los cuatro hermanos afirmaron que nunca tuvieron obstáculos. Uno de ellos, un hermano americano sugirió escasamente que fue lo económico. Pero los otros dijeron que nunca tuvieron obstáculos. Eso me hizo sentirme como alguien fuera de ese ámbito ministerial. Que conste, que no estoy ni cuestionando y diciendo que no fue cierto lo que ellos dijeron. Yo respeto a esos hombres de Dios. Pero cuando veo mi naturaleza, y veo mi ministerio (casi 31 años) yo si he tenido obstáculos, yo mismo he sido un obstáculo para Dios, mi pecado, mis grandes debilidades, mi condición de muchas independizarme de Dios, ha interrumpido muchas veces el proyecto que Dios tiene en mi vida. Pero quizás hoy es más “carnal” el ministerio. Cuando pienso en eso, sólo llego a la conclusión que por la gracia de Dios me he mantenido y me ha sostenido hasta ahora. Porque para serles sinceros, no quepo en ese perfil de mis amados hermanos “caballeros galopantes de Cristo” (y lo digo con mucho respeto) No encajo en el modelo de Don Quijote, creo que encajo más en el modelo de Sancho Panza. Quizás cuando llegue a una edad más avanzada mire hacia atrás como mis hermanos y pueda sentirme como ellos, pero por el momento no existe esa sensación. Sin embargo hay una luz de consuelo para mí, Pablo dijo: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome  a lo que está adelante, prosigo a la meta al premio del supremo llamamiento  de Dios en Cristo Jesús” No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto, sino que prosigo, para ver si logro asir aquello para lo cual fui  también asido por Cristo Jesús”. Creo que este pasaje nos debería dar una filosofía de celebrar aniversarios. Primero debe haber un DESCONTENTAMIENTO. “No que lo haya alcanzado ya”. Pablo no estaba contento con lo que había logrado hasta este momento del su vida. Consideraba el pasado en términos de logro, pero como algo que estaba incompleto. Era un santo descontento. La segunda cosa es DISCERNIMIENTO. Si el pasado tiene que ver con estar descontento, el presente tiene que ver con estar discerniendo. “Una cosa hago” Esta expresión habla de saber escoger, de pensar en términos de prioridades. ¿Qué era esta cosa que hacía? Primero el discernimiento nos hace dejar de amar lo que hicimos en el pasado “olvidando ciertamente lo que queda atrás”. Esto se refiere en términos de logro, de frutos, de experiencias. El término “olvidando”, es un participio presente. El participio implica que el está determinado a dejar en el descuido las cosas que logró atrás. No hay que confundir con negligencia, sino que Pablo establece, que lo bueno que hizo en el pasado, ya no va a estar tan pendiente de eso debido a que en el futuro hay mayores retos y logros. Para el pasado no es su dios, sino simplemente su camino.  El discernimiento evita endiosar el pasado pero permite visualizar el presente “extendiéndome a lo que está adelante”. Es decir Pablo ya ve el futuro, ya lo ha visualizado de tal manera que puede comenzar a manejarlo y a comprometerse con ese futuro como estuvo comprometido con el pasado. Estamos muy acostumbrados a trabajar individualmente en vez de buscar un equipo de trabajo.  Con esto, ignoramos el hecho de que Dios provee a cada iglesia de las personas con los dones necesarios para realizar el ministerio.  Las áreas de debilidad en el ministerio de una persona son las áreas de fortaleza de otra.  Dios distribuyo así los dones en el cuerpo para que formemos equipo y funcionemos coordinadamente para cumplir nuestro propósito.  Es triste ver a personas en la iglesia, inclusive pastores, que quieren hacerlo todo en el ministerio.  Ven a los demás como competencia en vez de complemento. Acaparan las posiciones, retienen el control, desplazan a los demás y no entrenan a otros para reemplazarse. Cuando hay dos o más pastores en una iglesia, establecen una jerarquía en vez de trabajar como equipo pastoral.  Comienzan los celos y las envidias que acaban por fraccionar a la Iglesia local.     Esto tiene que cambiar.  Debemos rodearnos de las personas que tengan los dones para ciertas áreas del ministerio, que nosotros carezcamos, para formar equipo con ellas. Debemos dar el lugar a las personas con los dones y no ser de estorbo para el desarrollo de su ministerio, sino de apoyo para que florezcan aun más. Nuestro propósito debe ser llegar a dedicarnos sólo a aquello que nadie pueda hacer mejor que nosotros en el cumplimiento del propósito del cuerpo funcionando como equipo. Recuerde que Pablo dice “una cosa hago” y no “todas las cosas hago”. Solemos escoger personas para puestos en el ministerio sin considerar si Dios los ha dotado con lo que necesitan para desempeñar ese cargo.   Esta forma de trabajar lo que produce son resultados mediocres, personas frustradas y un ministerio rezagado.  La pregunta clave para elegir personas para los puestos es ¿A quién ha dotado Dios en esta comunidad para desempeñar este cargo? En vez de elegir a las personas para los puestos usando criterios como la popularidad, la facilidad de palabra, el nivel académico o la relación familiar, deberíamos hacer un análisis concienzudo de los dones repartidos en la iglesia para elegir sabiamente.  Las personas que trabajan dentro de sus dones son personas eficaces, productivas y llenas de gozo en su cargo ministerial.      En algunos casos trabajar por dones en vez de por cargos implica reconocer que quizá tengo el cargo o el puesto pero que  no necesariamente tengo los dones.  Por lo tanto, debo rodearme de los que tienen los dones para ese ministerio. Lo importante no es que yo destaque, sino que el ministerio avance. Cuando permito que los que tienen los dones trabajen libremente, bajo mi responsabilidad, la iglesia avanza y el ministerio se realiza.

La tercera cosa que Pablo establece es DETERMINACIÓN. “Prosigo a la meta”. Siempre hay una meta que cumplir, no podemos parar en esta tierra y creer que lo logramos todo. Pablo dice, yo sigo caminando, sigo cumpliendo el llamado de Dios y no paro. Finalmente Pablo tiene un DESEO. El desea ser premiado en honor a su llamamiento, y no en términos de títulos o logros. A veces podemos perder todo nuestro llamamiento porque hemos perdido el deseo y la motivación de ese llamamiento. El deseo es la parte pasional de mi llamado. Perder eso, es perder mi fuego, mi aliciente y la combustión interna.

Bueno, gracias a Dios por los hombres de Dios que estuvieron en esa celebración, pienso que pertenecen a la generación de los Caballeros de Dios. Investidos con aquella solemnidad feudal y quijotesca. Sin embargo hoy quedamos una generación no tan caballeresca, somos quizás como peregrinos al estilo de Juan Bunyan pasando por los valles de la incredulidad y del desaliento. Una generación que tiene el reto por delante de enfrentar a un mundo totalmente diferente al de mis hermanos. Ojalá que podamos ser tan fieles como los que fueron reconocidos en esa celebración.

Desenterrando gemas de los salmos: Salmo 17

En los versículos 1-4 David anhela justicia en la pugna entre él y sus opresores. En los versículos 5 y 6 requiere la gracia del Señor para poder obrar rectamente mientras dura su prueba. Desde el versículo 7 al 12 busca protección de sus enemigos, a quienes describe gráficamente; y en los versículos 13 y 14 suplica que ellos queden  decepcionados, terminando el conjunto en una confianza sosegada de que todo acabará bien al final.  Dice el vrs. 1b: “Está atento a mi clamor”. Un grito real, amargo, sincero, puede casi fundir una roca; no hay temor de que no sea atendido por nuestro Padre celestial. Si nuestra oración, como el grito del niño, es más natural que inteligente, y más sincera que elegante, no por ello será menos elocuente para Dios. Hay un gran poder en el grito del niño para prevalecer en el corazón del padre. Notemos que el salmo dice “está atento” a mi “grito de niño”, pero no dice que él debe responder mi oración. Sin embargo luego David dice: “escucha mi oración”. Es decir con relación al clamor, Dios debe estar atento, pero en cuando a la oración Dios la debe escuchar. ¿Cuál es la diferencia entre estar atento y escuchar? y qué relación hay entre “clamor y oración”? La palabra “estar atento” en hebreo es “qashab”, implica inclinar la oreja, asistir. El verbo está en un Hiphil imperativo. Esta modalidad verbal se debe traducir “oblígate a asistirme”. Es como una orden, apresurada, que le gime a Dios que ponga atención. La palabra “clamo” aquí es el sonido estruendoso que hace un niño cuando llora. Es decir este clamor es simplemente algo que sale de la emoción y la necesidad de un recién nacido llamando para que se le preste atención. David se siente como un recién nacido, que lo único que le queda es llorar para que Dios le preste atención. Es un llanto que apela a la paternidad de Dios. Pues solo aquel que tiene hijos puede correr cuando estos lloran o gimen estruendosamente. Pero luego dice: “escucha mi oración”. La palabra escuchar aquí es diferente a la de esta atento. La expresión es “azan” y está en la misma modalidad del verbo anterior. Es imperativa. De allí que la frase denota una urgencia y crisis en la vida de David. La palabra “oración” aquí es “thepillah” que implica ya una expresión más elaborada dentro del contexto de la liturgia del templo. David entiende que su necesidad será satisfecha, primero haciendo que Dios le presté atención y segundo que el entienda su necesidad. A veces la gente ora y ora con vanas palabrerías. He escuchado hombres y mujeres que oran en la asamblea y se elevan y extienden con sus grandes disertaciones. Cuando trabajé en Visión Mundial, escuché a varios líderes “espirituales” elevarse con sus rezos evangélicos. ¿Pero de qué sirve esto? Uno  puede observar que el águila sube más arriba en el aire, no con la intención de volar al cielo, sino para conseguir mejor su presa; y así es que muchos se extienden en aparente devoción, elevando sus ojos al cielo; pero lo hacen sólo para realizar de modo más fácil, seguro y con aplauso sus designios malvados y perversos en la tierra; son Pablos  por fuera pero Nerones por dentro; escúchalos; nadie habla mejor; sondéalos y ponlos a prueba, ninguno es  peor; tienen la voz de Jacob pero las manos de Esaú; profesan ser santos, pero en la práctica son satanases; pronuncian oraciones largas, pero lo que piden es breve; son como algunos productos de la farmacia , botes con  títulos excelentes, pero dentro veneno mortal; santidad falsa es su capa para toda clase de vilezas.

El vrs. 3 dice: “Vers. 3. Tú has probado mi corazón, me has inspeccionado de noche, me has puesto a prueba, y nada inicuo hallaste. Sin duda el Salmista quiere decir nada hipócrita o inicuo en el sentido en que sus calumniadores le acusaban; porque si el Señor pone a prueba al mejor de su pueblo en el crisol, la escoria haría su aparición terrible, y requeriría que el arrepentimiento abriera sus compuertas. Los refinadores pronto descubren la presencia de otro metal, y cuando el Jefe de los refinadores, al final, nos diga que no ha hallado nada, será un momento glorioso verdaderamente.  David deseaba, en todos sentidos, afinar sus labios a la música dulce y sencilla de la verdad.  Sin embargo, David fue calumniado, como para mostrarnos que la inocencia más pura puede ser enlodada por la malicia. No hay sol sin sombra, ni fruto maduro al que no picoteen los pájaros. Señor perfecciona lo que has empezado en mí, para que no sufra naufragio cuando ya estoy para llegar al puerto.

Desenterrando gemas de los salmos: Salmo 16

El salmista dice: “Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; tu sustentas mi suerte, las cuerdas cayeron en lugares deleitosos y es hermosa la heredad que me ha tocado” 5-6

Leí, que ha sido costumbre aun en los tiempos  modernos en Palestina en el norte y en la llanura de los Filisteos asignar la tierra periódicamente con propósitos agrícolas. La tierra así asignada es medida con cordel. El salmista indica que este mismo método se usó para medir la tierra de Canaán cuando fue asignado a las tribus de Israel. Cuando la tierra ha sido medida, la suerte determina qué sección cada hombre tendrá. Aquellos que desean cultivar la tierra se reúnen por lo regular en un lugar de trilla donde la persona encargada de las operaciones tiene un saco de piedrecillas. Se pone en cada piedrecilla una seña especial para indicar la porción de tierra que representa. Entonces las piedrecillas se ponen en otro saco, y se entregan a un niño, quien va sacando las piedrecillas una por una, y las entrega a cada uno de los hombres que desean cultivar la tierra. Cada hombre, al recibir su “suerte” dice: “Dios mantenga mi suerte”. Cada uno descubre pronto si su sección vale la pena o no. El salmista escribió: “Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado”. En otras palabras: No temo el destino que me toque porque Dios me bendecirá. Es una convicción de fe que trae bendición porque tenemos a Dios de nuestro lado y El nos asegura la victoria. Vers. 5. Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa. Este salmo además de pensar en David, también es un salmo mesiánico y noto  ¡Con qué confianza y gozo se vuelve Jesús a Jehová, a quien posee su alma y en quien se deleita! Contento sin medida con su porción en el Señor su Dios, no tiene el menor deseo de ir en busca de otros dioses. Vers. 6. Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado. Jesús halló que el camino de la obediencia guía a lugares deleitosos. A pesar de todas las aflicciones que marcan su rostro, exclama: «He aquí he venido; en el rollo del libro está escrito de mí, y me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío; sí, tu ley está en mi corazón.» Puede parecer extraño, pero aunque ningún otro hombre llegó a conocer la aflicción tan a fondo, creemos que ningún otro hombre experimentó jamás tanto gozo y deleite en el servicio como Jesús, porque ninguno sirvió tan fielmente y con tales resultados a la vista de su recompensa. Todos nosotros los que seguimos a Jesús  podemos  usar el lenguaje de este versículo, y cuanto más completamente podamos  entrar en  este espíritu de contentamiento, agradecimiento y gozo. Eso es lo que pasa frecuentemente no estamos contentos con lo que nos retribuye nuestro servicio a Dios. Y estaba pensando (¿en mi quizás?)  que los espíritus descontentos no son como Jesús, sino tan disimilares a Él como el ronco cuervo de la paloma arrulladora. Cada vez que leo las biografías de los grandes hombres de Dios me doy cuenta que sufrieron y fueron mártires pero estos mártires eran felices en sus calabozos.  He llegado a pensar que nunca han sentido el amor de Dios o probado el perdón de sus pecados los que están descontentos. Algunos teólogos creen que el descontento fue el primero de los pecados, la roca que echó a perder a nuestra raza en el paraíso; ciertamente, no hay paraíso allí donde este espíritu malo tiene poder. Su baba emponzoñará todas las flores del jardín.  Por otro lado el salmo me llevó a pensar que Dios no dejará mi alma en el seol ni que vea corrupción. Sin embargo a veces me siento tan descendido a los infiernos y mi vida vive y ve mucha corrupción. ¿Cómo se cumple esta promesa en mi vida? ¿Cómo equilibro esta contradicción? Creo que aunque vemos las estrellas algunas veces reflejadas en un charco, en el fondo de un pozo o en una charca hedionda, con todo, las estrellas están situadas en el cielo. Igualmente, aunque vemos a un hombre piadoso en condición pobre, miserable, baja, despreciada, considerando las cosas de este mundo, sin embargo está fijo en el cielo, en la  región del cielo. «El cual nos ha levantado» -dice el apóstol- «y nos ha hecho sentar en lugares celestiales en Cristo Jesús. Soy una estrella reflejada en un charco sucio. Debemos aprender a caminar con Dios, la nube cargada pronto deja caer lluvia; el  cañón cargado pronto se dispara cuando se le aplica el detonador. Un alma que medita está en potencia próxima a la oración.  Siempre he admirado a Enoc, el  anduvo tanto con Dios que andaba como Dios; no «andaba como los hombres», algo que el apóstol reprueba (lª Corintios 3:3). Andaba tan poco como el mundo, que permaneció poco en el mundo. En el vers. 11. Dice  “Me mostrarás la senda de la vida”. En este versículo se pueden observar cuatro cosas: Primero vemos un Guía “Tú”, segundo  un viajero “yo”, tercero un camino “la senda” y cuarto el fin “la vida” descrita después. Y esa vida que sigue es descrita después en el salmo.  Porque lo que sigue no es otra cosa que la descripción de esta vida.  Veamos más detenidamente estos conceptos. Primero el Guía lo hallamos mencionado en el primer versículo: Jehová. Aquí podemos empezar, como debemos en todos los ejercicios santos, con adoración. Segundo podemos ver al viajero es decir habiendo hallado al Guía, no buscaremos ya a uno que carezca de Él; porque si es así, aquí hay un hombre fuera de su senda. Así como hay un solo Guía, así también habla en la persona de un solo viajero. Es para mostrar su confianza. En tercer lugar veamos  ahora lo que El nos mostrará: «la senda». Hemos de saber que así como los hombres tienen muchos caminos fuera de la senda en el mundo, pero todos ellos terminan en la destrucción, así Dios tiene muchas sendas en el camino general de su Palabra, y todos ellos terminan en la salvación. Luego el texto señala un verso que es sumamente impactante, pero a la vez difícil de experimentar. Dice vrs. “En tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre”. Aquí se dice cuanto se puede decir, pero las palabras son demasiado débiles para expresarlo. Por un lado el verso habla de calidad de vida. Es decir como calidad hay los placeres y gozo del cielo; pero también habla de cantidad, es decir como cantidad hay plenitud, una corriente en la que beber sin cese o saciedad; pero el vrs. Habla también de constancia, esa constancia está a la diestra de Dios, el cual es más fuerte que todos, y nadie puede arrebatarnos de su mano; es una felicidad constante, sin interrupción; y por último hay perpetuidad, o sea que como perpetuidad, es para siempre. Los goces de la vida eterna son sin medida, mezcla o término.» Todos los que estamos aquí presentes ahora somos meros extraños en medio del peligro, estamos perdiéndonos a nosotros mismos y perdiendo nuestras vidas en la tierra de los muertos. Pero antes de poco hallaremos nuestras vidas, y nosotros mismos otra vez en el cielo con el Señor de la vida, y seremos hallados en El en la tierra de los vivos. Si cuando morimos, morimos en el Señor de la vida, nuestras almas con toda seguridad serán unidas al haz de la vida, de modo que, cuando vivamos otra vez, podamos estar seguros de hallarlas en la vida del Señor. Una onza, una libra, una tonelada de pesadez; ahora tenemos sólo una gota de gozo para un océano de penas, un momento de sosiego para un siglo de dolor; pero entonces tendremos un solaz interminable sin dolor, la verdadera felicidad sin pesadez, la mayor medida de felicidad sin la menor miseria, la medida más plena de gozo que pueda haber, sin mezcla alguna de aflicción. Aquí, pues hemos de soltar nuestras pesadas cargas de sufrimientos, y endulzar nuestras copas amargas de penas en la meditación continua y en la expectativa constante de la plenitud del goce de la presencia de Dios, y el placer a su diestra para siempre. Note bien que el pasaje dice “en tu presencia hay” no dice  – habrá, ni tampoco puede que haya, sino que hay-; hay plenitud de gozo sin cese ni interrupción, está siempre y ha estado y tiene que estar. Porque ¿qué es lo que el hombre aquí en el presente desea más que el gozo? ¿Y qué medida de gozo puede desear hombre alguno más que la plenitud del gozo? La consumación de la felicidad. En el cielo están libres de necesidades; no les falta nada, a menos que sea el mismo faltarles. Pueden hallar la falta de mal, pero nunca sienten el mal de carencia. El mal no es sino la carencia de bien, y la carencia de mal no es sino la ausencia de carencia. Aquí algunos comen sin hambre, mientras que otros tienen hambre sin comida, y algunos beben en exceso sin tener sed, mientras que otros, sedientos, no tienen nada que beber. Pero en la presencia gloriosa de Dios ninguno será mimado en exceso ni ninguno languidecerá deseando algo.  En esta vida nuestro gozo está mezclado con aflicción como las espinas con la rosa. Jacob tuvo gozo cuando sus hijos regresaron de Egipto con los sacos llenos de trigo, pero mucha aflicción cuando se dio cuenta de la plata en la boca de los sacos. David tuvo mucho gozo al subir el arca de Dios, pero al mismo tiempo mucha pena cuando Uza cometió su infracción. Ésta es la gran sabiduría del Señor, templar y moderar nuestro gozo. Como el hombre de constitución débil ha de beber el vino diluido con agua por temor de sufrir del estómago, así también en esta vida (debido a nuestra debilidad) tenemos nuestro gozo mezclado con aflicción, para que no nos volvamos altaneros e insolentes. Aquí nuestro gozo está mezclado con temor (Salmo 2). «Gózate temblando». Las mujeres partieron del sepulcro de nuestro Señor «con temor y gran gozo» (Mateo 28:8). Como nuestro gozo aquí está mezclado con temores, también ocurre lo mismo con nuestras aflicciones. En resumen este pasaje nos dice que al buscar a a Dios tendremos como calidad hay placeres; como cantidad, plenitud; como dignidad, a la diestra de Dios; como eternidad, para siempre. Como quisiera poder experimentar cada día lo que este salmo enseña.

Desenterrando gemas de los salmos: Salmo 15

Este Salmo de David no tiene título o dedicatoria que indique la ocasión en que fue escrito, pero es muy probable  dicen algunos que su composición, junto con la del Salmo veinticuatro, que tiene con él una notable semejanza, estuviera relacionada con el traslado del arca al santo monte de Sión. Al estar pensando en este concepto, me detuve un poco en un dato que aparece en 1 de Samuel 30. En ese relato David regresa del campamento de los filisteos y encuentra que los amalecitas han quemado la villa donde vivía con sus soldados y se han llevado cautivos a sus mujeres e hijos. Todos tristemente lloran hasta quedar sin fuerzas pero David consulta con Dios y decide atacar a los amalecitas junto con 600 de sus hombres. En su camino pasan por el arroyo de Besor, pero no todos pueden seguir hacia la batalla, doscientos eligen quedarse descansando en este arroyo, pues están agotados, cansados y seguramente heridos o emocionalmente destruidos y no pueden ni siquiera cruzar el torrente.   David entonces en vez de acusarlos, juzgarlos y reprocharlos decide dejarlos descansando e irse con el resto de sus hombres a luchar y recuperar lo que les han robado.  Cuántas veces hemos estado como esos hombres y no podemos seguir adelante? ¿Cuántos están en el arroyo de Besor? y ¿cuántos hay en este momento entre nosotros que están muy cansados para pelear por sus matrimonios, por sus hijos, por su trabajo, por su estabilidad? El mundo y las iglesias están lleno de este tipo de personas, a veces luchando solos, en silencio…  Ahora bien, una vez hemos identificado a esas personas que están en el arroyo de Besor ¿Qué haremos? ¿Le reprocharemos y humillaremos porque no son buenos cristianos? ¿Las olvidaremos? ¿Las juzgaremos? O por el contrario, ¿haremos como Jesús con sus discípulos que les dijo:«Venid a Mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os hare descansar.» Mateo 11:28? Prefiero imitar a Cristo.  Nuestro David es Jesús, tenemos a uno poderoso que peleará la batalla por nosotros mientras nos recuperamos y nos traerá de vuelta todo lo que esa circunstancia nos robó y luego que nos recuperemos nos unimos a su ejército para luchar por otros. Sin embargo quizás ahora no soy como David, soy como uno de los de Besor, sin ánimo ni nada para seguir adelante. Solo lamentándome por las pérdidas de mi vida actual.

El Vers. 3. Del salmo 15 dice: “El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni hace agravio alguno a su vecino”.  Todos los calumniadores son el fuelle del diablo para aumentar la contienda, pero son peores los que soplan desde detrás del fuego.  He llegado a aprender que  chismoso lleva al diablo en su lengua, y los que le escuchan, el diablo en su oído. Lo fácil que decimos en nuestras iglesias que echen a determinado  hombre. Lo decimos rápido de un  borracho; con todo, es discutible si su  comportamiento errático  nos causará tanto daño como la historieta insinuante de un  chismoso. «¡Llamen a la policía !», decimos cuando vemos a un ladrón haciendo de las suyas; ¿Pero no deberíamos sentir indignación cuando oímos a un chismoso aplicado a su labor? El oír gritar  « ¡Perro rabioso, perro rabioso!» es un grito terrible y  puede causar un gran temor, pero hay pocos perros que muerdan con tanta saña como las lenguas de los que llevan todas las noticias de última hora. Por otro lado si yo grito « ¡Fuego, fuego!»  Será un grito que nos alarma, pero la lengua del chismoso está encendida en el fuego del infierno, y los que se ocupan en chismorrear harían mejor en cambiar, pues van a hallar que hay fuego en el infierno para las lenguas sin freno.  El salmo habla de usura, ¿Qué es la usura me pregunté? Por usura se entiende generalmente la ganancia de algo por encima del capital, o sea lo que se  presta, exigido sólo en consideración al préstamo, se trate de dinero, trigo, mercancía u otra cosa semejante. Es considerada como una ganancia ilegítima la que una persona hace por medio de su dinero o bienes. No hay clases de usura peores que una manera injusta de hacer tratos, en que la equidad es puesta a un lado por los dos participantes en el trato. Recordemos, pues, que todos los tratos en que uno injustamente procura ganar por medio de la pérdida del otro, se les dé el nombre que se quiera, han de ser condenados. Es decir cuando yo me aprovecho de otra persona en términos de tratos económicos y saco mayor beneficio por mi ventaja ante la desventaja de la otra es usura. ¿No es esto lo que hace el que paga una prostituta? ¿No es usar mi dinero para hacer sucumbir a otra persona y denigrarla porque tengo ventaja monetaria sobre su necesidad? A veces los pecados tienen una mayor expresión que la que le acostumbramos a dar. Por otro lado me he estado  preguntando si todas las clases de préstamos a interés han de ser puestas bajo esta denuncia y ser consideradas como ilegitimas. Si las condenamos a todas sin distinción, hay el peligro de que muchos se vean llevados a una situación apurada en que, viendo que han de incurrir en pecado en cualquier forma que se muevan, puedan sentirse desesperados y, por ello, se lancen a toda clase de usura sin discriminación. Por otra parte, cuando admitimos que algo puede hacerse legalmente en esta dirección, muchos pueden creer que se les da carta blanca, y piensan que se les ha concedido hacer uso de la usura sin control o moderación. No es sin causa que Dios, en Levítico 25:35-37, prohíbe la usura, añadiendo esta razón: «Y cuando tu hermano empobrezca y se acoja a ti, tú lo ampararás; como forastero y extranjero vivirá contigo. No tomarás de él usura ni ganancia, sino tendrás temor de tu Dios, y tu hermano vivirá contigo. No le darás tu dinero a usura, ni tus víveres a ganancia.» Vemos que el fin que motiva la ley fue que el hombre no oprima cruelmente al pobre, sino que le reciba con simpatía y compasión. De donde se sigue que la ganancia que adquiere el que presta su dinero a interés sin causar opresión a otro no está incluida dentro del capítulo de la usura injusta. La palabra hebrea neshek que emplea David, se deriva de otra que significa «morder», lo cual muestra suficientemente que la usura es condenada en cuanto al hecho implicado en ella de llevar a la licencia de robar y esquilmar a nuestro prójimo. En resumen, siempre que hayamos grabado en  nuestro corazón la regla de equidad que Cristo prescribe en Mateo 7:12: «Así que, todo cuanto queráis que los hombres os hagan a vosotros, así también hacedlo vosotros a ellos», no será necesario entrar en una discusión prolongada respecto a la usura.