Cuidado con el Trastorno de Déficit de Atención

Todos nos recordamos de los dos años que vivimos la pandemia del Covid19. Uno de los temas más importantes que se destacaron dentro las muchas facetas de la enfermedad fueron las instrucciones relacionadas con la manera en que deberíamos cuidarnos a nosotros mismos y a los que estaban cerca de nosotros para evitar la tan temible enfermedad. Se generó una cultura de responsabilidad no sólo de cuidado personal sino de cuidar a los que estaban cerca de nosotros. Es más se hacía énfasis en procurar no contagiar a nadie por negligencia o por descuidado.

Y es que hay momentos en que el gran imperativo moral es que aunque yo la esté pasando mal no debo perder de vista cuidar a los que están a mi cargo  o cerca de mí .

Muchos cumplieron con los protocolos establecidos y otros no. Y al no hacerlo dañaron a los que estaban cerca de ellos.

En estos días hemos estado viendo el tiempo más difícil que Jesús pasó en su vida. El momento de su crucifixión. Y hemo examinado  algunas de las palabras que el dijo en su momento más duro. Esas palabras nos dan ciertos indicativos de como experimentar a Dios y sostenernos en tiempos de crisis, de desesperanza e incluso de tragedia y sufrimiento extremo.

El primer descubrimiento que tuvimos que declarar es que para encontrar esperanza en tiempos de desesperanza debemos soltar a los que tratan de dañar nuestra vida. En su primera frase Jesús dijo: “Padre perdónalos porque no saben lo que hace”. La segunda frase que pudimos evaluar tiene que ver con el principio de que para encontrar esperanza en tiempos de desesperanza debemos identificarnos con el sufrimiento de los que están a mi alrededor. Jesús uso la frase: “hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”. En esta tercera oportunidad estaremos estudiando al tercera palabra que Jesús dijo que nos lleva al pensamiento que para tener esperanza en tiempos de desesperanza debemos cuidar a los que están cerca de nosotros. Y estudiaremos la frase “mujer ahí  tienes a  tu hijo…e hijo ahí tienes a tu madre. (Juan 19:25-27)

¿Qué ejemplo o modelo dejó Jesús de cuidado a los que amaba y estaban cerca de él?

Si usted y yo hubiéramos estado en Jerusalén cuando Jesús fue crucificado, qué tan cerca de su cruz habríamos permanecido? Una cosa es permanecer en un cómodo templo y cantar «Jesús mantenme cerca de la cruz,» pero algo completamente diferente es de hecho hacerlo. Después de todo, Jesús fue «despreciado y rechazado por los hombres,» y se habría tomado una gran cantidad de coraje y amor permanecer cerca de su cruz.

Los soldados romanos permanecían cerca de la cruz porque tenían que estar allí; era su deber. Cuatro mujeres estaban allí, porque todas ellas amaban a Jesús. Ellas estaban allí no por devoción ni por amor. Ellas querían estar con Jesús. María, la madre de nuestro Señor, estaba allí, así como María Magdalena y Salomé, la hermana de su madre. Salomé era también la esposa de Zebedeo y la madre de Juan y Santiago. María, la esposa de Cleofás, también estaba allí, así como el discípulo amado, Juan. «Cuando Jesús vio a su madre, y a su lado al discípulo a quien Él amaba, dijo a su madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo.’ Luego dijo al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre.’ Y desde aquel momento ese discípulo la recibió en su casa». Ese discípulo, por supuesto, era Juan, el autor del Evangelio de Juan donde se encuentra éste relato.  Y el es el que se encarga de escribir su narrativa.

¿Qué significaría desde la perspectiva de Juan y María escuchar las palabras que Jesús les entrega a ambos? ¿Cómo los cuidó Jesús a los que lo amaban y estaban cerca de él?

Quiero dejar con ustedes cuatro palabras que pienso se desprenden de la dinámica de la narrativa de Juan. Podrá haber muchas otras ideas más pero creo que las que estudiaremos tienen a lo menos una mayor trascendencia y relevancia en nuestro contesto latinoamericano.

La primera acción  de cuido es lo que yo llamo atención. El pasaje comienza diciendo que Jesús “vio” a María y Juan. El verbo ver puede tener dos usos en el Nuevo Testamento. Uno tiene que ver  con  un ver desde lo interior y el otro un ver que desde lo exterior. En este caso el uso del verbo que Juan hace se vincula a un ver que siente y experimenta no sólo lo que ve de manera superficial en María sino que siente su dolor. Jesús está sufriendo a la par de  su madre y está experimentando también el dolor que ella tendría como mamá. Jesús tiene una verdadera empatía hacia el dolor de María y también de su amado Juan.

A veces pensamos que el cuidado y la atención que debemos dar a los que nos aman o amamos tiene que ver con lo superficial y no tomar en serio las luchas que una persona está desarrollando. Para  poder ser empáticos debemos prestar una atención muy seria sobre las señales que nuestros hijos o parientes puedan estar enviando. Y que muy probablemente está ocultas porque son problemas profundos de dolor. Jesús al sentir el dolor de su madre sabe que decisiones puede tomar que sean más sabias y que combatan las luchas que madre está viviendo.  

El problema muchas veces es que estamos tan ensimismados con nuestros propios problemas y crisis que simplemente no prestamos atención a lo que le está pasando a los seres que están a nuestro alrededor.

Cuantos padres pasan por alto las conductas de los hijos, o solo prestan atención a lo que se ve superficialmente y no tanto a lo que se tiene que trabajar internamente para poder salir de una crisis o ayudar más efectivamente.

Hoy se habla mucho del  TDAH, Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad.  Muchos especialistas están de acuerdo de su existencia, realidad y problemática. Aunque otros en realidad concluyen que tal trastorno no existe que lo que existe son escuela obsoletas y currículos estériles que los niños se aburre. Indistintamente, he llegado a la conclusión que hay muchos padres o personas que tienen ese déficit cuando se trata de cuidar a los suyos o a los que están bajo su responsabilidad.

Lo pero que una madre o padre puede hacer es ignorar lo interior del problema de un hijo y sólo fijarse en lo exterior de su problemática.

Jesús le prestó atención a todos los que estaban cerca de la cruz pero le dedicó una mayor atención a los más necesitados, y ese caso era su madre. Lo que implica que también la atención puede ser selectiva y prioritaria. A veces los que hacen menos bulla son las bombas de tiempo que deben ser atendidas.

La segunda acción de  de cuido es lo que yo llamo expresión. Jesús a pesar de su situación complicada y de dolor se comunica con la gente que ama y que está alrededor. Se toma el tiempo para dirigirle palabras de aliento y estímulo a María y al mismo Juan. Hay cuatro niveles de la expresión de Jesús a su mamá. Primero está la expresión verbal. Jesús dice palabras específicas a María y Juan. Es decir necesitamos decirnos palabras que alimenten nuestra dignidad, que traigan esperanza y luz en momentos de crisis de las personas. María se debió haber sentido muy animada por las palabras que Jesús oralmente dice. Pero en segundo lugar está la expresión no verbal. Si observamos no encontramos ninguna palabra de parte de María y Juan, aunque su silencio dice mucho sobre que el han entendido a Jesús su proyecto y propósito. El que no hablen es una muestra del respeto a las palabras de Jesús. Tercero encontramos también una expresión diferencial. Observe que Jesús da una mensajea cada uno de los que están al pie de la cruz. A María usa el término “mujer”, a Juan se refirió como hijo, y a las otras mujeres no les dijo nada. La expresión diferencial establece que Dios tiene una manera personalizada de hablar y no hablar a los que ama y están cerca de él. Muchas veces queremos comunicarnos masivamente, por ejemplo con los hijos pero, simplemente son diferentes. Unos entenderán de una forma y otros de otra forma. Lo importantes es expresarnos siempre con todos. Sin embargo  hay una cuarta expresión a la que llamaré situacional. Es aquella que comunica el mensaje pertinente a la situación pertinente. Para esto se necesita sabiduría. Jesús estaba muy convencido que la situación de su mamá ameritaba palabras que corrigieran su crisis o le ayudaran a salir de la situación en la que estaban. Muchas veces queremos comunicarnos con soluciones que no encajan en las situaciones que estamos viviendo. Jesús sabía que su mamá necesitaba un nuevo vínculo familiar y un hogar y eso fue lo que le proveyó.

La tercera expresión de cuido es lo que yo llamo comprensión. Hemos estado trabajando la idea de que  la clave para descubrir la esperanza cuando más la necesitas: asegúrate de tener una actitud de cuido a los que están cerca de ti.  Cuidamos a los que están cerca de nosotros. Desde la Cruz, Jesús se dirige primero a María, su madre. Luego le habla a Juan, el único de sus 12 discípulos que siguió a Jesús hasta la Cruz. Juan  es el único de los 12 que quedan. Los demás, por diversas razones, todos han huido, en su mayoría por miedo. Pero Juan se quedó con Él, primero siguiendo a Jesús hasta el lugar de su juicio y luego a la escena de su crucifixión. Había también tres mujeres en la Cruz, probablemente se unió a Juan  más temprano en el día a petición suya. En particular, teniendo en cuenta la patetismo del momento, una de ellas era la madre de Jesús, y las otras dos probablemente las mujeres estaban allí para atenderla. Ver a su hijo torturado hasta la muerte sería una pesada comida para cualquiera, y los amigos que lo apoyaban eran necesario. María es un estudio interesante a lo largo de la vida de Jesús. Se convirtió en una discípula de su propio hijo. Es lamentable que haya habido una distorsión sobre su papel, porque la misma María nunca se confundió al respecto. Desde el  principio, ella sabía la diferencia entre  quién era ella y quién era Él  . Y cuando leemos acerca de su presencia en Su muerte, un acto valiente y noble, por decir lo menos, estaríamos cegados por el fanatismo o desprovistos de sensibilidad si no simpatizamos con el dolor de esta madre mientras ve a su hijo soportar la agonía y el tormento de Su Cruz. Todo eso es muy significativo y bastante emotivo cuando lo pensamos del lado de María, sintiendo con ella como si sus instintos maternales se destrozaron.

Es importante señalar que Jesús comprende la realidad de María y de Juan, pero hace ajustes a su vida. En realidad Jesús pide comprensión tanto a María como Juan para asuman una nueva forma de convivencia y de relación filial, que va unida ya no por los vínculos de la genética sino por el amor cristianos. Ahora lo que se da aquí es una doble adopción. María adopta una nuevo hijo y Juan adopta una nueva madre. La compresión humana dirigida por el amor a Cristo nos hace cambiar nuestras perspectivas y nos hace aceptar a las personas por la obediencia a Jesús. Una cosa clave en esta transacción María-Juan es que el ministerio de Juan tendría un giro diferente al de los otros apóstoles, porque a raíz de esta encomienda Juan entra en el anonimato y no vuelve aparecer hasta que escribe en Patmos el apocalipsis. Para muchos sería una frustración que por obediencia a Dios quedes en la sombra cuidando a una mujer en lugar de llevar el evangelio por todo el mundo.  Sin embargo Juan tuvo el gran privilegio por ese sacrificio recibir la revelación final de la historia del plan de Dios.

Nunca es esterilidad ni mediocridad cuando Dios nos manda cosas que para nosotros no tienen sentido y parecieran insignificantes mientras otros se destacan. Es impresionante observar la obediencia inmediata de Juan. Ya que el texto dice que la recibió desde aquella hora. Observe que fue así porque la instrucción de Jesús no es petición ni sugerencia es en realidad una orden encubierta de su nueva comisión.

Hay muchas personas que están “supuestamente atadas a personas con enfermedades como el Alzheimer , capacidad diferentes, enfermedades mentales que Dios permite como una muestra de estar cerca de la cruz y que al final Dios traerá mayores revelaciones y significados extraordinarios a nuestras vidas.

Una última expresión del cuido es lo que yo llamo protección.

Pero aquí también está presente otra cuestión. Probablemente no fue lo más inmediato y dominante en la mente de María, pero inevitablemente era un problema que ella tendría que  afrontar más pronto que tarde. María, la madre de Jesús, debe haberse preguntado: «Cuando Él se haya ido, ¿qué me va a pasar a mí?» Debido a que Jesús era su hijo mayor, María había sido esencialmente subordinado y dependiente de Su cuidado, probablemente durante años. Más los eruditos sugieren que José era mucho mayor que María y que los después de su muerte, Jesús había asumido la dirección de su negocio, así como responsabilidad de dirigir a la familia. Así que ahora, al borde de la muerte, está el  que hubiera sido su protector, su «cobertura» como solemos decir, especialmente en una sociedad en la que las mujeres eran tan frecuentemente privadas de sus derechos por la muerte de los hombres en sus vidas. Así, por muy noble que sea la maternidad de María también debe haber tenido preocupación por su futuro.

Y de nuevo, esto El hombre, Dios en medio de nosotros, Jesús, nos enseña más acerca de la esperanza de una vida desesperada. A pesar de que Él mismo estaba rodeado por la confusión y el remolino de acontecimientos que apuntaban a su destrucción, Jesús dirigió su preocupación a la de su madre. A su situación personal como lo he mencionado antes. Cuando Él dijo: «Mujer, ahí tienes a tu hijo», Él no estaba diciendo: «Mírame y llora, Madre». Él dirigía su atención a Juan. Él estaba diciendo: «Mujer [un término de respeto, aproximadamente equivalente a la «señora»], este hombre se convertirá en el que la supervisará». Y completando la transferencia de la responsabilidad de su madre, le dijo a Juan: «Hijo, ahí tienes a tu madre».

Dejemos que la simple belleza de la misma hable por sí misma: Jesús no estaba asignando un relación de adoración de Juan hacia María; Estaba asignando un servicio doméstico responsabilidad. Jesús estaba encomendando el cuidado de su madre al discípulo más cercano a Él, una responsabilidad a la que la historia registra que Juan fue fiel aceptar y cumplir. Y al hacer esa asignación, Jesús habla a cada uno de nuestros  días desesperados de nuestras propias vidas, lo hace  para negarnos a permitir que nuestro dolor presente embote  nuestra sensibilidad a las necesidades de otros que dependen de nosotros..

El modelo de discipulado de nuestro Señor habla de esta «palabra» hablada en el Calvario: «Hijo… Madre». Y nos dice a ti y a mí: Cuando estás pasando por un mal día, no descuides el cuidado de los que están cerca de ti, porque puedes sin embargo, ser el que les traiga esperanza. Todos tenemos tendencia a presumir que los más cercanos a nosotros entiendan nuestro dilema, y que de alguna manera absorberlo automáticamente junto con nosotros. Pero no siempre es así. ¿Con qué frecuencia llega un padre a casa después de un día miserable en el trabajo y ¿Transmitir su irritación y enojo a los hijos o a su cónyuge? El actitud que exuda es: «Si ha sido un mal día para mí, va a ser malo para mí. ¡Todos!». O esas sudaderas estampadas que dicen: «Si mamá [o ¡Papá no es feliz, nadie es feliz!» Pero ese nunca puede ser el espíritu de discípulo de Jesús. Debido a que soy Su discípulo, Él insistirá en mi pérdida de cualquier derecho a exigir a los que me rodean que paguen el precio de mi frustración, no ¡No importa lo cerca que estén de mí! Su camino es claro: si estás pasando por un día difícil, desalentador y desesperanzador, asegúrate de cuidar a los que están cerca tú. No les transmitas tu trauma. Es posible que lo compartan con usted (como María y Juan lo hicieron con Jesús), pero no debe ser arrojado sobre ellos, ni en caso de que se les cargue con ella involuntariamente. La mejor manera de abrazar la esperanza es entender la forma en que Jesús lo hace y siempre está más preocupado por los demás que por sí mismo. ¿Una tragedia personal te ha hecho perder la esperanza? La alabanza es el camino que lo restaurará. Cuando la ira, el dolor y el corazón quebrantado se encuentran con la fe llena de Alabanza, nuestra tristeza puede convertirse en alegría y nuestro miedo en fortaleza. Lee los Salmos 46–47

Jesús no muestra que en momentos de aflicción considerara lo importante que es cuidar a la familia y dejarla segura. Jesús se aseguró que su madre tuviera la adecuada provisión. Debemos proveer a aquellos que están bajo nuestro cuidado… ¿Cómo suplimos las necesidades de nuestra familia? veamos como Jesús nos da algunas llaves para hacerlo. El interés y cuidado de otras personas debe involucrar las emociones. Es importante en tiempos como estos, el fomentar la unidad, la comunicación y por sobre todo el interés mutuo dentro de nuestras familias.  Jesús supo percibir las emociones de su mama. Por otro lado no olvidó que era su madre. Aquí él pudo dejar de pensar en ella como su madre y pensar más en su Padre. Las viudas y los huérfanos son categorías favorecidas ante los ojos de Dios. Las mujeres solas son el cuidado especial del Señor. Es muy probable que José ya estuviera muerto. Como Jesús sintió lo que la madre sentiría entonces el proveyó un medio para cuidarla. Al decir mujer, he ahí tu hijo, he ahí tu madre. Esta expresión refleja el deseo de suplir realmente a su mamá lo que ella necesitaba. Necesitaba una familia, un hijo, un hogar. Jesús sabe cómo suplir las necesidades. No les parece curioso que Jesús no le hizo un milagro a María de dejarle algunas “casitas” o un milagrito de “algún dinerito en el banco de Jerusalén “¿Por qué Jesús tiene otro concepto de lo que nosotros llamamos “seguridad en el futuro? Ahora me preguntó ¿qué estamos dejando a los hijos? Pienso que por lo menos hay cuatro cosas que podemos dejarles: 1. Souvenir. Muchos luchan y se desesperan en la vida solo por dejar bonitos recuerdos, pero los recuerdos no alimentan. Muchas personas incluso pastores  han dejado para su familia hermosos recuerdos de lo que Dios hizo a través de ellos o en ellos. Otros les dejan trofeos. Otros trabajan hasta el cansancio, sacrificando a su familia para dejar trofeos. Sus diplomas, sus placas, sus reconocimientos, edificios, ministerios, programas etc.… pero eso no alimenta ni sustenta a mi familia. Otros se desviven para dejar una herencia. La herencia es lo más preciado. Se habla de herencia acá como una  buena cuenta en el banco, casas, seguros  y activos asegurados etc.

Pero finalmente las personas deben dejar un legado espiritual. En pocas palabras los cristianos les dejamos a los que queremos y están cerca de nosotros a Dios, porque el los sostendrá cuando ya no estemos presentes.

Leí que el testamento más largo que existió es uno escrito en Alemania que tenía 9454 páginas. Y  también leí que el testamento más corto fue uno leído en Inglaterra, tenía sólo tres palabras: “todo para mamá”.

Jesús amó hasta al final a su madre y la protegió de quedar desamparada. Porque simplemente el a pesar de estar en un día sin esperanza pudo regalar esperanza a los que estaban cerca de él.

El poder de la empatía…

Las lágrimas son palabras que necesitan ser escritas…

Esta semana,  hablé con un amigo que tiene cáncer en el hígado además de padecer de la enfermedad de Lupus. También hablé con otro amigo que está destrozado por la pérdida imprevista de su esposa. Conocí el caso de otro pastor que perdió su esposa y suegra en un accidente y sólo por la misericordia de Dios sobrevivió su hija.Al pensar en ellos, me dí cuenta de la cantidad de personas que viven sus tragedias a diario unas más fuertes que otras, unas diferentes que otras. Alguien dijo que debemos ver como tratamos a las personas porque no sabemos con que están luchando en su vida.

A diario encontramos las tragedias, las muertes y los momentos difíciles.

Lo que trae a mi mente una historia que tiene momentos de tragedia pero que al final hay un giro de victoria. Podría imaginar de esa historia que el sol se había ocultado tras el horizonte, sumiendo el cielo en un manto oscuro salpicado de estrellas. En la colina del Gólgota, la atmósfera pesada y densa abrazaba a los presentes, envolviéndolos en un silencio sepulcral. Dos ladrones yacían en cruces adyacentes, su dolor físico era inmenso, pero sus tormentos emocionales rivalizaban con la agonía de sus cuerpos.

El primero, con los puños crispados en gesto de impotencia, dejaba escapar jadeos entrecortados entre lamentos. Sus ojos, velados por lágrimas, reflejaban una mezcla de rabia y desesperación. Cada respiración se convertía en un suplicio, el peso de sus acciones se posaba sobre su pecho agitado.

El segundo ladrón, apenas capaz de levantar la mirada, sentía el peso abrumador de su destino. Sus manos clavadas y su cuerpo exhausto se aferraban a la esperanza de una redención que parecía escurrirse entre sus dedos ensangrentados. Cada fibra de su ser se retorcía en una mezcla de remordimiento y desesperación.

Ambos ladrones, una vez cómplices en la delincuencia, ahora se hallaban divididos por la presencia de un hombre entre ellos. Uno de ellos, consumido por la amargura, vertía palabras de desdén y reproche hacia aquel que yacía en la cruz vecina. El otro, en un atisbo de fe, imploraba piedad y perdón, reconociendo la inocencia en aquel hombre crucificado en medio del tormento.

El sonido de los sollozos se entremezclaba con los crujidos de los clavos y el susurro del viento. El dolor físico palidecía ante el peso de sus almas atormentadas. En medio de su agónica lucha, un halo de esperanza flotaba entre ellos, una chispa diminuta de la posibilidad de redención.

La oscuridad de la noche era opresiva, pero dentro de aquel sufrimiento yace una lucha interna, una búsqueda desesperada de significado, perdón y una pizca de paz en un momento marcado por la desesperación.

Es palabra es clave, porque hay desesperación en los tres crucificados, pero sólo uno no se libra de ella.

Es curioso que de las narrativas en los evangelios de la crucifixión de los dos ladrones sea un médico el que añade la mayor cantidad de detalles de cómo se desarrolló y terminó ese incidente. El Dr. Lucas lo registra de esta forma: “»Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.» LUCAS 23:43 NVI

No está claro exactamente qué tan pronto tuvo lugar el intercambio verbal, pero Jesús, suspendido en una cruz entre un par de ladrones que también estaban siendo crucificados, fue objeto de un breve debate entre ellos. El informe de Lucas dice: Entonces uno de los malhechores que fueron colgados, blasfemó, diciendo: «Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro, respondiendo, le reprendió, diciendo: ¿Aun no temes a Dios, puesto que estás bajo la misma condenación? Y nosotros, en verdad, con justicia, porque recibimos la debida recompensa de nuestras obras; pero este Hombre no ha hecho nada malo». Luego le dijo a Jesús: «Señor, acuérdate de mí cuando vengas a tu reino». Y Jesús le dijo: «De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23:39-43).

Al principio de su intercambio, Jesús era sólo un observador. Él estaba en la Cruz, pero había otros dos en la cruz, uno a Su derecha y otro a Su izquierda. Eran criminales y, en una aparente coincidencia de programación dentro del esquema romano de ejecución, el día sin esperanza de Jesús resulta ser también su día de destrucción. Ambos hombres parecían estar al tanto de las afirmaciones que se han hecho acerca de Jesús y sabían por qué estaba allí. Pero solo uno mostró cinismo y enojo, insultando a Jesús y haciendo una referencia burlona a Su poder. El otro criminal desafió enérgicamente a su contraparte: «¿No tienes ningún respeto? Este hombre no merece ese tipo de cinismo o amargura. No ha hecho nada malo, pero estamos recibiendo lo que nos merecemos».

Era una clara confesión de su propia pecaminosidad. Luego, con el mismo espíritu de arrepentimiento, y con un reconocimiento claro y humilde de la divinidad de Jesús, le hizo una petición al Salvador: «Señor, acuérdate de mí cuando vengas a tu reino».

La respuesta de Jesús es un estudio de la misericordia divina, de la disposición de la gracia a dar la salvación, de la inconmensurable mansedumbre de Dios hacia todos los que se acercan a Él, y de la verdad de que nunca es demasiado tarde para buscar a Dios. Es un escenario que agita los nervios del religioso que dispensaría vacilantemente la salvación. Es una declaración tan dramática como la que el Hijo de Dios podría hacer al decir: «A los que vienen a mí, nunca los rechazaré». Esa es la verdad del evangelio envuelta en este evento, pero también hay un principio de discipulado.. Así que el segundo principio para un día sin esperanza. Y se refiere a que para encontrar esperanza para un día sin esperanza, identifíquese con el sufrimiento de otros.

Hay dos cosas dignas de mención acerca de la interacción de Jesús con el ladrón arrepentido.

Primero, el hombre estaba experimentando exactamente lo mismo que Jesús. Por favor, capta eso. Jesús podría haberse centrado en sus propios problemas, pero demostró una sensibilidad que permaneció disponible para las necesidades de otras personas a su alrededor, incluso cuando se trataba de su propio dolor. Y en esta acción, había algo más.

En segundo lugar, Jesús pudo haber tomado una postura como superior del hombre, pero Él respondió fácilmente como Alguien involucrado en la misma lucha sin esperanza. Es cierto que el ladrón se enfrentaba a ese día con infinitamente menos recursos que los que tenía Jesús. Jesús estaba sufriendo, pero Él era —y es— el Señor; Incluso el ladrón lo reconoció. Jesús había sido traspasado de pies y manos con clavos, y torturado con una corona de espinas aplastada en Su cabeza, pero Él era y es el Rey de Dios. Sin embargo, no fue ni desde Su función espiritualmente real ni desde Su función moralmente superior que el Salvador se relacionó con esta persona que buscaba socorro para su alma.

Conoció al hombre en el plano común de su sufrimiento juntos en ese día sin esperanza. Jesús trazó el camino para que aprendamos que, sea lo que sea que implique nuestro día de desesperanza, Él nos está llamando a encontrarnos con nuestros compañeros de lucha donde están, negándonos a distanciarnos por razón de cualquier posición o recursos que podamos tener.

Dentro de la gracia de Dios, es una lección que he aprendido lentamente. Y en mi experiencia de estos días , me he sentido literalmente conmocionado por el miedo y la angustia.  Después de varios días esos sentimientos inusuales, busqué desesperadamente a Dios en oración. Estaba avergonzado por las cosas que sentía y que me susurraba el enemigo. En oración le pregunté a Dios: «Señor»,  «¡no puedo entenderme a mí mismo! Porqué tanto temor, se  de Tu presencia y protección. Por favor, ayúdame, Señor. Necesito tu ayuda. ¿Me pasa algo?» En los varios días de oración Dios me llevó a entender que  me estaba permitiendo la profundidad del trauma y el miedo que se ha apoderado de multitudes para que pudieran comprender su tormento y consolarlos más allá de sus miedos». Y lo reafirmó con  Su Palabra: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que nosotros podamos consolar a los que están en cualquier tribulación, con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios» (2 Corintios 1:3-4).

Ese versículo relata una de las estrategias clásicas del Altísimo, quien usa a Sus hijos que han soportado dificultades para convertirse en una fortaleza para otros que experimentan la misma prueba. Es el recordatorio divino de que consolamos a los demás no desde el fundamento de nuestra fe superior, sino desde la comunidad de nuestras luchas mutuas. Esa gracia se ve más grandiosamente en medio de ese Viernes Santo inicial, el único día sin esperanza más allá de todos los días sin esperanza. Como el Hijo de Dios asegura a otro compañero de sufrimiento en medio de su propia agonía, no sólo lo consuela con la promesa de la esperanza eterna, sino que también lo encuentra en el «hoy» de su lucha con la promesa divina, la última seguridad de la esperanza: «Ciertamente… ¡Hoy!». Esas palabras fueron pronunciadas como un regalo por Aquel cuya propia lucha no le impidió ponerse a disposición para ayudar a otros que también estaban luchando. Es un escrito  que haríamos bien en recordar cada vez que llegan los días difíciles, buscando llevar nuestro enfoque tan profundamente a nuestros propios desafíos que perdemos la perspectiva de quienes nos rodean. Busca la probabilidad de que en tu propio día de desesperanza puedas convertirte en un instrumento para fomentar la esperanza en los demás. Hacerlo no es fingir que tu propia lucha no es real. Es negarse a permitir que su corazón se encoja, justo cuando Dios quiere estirarlo para confiar en Él. Abre tu corazón para alcanzar a los demás y te encontrarás recibiendo esperanza, incluso cuando se la estás dando a otra persona. ¿Alguna vez te has sentido llamado a ir más allá de tu propia prueba inmediata y ayudar a otra persona a superar la suya? ¿Qué ganaste al hacer eso? ¿Qué perdiste? El fluir de la gracia de Dios hacia nosotros aumenta a medida que nos abrimos para convertirnos en instrumentos de Su amor y esperanza para los demás.

Ahora bien es muy importante notar en el texto la manera y la forma en que Jesucristo se identifica con el ladrón. Hay principios relevantes de práctica de consuelo.

La primera cosa que veo en el pasaje tiene que ver con la descripción de la crisis. Observe que en el texto hay tres personas con crisis similares. Jesús es  uno, el ladrón que cuestiona y el ladrón que pide ayuda. Los tres tienen problemas.

Cada uno de ellos tiene puesta la atención en su sufrimiento. El primero es Jesús que podría estar ensimismado con su sufrimiento,  nos habla de una posibilidad  ensimismamiento. Hablamos de un acercamiento egoísta. Jesús pudo simplemente hacerse el desentendido porque ya tenía suficiente problemas para poder prestarle atención a otros.  Una persona ensimismada no ve más allá de lo que el sufre. Un segundo enfoque de atención es el del ladrón que exige y reclama. Esto nos habla de una realidad de cuestionamiento. ¿Cómo es la persona que cuestiona a Dios? En primer lugar hay enfurecimiento. Observe que el ladrón las primera palabras que utiliza es de insultarlo. De expresarse de una manera violenta con odio y de forma denigrante a Jesús. En segundo lugar  señalamiento. Busca alguien a quién echarle la culpa de su problema. Ya que si era el Cristo entonces él tenía la solución para sacarlo de sus amargura y sufrimiento. En ese sentido su actitud es de incredulidad, enojo y reclamo a Dios por que no hace nada. En tercer lugar de resentimiento. O mejor dicho porque no hace lo que el desea y lo que le ordena decir. Hay una gran dosis de amargura y furia de parte de este ladrón.

La tercera descripción es la del segundo ladrón. Nos habla de una necesidad de sometimiento.

Antes de entrar algunos conceptos del acercamiento del segundo ladrón. Hay un detalle que me parece bastante interesante al hacer comparaciones entre las diferentes versiones de los evangelios con respecto a este incidente. Por ejemplo una cosa de la que me dí cuenta es que  Mateo añade el detalle siguiente en 27:44: “Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaba crucificados con él”. La expresión aquí para injuriar es oniediza relacionada con oneidismos, reproche, difamación, vituperio, y con oneidos  vituperio. Este es un dato curioso ya que revela el hecho de que en las primeras horas de crucifixión ambos ladrones tenían una actitud hostil contra Jesús. Por otro lado Lucas usa blasfemeo, blasfemar, difamar o injuriar cuando se refiere al ladrón que está hablando con Jesús. Esta palabra se usa de una manera general, de cualquier forma de hablar injuriosa, ultrajante, calumniante, como la de aquellos que injuriaban a Cristo. También se refieren de aquellos que hablan despreciativamente de Dios o de lo sagrado (Mat. 9:3). La conclusión importante de este malabarismo exegético es lo siguiente. En las primeras horas los dos ladrones tenían una actitud hostil contra Jesús, el uso del tiempo imperfecto implica que durante algún tiempo lo hacían constantemente. En esta primera etapa, la actitud hostil contra Jesús se manifiesta a través de la palabra “oneidizo”, que es disminuir el valor de la persona. En este sentido los dos ladrones minimizan la persona de Jesús por medio de palabras denigrantes. Quizás usaron palabrotas, como la que se acostumbran a usar entre las personas vulgares. Pero ya para el tiempo que Lucas se refiere nuevamente a los dos ladrones, algo ya ha pasado en uno de ellos. Hay un cambio radical en un ladrón. En realidad ambos ladrones cambian, uno para mejorar y otro para empeorar. En cuanto al que empeora, se nota porque pasa de “oneidizo” a “blasfemo”. Ya el ladrón no disminuye cosas buenas a la persona de Jesús sino que le agrega cosas vulgares a Dios y lo desafía con mucho odio.

En este sentido las características del sometimiento del segundo ladrón a la persona de Jesús primero es de reconocimiento de lo que es el y lo que es Jesús. En segundo lugar es de arrepentimiento. El se da cuenta de cuantas ha perdido y sabe que las perdido y no exige sino que simplemente hace un petición arrepentimiento. Hay un cambio de perspectiva. Ahora lo ve como Señor, que sabe que reinará y que tiene la esperanza de que pueda participar por misericordia de ese reino que traerá Jesús

Otro detalle peculiar de nuestro texto es la palabra “otro”. La frase aparece así “respondiendo el otro”. Hay dos palabras griegas para otro, una es “allos” y la otra es “jéteros”. La primera significa (allos) “otro de la misma naturaleza o idéntica condición” y la segunda significa “otro de diferente naturaleza” (jéteros). En este pasaje Lucas usa para referirse al “otro” la palabra “jéteros” dando a entender que este ladrón ya no es igual al otro, porque su naturaleza ya cambió. Es decir se arrepintió.  ¿Pero cómo cambió? ¿Qué lo hizo cambiar?. Lucas considera por el uso de esa palabra que en la naturaleza del ladrón ya hay un cambio dramático. Y por supuesto al igual que las palabras del ladrón anterior sus palabras revelan ese cambio. Ahora el ladrón está cerca de Jesús.

Observe que el acercamiento genuino a Jesús en un momento crítico no es para que Dios nos saque del problema sino para que podamos llegar a conocer a Dios en una dimensión que realmente no lo hemos visto. El segundo ladrón muestra cuatro evidencias de un verdadero arrepentimiento a Dios.  Primero es un acercamiento con honestidad. Según el diccionario honestidad implica  mostrar respeto hacia los demás y tener integridad y conciencia de sí mismo. La honestidad es la base de la confianza y la clave de las relaciones sociales; nos da esperanza, confianza, compasión y mejora la toma de decisiones. Observe que el segundo ladrón pone en su lugar al primero. La ingratitud hacia Jesús. “Ni siquiera tienes temor” dice el hombre. El uso de la expresión “temor” demuestra la ineptitud del hombre de percibir su posición terrible después de muerto. Segundo es un acercamiento con integridad. El establece su integridad en reconocer la verdad de sus actos, de sus consecuencias y de la justicia. Pero también su integridad es capaz de reconocer a la justicia y la limpieza y la inocencia de Jesús. Ellos lo merecen, Jesús no. Dios es justo y santo. Reconocer la justicia y la santidad de Dios es un paso importante para que Dios nos ayude en nuestras crisis Otro detalle exegético del pasaje es la palabra que usa Lucas para “reprender. Dice el texto refiriéndose al otro ladrón: “le reprendió”, esta palabra es epitimao significa: (a) poner honor sobre (epi, sobre; time, honor); (b) juzgar, encontrar falta en, reprender. En este sentido se traduce con el verbo reconvenir en Mat. 16:22; Mc 8.32 (RV: «reprender»), pasajes ambos en los que Pedro se enfrenta al Señor, oponiéndose al anuncio de su pasión. Esta palabra tiene que ver con la emoción y la pasión de defender la reputación de alguien. Así que este ladrón pasó de denigrar a Jesús a tener una defenderlo osadamente. Note que ya este ladrón en su defensa se refiere a Jesús como Dios. “ni aún tu temes a Dios”. La frase “ningún mal hizo” es sumamente interesante en el original se debe traducir “nada fuera de lugar”; entonces “innatural”; término sorprendente aquí. Nuestro Señor no fue acusado de crimen ordinario, sino de pretender derechos a cargo y honores que importaban blasfemia. El cargo de traición no tenía ni aun apariencia de verdad, así como Pilato dijo a los enemigos de Jesús. Así que esta frase revela mucho ya del estado espiritual de este ladrón. Obsérvese lo que hace (1). Su confesión franca y condenación genuina de sí mismo. (2). Su asombro y horror por el estado de mente diferente de su compañero. (3). Su ansiedad de traerle a un estado de mente mejor, mientras todavía hubiese esperanza (4). Su noble testimonio, no sólo a la inocencia de Jesús, sino a todo lo que esto quería decir de la justicia de sus pretensiones. Finalmente podemos ver la respuesta de Jesús. Se acerca con necesidad. Dijo a Jesús, etc.—Obsérvese (1). Que el “reino” a que se refiere era uno más allá del sepulcro; porque no es concebible que él hubiera esperado que bajara de la cruz para establecer algún reino temporal. (2). A este reino llama él el reino de Cristo (tu reino). (3). Como tal, ve en Cristo el derecho absoluto de disponer de aquel reino como quisiera. (4). El no espera pedir un lugar en aquel reino, aunque esto es lo que quiere decir, pero con una humildad muy conmovedora, sólo dice: “Acuérdate de mí, cuando”, etc. Sin embargo, hubo fe poderosa en aquellas palabras. Si Cristo sólo “piensa en él”, en aquel momento augusto, cuando “venga en su reino”, bastará. “Sólo asegúrame de que entonces no te olvidarás de semejante miserable como soy yo, que una vez estuve colgado a tu lado, y estaré contento”. Hágase ahora contraste de esta brillante fe con la oscuridad de la mente de los apóstoles, que apenas llegaron a creer que su Señor moriría; quienes ahora casi se desesperaban por la muerte de Jesús, y casi sepultaban sus propias esperanzas con él. Considérense también las desventajas y la vida mala anteriores del hombre. Y entonces anótese cómo su fe se manifiesta, no en protestaciones: “Señor, no puedo dudar; estoy firmemente persuadido de que tú eres Señor de un reino, que la muerte no puede anular tu título ni impedir que tú lo asumas en tiempo debido”, etc., sino como no teniendo sombra de duda, y levantándose por encima de ella como una cuestión misma, no dice sino “Señor, acuérdate de mí, cuando vinieres”, etc. ¿Fue jamás fe como ésta manifestada en la tierra? Parece que la corona más resplandeciente había sido reservada para la cabeza del Señor en su momento más obscuro. Jesús le dijo, etc. —El Redentor moribundo habla como si él también lo contemplara en esta luz. Fue una “canción en la noche”. Le proporcionó ánimo en la lobreguez de medianoche que ahora le envolvía. De cierto te digo—“Puesto que tú hablas como al rey, yo con autoridad real, te hablo a ti.” hoy—“Tú estás preparado para una larga demora antes que yo venga en mi reino, pero no habrá demora de un día para ti; no estarás separado de mí ni aun por un momento, sino que juntos iremos, y conmigo, antes que expire este día, tú estarás en el Paraíso” (2Co. 12:4; Rev.2:7). La palabra paradeisos es una palabra oriental, cuya mención más antigua se encuentra en el historiador Jenofonte, y que denota los parques de los reyes y príncipes persas. La promesa del Señor al ladrón arrepentido se cumplió en el mismo día; Cristo, en su muerte, habiendo encomendado su espíritu al Padre, fue de inmediato en espíritu al cielo mismo, la morada de Dios.

Una cosa que a estas alturas es importante recalcar es el hecho de que las crisis conllevan muchas veces fracasos espirituales. En momentos difíciles podemos dar un testimonio errado de lo que es confiar en Dios en medio de las dificultades. Es importante ver que ese testimonio se puede manifestar en ayuda a otros o en compartir de nuestra fe en Cristo. Notemos que hace Jesús.

La primera cosa es la importancia de atender. Ambos ladrones hicieron una petición. Uno pidió libertad de la cruz y el otro libertad del pecado. Esto nos enseña que en las personas hay dos tipos de gente con necesidad. La primera es la que no siente que necesita y la segunda es que si siente la necesidad.

Cuando estamos pasando tiempos difíciles es muy fácil enfocarse sòlo en uno mismo. Todo puede girar a lo que siento, a lo que me pasa, es un egocentrismo o como alguien lo llamó, un yoìsmo. El ladrón colgado a la derecha nos demuestra esa condición, de los que no sienten necesidad espiritual. Él nos demuestra que esta falta de necesidad nace de la incredulidad. “Si tú eres” dice. Es obvio que este hombre està repitiendo lo que el mundo dice. Por ser una cláusula condicional de 1orden en el griego el “Si” implica duda. Por otro lado la duda lleva a reducir a Dios, porque se està cuestionando su poder. Eso significa que otra raíz de la falta de necesidad espiritual es un espíritu de cuestionamiento. El ladrón dice si tú eres “El Cristo”. El ladrón en realidad està cuestionando la autoridad de Jesús y el hecho que use el término de Cristo que era el título para ungido, es decir para ser rey, implica que se està burlando porque no concuerda lo que ve con los títulos que Jesús lleva. Por otro lado muchas veces la gente no tiene necesidad espiritual por su egocentrismo. El malhechor dice: “sálvate a ti mismo y a nosotros. La concepción de este ladrón tiene que ver con una autoayuda. Como algunas veces se dice: “Dios ayuda a los que se ayudan” El ladrón no arrepentido se siente de esta manera y además el està muriendo por sus pecados. El término para “malhechor en griego  es “kakourgos” que significa un hacedor de obras malas. Sin embargo hay algo que me llama la atención cuando él dice “Si tú eres el Cristo”. El pensamiento del malhechor es que duda que Jesús es el Cristo. Esta expresión lo compromete, y por esa razón el està pensando en solo él. Cuando uno minimiza a la persona de Cristo se convierte en un egocéntrico.” A lo mejor el repite la burla de los que estaban abajo hablando, estas palabras las dice en 37: “Si tú eres el Rey de los Judíos, sálvate a ti mismo. La gente siempre tiene un sentido de que ellos son siempre el centro de atención, y que se debe `pensar sòlo en ellos. Hay personas tan ego centristas que sòlo piensan en ellos. Así que debemos testificar porque hay gente que siento que no tienen necesidad espiritual. Pero también debemos testificar porque hay gente que está buscando en su vida.

Sin embargo el énfasis aquí es que Jesús atiende lo que el hombre dice. Pero simplemente no le responde. Muchas veces el escuchar a personas que no quieren una solución sino que quieren poner sus ideas sin encontrar una solución sólo pueden ser nada más escuchadas. También atiende al segundo ladrón, y a él si lo ministra.

Por otra parte, el segundo ladrón habla y dice en Lucas 23:40-41 “Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aún tú temes tú a Dios, estando en la misma condenación? 41 «Nosotros a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; más este ningún mal hizo” El ladrón arrepentido nos invita a pensar en cómo es la gente que está buscando. Primero una gente que busca entiende lo que està pasando el ladrón sabe que está padeciendo justamente. Segundo La gente està sufriendo. Este hombre estaba sufriendo por su mala vida. Ahora según él es demasiado tarde. Sin embargo hay que lidiar con el sufrimiento de la gente. Pensar en el sufrimiento, es pensar en América Latina, y sobre todo en nuestros países. Pensemos que en El Salvador el margen de la pobreza en nuestras ciudades es altísimo. Pensemos en términos de salario mínimo en nuestros países latinoamericanos. En la ONG que trabajé en este último año, sabíamos mucho de la pobreza en El Salvador, aunque muchos de los líderes de esa organización difícilmente podían nombrar a algunos pobres. Eso es lo mismo que ocurre en estas cruces, conocemos como eran los bandidos pero no sabemos sus nombres. Es más fácil describir la pobreza que nombrar a los pobres. Tercero la gente necesita ver a Jesús.  La respuesta a su problema es Jesús, por eso es tan necesario para los cristianos que en los tiempos críticos reflejemos a Cristo.

Lo primero que Jesús hace es atender. Jesús atiende y escucha a los dos ladrones. Pero la segunda cosa que Jesús hace es que entiende. El ladrón establece que Jesús está pasando por los mismos sufrimientos y que es capaz de comprender todo lo que resulta de estar clavado en una cruz. El ladrón dice: “sufres la misma condena”. A pesar de estar sufriendo lo mismo la calma y la seguridad interna impactaron al segundo ladrón. Lo que hizo cambiar al ladrón fue: la vida de Jesús, la actitud de Jesús y las palabras de Jesús. Para que haya un mensaje coherente en nuestras existencias debe incluir estas tres cosas: vida, actitud, y palabras.  Note que el ladrón dijo “no hizo nada malo” esto implica que en el tiempo que estuvo en la cruz se dio cuenta de que Jesús no tuvo pecado. Quizás pudo haber sabido de El con anterioridad. Una vida que es ejemplar es una vida que da esperanza a otros. Indudablemente nosotros somos humanos y alguna cosa mala podremos hacer. Pero para el creyente que tiene una vida irreprensible, implica que no hay hipocresía ni una carnalidad intencionada. Si fallamos tratamos de volver al redil de Dios. El fallar es una excepción para una vida que sigue a Jesús íntegramente. No hay mayor cosa que testifique que su vida. Pero Jesús no sólo atiende, entiende sino que también extiende una salida y solución a la crisis del ladrón. Se pueden imaginar el impacto de las palabras de Jesús en el ladrón cuando dice: “Perdónalos…” Eso impresionó al ladrón. El hijo de Dios está perdonando en ese mismo momento a los que lo está matando. No hay mejor testimonio que una actitud cristiana en todo lo que hacemos. Por lado las palabras de Jesús Fueron unas palabras de amor. Note que Jesús lo oye, le presta atención y lo anima y finalmente le da una esperanza. Eso es lo que debe hacer nuestro mensaje. La gente necesita escuchar palabras de perdón y de amor y por sobre todo de esperanza. Jesús pudo haberle dicho al ladrón: “no tengo tiempo para escucharte, yo tengo mis propios problemas”. Mucha gente que pasa por las crisis, siempre está pensando en lo que le pasa a ella, en cómo se siente ella, en lo que ha perdido ella. Pero Jesús nos demuestra que aunque podamos estar en un problema serio, una actitud cristiana es servir a otros que sufren igual que yo. Esto se llama abnegación y servicio cristiano. Muchas personas en su sufrimiento reciben sanidad cuando se despojan de su egocentrismo y ayudan a otros. Muchas personas buscan salir delante de sus crisis imitando pensadores, filósofos, y gente de grandes éxitos. Nuestra salida  depende de las leyes espirituales. Cuanto más usamos la palabra de Dios, y sus promesas, más oportunidades tenemos de hacer salir a las gentes de las crisis. Hoy por hoy los púlpitos de El Salvador en su mayoría están dando palabras de ánimo pero no desde la reflexión profunda de la Palabra sino de charlas, chistes y consejerías humanistas. Para que el ladrón arrepentido pudiera seguir soportando las horas que venían luego, necesitó de una palabra que le diera tranquilidad y seguridad para soportar el resto de su crucifixión. ¿Cómo fueron esas palabras? Estas palabras revelan varios aspectos de la forma en que nosotros concebimos la salvación. Habla de vida y muerte Cielo e infierno, justificación y juicio En estas palabras se despliega “algunas nociones de la salvación y nos da “la naturaleza de la salvación. ¿Cuáles son esas nociones que despliega? En primer lugar despliega la noción de la salvación basada en las obras. No nos salvamos por medio de las obras. El ladrón ya no tuvo oportunidad de deshacer sus obras de malhechor. Despliega la noción de una salvación universal es decir Jesús habló sólo al ladrón arrepentido y no salvó al otro. Mostrando así que la salvación es una decisión personal y al que cree. Al final no hay tal cosa como que todos nos vamos a salvar. Despliega la noción de que el alma duerme significa que las personas trascienden, y que no terminamos en la tumba en un dormir si sentido. Despliega la noción del purgatorio. No existe un estado intermedio entre el cielo y el infierno. No le dice al ladrón que debe ir a un lugar a purificar sus maldades, ya que murió en pecado mortal. En segundo lugar ¿cuál es la naturaleza de la salvación?. La autoridad para la salvación “De cierto Te digo” la autoridad viene del Señor, es increíble que se tome tiempo para oír, y contestar al otro hombre en la necesidad. Y no pierde la perspectiva de quién es él, y que està haciendo. Y la bendición del primer fruto desde la cruz. El tiempo de la salvación : “hoy” Dios no pierde el tiempo en salvar a alguien. Es para hoy y no para mañana la salvación. En el plan de Dios, siempre es hoy. No hay noche que despliegue el día. Es un eterno hoy. Nunca es tarde para buscar a Dios. El donde de la salvación. El paraíso Un lugar de futura felicidad. Este es un término Persa que se usaba para describir los jardines de los reyes en donde iban a disfrutar de paz y quietud. Finalmente la bendición de la salvación: conmigo. La petición del ladrón fue: acuérdate”, pero Jesús le responde con plena seguridad, que no se acordará sino que estará con El en el paraíso. Note que la mayor bendición no es ir a un lugar bonito, sino que el lugar está lleno de la presencia de Jesús. Es la comunión con Dios que hace un lugar placentero y por eso el cielo no será aburrido porque la presencia de Dios lo hará extraordinario. Bueno hasta aquí con esta reflexión. Puedo  hacerle algunas preguntas: ¿Cuál cree que fue el impacto de estas palabras en el ladrón arrepentido? ¿Cree que pudo sobrellevar la cruz ahora después de escuchar esta promesa? ¿Qué de nosotros? Podemos aliviar la carga de otros mientras estamos cargados de igual manera? Recuerde que para encontrar esperanza para un día sin esperanza, identifíquese con el sufrimiento de otros.  Recuerde cuando se ponga difícil no olvide testificar a otros. Pero también no olvide ser de bendición a otros. No olvide aliviar la carga de otros y por sobre todo no olvide salvar a otros.

Al ver el texto en realidad  Jesús quiere dar vida. Punto. Vemos esto en el encuentro entre Jesús y el ladrón — hay arrepentimiento, y luego hay una promesa de vida. No se pasa el tiempo lamentando la desigualdad de clases, los sistemas políticos y las historias personales disfuncionales. Por otro lado ¿De cuánta teología necesitó Jesús para redimir al ladrón? La respuesta es, claro, “ninguna”. Cuando examinamos la comunicación entre el ladrón y Jesús vemos únicamente una petición sincera para entrar al reino y la promesa de Jesús. Nada más. Lo que persuadió al ladrón a buscar y a encontrar a Jesús fue simplemente su presencia santa y recta. El cristianismo es primero que todo y principalmente un ministerio de “presencia”. Nuestro cristianismo es para las calles — no para los archivos. Mientras viajamos entre los perdidos y ciegos seremos tocados. Yo creo que nuestra belleza estará en gran medida en que nos toquen. Nos hemos comprometido a ser las manos y los pies de Jesús. Recordemos, como nos recuerda J. Oswald Sanders, que estas manos y estos pies están atravesados por clavos. Llevando vida a las calles, no sólo nos tocarán, sino con frecuencia nos rechazarán y nos vituperarán las mismas personas entre quienes nos encontremos. Otra vez, los ladrones nos dan evidencia de eso. Los primeros dos evangelios dicen que ambos ladrones empezaron vituperando a Jesús. Solo uno llegó definitivamente a aceptarlo. Así que debemos tener cuidado con nuestras expectativas entre los pobres, cuidado en colocar nuestras expectativas hacia Cristo quien es fiel a su palabra aun cuando las personas no lo sean, y no hacia a los pobres quienes pueden o no recibirnos y a Él a quien nos envía. Como escribe Donald Kraybill, “Jesús no es el rey de asistencia pública.” Podemos, como Jesús, estar tentados por convertir piedras al pan. Aun mientras Jesús se encontraba en la cruz, un ladrón lo tentó cruel y sarcásticamente de apartarse de su agenda, diciendo “Sálvate a ti mismo y a nosotros.” Recordemos: Jeremías nos habla de tomar la causa del pobre. No nos habla de ser absorbidos por los pobres. Somos de Jesús, no de los pobres. Y Jesús es siempre primero el libertador del corazón humano, antes que un liberacionista. Debemos tener la voluntad para declarar la palabra, no solo lo que sea popular en la palabra. Así que no acomodes a los pobres por cambiar la palabra. Del mismo modo, no acomodes a los ricos, quienes negarían a los pobres, por cambiar la palabra. Resiste la tentación de borrar los pasajes difíciles de la palabra. Humíllate a ti mismo, no a la palabra. No siempre podemos saber porque pasamos por épocas difíciles. Pero eso sí digo, cuando leo la Escritura veo que el remanente siempre es suficiente para hacer el trabajo de Dios.

Había tres cruces en el Calvario. Pocos se dieron cuenta ese día. Pocos se dan cuenta ahora. Pero no tomo nota de las otras dos cruces primeramente para remediar el olvido del mundo –aunque podría ser un motivo poderoso. Tampoco incluyo las dos cruces para asignar una dignidad a los dos ladrones que vaya más allá de los hechos. Eran hombres no mejores que nosotros — hombres con necesidades; encima de todo, hombres que necesitan a Jesús. Tomamos las tres cruces como símbolo porque en este momento central de la gloria de Jesús, Dios demostró su prioridad con los pobres al compartir la atención con dos marginados. No tenemos que ampliar la Escritura sobre este punto — podemos simplemente dejar el hecho de la presencia de Cristo entre los pobres hablar por sí solo. Esta presencia es la que deseo seguir declarando.

Experiencias de una travesía agitada Día 7

Hoy más que nunca me he dado cuenta que muchas veces la adversidad tiene el efecto de suscitar talentos que en circunstancias prósperas habrían permanecido dormidos.

La verdad es que nunca he caminado sobre brasas, aunque tengo algunos amigos que dicen que sí.

Sin embargo yo he pasado por el fuego de Dios, así como tú lo estás haciendo ahora. Pedro también conocía los fuegos de la aflicción el dijo “… Queridos hermanos, no os sorprendáis de la prueba de fuego que ha venido sobre vosotros para probaros. 1 Pedro 4:12

Haciendo un inventario incluyendo este tiempo que vivo me he dado cuenta que cada prueba que he enfrentado fue, en efecto, la manera en que Dios me hizo pasar a través de sus llamas purificadoras.

Cada vez más me doy cuenta a medida que pasan los días en estos tiempos difíciles que el objetivo divino en nuestra adversidad es refinarnos como el oro.  Lo cual es otra forma de decir que el objetivo de Dios es conformarnos a la imagen de Su glorioso Hijo eliminando las partes de nosotros que son diferentes a Él.

Hace alguno días Dios me llevó al pasaje  de Daniel 3. Ya saben, en donde encontramos la historia de los tres jóvenes hebreos que se enfrentaron cara a cara con el rey Nabucodonosor de Babilonia.

Al leerla  esa  narración  realmente me proporcionó una serie de ideas profundas que me ayudaron a comprender mejor cómo Dios usa las pruebas de fuego para refinarme.

Es la historia de los tres jóvenes se pusieron de pie para adorar a Dios, a pesar de las consecuencias. Era un trío que operaban desde valores inamovibles. Es decir, habían resuelto jurar lealtad al único Dios verdadero sin importar el costo. Se negaron a dar su lealtad a nadie ni a nada más. Cuando el rey exigió saber por qué se negaban a adorar a sus dioses y a inclinarse ante la imagen de oro que él había erigido, esta fue su primera respuesta: Oh Nabucodonosor, no tenemos necesidad de responderte en este asunto. Daniel 3:16. Lo que Dios me mostró es que los tres jóvenes no sintieron la necesidad de defender, explicar, justificar o racionalizar su posición.

Lo que me hizo pensar es que cuando pasamos por un juicio, a menudo nos sentimos tentados a defendernos. A mí me ha pasado. Y en realidad El Espíritu Santo  me enseñó que  el Señor quiere que dejemos a un lado toda defensa propia. Si ha de haber alguna defensa, Dios debe ser quien la haga. La elección es nuestra: ¿defendernos o dejar que Dios nos defienda? Tenga en cuenta que el Señor a menudo nos defiende mucho más tarde de lo que preferiríamos. ¡Como necesito la defensa de Dios en los momentos en que el enemigo me ataca!

Otra cosa que note en la historia es que la devoción de los hebreos a Dios y su negativa a retroceder enfureció al rey Nabucodonosor, lo que hizo que encendiera el horno siete veces más caliente de lo normal, y que ordenara a varios de sus hombres que ataran a Sadrac, Mesac y Abednego y los arrojaran a las llamas.

Esto habla del hecho inquietante de que cuando decidimos permanecer fieles a Dios durante una prueba, las cosas a menudo empeoran.

He aprendido esta lección en este tiempo de prueba y dificultad. Después de entregar por completo cada centímetro de mi vida al Señor durante mi adversidad, pensé que la prueba se resolvería rápidamente. En cambio, se volvió más grave. Me esperaban bloqueos, cambios de sentido y un calor más intenso. ¿Lo entiendo esto? Apenas ¿Me gusta? Para nada. ¿Lo acepto? No queda de otra.  

Luego me di cuenta que estos hombres fueron atados con sus mantos, sus túnicas, sus sombreros y sus otras vestiduras, y fueron arrojados al horno de fuego ardiente. Debido a que la orden del rey era urgente y el horno se sobrecalentó, la llama del fuego mató a los hombres que tomaron a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Y estos tres hombres, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados en el horno de fuego ardiente. Daniel 3:21-23. Nótese que cuando los hebreos fueron arrojados al fuego, fueron atados. Pero luego fueron liberados milagrosamente de su esclavitud, liberados para caminar en el horno. Eso me reto dramáticamente, porque el horno y las ataduras con las que soy lanzado se rompieron. Y se puede caminar libremente aún a pesar de estar dentro del horno. Esa libertad sólo procede de Dios y de su obrar milagroso en nuestras vidas. Libre en el horno…que interesante lección…

La narración continúa diciendo :” Entonces el rey Nabucodonosor se asombró y se levantó a toda prisa. Declaró a sus consejeros: «¿No echamos al fuego a tres hombres atados?» Ellos respondieron y dijeron al rey: «Es verdad, oh rey». Él respondió y dijo: «Pero veo a cuatro hombres desatados, que caminan en medio del fuego, y no están heridos». Daniel 3:24-25.

Dios me dijo que uno de sus principales propósitos de la adversidad es ponerme  en una posición en la que cedo mis ataduras a Dios, permitiéndole que me libere. El horno me hace libre de las ataduras que el hombre fuerte me ha provisto.  

Nótese también que, según el relato, había una cuarta Persona caminando con los tres hombres hebreos en el horno, «y la forma del cuarto es semejante al Hijo de Dios».  Obviamente, esta es una referencia a Jesús en su estado preencarnado. Creo que el cuarto Hombre que apareció en el fuego hizo el desatamiento, y eso me iluminó otra idea espiritual del texto y es esta. Jesús está más cerca de nosotros y hace Sus obras de liberación más notables cuando confiamos en Él en el fuego de la adversidad.

Afortunadamente, no tenemos que pasar por nuestras pruebas solos. Cristo quiere estar con nosotros en el fuego, desatándonos, consolándonos y protegiéndonos. Simplemente tenemos que invitarlo a entrar. Bien dice Isaías 43:2: “Cuando pases por las aguas, Yo estaré contigo; y a través de los ríos, no te abrumarán; Cuando camines por el fuego, no te quemarás, y la llama no te consumirá. ¡Gloria a Dios por su cercanía cuando estamos en el horno espiritual de la vida!

Otra cosa que me  impresionó de una manera impactante es que cuando los tres hebreos fueron sacados del horno, dice: «ni un cabello de sus cabezas se chamuscó, ni sus ropas no se quemaron. ¡Ni siquiera olían a humo!»

Esto es increíble. El Señor me dijo que después de que mi prueba haya terminado, si la soporto de la manera que Dios desea, llegaré a tener cicatrices pero no heridas abiertas. El juicio quedará atrás. Y los que nos conocen detectarán la alegría y la gloria. No habrá rastro de la experiencia oscura en nuestros rostros. Solo resplandor y tranquila confianza. Por el contrario, algunas personas nunca se recuperan de sus pruebas.

He conocido a cristianos que pasaron por una adversidad y continuamente se lamentaron de lo que sufrieron. Nunca lo superaron. Otras personas podían ver sus heridas abiertas. Seguían sangrando, sangrando en las calles. Olían a humo y a fuego. Pero aquellos que soportan con Dios a su lado emiten una inexpresable sensación de bienestar. Aunque no lo has visto, lo amas, y aunque no lo ves ahora, pero crees en él, te regocijas grandemente con un gozo inefable y lleno de gloria. 1 Pedro 1:8 Cuando oyes hablar a tales personas, ves la gloria. Pero no conoces la historia porque está enterrada en el pasado.

Mi mayor anhelo es que al salir de mi prueba ni siquiera huela a humo…porque Jesús me dará su olor fragante.

Experiencias de una travesía agitada Día 6

Mientras luchaba con mis conflictos un día de esto, me sentí tan derrotado y vencido. Sin embargo había estado orando porque Dios tomará mis cargas y mis conflictos. Luego Dios me enseñó que dejar ir las cosas en sus manos no es lo mismo que darse por vencido. Y comprendí una gran verdad. Desprenderse del resultado no es lo mismo que tirar la toalla. Sabes querido viajero igual que yo rendirse es cuando te arrancan la cuerda de las manos sangrantes. Es algo que permites que suceda por elección de tu voluntad. Dios nunca quiere que nos rindamos. Pero Él sí quiere que soltemos y dejemos ir lo que nos afecta. Dejar ir es un acto de aceptación y entrega. También es parte de la vida. Dejar ir es aceptar aquellas cosas que no podemos cambiar. No significa que aprobemos esas cosas o que incluso nos gusten. Pero las liberamos de todos modos. Dejar ir es un acto de amor, no de derrota. Es una decisión deliberada de poner nuestra confianza en Jesucristo. Dejar ir es el camino hacia la libertad. También abre la puerta para que Dios obtenga lo que busca sin interrumpir, interferir o interceptar la obra maestra que busca crear en mí y en usted. El hecho es que la vida es una serie de pérdidas. Perdemos amigos, relaciones, trabajos, iglesias, familiares e incluso nuestras tiendas, restaurantes, hoteles y programas de televisión favoritos. Lo único que está garantizado es nuestra existencia terrenal, e incluso eso desaparecerá algún día cuando hagamos la transición a la próxima vida. Pero toda pérdida es una oportunidad para un mayor crecimiento. Un consejo que estoy aprendiendo en carne propia por más difícil que sea dejarlo ir, ten esto en cuenta: en realidad no estás dejando ir simplemente estás transfiriendo el problema a las manos de Dios, manos que son mucho más capaces que las tuyas. Recordaba  que mientras los niños traen sus juguetes rotos con lágrimas para que los arreglemos, yo debo llevar  mis sueños rotos a Dios, porque Él es mi amigo. Pero luego, en lugar de dejarlo en paz para que trabajara solo, me quedé y traté de ayudarlo con mis propios medios. Al final los recuperé y grité: «¿Cómo puedes ser tan lento?» “Hija mío”, dijo, “¿Qué podría hacer? Nunca lo dejaste ir”. Dejar ir no es fácil. Pero si un árbol no soltara sus hojas, no sería posible un nuevo crecimiento en la primavera. El otoño es brillante porque nos muestra la belleza y el valor de dejarse llevar…ven Señor Jesús…

Experiencias de una travesía agitada Día 5

Durante este tiempo de prueba, mi determinación de aguantar fue fuerte al principio. Pero a medida que pasó el tiempo y no vi que la aguja se moviera en ninguna dirección, mi paciencia comenzó a agotarse. Recuerdo que durante un día de crisis y adversidad en particular, estaba en mi pequeña oficina , mirando por la puerta hacia afuera , preguntándome si alguna vez encontraré una manera de salir de la espiral descendente. ¿Cambiará alguna vez mis circunstancias? ¿Cuándo me rescatará el Señor? En ese momento  encontré un Salmo que sus palabras expresan perfectamente mi estado mental y emocional:

Estoy agotado esperando tu rescate, pero he puesto mi esperanza en tu palabra. Mis ojos se esfuerzan por ver tus promesas hechas realidad. ¿Cuándo me consolarás? Salmo 119:81-82  NLT

Han sido momentos  en los que  he tenido  que volver a aferrarme. Cuando enfrentas pérdida y dolor y esto continúa mes tras mes sin alivio, te cansarás. Ahí es cuando necesitas apretar más y seguir aguantando. Mientras lo hacía yo mismo, poco a poco me di cuenta de que algo increíble estaba ocurriendo. Al principio pensé que era el único que aguantaba. Entonces descubrí que había alguien al otro lado de la línea que me agarraba aún más fuerte que yo. Y Él no iba a dejarme ir. ¡Dios estaba del otro lado aferrándome! Incluso si comienzas a perder el control y permites que la cuerda se resbale un poco, Dios todavía se aferra a Su extremo. Encontré una canción llamada  “My Anchor” de Christy Nockels hay noches que la vuelvo mi oración en  algunas noches. La he escuchado innumerables veces mientras pensaba, caminaba y estaba acostado en el suelo. Cuando estés caminando por el infierno en la tierra y la situación parezca negra, toma de nuevo la mano de Dios y sigue aguantando. A veces esa es la única respuesta que tengo para capear las tormentas que azotan mi vida.

Mis planes, esquemas y estrategias fueron inútiles. Todo lo que puedo hacer durante esos ataques de desánimo es agarrarme con más fuerza y aguantar de nuevo.

Marcos 3: 5 cuenta la historia de Jesús sanando a un hombre con una mano seca. Una mano seca no puede agarrar nada. No puede aferrarse a nada. En la historia, Jesús da dos mandamientos: “Levántate” y “Extiende tu mano”. El Señor nos dice lo mismo a ti y a mí cuando nuestras manos se han cansado de aferrarse y nuestra  fe se ha marchitado. Mi estimado lector : “¡Levántate!” Mantente firme en sus promesas. Querido hermano: “¡Extiende tu mano!” En fe, extiende tu mano y consigue otro agarre. Y nunca lo olvides: cuando todo el infierno se desata en tu vida, el cielo está colgado en el otro extremo y el Señor está diciendo: “No te dejaré ir”. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? . . . No, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Porque estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa en toda la creación, podrá separarnos del amor de Dios en Cristo Jesús nuestro Señor. Romanos 8:35,-37-39

Experiencias de una travesía agitada Día 4

Mi  tormenta imperfecta…

Durante mis tiempos oscuros en estos día  meditaba en Hechos 27,  y Dios me enseñó  la histpria  donde Pablo, un prisionero, fue llevado a Roma en barco. Restablezcamos la historia en tiempo presente. El barco zarpa en un hermoso día. En algún momento, una tormenta feroz emerge y el capitán del barco pierde el control del barco. La tormenta dura varios días. Con cada hora desesperada, los hombres del barco pierden su corazón. En medio de esto, Dios le habla a Pablo a través de un ángel. El ángel le dice que ni un solo pasajero morirá. La respuesta de Pablo a los encargados del barco es la siguiente: Les insto a que mantengan el coraje, porque ninguno de ustedes se perderá ; sólo el barco será destruido. Anoche un ángel del Dios a quien pertenezco y a quien sirvo estuvo a mi lado y dijo: “No tengas miedo, Pablo. . . Dios en su gracia te ha dado la vidas de todos los que navegan contigo”. Entonces, ¡manténganse valientes, hombres, porque tengo fe en Dios que sucederá tal como él me dijo.  Hechos 27:22-25. No pude dejar de notar  la actitud de Pablo. Su actitud fue “No me hundiré en la depresión. no perderé esperanza. ¡Aguantaré y creeré en mi Dios!  La verdad es que no es fácil confiar en Dios cuando todo lo que puedes ver es lluvia y nubes oscuras. Es difícil confiar en Él cuando puedes escuchar los truenos resonando en tus oídos y tus ojos están cegados por el rayo. Mientras la tormenta sigue y sigue y sigue. Es aún más difícil confiar en Él cuando tu barco se está rompiendo en piezas. La verdad es que me impresionó mucho  que incluso después de que Pablo dio estas palabras de aliento a los hombres del barco, la tormenta continuó. Finalmente, la popa se rompió. Muchos de los prisioneros a bordo agarraron un pedazo del barco y se aferraron a los tablones para salvar sus vidas. Sabes cuál es la gran verdad que Dios me enseñó en estos días: A veces Dios detendrá la tormenta. pero a menudo no lo hará. Y es que en este tiempo durante mis propias pruebas, tuve que aferrarme a las partes rotas del barco y  aguantar en  la tormenta hasta que pasó.  Y sabes tendrás que hacer lo mismo. Finalmente, cuando todos llegaron a la costa, estalló un avivamiento en la isla de Malta a través del ministerio de Pablo. ¿Cuál es la gran lección de todo esto:  Siempre hay una recompensa al otro lado de tu adversidad, así que ¡Sigue aguantando! ​

Experiencias de una travesía agitada día 3

En este día descubrí que el verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes sino en tener ojos nuevos.

La historia de Abraham y su hijo Isaac ejemplifica cómo una persona puede  aferrarse  y soltar al mismo tiempo. Dios le hizo una promesa férrea a Abraham. Le dijo que sería el padre de muchas naciones y su descendencia superarían en número a las estrellas. Es más, Dios le dijo a Abraham que Isaac sería el medio a través del cual se cumpliría esta promesa. Sin embargo, en algún momento durante la vida de Isaac, el Todopoderoso le ordenó Abraham ofrecer a Isaac como sacrificio, ¡literalmente!

Sin duda, Abraham se encontró atrapado en un dilema. Las Escrituras nos dicen que Abraham obedeció. Soltó lo más preciado. Su amado regalo: su hijo. Abraham entregó a Isaac a Dios. Sin embargo, al mismo tiempo, Abraham no renunció a Dios ni a Su promesa. Se aferró a ambos. Hebreos 11 explica cómo: Por la fe Abraham, cuando Dios lo probó, ofreció a Isaac como sacrificio. El que había abrazado las promesas estaba a punto de sacrificar a su único hijo, aunque Dios le había dicho: “Por medio de Isaac se contará tu descendencia”. Abraham razonó que Dios podía incluso resucitar a los muertos, y de esta forma por así decirlo, recibió a Isaac de la muerte.  Abraham soltó a Isaac pero se aferró a Dios, creyendo que el Señor resucitaría a Isaac de entre los muertos después de que Abraham lo matara. Esta fue una prueba escandalosa de fe, la prueba de la vida de Abraham. En una noche de lucha intensa de miedos e insomnio en mi travesía  al contemplar esta historia de repente me di cuenta de cómo un  persona puede soltarse y aguantar al mismo tiempo. Es una paradoja poco común, una deliciosa ironía. Estos dos impulsos espirituales (aguantar y dejar ir) siempre son en constante colisión. Para decirlo de manera sucinta, Abraham dejó ir a Isaac 1.0. Pero tenía fe en que Dios resucitaría a su hijo de entre los muertos, dándole Isaac 2.0.

Por supuesto, el Señor detuvo a Abraham antes de que bajara el cuchillo, así que Isaac no necesitaba ser resucitado de entre los muertos.

Si hay algo que he estado aprendiendo en mi travesía de estos días agitados  es que  en el peligro mortal de nuestra propias adversidades, debemos aguantar y dejar ir antes de que veamos nuestra Resurrección. Debes saber esto: es cuando te aferras y te sueltas  que Dios vuelve tu pruebas en tesoros, tu dolor en perlas, tu sufrimiento en servicio y tus cargas en belleza. ​

Vencer y perdonar, es vencer dos veces

Alguien ha dicho  que hay dos cosas que atraviesan el corazón humano. Una de ellas es la belleza. La otra es la aflicción.

Una realidad a la que no podemos escapar  es que cada uno de nosotros se enfrenta a problemas. Son parte de la vida. A menudo tenemos cierto grado de control sobre ellos. Dicho control puede implicar la planificación de una intervención para alguien que le importa y que es adicto a las drogas o al alcohol. Tal vez su matrimonio esté en una condición crítica, pero puede buscar asesoramiento matrimonial. Si su cónyuge está de acuerdo en ir con usted, su relación puede sanar. Tal vez pueda encontrar los mejores médicos para tratar su enfermedad (o la de un ser querido). O pierdes un trabajo solo para encontrar rápidamente otro. Todas esas son circunstancias en las que tienes cierto control.

Pero hay situaciones en las que no tienes ningún recurso. Te golpean como un trueno, te golpean de la nada. Ponen tu vida en pausa y no puedes estar seguro de cómo resultarán.

He tenido algunas experiencias bastante desgarradoras en mi propia vida. Y también lo han hecho decenas de personas que conozco. Todas estas son experiencias desconcertantes que enviarían a la mayoría de las personas a una caída libre, donde la tierra firme está fuera de la vista.

En momentos como estos, solo hay una cosa que hacer… AGUANTA Y DÉJATE LLEVAR. ¿Suena contradictorio? Bueno, lo es. Más o menos. En realidad, es paradójico, como muchas otras cosas en la vida. Frente al torbellino, te aferras firmemente a Dios. Al mismo tiempo, dejas ir el resultado. Te sueltas y te aferras. Te aferras y te dejas llevar. El Señor está esperando que te aferres y lo dejes ir. Esto es lo que abre la puerta para que Él intervenga y haga lo que solo Él hace mejor.

Los días de desesperanza son comunes en nuestro mundo. Esa no es una observación cínica. Es honesto. Y en muchos aspectos, el mismo tipo de cosas que conducen a días de desesperanza para personas como tú.

Al leer la Palabra en estas fechas  encontré el poder milagroso en las frases pronunciadas de Jesús en el día más duro de su vida.  A veces se les llaman las siete últimas palabras de Cristo, dichas por Aquel en lo que se volvió el último mal día y que paradójicamente la historia ahora llama «bueno». Todavía  hoy cada año, cuando el calendario llega a la primavera, lo llamamos Viernes Santo. Hay muchas razones por las que el Viernes Santo se llama «bueno», pero no lo son relacionado con nuestras nociones humanas habituales de «agradable, feliz o cómodo». Lo bastante  «bueno» en ese día es que era el día en que Jesús, que había llegado Belén, años antes, se había rendido a la muerte en una cruz en Jerusalén. El «bien» está en el Buen Pastor, dando Su vida por Sus ovejas. El «bien» está también en el misterio que se revela en el hecho de que, al precio de la sangre vital de Jesús, el perdón por mi pecado y el tuyo es ahora un regalo de Dios provisión que ofrece esperanza y promesa eternas. Aunque hay muchas buenas razones por las que llamamos a ese viernes «bueno», en realidad, fue un día muy malo. Fue un día lleno de muchas de las mismas cosas que hacen que nuestros días sean malos a veces, cosas malas que le quitan la vida a la existencia y nos arrancan la esperanza corazones. Fue un día que implicó ser amargamente traicionado; fue un día de golpizas brutales, de abusos con odio, y de sangre y lágrimas; fue un día de rechazo, de soledad descarnada, de amigos que huyen y de enemigos que traen violencia. Es el mal día bueno  llamado «Viernes Santo» porque Jesús hizo cosas ese día que han resultado en una fuente inquebrantable de esperanza, esperanza que nos salva, esperanza que nos mantendrá, esperanza que nos acompañará y esperanza que nos llevará nosotros a través.

Hay algo que aprendí acerca de la esperanza del día de Jesús de lúgubre oscuridad, truenos y terremotos— ese día «abandonado por Dios» en el que Dios mismo fue asesinado mientras se sometía Él mismo a las manos de sus propias criaturas. Aprendí cómo ese día, más allá de todos los demás (y, sin embargo, tan parecidos a mil de los nuestros en ciertos aspectos), tiene las llaves que abren las puertas a la esperanza. Y cómo ese mal día en la vida de Jesús que llamamos buena es la razón por la que siempre tendremos esperanza cuando más lo necesito.

¿Es posible que encuentres esperanza cuando más la necesitas? Absolutamente, y no por nada que puedas hacer, sino por lo que Jesús  ya hizo.?

¿Cómo hizo Jesús para resistir el viernes, el día más malo de toda su vida en la tierra?

Creo que hay mucha sabiduría en cada una de las palabras que dijo. Son como ventanas abiertas de su alma y de sus luchas como hombre al enfrentarse al dolor, al odio, al abandono y finalmente al desprecio.

En mi lucha espiritual y física he encontrado alivio en las palabras de Jesús, y me gustaría exponerlas para que todos aquellos que están teniendo una temporada terrible y angustiosa las puedan usar como fuente de inspiración y anclas de esperanza y fe.

Antes de entrar al primer principio de sobrevivencia a una crisis, quiero mencionar algo que me ha estado inquietando.

En primer lugar me he dado cuenta que la palabra crisis circula hoy como teléfono móvil en manos de una adolescente.  Se acostumbra a decir Juan reprobó su examen de inglés; ¡Está en crisis! A Elena se le perdió su esmalte de uña ¡Está en Crisis!  A Jorge se le reventó un neumático hoy camino a su trabajo. ¡Entró en crisis!  No recibió lo que había pedido por Amazon. ¡Está en crisis! Su novio(a) la dejó. ¡Tiene una gran crisis! Pero en realidad ninguna de estas es una crisis. Por más que quiera, no lo es.  Una crisis es una situación de vida o muerte. Pero debido a la búsqueda incesante de nuestra cultura de la máxima comodidad, la gente tiende a catastrofizarlo todo, a indignarse por todo y a ofenderse por todo. Una crisis (como yo la defino) revela nuestro nivel de madurez espiritual al exponer nuestro carácter ante nuestros propios ojos.

Una segunda cosa  que he ido comprendiendo es que la palabra “crisis” per se no aparece en la Biblia. Aunque podemos ver que los procesos que definen la palabra crisis pueden estar inmersos en la experiencia cristiana. En realidad para Dios no existen crisis, ni para el creyente, lo que existe es un plan trazado que incluye el sufrimiento y el zarandeo. Esta palabra “zarandear” es bastante similar al concepto de crisis. Y la Biblia si habla de esto en la vida del creyente. Así que Jesús fue introducido en un zarandeo espiritual de tal índole, pero en  realidad estaba bajo el plan trazado de parte de Dios.

.Una tercera cosa que he aprendido en mi proceso es precisamente eso las etapas por las que estoy pasando en mi lucha. Ya sea que su desastre personal sea autoinfligido o usted sea un víctima desprevenida, se aplican las mismas etapas: shock, agonía, lucha y transformación. Estas son las cuatro etapas por las que he pasado en cada una de mis experiencias personales y sangramientos personales. Es probable que también pases por cada uno de ellos durante tu pesadilla actual. La primera etapa es la de Choque. La calamidad golpea y estás devastado y desilusionado. Todo esto supone un choque para tu sistema. Es como ser sorprendido por un tren de carga sin que te des cuenta. Los restos marcan la destrucción de tus esperanzas y sueños. Traumatizado y desconcertado, no puedes creer lo que está pasando. La vida normal se ha visto trastocada. Estás emocionalmente entumecido. Esta etapa suele durar de dos semanas a un mes o quizás más en alguno casos. Cuando tu prueba comienza, es común pensar que durará poco tiempo. Sin embargo, esto durará mucho más aunque en ese momento no lo sepas.

La segunda etapa es la de la Agonía. No hay palabras para describir la profundidad del dolor que sientes. Y lo que experimentarás cuando llegue la etapa de agonía. No es solo una pesadilla, es ¡También una pesadilla sin salida ! Durante el segundo y tercer mes de tu prueba, quedarás atónito con intensos ataques de llanto agonizante que te pueden alcanzar sin previo aviso. (Hay una tremenda curación en estas lágrimas, que explicaré  más tarde.)

La tercera etapa es la de la  Lucha. Aquí es donde debes aprender a adaptarte a la “nueva normalidad”, que en realidad es anormal. Durante esta etapa, comienzas a adaptarte. a las nuevas rutinas que has incorporado a tu vida. Pero a pesar de que te acostumbras  a ello, todavía estás inquieto. Cuando las personas tienen lesiones graves en la espalda, no pueden ponerse cómodas, no  importa en qué posición muevan sus cuerpos. Lo mismo sucede emocionalmente durante una prueba severa. No importa lo que hagas o adónde vayas, tu alma no puede encontrar descanso. Cuando tu vida se haya hecho añicos, tendrás dificultades para agarrar el volante. de tu nuevo y extraño mundo.

La cuarta etapa es la de la Transformación. Esta es la etapa que hace su plenitud. Aparece cuando el humo se disipa y las nubes se levantan. Mirando hacia atrás, la crisis fue como un terremoto que arrasó tu casa, provocando violencia tectónica en cada habitación. Pero te inclinaste mucho en Dios y reconstruyó la casa, y ahora tiene mayor integridad estructural que antes.

En las diversas crisis que he enfrentado en mi vida, estoy aprendiendo  a apoyarme mucho en Dios. cuando he estado al límite de mi cuerda. Todo lo que pude hacer fue gritarle al Señor y buscar desesperadamente respuestas. Pero me armé de valor para caminar por el centro de mi ansiedad. tormenta, y cedí al viaje más transformador de mi vida. Como resultado, al final de cada prueba, me convertiré en una versión nueva y mejorada de mí. En este proceso voy en estos momentos de mi vida. Todavía no lo he logrado pero espero llegar a esta etapa de transformación.

Una vez aclarado lo anterior, procedamos con la instrucción del Espíritu Santo a través del texto escrito por Él hace varios años atrás.

Ahora volvamos a Jesús. Y preguntémonos ¿Qué pasos Dios me ha enseñado a tomar para poder capear mi lucha espiritual y tribulación?

La primera gran enseñanza con la que Dios me ministró y el Espíritu Santo reafirmó en mi vida es la expresión de Jesús que Lucas registra en 23:34: “Padre, dijo Jesús, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

Una maravilla y una majestad son evidentes en estas primeras palabras de Jesús. La sangre del Cordero acaba de comenzar a ser derramado del altar de la Cruz. El plan para la provisión de este momento se ha movido desde el primer sacrificio del Edén por pecado y a través de siglos de sacrificios multitudinarios de animales, como adoradores se les enseñaba acerca de un Sacrificio Final por venir. Ahora Él está en la Cruz, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Y ahora Él se está presentando a Sí mismo, el Gran Sumo Sacerdote ofreciendo Su propia vida por la mayor necesidad de la humanidad: el perdón de los pecados y la liberación de su esclavitud.

Las primeras palabras de este Cordero-Sacerdote son tiernas ante  el rostro de Su detractores, sus  antagonistas. Pero estas palabras son atemporales y llenas de amor cuando llegan a ti y a mí  hoy. Sin embargo creo también que  están enseñando palabras para nosotros, a los que queremos ser adiestrados  a cómo encontrar esperanza para un día sin esperanza, y nuestra primera lección es esta:

Para encontrar esperanza para un día sin esperanza, comience por perdonar a todos los que parecen estar tratando de arruinar tu vida.

La desesperanza es una emoción tan común y una situación  tan real que cualquiera de nosotros la experimenta muy fácilmente. Los días sin esperanza son el resultado de cosas que suceden, y las cosas que suceden son el resultado de cosas que la gente hace. Gente que no entendió. Personas que tenían la intención de hacernos daño. Personas que olvidaron o descuidaron hacer algo. Personas que nos traicionaron o nos violaron. Las personas que nos hirieron ayer… o antaño. La gente hace cosas, y lo que nos cuesta más creer es lo que dijo Jesús ese día sobre ellos: La gente no sabe realmente lo que está haciendo.

Esas palabras de Jesús—». . . no saben lo que están haciendo»— Probablemente la verdad más descriptiva que existe acerca de todos los pecados humanos y fracaso, sobre nuestra falta de amor, rebelión, dolor, odio, ira, violencia y los otros mil males que se han apoderado de nuestra raza caída.

Incluso cuando el pecado se calcula, se planifica minuciosamente, se concibe cuidadosamente y se ejecuta de manera eficiente, nadie entiende realmente la profundidad o la dimensión del pecado y su destructividad o el grado de su horrible daño a las personas. De una manera muy real sentido, todo pecado es pecado de ignorancia. Aprender la gracia del perdón, abrazar la voluntad de perdonar a alguien o todos los que parecen estar arruinando tu vida en este momento, un punto de partida necesita ser encontrado, y Jesús nos lo señala: «No saben lo que están haciendo». Sin embargo, el hecho es que no es así como nos sentimos. Tendemos a ver cosas desde el punto de vista de nuestra experiencia, y cuando suceden cosas malas, parece como si quienquiera que nos hiciera mal supiera exactamente lo que estaba haciendo, y  si no lo supiera parece importarle, tampoco. Debe haber parecido así desde la Cruz, pero Jesús nos enseña algo sobre el secreto del perdón: Perdonar a los que te asaltan es la clave para no ser víctima permanente de ellos. Cualquiera que sea la impacto de cualquier ofensa que nos hagan otros, nuestra negativa a reaccionar, a llevar a cabo una El rencor o tomar represalias puede darnos cierta seguridad. El verdadero perdón brota de la gratitud a Dios por haberme perdonado. El verdadero perdón nace de mi recuerdo de que he sido perdonado de esa manera una gran deuda por el amor de Dios que no hay justificación para mi ser menos que perdonar completamente a los demás. Debido a que he «recibido gratuitamente», mi El Señor me llama a «dar gratuitamente». Perdonar a los que buscan herirnos a ti o a mí es liberarnos de su control y liberarnos de la ira, dolor o decepción que buscaría adherirse a nosotros.

Ahora como hizo Jesús para perdonar. ¿Qué pasos prácticos nos enseñan la primera frase de Jesús en la cruz?

Lo primero es que Jesús se aseguró de cuidar su vida interior.

La primera cosa que veo en Jesús tiene que ver con su sanidad. Él está cuidando lo que guarda dentro de su corazón en ese momento. La palabra “elegein”, es la frase en español “decía”. Este es un verbo imperfecto del verbo lego. El tiempo imperfecto expresa una acción en el pasado durativa o repetida. El modo indicativo nos habla de una acción real. La implicación que tiene es que debido al tiempo imperfecto, la frase no la dijo una vez, sino que fue como una especie de frase que repitió durante bastante tiempo. Jesús tenía un diálogo de limpieza de su interior. ¿Qué andamos guardando dentro de nosotros que tenemos la necesidad de limpiar? ¿A quién andamos cargando en nuestra alma que no hemos logrado dejarlo ir?

La segunda cosa tiene que ver con su identidad. La frase que sobresale en el texto es el término “Padre”. La palabra en sus orígenes venía de una raíz que significa nutridor, protector, sustentador Es muy importante entender, que Jesús no ha perdido su identidad de hijo, ni tampoco su comunicación con su nutridor, protector o sustentador. Lamentablemente las primeras estrategias del enemigo cuando pasas por una crisis es hacerte dudar de tu identidad como hijo. Te hace cuestionar si Dios sigue contigo como Padre o si realmente el está interesado en ti. Si nos hace dudar de nuestra identidad como hijo perdemos la perspectiva del amor y el plan del Padre.

La tercera cosa que tiene que ver con su libertad. La frase “perdónalos.”  es “afes” y tiene tres significados principales: (a) enviar, despedir, perdonar; (b) permitir, dejar, consentir; (c) dejar, dejar solo, abandonar, descuidar. Se traduce «entregó el espíritu» en Mat 27:50 cuando se refiere al momento de morir Jesús. Y esta traducción me parece interesante, porque implica que el perdón es un dejar, y un morir a la persona que me ha hecho daño. El verbo “afes” sugiere la idea de “urgencia” y es una acción de iniciativa propia. En realidad Jesús le está diciendo al Padre, que urge “los deje ir” a sus captores. Al dejarlos ir, y ponerlos en las manos del Padre Jesús está adquiriendo una verdadera libertad de sus captores y enemigos. No los cargará sino que los dejará en manos de la justicia del padre. Pocas frases en el idioma español traen consigo una sensación de alivio y restauración de la alegría como estas dos pequeñas palabras: “Te perdono“.  Seamos nosotros quienes extendamos el perdón o quien lo recibimos, una ‘especial alegría’ es el resultado de la libertad que experimentamos, pues hemos sido libertados de una prisión: “la falta de perdón”. Cuando somos libres podemos encontrar también la reconciliación. Los expertos nos dicen que la gran mayoría de las personas hoy en día luchan con sentimientos de culpa. Es a menudo por situaciones que no fueron su responsabilidad; pero no buscan el perdón de aquellos que resultaron perjudicados. Otras personas se pasan la vida consumidos por el dolor y la ira, habiendo sido perjudicados por alguien; pero incapaces de extender ese perdón que les traería a la libertad.  De cualquier manera la Biblia deja bien claro que la falta de perdón es una herramienta que el enemigo utiliza para destruir nuestra fe y poder arruinar nuestras vidas; al estársele permitiendo robarnos la alegría y llenarnos de dolor y de odio. Los psicólogos hoy en día definen el perdón como: “una decisión consciente y deliberada, que liberará sentimientos de rencor, de resentimiento y aún más, de venganza, hacia una persona o grupo de personas que te han lastimado. Esta decisión es tomada independientemente de si aquellos lo merecen o no”.

Nuestro mundo moderno está plagado de odio y creciente violencia; y es así quizá por la falta de perdón. Pero las acciones de perdonar a otros y de perdonarnos a nosotros mismos, nos dicen estos expertos, implican complejos procesos psicológicos que afectan tanto física como mentalmente a nuestro ser; y podemos llevarnos años en implementarlos a nuestro favor … si es que lo llegamos a hacer. Los expertos pintan una imagen bastante sombría, con pocas esperanzas de libertad para quienes están esclavizados por esos sentimientos; que no pueden o no quieren rendir. Jesús perdono y descansó de esa carga.

La cuarta cosa tiene que ver con su bondad. La expresión “no saben lo que hacen ” se refiere a conocer mediante percepción. Se traduce con el verbo saber en la mayor parte de pasajes en que aparece. En griego el perfecto expresa básicamente el resultado presente de una acción realizada en el pasado. Un ejemplo típico con el que se entiende claramente este matiz es el valor del pasado del verbo griego que significa «parir»: tíkto se traduciría por «paro» o «estoy pariendo», mientras que el perfecto “tetoka” no sería «he parido», sino «soy madre». En este sentido cuando Jesús habla “no saben lo que están haciendo, declara que ellos desde sus primeras experiencias con Jesús han sido totalmente ignorantes del tiempo en que están viviendo, y desconocen totalmente la razón por la que lo están matando. El momento de la crucifixión es la máxima expresión de la ignorancia en el ser humano. Fue un acto irracional, y sin comprensión.

Jesús mira el interior del hombre, allí donde se encuentra el pozo de agua viva. Él mira cuánta capacidad de amar posee y cuánta de amarse. Y descubre lo que cada uno busca mantener secreto. Es consciente de la debilidad del hombre, si le falta el impulso del amor verdadero, y por ello se hizo hombre para curarnos por dentro. No los perdona desde un espíritu de superioridad, sino desde la sinceridad más profunda, siente en su alma que no son culpables, no lo son ni ellos ni ninguno, al menos no del todo. Sabe que todos, unos y otros, solo han caído en una marea de maldad que les ha arrastrado al desacierto. No perdona porque se lo merezcan o por dar ejemplo, perdona por su propia bondad, que siendo tan maravillosa, es solo una brizna de aire fresco. Esta sociedad vive de la meritocracia, de hacer y hacer y hacer, perdiendo en el camino las enormes bondades de lo que uno es y en qué le convierte ese camino. Hemos de caminar en la verdad, sabiéndonos elegidos, sabiéndonos amados, y sabiéndonos por todo ello inspirados por Dios en Cristo. No saben lo que hacen pues para saber primero hay que conocer al otro,  y ahí anida la gran pobreza de este mundo que descarta a todos y quedándose con poco. Cristo anuncia con su vida, con su ejemplo y entrega. No seguimos a un buen hombre, ni al primer comunista, ni seguimos a un mesías, seguimos sencillamente a Dios que se hizo hombre y de entre todos los hombres asumió la condición de esclavo para desde ahí elevarnos al cielo, al cielo de los sueños y esperanzas, al cielo de la verdad sin faltas. No eran más libres esos romanos cuando lo hacían, simplemente ordenes obedecían, un claro ejemplo de una sociedad sin criterios propios, solo modas y en consecuencia pobres en su oprobio. Los romanos acabaron descubriendo que era quien decía, pero por desgracia, como tantas veces en la vida, solo lo descubrieron cuando ya había muerto. De niño nos dicen que si se tiran de un puente tú no los sigas, de adultos en cambio nos decimos que es peor quedarse mirando mientras otros caminan. El cristiano no solo no se tira a un puente, no se queda mirando como otros se tiran, sino que se pone al frente y con su ejemplo inspira otro camino y otra salvación, por si alguno, aunque sea alguno solo, se da cuenta y le alivias. Cristo es ejemplo en todas sus cosas, pero en esta es: paciencia, sabiduría, y bondad sin medida.

Lo segundo que Jesús hizo fue expresar su vida interior.

La idea entonces es  cuando esté en su máxima crisis en primer lugar NO OLVIDE PERDONAR. Este es un cuidado de su mundo interior. Cualquier cosa se puede resistir si uno está en paz por dentro y en comunión con su Padre. Este es el ejemplo que Jesús deja con esta primera palabra. Primero podemos ver las reacciones de Jesús.  Cuando hablamos del perdón, muchas personas se enfrascan en lo que han sufrido a manos de otras personas. Algunas expresan que otras gentes les han hecho tal daño que es irreparable el poder perdonarlos. Sin embargo vea lo que le hicieron a Jesús y me dice si es comparado con lo que le hicieron a usted. 1. A Jesús lo traicionaron (Lucas 22:47-48) 2. A Jesús lo abandonaron sus amigos (Mateo 26:56) 3. A Jesús lo calumniaron (Juan 18:30, Mat. 26:60). 4. Jesús lo desecharon (Juan 18:39-40) (Lucas 23:24-25) 5. Jesús lo maltrataron (Lucas 22:63-65) (Juan 18:22-23) 6.Lo avergonzaron públicamente 7. Finalmente lo mataron como un vil ladrón. Es decir Jesús transitó de una sola vez por cada una de las experiencias que nosotros a veces individualmente. Si alguien tendría suficientes razones para no perdonar a alguien era Jesús. Así que Jesús nos reta con su actitud de perdón.

Segundo podemos ver las expresiones de Jesús. Muchos podemos pensar que si me decido a perdonar las cosas van a mejorar con quién me ha dañado. A veces sí, pero en la mayoría de los casos la gente que nos ha dañado es gente que nos odia, y no dará su brazo a torcer. Vea cómo es la realidad del perdón de Jesús. 1. Jesús dijo que perdonaba pero la gente no lo oyó, siguieron en sus propios pensamientos y planes de maldad. 2. Jesús dijo que perdonaba pero la gente se burló de él, esto implica que lo siguieron dañando. A ellos no les interesaba lo que Jesús estaba haciendo, estaban contentos con tenerlo en la cruz (vea Lucas 23:35) 3. Jesús dijo que perdonaba pero nadie lo bajo de la cruz, es más la gente siguió tirando por el piso su credibilidad. Note que aún a pesar de estar perdonando la gente le quitó hasta lo último de su persona. Es decir los soldados se jugaron con dados su manta. No olvidemos que en realidad Jesucristo está desnudo colgando de la cruz. Los pintores y artistas, jamás se han atrevido a mostrar a Jesús desnudo, sino que le ponen una manta cubriendo sus órganos genitales, pero en realidad, Jesucristo estaba totalmente desnudo en esa cruz, (para ampliar el concepto de esta costumbre, sugiero que lea “Las Guerras de los Judíos, el tomo II de Flavio Josefo. Especialmente el capítulo sobre cómo era el proceso de la crucifixión) así que a pesar de perdonar, nadie lo cubrió siguieron burlándose de su desnudez. 4. Jesús dijo que perdonaba pero todavía sangra y le duelen las heridas.

Es curioso que la muestra de su autenticidad a Tomás fue que le tocara las cicatrices de las manos y metiera su mano en el costado. (Juan 20: 27) Esas cicatrices jamás se quitaron. Costó que sanaran. Pero ahora son la muestra de un Cristo resucitado.

En tercer lugar podemos ver las acciones de Jesús. En el pasaje podemos encontrar tres maneras o formas para perdonar. Dos de ellas no solucionan las cosas, y una de ellas soluciona de raíz las cosas. 1. Puedo perdonar emocionalmente. Es decir veo cuáles son las intenciones de las personas y decido ya no sentir más acerca de eso. Como usted leyó anteriormente, Jesús dijo “no saben”. Jesús perdona sus motivaciones. Y podría haberse quedado allí. Es decir, pudo expresar: Papá son unos tontos. Este perdón sería sumamente emocional, porque se hace sobre la premisa que ellos son ignorantes y usted no. No se puede perdonar menospreciando a otros. 2. Puedo perdonar físicamente Jesús dice “lo que hacen”. Él se pudo enfocar solamente en los aspectos externos de la ofensa. Anteriormente lo pudo haber hecho en los aspectos internos de la ofensa. El dejar de ver los actos, el oscurecer mi vista a lo que me han hecho, es un perdón ficticio. Si en la primera me desahogo viendo de menos al ofensor, en la segunda me desahogo obviando al ofensor. El problema que al evitar al ofensor puedo deshacerme del que me ha dañado físicamente, pero siempre lo tendré conmigo de por vida, si no lo he dejado ir, de acuerdo a la Escritura. Es decir aunque no mire a la persona, siempre está presente en mi vida, porque la continúo trayendo con rencor y agonía y cada vez que la recuerdo produce en mí los mismos efectos que se dieron cuando me ofendieron por primera vez. Cuánta gente no se ha liberado de su opresor a pesar que ni siquiera está ya presente en su vida. He conocido personas que su ofensor ya murió, y continúan con un odio que mantiene vivo a su enemigo en su corazón. ¿Entonces cómo puedo perdonar en verdad? Aquí es donde se introduce el concepto de que debemos 3. Perdonar bíblicamente ¿Y cómo es este perdón? Al estudiar este pasaje, me impresionó la forma en que Jesús perdona. Establece todo un procedimiento bíblico para perdonar. Es un perdón audible Esto habla del compromiso de Jesús de testificar audiblemente ante la gente de su decisión de perdonarlo. Debemos declarar el perdón ya sea a los que nos ofenden o ante Dios para ser sanados espiritualmente. Es un perdón en intimidad con Dios Como no tiene nada que lo obstaculice puede hablar plenamente con su Padre. Puede dirigirse a Él. Allí encuentra una verdadera fortaleza. Note que Jesús se está dirigiendo al Padre, para encontrar la fuente del perdón. Es un perdón en oración Él está orando, dejando su carga en su Padre y no en las personas. Es un perdón que sabe el verdadero dolor Jesús sabe que su Padre está sufriendo, porque su Hijo está sufriendo a manos de injustos. Sin embargo, a Jesús le importa aliviar el dolor de su Padre. En realidad una de las cosas que nos debe mover a perdonar rápidamente es que es anormal hacerse daños entre las personas, el Padre sufre. Si quiero tener una íntima comunión con mi Padre, debo perdonar. Sólo de esta forma podré soportar cuando la prueba se agudice. Suficiente presión tiene en lo externo para estarse muriendo y carcomiendo por dentro. Recuerde que la palabra perdonar en este texto es “afe” que viene de soltar, dejar, ir, liberar. Es por medio de la liberación de nuestros enemigos en las manos de nuestro Padre, que nosotros somos realmente libres también.

Finalmente podemos ver las repercusiones de Jesús. En cuarto lugar encontramos  los resultados de perdonar. 1. desahogo Jesús pudo decir lo que sentía, y lo que necesitaba. A Él no le preocupa que los demás lo vean vulnerable, y evaluando si su corazón necesita la sanidad del perdón. Porque si no evalúa sería más grande el sufrimiento al soportar una cruz lleno de rencor y odio hacia sus opresores. 2. fortaleza en el padre puede entrar libremente a hablar con su padre, está dialogando con El, por eso puede seguir en el proceso de su crisis 3. libertad puede decir, padre los he perdonado, son gente que no sabe lo que hace. Ya no los veo como sinvergüenza. Jesús los deja ir, y por la tanto a pesar de estar clavado ahora el ya no es esclavo de la gente. Lo curioso con el perdón es que una vez soltamos la carga del odio y el rencor, esa carga se queda con mis opresores, y si mi opresor no me perdona, el será víctima de dos cargas, la de su odio contra mí, y la del odio contra mí porque yo ya no le odio.

Al pensar en esta frase, me he preguntado y comparado con mi situación y la verdad es que la experiencia del perdón es libertador. Pero por otro lado ¿Qué implicaciones tiene el perdonar cuando uno pasa por una crisis? En las crisis siempre se busca a un culpable, y al encontrar es posible odiarlo hasta la muerte. Por eso es tan importante velar por un corazón libre de odio. Incluso hay gente que al no encontrar explicación a su sufrimiento llega odiar a Dios. En este período crítico de la humanidad, podemos echarle la culpa de nuestros problemas al jefe que me despidió, al banco que me quitó mi empresa, a los empleados que me robaron. Al criminal que mató a mi familiar. Al marido que me abandonó o a la esposa que me traicionó. No podemos librarnos del odio, así que es mejor entrar en una crisis con un corazón sanado. Tenemos todas las herramientas que Jesús tenía para poder perdonar.

El Salvador es un país de odio, en las calles, en las clases sociales, y a nivel de ideología política. Recientemente el gobierno de El Salvador pidió perdón por la muerte de los Jesuitas, en la ofensiva de 1989. Sin embargo muchos de los que siguen de cerca el caso, hablan de que debe haber justicia y que no se pueden olvidar estos “mártires” sino que se juzgan a los culpables. En la firma de la paz de 1990, se habló de un perdón y de una amnistía, sin embargo en el corazón de los salvadoreños no hay paz ni perdón, porque seguimos matándonos unos a otros. ¿Cómo podemos reconciliar nuestra sociedad? Me imagino que la iglesia sería un buen remedio para ese perdón? ¿Pero lo es? Lamentablemente no, en realidad en la iglesia hay tantos pleitos como en el mundo. Pastores peleándose por la gente, denigrándose unos a otros. He estado en campañas evangelísticas en donde la gente se pelea por los convertidos en esas campañas. Gente dentro de las iglesias chismeando y “asesinando a sus hermanos” (al estilo de 1 de Juan 3:15).

Qué del odio en la familia salvadoreña, padres abusando de hijos e hijas. El maltrato de las mujeres en el hogar es tan grande en este país (Según un reporte del periódico El Faro). La iglesia en lugar de ser un remanso y oasis de paz y de hermandad, es otro cuadrilátero en donde se pelea por el poder y por la preeminencia. Dios quiere ayudar a nuestra nación pero nosotros sus hijos no lo dejamos y ocasionamos más heridas a su corazón. ¿Cuándo vendrá el perdón en nuestras congregaciones?

Este primer principio es un reto para la iglesia local, para poder superar los momentos críticos, si no perdonamos no podremos crecer en este tiempo tan difícil. Yo en lo particular, he hecho una decisión con este estudio, he decidido perdonar a los que me han hecho daño. ¿Qué de usted?

Porque no para un momento y hace una oración entregando a esas personas, que han hecho su vida miserable, y experimente el poder sanador del perdón de Dios en su vida.

Perdona a todos, a cualquiera, que creas que te ha fallado, te ha lastimado, te ofendió. Si crees que han hecho algo para arruinarte el día, arruina tu vida, arruinar tus oportunidades, arruinar tus sueños o bloquear tus metas—perdónalos. Perdonar a los demás es la clave para vivir en la libertad del liberador. El perdón que Jesús nos ha dado es el primer paso para encontrar esperanza. ¿Hay algún hecho de tu pasado que sientas que te atrapa? ¿Lo has colocado ante el Señor, para recibir el perdón por cualquier fracaso o la liberación? ¿Has orado a Cristo para que te libere de cualquier esclavitud que hayas invitado con tus acciones? La desesperanza se desenreda y nos moverá a la esperanza cuando seamos capaces de presentarnos ante el Padre en amplia  plenitud de  conciencia con un corazón rendido, libre de la condena del odio y rencor  que está listo para eliminar.

En el rincón más profundo del alma humana, donde se entretejen los hilos invisibles del amor y el dolor, yace la imperiosa necesidad del perdón. Es un sentimiento tan antiguo como la misma existencia, un faro luminoso en medio de las tormentas que acechan nuestros corazones. En el tejido de la vida, el perdón se erige como un puente entre la oscuridad del resentimiento y la luz de la sanación.

Imagina un jardín secreto en lo más profundo de tu ser, un jardín donde florecen las heridas y los rencores, como espinas enredadas en las raíces de un árbol milenario. Cada una de esas espinas representa una afrenta, un agravio, una traición, pero también encierra el potencial para transformarse en un brote de perdón. Cuando permitimos que las espinas se conviertan en flores, nuestro jardín secreto se llena de colores, fragancias y melodías que elevan el alma.

El perdón es el agua que riega este jardín, que lava las heridas y nutre las semillas de comprensión. Es un acto de valentía, un regalo que nos hacemos a nosotros mismos. Al liberar el peso de la venganza y la amargura, nos liberamos a nosotros mismos de las cadenas que atan nuestras almas a un pasado doloroso.

En la danza de la vida, el perdón es la melodía que nos permite avanzar. Cuando abrimos nuestro corazón y extendemos la mano de la reconciliación, no solo sanamos a los demás, sino que también nos sanamos a nosotros mismos. En cada acto de perdón, encontramos un reflejo de nuestra propia humanidad y vulnerabilidad. Descubrimos que somos capaces de comprender, de amar y de dejar ir.

El perdón es como un faro que ilumina el camino hacia la redención. Es la oportunidad de reescribir la historia, de romper el ciclo de resentimiento y odio que ha prevalecido durante tanto tiempo. Es un acto de renacimiento, una segunda oportunidad para aquellos que lo otorgan y aquellos que lo reciben.

En el ocaso de la vida, cuando miremos atrás, no serán las ofensas guardadas en nuestra memoria las que brillen con más intensidad, sino los momentos en los que elegimos perdonar. Cada acto de perdón es una estrella en el cielo de nuestra existencia, una luz que guía nuestro camino.

Así que, en este viaje llamado vida, abracemos la necesidad del perdón con todo nuestro ser. Que el perdón sea la brisa que acaricia nuestro rostro en los días soleados y la llama que nos calienta en las noches más frías. En el rincón más profundo del alma, donde florece el perdón, florece la vida en su máxima expresión, y nosotros nos convertimos en poetas de la compasión, danzando en armonía con el universo.

Así que para encontrar esperanza para un día sin esperanza, comience por perdonar a todos los que parecen estar tratando de arruinar tu vida

Oremos:

Oh, Divino Maestro, guía mi alma por el sendero del perdón. En el acto de liberar resentimientos, hallo paz y sanación. Que mi corazón sea un refugio de compasión, donde el perdón florezca como un regalo para otros y para mí mismo. En el nombre de Cristo. Amén.

Experiencias de una travesía agitada día 2

Lo que debe dar luz debe soportar el fuego

Escribo para cualquiera que se enfrente a una situación imposible. uno donde has perdido todo el control y la esperanza se ha evaporado. Quizás su hijo se haya metido en serios problemas. Tal vez te estés enfrentando una enfermedad grave, la suya o la de un ser querido, tal vez tú  matrimonio está en peligro o alguien querido se ha alejado. Tal vez ha perdido su trabajo, su carrera o su reputación, o tal vez algo Otro giro de los acontecimientos te ha despojado completamente del poder. Las circunstancias que tengo en mente calificarían como un trato de primera clase, desastre. Podría ser una crisis de salud, una crisis relacional o una crisis financiera. Una crisis tan drástica que sientes como si tu vida se estuviera desmoronando por las  costuras.

Una situación en la que todos tus poderes para resolver problemas han sido inútil y tus habilidades para arreglarlo «no valen ni un centavo.» Si se encuentra en una situación así, estas experiencias de viajes tal vez te puedan servir.  Si no lo estás , te prometo lo estarás  algún día. (Perdón por darte la mala noticia).

Mientras tanto, quizás lo que te pueda compartir en este viaje  puede ser de gran ayuda para cualquier persona que conozca y que esté actualmente caminando por el rincón suroeste del infierno.

Permítanme dejarlo claro desde el principio: En parte estas son solo reflexiones o pensamientos  sobre el sufrimiento. Ahora bien, si bien hablaré del sufrimiento, no es mi tema principal. Estos pensamientos  se tratan sobre cómo sobrevivir y prosperar a pesar de lo peor que la vida pueda depararte. Es un intento de aprender a cómo ser desarrollado por la adversidad en lugar de ser destruido por ella. Se trata de cómo responder cuando uno se enfrenta a una crisis importante, una crisis en la que su mundo Se derrumba y el cielo parece caer. ¿Y cómo salir del otro lado, donde te conviertes en la versión 2.0 de ti mismo. No hay manera de que pueda saber exactamente por lo que estás pasando. Tal vez es más horrible de lo que nadie podría imaginar.

En este momento yo mismo estoy  pasando por las cavernas más profundas y oscuras. Y he aprendido algunas lecciones vitales que pueden garantizar la  supervivencia.

Quizás como  tú, he sabido lo que significa ahogarse en un océano de ruptura, sueños, dolor punzante y decepción aguda y es que  experimentar sufrimiento eso es incalculable e inexplicable. Quizás los pensamientos  puedan servirte como un salvavidas. Ahora más que nunca entiendo los abrumadores sentimientos de desesperanza y desesperación. que acompañan al sufrimiento prolongado. He tenido momentos en los últimos meses  en los que me he como un hombre aplastado, en el corredor de la muerte, esperando un perdón que tal vez que nunca va a venir. Escribo en realidad para mí, para compartir lo que he aprendido, para que quizás pueda animar a seguir adelante, , especialmente cuando sus circunstancias parecer el más oscuro, así como navegar por los campos minados que te esperan. A lo largo de mi vida, he cometido innumerables errores al reaccionar ante dificultades, y tengo el tejido cicatricial para demostrarlo. Así que más allá de proporcionar aliento y dirección, mi esperanza es ahorrarles el dolor de repetir esos errores. O para decirlo en términos bíblicos busco transformar tu carácter y optimizar la persona que eres ahora haciéndote más como Jesús. Este viaje por el mar de la vida  está escrito en el espíritu de 2 Corintios 1:3-4: Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de compasión y Dios de toda consolación, que consuela.

Experiencias de una travesía agitada

Día1…mi barco es tan pequeños y tu mar tan grande.

Dios mío, tu mar es tan grande y mi barco tan pequeño, En esta inmensidad de aguas profundas y sin fin, Navego con la esperanza como mi faro y mi anhelo, En medio de las olas que me envuelven con su rugir. Las estrellas en el cielo son tus ojos que me guían, Y el viento que susurra es tu voz en la brisa, Tu presencia es la calma en medio de la tormenta, Cuando siento que mi barco se tambalea y desliza. En cada ola que se levanta, veo tu grandeza, En cada rayo de sol que atraviesa las nubes grises, Siento tu amor y protección en mi fragilidad, Aunque mi barco sea pequeño, en ti siempre confío. En este vasto océano de la vida, me aferro a ti, Con humildad reconozco mi fragilidad y pequeñez, Pero sé que en tu amor infinito hallaré mi fortaleza, Dios mío, en tu mar inmenso, mi fe permanece. Las tormentas pueden amenazar con su furia despiadada, Pero sé que tú eres mi refugio en la oscuridad, En tu mar de amor y misericordia, siempre encuentro paz, Dios mío, en mi pequeño barco, sé que estás. Así navego en esta travesía de la vida incierta, En tu mar inmenso, en tu amor sincero y fiel, Dios mío, mi barco es pequeño, pero mi fe es grande, En tu abrazo eterno, en tu mar, siempre encuentro mi anhelo.