Todos nos recordamos de los dos años que vivimos la pandemia del Covid19. Uno de los temas más importantes que se destacaron dentro las muchas facetas de la enfermedad fueron las instrucciones relacionadas con la manera en que deberíamos cuidarnos a nosotros mismos y a los que estaban cerca de nosotros para evitar la tan temible enfermedad. Se generó una cultura de responsabilidad no sólo de cuidado personal sino de cuidar a los que estaban cerca de nosotros. Es más se hacía énfasis en procurar no contagiar a nadie por negligencia o por descuidado.
Y es que hay momentos en que el gran imperativo moral es que aunque yo la esté pasando mal no debo perder de vista cuidar a los que están a mi cargo o cerca de mí .
Muchos cumplieron con los protocolos establecidos y otros no. Y al no hacerlo dañaron a los que estaban cerca de ellos.
En estos días hemos estado viendo el tiempo más difícil que Jesús pasó en su vida. El momento de su crucifixión. Y hemo examinado algunas de las palabras que el dijo en su momento más duro. Esas palabras nos dan ciertos indicativos de como experimentar a Dios y sostenernos en tiempos de crisis, de desesperanza e incluso de tragedia y sufrimiento extremo.
El primer descubrimiento que tuvimos que declarar es que para encontrar esperanza en tiempos de desesperanza debemos soltar a los que tratan de dañar nuestra vida. En su primera frase Jesús dijo: “Padre perdónalos porque no saben lo que hace”. La segunda frase que pudimos evaluar tiene que ver con el principio de que para encontrar esperanza en tiempos de desesperanza debemos identificarnos con el sufrimiento de los que están a mi alrededor. Jesús uso la frase: “hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”. En esta tercera oportunidad estaremos estudiando al tercera palabra que Jesús dijo que nos lleva al pensamiento que para tener esperanza en tiempos de desesperanza debemos cuidar a los que están cerca de nosotros. Y estudiaremos la frase “mujer ahí tienes a tu hijo…e hijo ahí tienes a tu madre. (Juan 19:25-27)
¿Qué ejemplo o modelo dejó Jesús de cuidado a los que amaba y estaban cerca de él?
Si usted y yo hubiéramos estado en Jerusalén cuando Jesús fue crucificado, qué tan cerca de su cruz habríamos permanecido? Una cosa es permanecer en un cómodo templo y cantar «Jesús mantenme cerca de la cruz,» pero algo completamente diferente es de hecho hacerlo. Después de todo, Jesús fue «despreciado y rechazado por los hombres,» y se habría tomado una gran cantidad de coraje y amor permanecer cerca de su cruz.
Los soldados romanos permanecían cerca de la cruz porque tenían que estar allí; era su deber. Cuatro mujeres estaban allí, porque todas ellas amaban a Jesús. Ellas estaban allí no por devoción ni por amor. Ellas querían estar con Jesús. María, la madre de nuestro Señor, estaba allí, así como María Magdalena y Salomé, la hermana de su madre. Salomé era también la esposa de Zebedeo y la madre de Juan y Santiago. María, la esposa de Cleofás, también estaba allí, así como el discípulo amado, Juan. «Cuando Jesús vio a su madre, y a su lado al discípulo a quien Él amaba, dijo a su madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo.’ Luego dijo al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre.’ Y desde aquel momento ese discípulo la recibió en su casa». Ese discípulo, por supuesto, era Juan, el autor del Evangelio de Juan donde se encuentra éste relato. Y el es el que se encarga de escribir su narrativa.
¿Qué significaría desde la perspectiva de Juan y María escuchar las palabras que Jesús les entrega a ambos? ¿Cómo los cuidó Jesús a los que lo amaban y estaban cerca de él?
Quiero dejar con ustedes cuatro palabras que pienso se desprenden de la dinámica de la narrativa de Juan. Podrá haber muchas otras ideas más pero creo que las que estudiaremos tienen a lo menos una mayor trascendencia y relevancia en nuestro contesto latinoamericano.
La primera acción de cuido es lo que yo llamo atención. El pasaje comienza diciendo que Jesús “vio” a María y Juan. El verbo ver puede tener dos usos en el Nuevo Testamento. Uno tiene que ver con un ver desde lo interior y el otro un ver que desde lo exterior. En este caso el uso del verbo que Juan hace se vincula a un ver que siente y experimenta no sólo lo que ve de manera superficial en María sino que siente su dolor. Jesús está sufriendo a la par de su madre y está experimentando también el dolor que ella tendría como mamá. Jesús tiene una verdadera empatía hacia el dolor de María y también de su amado Juan.
A veces pensamos que el cuidado y la atención que debemos dar a los que nos aman o amamos tiene que ver con lo superficial y no tomar en serio las luchas que una persona está desarrollando. Para poder ser empáticos debemos prestar una atención muy seria sobre las señales que nuestros hijos o parientes puedan estar enviando. Y que muy probablemente está ocultas porque son problemas profundos de dolor. Jesús al sentir el dolor de su madre sabe que decisiones puede tomar que sean más sabias y que combatan las luchas que madre está viviendo.
El problema muchas veces es que estamos tan ensimismados con nuestros propios problemas y crisis que simplemente no prestamos atención a lo que le está pasando a los seres que están a nuestro alrededor.
Cuantos padres pasan por alto las conductas de los hijos, o solo prestan atención a lo que se ve superficialmente y no tanto a lo que se tiene que trabajar internamente para poder salir de una crisis o ayudar más efectivamente.
Hoy se habla mucho del TDAH, Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad. Muchos especialistas están de acuerdo de su existencia, realidad y problemática. Aunque otros en realidad concluyen que tal trastorno no existe que lo que existe son escuela obsoletas y currículos estériles que los niños se aburre. Indistintamente, he llegado a la conclusión que hay muchos padres o personas que tienen ese déficit cuando se trata de cuidar a los suyos o a los que están bajo su responsabilidad.
Lo pero que una madre o padre puede hacer es ignorar lo interior del problema de un hijo y sólo fijarse en lo exterior de su problemática.
Jesús le prestó atención a todos los que estaban cerca de la cruz pero le dedicó una mayor atención a los más necesitados, y ese caso era su madre. Lo que implica que también la atención puede ser selectiva y prioritaria. A veces los que hacen menos bulla son las bombas de tiempo que deben ser atendidas.
La segunda acción de de cuido es lo que yo llamo expresión. Jesús a pesar de su situación complicada y de dolor se comunica con la gente que ama y que está alrededor. Se toma el tiempo para dirigirle palabras de aliento y estímulo a María y al mismo Juan. Hay cuatro niveles de la expresión de Jesús a su mamá. Primero está la expresión verbal. Jesús dice palabras específicas a María y Juan. Es decir necesitamos decirnos palabras que alimenten nuestra dignidad, que traigan esperanza y luz en momentos de crisis de las personas. María se debió haber sentido muy animada por las palabras que Jesús oralmente dice. Pero en segundo lugar está la expresión no verbal. Si observamos no encontramos ninguna palabra de parte de María y Juan, aunque su silencio dice mucho sobre que el han entendido a Jesús su proyecto y propósito. El que no hablen es una muestra del respeto a las palabras de Jesús. Tercero encontramos también una expresión diferencial. Observe que Jesús da una mensajea cada uno de los que están al pie de la cruz. A María usa el término “mujer”, a Juan se refirió como hijo, y a las otras mujeres no les dijo nada. La expresión diferencial establece que Dios tiene una manera personalizada de hablar y no hablar a los que ama y están cerca de él. Muchas veces queremos comunicarnos masivamente, por ejemplo con los hijos pero, simplemente son diferentes. Unos entenderán de una forma y otros de otra forma. Lo importantes es expresarnos siempre con todos. Sin embargo hay una cuarta expresión a la que llamaré situacional. Es aquella que comunica el mensaje pertinente a la situación pertinente. Para esto se necesita sabiduría. Jesús estaba muy convencido que la situación de su mamá ameritaba palabras que corrigieran su crisis o le ayudaran a salir de la situación en la que estaban. Muchas veces queremos comunicarnos con soluciones que no encajan en las situaciones que estamos viviendo. Jesús sabía que su mamá necesitaba un nuevo vínculo familiar y un hogar y eso fue lo que le proveyó.
La tercera expresión de cuido es lo que yo llamo comprensión. Hemos estado trabajando la idea de que la clave para descubrir la esperanza cuando más la necesitas: asegúrate de tener una actitud de cuido a los que están cerca de ti. Cuidamos a los que están cerca de nosotros. Desde la Cruz, Jesús se dirige primero a María, su madre. Luego le habla a Juan, el único de sus 12 discípulos que siguió a Jesús hasta la Cruz. Juan es el único de los 12 que quedan. Los demás, por diversas razones, todos han huido, en su mayoría por miedo. Pero Juan se quedó con Él, primero siguiendo a Jesús hasta el lugar de su juicio y luego a la escena de su crucifixión. Había también tres mujeres en la Cruz, probablemente se unió a Juan más temprano en el día a petición suya. En particular, teniendo en cuenta la patetismo del momento, una de ellas era la madre de Jesús, y las otras dos probablemente las mujeres estaban allí para atenderla. Ver a su hijo torturado hasta la muerte sería una pesada comida para cualquiera, y los amigos que lo apoyaban eran necesario. María es un estudio interesante a lo largo de la vida de Jesús. Se convirtió en una discípula de su propio hijo. Es lamentable que haya habido una distorsión sobre su papel, porque la misma María nunca se confundió al respecto. Desde el principio, ella sabía la diferencia entre quién era ella y quién era Él . Y cuando leemos acerca de su presencia en Su muerte, un acto valiente y noble, por decir lo menos, estaríamos cegados por el fanatismo o desprovistos de sensibilidad si no simpatizamos con el dolor de esta madre mientras ve a su hijo soportar la agonía y el tormento de Su Cruz. Todo eso es muy significativo y bastante emotivo cuando lo pensamos del lado de María, sintiendo con ella como si sus instintos maternales se destrozaron.
Es importante señalar que Jesús comprende la realidad de María y de Juan, pero hace ajustes a su vida. En realidad Jesús pide comprensión tanto a María como Juan para asuman una nueva forma de convivencia y de relación filial, que va unida ya no por los vínculos de la genética sino por el amor cristianos. Ahora lo que se da aquí es una doble adopción. María adopta una nuevo hijo y Juan adopta una nueva madre. La compresión humana dirigida por el amor a Cristo nos hace cambiar nuestras perspectivas y nos hace aceptar a las personas por la obediencia a Jesús. Una cosa clave en esta transacción María-Juan es que el ministerio de Juan tendría un giro diferente al de los otros apóstoles, porque a raíz de esta encomienda Juan entra en el anonimato y no vuelve aparecer hasta que escribe en Patmos el apocalipsis. Para muchos sería una frustración que por obediencia a Dios quedes en la sombra cuidando a una mujer en lugar de llevar el evangelio por todo el mundo. Sin embargo Juan tuvo el gran privilegio por ese sacrificio recibir la revelación final de la historia del plan de Dios.
Nunca es esterilidad ni mediocridad cuando Dios nos manda cosas que para nosotros no tienen sentido y parecieran insignificantes mientras otros se destacan. Es impresionante observar la obediencia inmediata de Juan. Ya que el texto dice que la recibió desde aquella hora. Observe que fue así porque la instrucción de Jesús no es petición ni sugerencia es en realidad una orden encubierta de su nueva comisión.
Hay muchas personas que están “supuestamente atadas a personas con enfermedades como el Alzheimer , capacidad diferentes, enfermedades mentales que Dios permite como una muestra de estar cerca de la cruz y que al final Dios traerá mayores revelaciones y significados extraordinarios a nuestras vidas.
Una última expresión del cuido es lo que yo llamo protección.
Pero aquí también está presente otra cuestión. Probablemente no fue lo más inmediato y dominante en la mente de María, pero inevitablemente era un problema que ella tendría que afrontar más pronto que tarde. María, la madre de Jesús, debe haberse preguntado: «Cuando Él se haya ido, ¿qué me va a pasar a mí?» Debido a que Jesús era su hijo mayor, María había sido esencialmente subordinado y dependiente de Su cuidado, probablemente durante años. Más los eruditos sugieren que José era mucho mayor que María y que los después de su muerte, Jesús había asumido la dirección de su negocio, así como responsabilidad de dirigir a la familia. Así que ahora, al borde de la muerte, está el que hubiera sido su protector, su «cobertura» como solemos decir, especialmente en una sociedad en la que las mujeres eran tan frecuentemente privadas de sus derechos por la muerte de los hombres en sus vidas. Así, por muy noble que sea la maternidad de María también debe haber tenido preocupación por su futuro.
Y de nuevo, esto El hombre, Dios en medio de nosotros, Jesús, nos enseña más acerca de la esperanza de una vida desesperada. A pesar de que Él mismo estaba rodeado por la confusión y el remolino de acontecimientos que apuntaban a su destrucción, Jesús dirigió su preocupación a la de su madre. A su situación personal como lo he mencionado antes. Cuando Él dijo: «Mujer, ahí tienes a tu hijo», Él no estaba diciendo: «Mírame y llora, Madre». Él dirigía su atención a Juan. Él estaba diciendo: «Mujer [un término de respeto, aproximadamente equivalente a la «señora»], este hombre se convertirá en el que la supervisará». Y completando la transferencia de la responsabilidad de su madre, le dijo a Juan: «Hijo, ahí tienes a tu madre».
Dejemos que la simple belleza de la misma hable por sí misma: Jesús no estaba asignando un relación de adoración de Juan hacia María; Estaba asignando un servicio doméstico responsabilidad. Jesús estaba encomendando el cuidado de su madre al discípulo más cercano a Él, una responsabilidad a la que la historia registra que Juan fue fiel aceptar y cumplir. Y al hacer esa asignación, Jesús habla a cada uno de nuestros días desesperados de nuestras propias vidas, lo hace para negarnos a permitir que nuestro dolor presente embote nuestra sensibilidad a las necesidades de otros que dependen de nosotros..
El modelo de discipulado de nuestro Señor habla de esta «palabra» hablada en el Calvario: «Hijo… Madre». Y nos dice a ti y a mí: Cuando estás pasando por un mal día, no descuides el cuidado de los que están cerca de ti, porque puedes sin embargo, ser el que les traiga esperanza. Todos tenemos tendencia a presumir que los más cercanos a nosotros entiendan nuestro dilema, y que de alguna manera absorberlo automáticamente junto con nosotros. Pero no siempre es así. ¿Con qué frecuencia llega un padre a casa después de un día miserable en el trabajo y ¿Transmitir su irritación y enojo a los hijos o a su cónyuge? El actitud que exuda es: «Si ha sido un mal día para mí, va a ser malo para mí. ¡Todos!». O esas sudaderas estampadas que dicen: «Si mamá [o ¡Papá no es feliz, nadie es feliz!» Pero ese nunca puede ser el espíritu de discípulo de Jesús. Debido a que soy Su discípulo, Él insistirá en mi pérdida de cualquier derecho a exigir a los que me rodean que paguen el precio de mi frustración, no ¡No importa lo cerca que estén de mí! Su camino es claro: si estás pasando por un día difícil, desalentador y desesperanzador, asegúrate de cuidar a los que están cerca tú. No les transmitas tu trauma. Es posible que lo compartan con usted (como María y Juan lo hicieron con Jesús), pero no debe ser arrojado sobre ellos, ni en caso de que se les cargue con ella involuntariamente. La mejor manera de abrazar la esperanza es entender la forma en que Jesús lo hace y siempre está más preocupado por los demás que por sí mismo. ¿Una tragedia personal te ha hecho perder la esperanza? La alabanza es el camino que lo restaurará. Cuando la ira, el dolor y el corazón quebrantado se encuentran con la fe llena de Alabanza, nuestra tristeza puede convertirse en alegría y nuestro miedo en fortaleza. Lee los Salmos 46–47
Jesús no muestra que en momentos de aflicción considerara lo importante que es cuidar a la familia y dejarla segura. Jesús se aseguró que su madre tuviera la adecuada provisión. Debemos proveer a aquellos que están bajo nuestro cuidado… ¿Cómo suplimos las necesidades de nuestra familia? veamos como Jesús nos da algunas llaves para hacerlo. El interés y cuidado de otras personas debe involucrar las emociones. Es importante en tiempos como estos, el fomentar la unidad, la comunicación y por sobre todo el interés mutuo dentro de nuestras familias. Jesús supo percibir las emociones de su mama. Por otro lado no olvidó que era su madre. Aquí él pudo dejar de pensar en ella como su madre y pensar más en su Padre. Las viudas y los huérfanos son categorías favorecidas ante los ojos de Dios. Las mujeres solas son el cuidado especial del Señor. Es muy probable que José ya estuviera muerto. Como Jesús sintió lo que la madre sentiría entonces el proveyó un medio para cuidarla. Al decir mujer, he ahí tu hijo, he ahí tu madre. Esta expresión refleja el deseo de suplir realmente a su mamá lo que ella necesitaba. Necesitaba una familia, un hijo, un hogar. Jesús sabe cómo suplir las necesidades. No les parece curioso que Jesús no le hizo un milagro a María de dejarle algunas “casitas” o un milagrito de “algún dinerito en el banco de Jerusalén “¿Por qué Jesús tiene otro concepto de lo que nosotros llamamos “seguridad en el futuro? Ahora me preguntó ¿qué estamos dejando a los hijos? Pienso que por lo menos hay cuatro cosas que podemos dejarles: 1. Souvenir. Muchos luchan y se desesperan en la vida solo por dejar bonitos recuerdos, pero los recuerdos no alimentan. Muchas personas incluso pastores han dejado para su familia hermosos recuerdos de lo que Dios hizo a través de ellos o en ellos. Otros les dejan trofeos. Otros trabajan hasta el cansancio, sacrificando a su familia para dejar trofeos. Sus diplomas, sus placas, sus reconocimientos, edificios, ministerios, programas etc.… pero eso no alimenta ni sustenta a mi familia. Otros se desviven para dejar una herencia. La herencia es lo más preciado. Se habla de herencia acá como una buena cuenta en el banco, casas, seguros y activos asegurados etc.
Pero finalmente las personas deben dejar un legado espiritual. En pocas palabras los cristianos les dejamos a los que queremos y están cerca de nosotros a Dios, porque el los sostendrá cuando ya no estemos presentes.
Leí que el testamento más largo que existió es uno escrito en Alemania que tenía 9454 páginas. Y también leí que el testamento más corto fue uno leído en Inglaterra, tenía sólo tres palabras: “todo para mamá”.
Jesús amó hasta al final a su madre y la protegió de quedar desamparada. Porque simplemente el a pesar de estar en un día sin esperanza pudo regalar esperanza a los que estaban cerca de él.