Estaba leyendo de un autor muy reconocido que cuando Jesús dijo: «porque me has desamparado». Estuvo desamparado pero nosotros nunca lo estamos. Y luego añade: «aquí está la verdad que debes comprender en plenitud y descansar en ella, y es que Dios le dio la espalda a su hijo para nunca tener que volvértelas a ti» Por Dios que interpretación tan peligrosa. Porque si Dios le da la espalda alguien tan perfecto como Cristo que garantía tengo que no me la de a mí que soy tan imperfecto? Estas palabras han acarreado a través del tiempo una explicación tradicional que leemos en muchos comentarios, dice que en esta única ocasión hubo una separación entre las dos primeras personas de la Trinidad, el Padre y el Hijo. La interpretación dice que debido a que Jesús “se hizo pecado” (2 Co. 5:21) el Padre no pudo ni mirarlo, y por lo tanto “abandonó” al Hijo. Habacuc 1:13 sirve de apoyo para esta interpretación: “Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio”. Esta interpretación busca enfatizar el gran sacrificio al que estuvo dispuesto Jesús por amor a nosotros, aún llegando a sufrir la separación con el Padre. Reconozco que la explicación es bien intencionada y que ha originado a partir de ella grandes sermones durante la historia, pero francamente, pienso que sus derivaciones pueden tener matices heréticos, ya que se abre la puerta para que alguien diga que es una negación de la creencia en un Dios eterno e indivisible (Mr. 12:29). Tengo varios argumentos para esto. Primero que todo, la referencia a Habacuc 1:13 no se puede tomar literalmente como que Dios voltea su rostro cuando ve el pecado. Si eso fuera cierto Dios prácticamente viviría “de espaldas” a nosotros, ya que todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios (Ro. 3:23). El Salmo 90:8 dice: “Pusiste nuestras maldades delante de ti, nuestros yerros a la luz de tu rostro”. Génesis 6:5 dice que Dios vio que la maldad de los hombres era mucha sobre la tierra. En virtud de esto, podemos decir que Habacuc 1:13 simplemente establece que Dios no puede mirar el pecado con agrado, no significa que Dios no pueda posar su vista sobre él. Si el Padre no puede mirar el pecado, podríamos llevar esto hasta lo absurdo diciendo que Jesús es mucho más compasivo que el Padre, o tiene “mejor estómago” que el Padre, porque vino a vivir entre pecadores.
Segundo, la alusión a que Jesucristo “se hizo” pecado (2 Co. 5:21) no significa que literalmente se convirtió en pecado. De hecho, el pecado en su esencia es abstracto, nadie puede convertirse en pecado, de la misma forma que nadie puede ser convertido en amor, o en odio, o en luz. Cuando la Biblia dice que Jesús fue hecho pecado significa que la sentencia judicial del pecado del mundo recayó sobre él. Recordemos que otra razón por la que Cristo no pudo “ser pecado” en la cruz es que la Escritura dice que él fue “sin pecado” (He. 4:15). Pedro le llama “un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 P. 1:19). Jesucristo dijo en Juan 9:5: “En tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.” Suponer que Jesús fue “tinieblas” durante el tiempo que estuvo en la cruz no es bíblicamente correcto. Tercero, no tiene ningún sentido y es contra la naturaleza de Dios el abandonar al Hijo, el cual fue obediente hasta la muerte (Fil. 2:8). ¿Podría el Padre pagar con abandono o rechazo al Hijo que siempre hace lo que a El le agrada? Isaías 42:1 registra las palabras de Dios refiriéndose a Jesús como aquel “en quien se agrada mi alma”. El concepto es repetido en Mateo 12:18. Además, Jesucristo mismo afirma que el Padre nunca le deja solo: “Porque el que me envió, conmigo está: no me ha dejado solo el Padre, (énfasis mío) porque yo hago siempre lo que le agrada” (Jn. 8:29). ¿Sería lógico suponer que Jesucristo en la cruz no estaba haciendo lo que agrada al Padre? Además, las palabras de Cristo en Juan 16:32 también parecen oponerse categóricamente a la noción de que el Padre le abandonó en la cruz. Hablando precisamente en el contexto de su muerte cercana, Jesús dice: “He aquí viene la hora, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo”. Porque Jesucristo fue siempre obediente e hizo siempre lo que agrada al Padre, es que Pablo, inspirado por el Espíritu Santo dice que Cristo cuando se entregó por nosotros, fue “ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Ef. 5:2). Cuarto, Jesús sabía muy bien que el Padre no lo rechazaría; el mismo Salmo 22, que es un salmo mesiánico, dice en el v. 22: “Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó”. Quinto, recordemos que Jesucristo siempre conservó su Deidad a pesar de tener también una naturaleza humana. Las dos naturalezas se conjugaron en su persona. Uno de los atributos de la Deidad es que contiene en sí tres personas (no en el sentido que nosotros entendemos por persona) pero conserva su indivisibilidad. En un sentido, la separación de una persona de la Trinidad de otra es virtualmente imposible en virtud de que comparten la misma esencia o mismo ser. “Las personas de la deidad son mutualmente inclusivas, hay una existencia mutua de cada una en las otras” (A.S. Peak, Christianity — Su naturaleza y su Verdad, p. 99). En términos teológicos, esto es llamado “pericoresis” en griego y “circumincessio” en latín. Estas palabras significan “interpenetración mutua”, y es la forma en que las personas de la Trinidad se relacionan entre ellas. El término describe una “comunidad de ser”, cada persona conservando su identidad distintiva, “penetra” las otras y es “penetrada’ por ellas, al punto de que todas tienen una sola voluntad. En virtud de esto, la separación del Padre y el Hijo es un imposible. (Perdonen que me eleve un poco con este párrafo). Sexto, analizando el contexto de Mateo 27 vemos que las palabras de sus enemigos están cargadas de burlas e injurias desafiantes, sintetizadas en la expresión: “Si eres el Hijo de Dios, desciende de la cruz” (Mt. 27:40; ver también Mt. 27:39, 42, 43, 44, 47, 48 y 49). Algunas de las actitudes y expresiones de sus enemigos son claramente similares a lo que describe el Salmo 22, tal es así que la mayoría de las Biblias hacen la correlación con el Salmo 22 al pie de algunos de los versículos anteriormente mencionados. Es natural, entonces, que Jesucristo desde la cruz mencione las primeras palabras del Salmo a los efectos de responder a sus enemigos, señalando así que él era el Mesías. La exclamación de Jesús no fue una expresión de su estado emocional manifestando la angustia de una separación con el Padre tal como lo enseña la interpretación tradicional. Corresponde señalar que la forma común en que los judíos se referían a los salmos era pronunciando las primeras frases. Al citar las primeras líneas de un salmo, los judíos hacían referencia al salmo en su totalidad, ya que los salmos no estaban aún numerados en esos días. Jesucristo, al citar el Salmo 22, dirige la atención al hecho de que él estaba cumpliendo las profecías descritas en el salmo (Sal. 22:11-18); en otras palabras, está confirmando su oficio mesiánico al mismo tiempo que está siendo fiel a su función de rabino hasta el último momento. Los judíos ciertamente reconocían el Salmo 22 como un salmo mesiánico. En séptimo lugar, hay muchos pasajes, (Jn. 3:16-17) (Ro. 8:32) . (Ro. 5:8) . (1 Jn. 4:9-10) [(Gá. 2:20). (Jn. 10:14-18) [(Gá. 1:4) (Ef. 5:2(He. 7:26-27) (He. 9:14) (He. 10:12) que pueden comprobar por ustedes mismos y que demuestran que Jesús fue en la cruz OFRENDA, OFRENDADOR Y SACERDOTE. Es particularmente en el último título y ministerio de Cristo que deseo ahora enfocarme. Sostengo que la teoría del “abandono del Padre” es una interpretación extremadamente forzada. Si Cristo en la cruz fue “cosa repulsiva” y “sufrió el desamparo de Dios” porque “cargaba” literalmente el pecado de todos nosotros (por “nosotros” entiendo los escogidos para salvación), ¿cómo pudo luego continuar con su ministerio de Sacerdote frente al Padre? ¿Cómo pudo ser sin pecado y con pecado al mismo tiempo? ¿En qué momento fueron “quitados los pecados de su cuerpo” (“descargados”) para poder presentarse en el Lugar Santísimo (el cielo)? Siempre en la misma vena: ¿En qué momento el Sacerdote en la Cruz se convirtió en “cosa repulsiva”? ¿Es posible que luego de ser algo repulsivo el Sacerdote pueda presentarse en el Lugar Santísimo durante la misma ceremonia? No debemos olvidar que siguiendo el tipo del AT, la expiación de los pecados siempre requirió ciertas actividades sacerdotales posteriores al sacrificio. El verdadero perdón requería (basado en las imágenes del AT) que alguien llevara la sangre hasta el lugar Santísimo. El Lugar Santísimo donde Cristo se presentó fue el cielo (He. 9:23-28). El cielo fue el escenario donde realizó, de alguna forma, sus tareas sacerdotales post-mortem (He. 8:1-5), o sea, la presentación del sacrificio a Dios por un mediador aceptable (No debemos olvidar que nuestra redención, o el costo de nuestra redención fue logrado o pagado en la cruz). En su ascensión (anterior a la que vieron los discípulos), Cristo entró a la presencia de su Padre en el verdadero (no terreno) Lugar Santísimo. No estoy diciendo que Jesús llevó a cabo un rociamiento literal de su sangre similar al que el sumo sacerdote hacía en el Día de la Expiación, sino que pudo haber sido simplemente el presentarse en la presencia de Dios por nosotros (He. 9:24). Una vez que lo hubo hecho, sus tareas sacerdotales con respecto a su sacrificio finalizaron. Así que se puede concluir, fundado en la información bíblica expuesta, argumentar que Dios Padre en ningún momento dio vuelta su rostro, descargó su ira, consideró repulsiva la persona de Jesucristo, o cualquier otra expresión que acarree la idea de una separación entre el Padre y el Hijo durante su estancia en la cruz. Entonces como podemos aplicar a nuestra vida esta frase de Jesús, si la despojamos de su concepción tradicional? Pienso que siempre se puede hablar del desamparo, pero desde la perspectiva del sufrimiento de un Hijo de Dios que sabe que su Padre está con El y que están batallando juntos contra el pecado. Es decir como enfrentan el Padre y el Hijo el desamparo causado por la maldad del hombre. Estas son algunas de las introspecciones que he hecho últimamente, no tienen que aceptarlas, sólo busquen la verdad y sométanla a la evidencia bíblica.