!Que alguien me lo explique! ¿Como es que el Padre pudo abandonar a Jesús en al cruz?

Estaba leyendo de un autor muy reconocido que cuando Jesús dijo: «porque me has desamparado». Estuvo desamparado pero nosotros nunca lo estamos. Y luego añade: «aquí está la verdad que debes comprender en plenitud y descansar en ella, y es que Dios le dio la espalda a su hijo para nunca tener que volvértelas a ti» Por Dios que interpretación tan peligrosa. Porque si Dios le da la espalda alguien tan perfecto como Cristo que garantía tengo que no me la de a mí que soy tan imperfecto? Estas palabras han acarreado a través del tiempo una explicación tradicional que leemos en muchos comentarios, dice que en esta única ocasión hubo una separación entre las dos primeras personas de la Trinidad, el Padre y el Hijo. La interpretación dice que debido a que Jesús “se hizo pecado” (2 Co. 5:21) el Padre no pudo ni mirarlo, y por lo tanto “abandonó” al Hijo. Habacuc 1:13 sirve de apoyo para esta interpretación: “Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio”. Esta interpretación busca enfatizar el gran sacrificio al que estuvo dispuesto Jesús por amor a nosotros, aún llegando a sufrir la separación con el Padre. Reconozco que la explicación es bien intencionada y que ha originado a partir de ella grandes sermones durante la historia, pero francamente, pienso que sus derivaciones pueden tener matices heréticos, ya que se abre la puerta para que alguien diga que es una negación de la creencia en un Dios eterno e indivisible (Mr. 12:29). Tengo varios argumentos para esto. Primero que todo, la referencia a Habacuc 1:13 no se puede tomar literalmente como que Dios voltea su rostro cuando ve el pecado. Si eso fuera cierto Dios prácticamente viviría “de espaldas” a nosotros, ya que todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios (Ro. 3:23). El Salmo 90:8 dice: “Pusiste nuestras maldades delante de ti, nuestros yerros a la luz de tu rostro”. Génesis 6:5 dice que Dios vio que la maldad de los hombres era mucha sobre la tierra. En virtud de esto, podemos decir que Habacuc 1:13 simplemente establece que Dios no puede mirar el pecado con agrado, no significa que Dios no pueda posar su vista sobre él. Si el Padre no puede mirar el pecado, podríamos llevar esto hasta lo absurdo diciendo que Jesús es mucho más compasivo que el Padre, o tiene “mejor estómago” que el Padre, porque vino a vivir entre pecadores.

Segundo, la alusión a que Jesucristo “se hizo” pecado (2 Co. 5:21) no significa que literalmente se convirtió en pecado. De hecho, el pecado en su esencia es abstracto, nadie puede convertirse en pecado, de la misma forma que nadie puede ser convertido en amor, o en odio, o en luz. Cuando la Biblia dice que Jesús fue hecho pecado significa que la sentencia judicial del pecado del mundo recayó sobre él. Recordemos que otra razón por la que Cristo no pudo “ser pecado” en la cruz es que la Escritura dice que él fue “sin pecado” (He. 4:15). Pedro le llama “un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 P. 1:19). Jesucristo dijo en Juan 9:5: “En tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.” Suponer que Jesús fue “tinieblas” durante el tiempo que estuvo en la cruz no es bíblicamente correcto.  Tercero, no tiene ningún sentido y es contra la naturaleza de Dios el abandonar al Hijo, el cual fue obediente hasta la muerte (Fil. 2:8). ¿Podría el Padre pagar con abandono o rechazo al Hijo que siempre hace lo que a El le agrada? Isaías 42:1 registra las palabras de Dios refiriéndose a Jesús como aquel “en quien se agrada mi alma”. El concepto es repetido en Mateo 12:18. Además, Jesucristo mismo afirma que el Padre nunca le deja solo: “Porque el que me envió, conmigo está: no me ha dejado solo el Padre, (énfasis mío) porque yo hago siempre lo que le agrada” (Jn. 8:29). ¿Sería lógico suponer que Jesucristo en la cruz no estaba haciendo lo que agrada al Padre? Además, las palabras de Cristo en Juan 16:32 también parecen oponerse categóricamente a la noción de que el Padre le abandonó en la cruz. Hablando precisamente en el contexto de su muerte cercana, Jesús dice: “He aquí viene la hora, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo”. Porque Jesucristo fue siempre obediente e hizo siempre lo que agrada al Padre, es que Pablo, inspirado por el Espíritu Santo dice que Cristo cuando se entregó por nosotros, fue “ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Ef. 5:2). Cuarto, Jesús sabía muy bien que el Padre no lo rechazaría; el mismo Salmo 22, que es un salmo mesiánico, dice en el v. 22: “Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó”. Quinto, recordemos que Jesucristo siempre conservó su Deidad a pesar de tener también una naturaleza humana. Las dos naturalezas se conjugaron en su persona. Uno de los atributos de la Deidad es que contiene en sí tres personas (no en el sentido que nosotros entendemos por persona) pero conserva su indivisibilidad. En un sentido, la separación de una persona de la Trinidad de otra es virtualmente imposible en virtud de que comparten la misma esencia o mismo ser. “Las personas de la deidad son mutualmente inclusivas, hay una existencia mutua de cada una en las otras” (A.S. Peak, Christianity — Su naturaleza y su Verdad, p. 99). En términos teológicos, esto es llamado “pericoresis” en griego y “circumincessio” en latín. Estas palabras significan “interpenetración mutua”, y es la forma en que las personas de la Trinidad se relacionan entre ellas. El término describe una “comunidad de ser”, cada persona conservando su identidad distintiva, “penetra” las otras y es “penetrada’ por ellas, al punto de que todas tienen una sola voluntad. En virtud de esto, la separación del Padre y el Hijo es un imposible. (Perdonen que me eleve un poco con este párrafo). Sexto, analizando el contexto de Mateo 27 vemos que las palabras de sus enemigos están cargadas de burlas e injurias desafiantes, sintetizadas en la expresión: “Si eres el Hijo de Dios, desciende de la cruz” (Mt. 27:40; ver también Mt. 27:39, 42, 43, 44, 47, 48 y 49). Algunas de las actitudes y expresiones de sus enemigos son claramente similares a lo que describe el Salmo 22, tal es así que la mayoría de las Biblias hacen la correlación con el Salmo 22 al pie de algunos de los versículos anteriormente mencionados. Es natural, entonces, que Jesucristo desde la cruz mencione las primeras palabras del Salmo a los efectos de responder a sus enemigos, señalando así que él era el Mesías. La exclamación de Jesús no fue una expresión de su estado emocional manifestando la angustia de una separación con el Padre tal como lo enseña la interpretación tradicional. Corresponde señalar que la forma común en que los judíos se referían a los salmos era pronunciando las primeras frases. Al citar las primeras líneas de un salmo, los judíos hacían referencia al salmo en su totalidad, ya que los salmos no estaban aún numerados en esos días. Jesucristo, al citar el Salmo 22, dirige la atención al hecho de que él estaba cumpliendo las profecías descritas en el salmo (Sal. 22:11-18); en otras palabras, está confirmando su oficio mesiánico al mismo tiempo que está siendo fiel a su función de rabino hasta el último momento. Los judíos ciertamente reconocían el Salmo 22 como un salmo mesiánico. En séptimo lugar, hay muchos pasajes, (Jn. 3:16-17) (Ro. 8:32) . (Ro. 5:8) . (1 Jn. 4:9-10) [(Gá. 2:20). (Jn. 10:14-18) [(Gá. 1:4) (Ef. 5:2(He. 7:26-27) (He. 9:14) (He. 10:12) que pueden comprobar por ustedes mismos y que demuestran que Jesús fue en la cruz OFRENDA, OFRENDADOR Y SACERDOTE. Es particularmente en el último título y ministerio de Cristo que deseo ahora enfocarme. Sostengo que la teoría del “abandono del Padre” es una interpretación extremadamente forzada. Si Cristo en la cruz fue “cosa repulsiva” y “sufrió el desamparo de Dios” porque “cargaba” literalmente el pecado de todos nosotros (por “nosotros” entiendo los escogidos para salvación), ¿cómo pudo luego continuar con su ministerio de Sacerdote frente al Padre? ¿Cómo pudo ser sin pecado y con pecado al mismo tiempo? ¿En qué momento fueron “quitados los pecados de su cuerpo” (“descargados”) para poder presentarse en el Lugar Santísimo (el cielo)? Siempre en la misma vena: ¿En qué momento el Sacerdote en la Cruz se convirtió en “cosa repulsiva”? ¿Es posible que luego de ser algo repulsivo el Sacerdote pueda presentarse en el Lugar Santísimo durante la misma ceremonia? No debemos olvidar que siguiendo el tipo del AT, la expiación de los pecados siempre requirió ciertas actividades sacerdotales posteriores al sacrificio. El verdadero perdón requería (basado en las imágenes del AT) que alguien llevara la sangre hasta el lugar Santísimo. El Lugar Santísimo donde Cristo se presentó fue el cielo (He. 9:23-28). El cielo fue el escenario donde realizó, de alguna forma, sus tareas sacerdotales post-mortem (He. 8:1-5), o sea, la presentación del sacrificio a Dios por un mediador aceptable (No debemos olvidar que nuestra redención, o el costo de nuestra redención fue logrado o pagado en la cruz). En su ascensión (anterior a la que vieron los discípulos), Cristo entró a la presencia de su Padre en el verdadero (no terreno) Lugar Santísimo. No estoy diciendo que Jesús llevó a cabo un rociamiento literal de su sangre similar al que el sumo sacerdote hacía en el Día de la Expiación, sino que pudo haber sido simplemente el presentarse en la presencia de Dios por nosotros (He. 9:24). Una vez que lo hubo hecho, sus tareas sacerdotales con respecto a su sacrificio finalizaron. Así que se puede concluir, fundado en la información bíblica expuesta, argumentar que Dios Padre en ningún momento dio vuelta su rostro, descargó su ira, consideró repulsiva la persona de Jesucristo, o cualquier otra expresión que acarree la idea de una separación entre el Padre y el Hijo durante su estancia en la cruz. Entonces como podemos aplicar a nuestra vida esta frase de Jesús, si la despojamos de su concepción tradicional? Pienso que siempre se puede hablar del desamparo, pero desde la perspectiva del sufrimiento de un Hijo de Dios que sabe que su Padre está con El y que están batallando juntos contra el pecado. Es decir como enfrentan el Padre y el Hijo el desamparo causado por la maldad del hombre. Estas son algunas de las introspecciones que he hecho últimamente, no tienen que aceptarlas, sólo busquen la verdad y sométanla a la evidencia bíblica.

Serie Dios sufre de insomnio: Las soledades de sus hijos III parte

Primero Utilice

La primera manera de combatir su soledad es utilizar su tiempo sabiamente. En otras palabras, sáquele lo mejor a su mala situación. Resista la tentación de quedarse sin hacer algo. La soledad tiende a paralizarlo si se queda sentado sin hacer nada. Resístala; piense en una manera creativa para sacarle provecho a la carencia de cosas que le distraigan. Si la vida le da limones, aprenda a hacer limonada. Lo que tenga a la mano para hacer, hágalo. Esto fue lo que hizo Pablo: «A Tíquico le envié a Éfeso» (v. 12) y:«cuando vengas, trae la capa que dejé en Troas, en casa de Carpo; trae también los libros, especialmente los pergaminos» (v. 13). Pablo se negó a quedarse sentado lamentándose. No pensó: «¡Pobre de mí, pobre de mí!» No se quejó: «¿Dios, esto es lo que recibo a cambio de treinta años de ministerio?» «¿Esta es mi recompensa después de haber levantado un sinnúmero de iglesias y ser la persona más responsable por el avance de la fe cristiana en el mundo romano?» «¿Esto es lo que saco, morir en un calabozo húmedo en Roma?»¡Nada de autocompasión para Pablo! En lugar de eso, dijo: «Si voy a estar solo, por lo menos me aseguro de estar cómodo. Voy a sacarle provecho a una situación mala. Trae mi capa para que al menos pueda abrigarme». Con frecuencia, las personas solitarias se descuidan a sí mismas. No comen bien, no hacen ejercicio y desatienden sus necesidades personales. Pero Pablo dijo: «Trae mi abrigo y mis libros, voy a aprovechar estos momentos sin interrupciones para escribir y estudiar». Un cambio muy grande para él que fue un activista, fundador de iglesias. Por encima de cualquier cosa, Pablo deseaba estar en el coliseo predicando que en un calabozo estudiando. No obstante Dios, en ocasiones, puede usar la soledad con fines buenos. Si Pablo hubiese estado en el coliseo, habría predicado, pero Dios lo dejó en cárcel y así obtuvimos parte del Nuevo Testamento. Es posible que la única forma en que Dios podía mantener a Pablo quieto era encarcelándolo. Y la respuesta de Pablo fue: «Si no puedo estar donde hay movimiento, voy a crearlo aquí».

Segundo reduzca

La segunda manera de lidiar con la soledad es reducir el dolor. No le preste demasiada atención a la soledad. No exagere ni ensaye una y otra vez: «Me siento tan solo, tan solo». No permita que la soledad le produzca amargura ni que el resentimiento se acumule en su vida. Pablo dijo: «Nadie me respaldó… no les sea tomado en cuenta»(v. 16).El apóstol tenía mucho tiempo a su disposición, pero no para guardar resentimiento. Sabía que el resentimiento solo lo hace a uno sentirse más solitario y levanta un muro alrededor. La soledad nos encierra en un calabozo personal y nos aleja de los demás, porque a nadie le gusta estar en compañía de un cínico, alguien que siempre está amargado y quejándose. Pablo dijo: «Quiero mejorarme, no amargarme, así que utilizaré mi tiempo y reduciré mi dolor».

Tercero reconozca

La tercera manera de lidiar con la soledad es reconocer la presencia de Dios. Pablo dijo: «Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas» (v. 17). ¿Dónde está Dios cuando uno se siente solo? Justo al lado. Jesús dijo: «No los voy a dejar huérfanos»(Juan 14:18); «No los dejaré sin consuelo». Dios dijo: «Nunca te dejaré; jamás te abandonaré» (Hebreos 13:5).No hay un lugar donde Dios no esté. Él está en todas partes todo el tiempo y usted puede dialogar con él constantemente. Mientras reconozca esto, nunca estará realmente solo. Hable con Dios y deje que le hable. David aprendió que la comunión con él es un antídoto poderoso contra la soledad. Por eso clamaba: «Dios, estoy tan solo. El rey Saúl me persigue y estoy solo en una cueva. Pero luego pienso en ti. ¿Adónde podría huir de tu presencia? Si subiera al cielo, allí estás tú. En cualquier parte de la tierra, allí estás tú. No puedo huir de ti» (Salmo 139). David aprendió que la soledad es una señal de que es hora de que conozcamos a Dios un poco mejor. Una cantante cristiana  tiene una canción maravillosa. Dice: «Me encantan los días solitarios, pues me dan la oportunidad de enfocarme en Dios». Entonces ¿qué se debe hacer? Haga lo que hizo Pablo. No se amargue; no ceda a la tentación de quedarse con los brazos cruzados. Utilice su tiempo. Haga la diferencia.

Cuarto identifíquese

La cuarta manera de lidiar con la soledad es identificarse con las necesidades de los demás. En vez de concentrarse en uno mismo, enfóquese en otras personas. En vez de contemplarse a sí mismo, contemple a otros. Empiece ayudando a otras personas solitarias. Eso fue lo que hizo Pablo. Su mayor meta en la vida fue un ministerio de alcance hacia fuera; sirviendo a otros sin enfocarse a sí mismo. Tal como lo dijo: «El Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que por medio de mí se llevara a cabo la predicación del mensaje y lo oyeran todos los paganos» (2 Timoteo 4:17). Pablo estaba solo al final de su vida y aun así nunca se olvidó de su meta: ayudar a otros. Cuando Corrie ten Boom era una joven, se enamoró de un chico; lo amaba de pie a cabeza. Sin embargo, él terminó la relación y se casó con una de las mejores amigas  de ella. Quedó devastada. No hay nada que duela más que el rechazo, que alguien escoja a otra persona por encima de uno. Cuando llegó a casa, su papá le dijo algo muy sabio: «Corrie, tu amor ha sido bloqueado y él se casó con otra persona. Ahora, hay dos cosas que se pueden hacer con el amor bloqueado. Se puede represar en un dique hasta que te consuma; o se puede reorientar hacia algo o alguien, y enfocarse en las necesidades de otros. Uno puede vivir una vida de amor, supliendo las necesidades de otros». Ella escogió hacer eso, como puede imaginarse. Es como la pareja que desesperadamente quieren hijos pero no pueden tenerlos. ¿Qué pueden hacer con el amor que les brindarían a esos hijos? Pueden represarlo o reorientarlo. Hay muchos niños en el mundo que necesitan amor. Se pueden concentraren las necesidades de otros. Necesitamos dejar de construir muros propios y empezar a construir puentes. Necesitamos dejar de quejarnos: «Dios, me siento solo» y empezar a decir: «Dios, ayúdame a ser amigo de alguien hoy. Ayúdame a construir un puente en vez de un muro». El amor es el antídoto para la soledad. En vez de esperar ser amados, necesitamos amar y entonces ese amor nos será correspondido con abundancia.  ¿Qué tiene que decir Dios con respecto a su soledad? Lo primero que dice es: «Entiendo. De veras, entiendo». El Hijo de Dios conoce la soledad. En la hora más oscura de Jesús, justo antes de ser crucificado, en el jardín de Getsemaní, todos sus amigos se durmieron. Cuando los soldados se lo llevaron preso para presentarlo ante el consejo, todos sus discípulos huyeron. Cuando Jesús llevó todas las iniquidades del mundo sobre su cuerpo en la cruz, gritó a voz en cuello: «Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?» (Marcos 15:34).Sí, Jesús entiende la soledad. Por eso le dice: «Entiendo cómo te sientes. Yo cuido de ti y quiero ayudarte». ¡Permítale que le ayude a vencer su soledad en lo que lo busca en oración y alcanza con amor a las personas solitarias que le rodean.

Serie Dios sufre de insomnio: Las soledades de sus hijos II parte

La tercera causa básica de la soledad es la oposición. Pablo dice: «Alejandro el herrero me ha hecho mucho daño» (v. 14). En otras palabras: «No solo estoy envejeciéndome sentado aquí sólo en prisión sino que también me atacaron». No sabemos lo que le hizo Alejandro a Pablo. Tal vez desprestigió su nombre. O atacó su reputación. Quizá estaba poniendo a la gente en contra de Pablo. La palabra griega que se usa en lugar de «daño» significa oponerse o resistir. Ser causa de oposición crea un verdadero sentimiento de soledad. Algunas de las cosas más crueles las dicen los niños en los parques. ¿Se acuerda cuando era niño y todos se ponían en su contra? De pronto durante un receso, su popularidad se esfumaba y todos se volvían contra usted: «¡Ya no eres nuestro amigo!»Usted se sintió rechazado y solo. Pasar por una experiencia así es un sentimiento solitario, sufrir el rechazo mientras los demás se divierten. También lo es el no ser comprendido, ser avergonzado, ser humillado. La inclinación de uno es meterse en una cueva y sellar la entrada. Pero hacer eso solo le trae a uno más soledad. La cuarta causa básica de la soledad es la más grave, la que nos ocasiona el mayor dolor. Es la soledad del rechazo. Es cuando uno se siente traicionado, desamparado, abandonado en su momento de necesidad por los más allegados. Pablo se sintió así; abandonado. Con respecto a su comparecencia ante Nerón: «En mi primera defensa, nadie me respaldó, sino que todos me abandonaron» (v. 16). Uno casi puede escuchar el dolor en la voz de Pablo: «Cuando la situación se agitó, todos me abandonaron. Cuando el juicio se puso más grave, no hubo nadie allí». Nadie habló en su defensa; todos se hicieron los desentendidos. El rechazo es una de las cosas más difíciles de sobrellevar para el ser humano. Por esta razón el divorcio es tan doloroso, y por eso Dios abomina el adulterio: es traición y lastima las vidas de otros. Es una infidelidad, un abandono, un desamparo y una experiencia muy dolorosa. Dios dice que todo ser humano tiene la necesidad emocional de aceptación y cuando se viola se comete un pecado grave

Hay buenas formas de lidiar con la soledad y las hay también contra producentes. Una de estas últimas es convertirse en un adicto al trabajo. Uno pasa todo el tiempo trabajando, trabajando, trabajando. Se levanta por la mañana, trabaja todo el día hasta que se desploma agotado en la cama en la noche. Al fin, sin embargo, eso le va gastando físicamente al igual que en lo emocional. Algunas personas prueban con el materialismo: compran todo lo que esté a su alcance. «Si puedo rodearme de cosas, seré feliz». Pero las cosas no satisfacen. Si alguien le pusiera en una isla y le dijera: «Puede pedir lo que quiera menos contacto humano»; ¿Por cuánto tiempo estaría feliz? No por mucho porque las cosas no satisfacen. Uno no puede comprar la felicidad. La forma de castigo más devastadora es el confinamiento solitario porque las personas necesitan a otras personas. Necesitamos socializar. Necesitamos aceptación y amor. Unos tienen encuentros extramaritales; buscan compañía fuera de su matrimonio. Otros recurren al alcohol o a las drogas. Y aun otros se pierden en un mundo de fantasía a través de la lectura de novelas o de mucha televisión. Los hay también que no hacen nada; se quedan sentados y se echan en brazos del dolor. Pero Pablo hizo cuatro cosas para combatir su soledad, y son tan adecuadas para nosotros hoy como para Pablo en su tiempo. Estas cuatro cosas son los siguientes conceptos: utilizar, reducir, reconocer e identificarse

Serie Dios sufre de insomnio: Las soledades de sus hijos

Decimo segundo tema: Dios sufre insomnio por la soledad de sus hijos

La soledad es uno de los sentimientos más miserables que pueda experimentar alguien. A veces uno puede sentir que nadie lo ama, que a nadie le importa que uno exista. Ni siquiera necesita estar solo para sentir soledad; uno puede sentirse solo en medio de una multitud. No es el número de personas alrededor lo que determina su soledad; es la relación de uno con ellos. En el mundo urbano donde vivimos, las personas nunca han vivido en más proximidad, sin embargo, nunca se sintieron más distanciados. ¿Se puede ser adinerado y sentir soledad? Pregúnteselo a Howard Hughes. ¿Se puede ser famoso y sentir soledad? Pregúnteselo a Michael Jackson. ¿Se puede ser bella y sentir soledad? Pregúnteselo a los artistas de cine que cometen suicidio. ¿Se puede estar casado y sentirse solo? Pregúnteselo a las personas que se casan a causa de su soledad para luego divorciarse unos años más tarde por la misma razón. Todos experimentamos soledad una u otra vez en la vida, para hay causas y soluciones claras detrás de ello. Unas veces nosotros mismos nos buscamos la soledad, pero otras, nos hallamos en situaciones que son inevitables y están fuera de nuestro control. En esa condición se encontraba el apóstol Pablo cuando escribió su segunda carta a Timoteo (probablemente la última que escribiera en su vida). Pablo era un anciano ya moribundo en una cárcel romana cuando le escribió a su buen amigo Timoteo y le urgió a que lo visitara porque se sentía solo.

Hay cuatro causas básicas de la soledad. La primera son las transiciones de la vida. Ella está llena de transiciones y etapas. Llegar a la adultez es una serie de cambios, y cualquier cambio puede producir soledad en la vida. Uno está solo al nacer y llora hasta que recibe una caricia. La primera escuela a la que uno asistió fue un lugar solitario. Conseguir empleo es un acto solitario. Cambiar de empleo también lo es. Jubilarse es otro acto solitario. La muerte de un ser querido es algo solitario. Pablo ahora se encuentra en la transición final de su vida, y sabe que le queda poco tiempo; se siente solo. Y dice: «Estoy a punto de ser ofrecido como sacrificio y el tiempo de mi partida ha llegado» (2 Timoteo 4:6). En efecto, lo que está diciendo es: «Me queda poco tiempo. Lo sé. Tal vez Nerón muy pronto me haga morir como mártir. O quizás muera de vejez». En lo que Pablo pasa sus últimos días solo, dice: «He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe. Por lo demás me espera la corona de justicia» (v. 7-8).La primera causa de la soledad sencillamente son las transiciones de la vida. Cualquier experiencia nueva que tengamos que encarar puede ser solitaria. Y si eso no fuera poco, tendemos a aislar a los que están muriendo. ¡Setenta por ciento de las personas que se encuentran en asilos de ancianos nunca recibe una visita de nadie!

La segunda causa básica de la soledad es la separación.  Cuando uno está aislado; apartado de las amistades, apartado de la familia (por empleo, carrera militar o cualquier otra causa), eso puede causar soledad. Pablo le dice a Timoteo: «Haz todo lo posible para venir a verme cuando antes» (v. 9). Luego menciona a sus mejores amigos, pero ninguno de ellos está con él, con excepción de Lucas. Él está preso en un país extranjero y dice: «Extraño a esas personas». Estos eran los mejores amigos de Pablo, su compañeros de viajes. Él era una persona muy sociable; le encantaba estar entre la gente y nunca se iba a ningún lugar solo. Pero ahora, al final de su vida, experimenta la soledad de la separación porque sus amigos están en otros países. En la actualidad, uno puede usar el teléfono para llamar a cualquiera. Pero en aquel entonces, Pablo no podía darle un timbrazo a nadie. Requería mucho tiempo el comunicarse con alguien. De modo que Pablo se sentía solo porque estaba aislado de sus amigos. Dos veces en este pasaje (v. 9, 12) Pablo insta a Timoteo a que lo visite y después (v.2) le dice: «Haz todo lo posible por venir antes del invierno». ¿Por qué dice eso? Él está diciendo: «Timoteo, posiblemente no esté por mucho más tiempo y de veras quiero verte. Regresa y visítame». ¿A quién necesita llamar? ¿A quién necesita escribirle una carta expresando su aprecio? Usted debe hacerlo ahora que aún hay tiempo. Ayude a alguien a aliviarse de la soledad de la separación.

Serie Dios sufre insomnio: El sufrimiento de sus hijos III parte

La primera fuente de fortaleza que vemos en la vida de José es el plan de Dios: «Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito» (Romanos 8:28). Este versículo nos dice que todo es bueno; hay mucha maldad en este mundo, y la voluntad de Dios no siempre se cumple. Pero la palabra dice que en la vida del cristiano, Dios hace que todas las cosas, aun las malas, obren para bien. Dios no le ha rechazado; él tiene cuidado de sus intereses. Él tomará la situación que esté atravesando, aun la más terrible y la usará para que tenga un buen propósito en su vida. A la larga, hará florecer mayor gloria. Dios es mayor que cualquier problema al que usted se enfrente. Por supuesto, es difícil ver cómo Dios obra en una situación mala cuando uno está en el medio. Sin embargo, más tarde, al considerar lo acontecido, su perspectiva es mejor y usted puede ver lo que Dios estaba haciendo y la manera en que usó aquella situación de una forma más importante y con mayor propósito para su vida. Cuando uno entiende esta verdad, puede recordar esa vivencia y decirles a los que le hicieron pasar un momento difícil: «Ustedes procuraron hacerme daño, pero Dios le dio vuelta al asunto y lo usó para bien en mi vida. Ustedes procuraron destruirme, pero Dios usó eso para edificarme. Ustedes procuraron derribarme, pero Dios me hizo más fuerte y más maduro». Pese a lo que suceda, aunque pierda alguna batalla, Dios ya ganó esta guerra y el desenlace está en sus manos. Él puede darle un giro a los fracasos y hacer que obren para bien, si usted se lo permite.

Hay una segunda fuente de fortaleza cuando experimentamos crisis: las promesas de Dios. Hay más de siete mil promesas de Dios en la Biblia, y necesitamos empezar a reclamarlas. Son como cheques en blanco; y necesitamos usarlos. Le recomiendo que escoja unos versículos, anótelos en tarjetas con índice, llévelos en sus bolsillos y grábeselos. Un individuo se dedicó a escribir versículos en tarjetas que luego colocaba en el visor de su auto. Cada vez que se detenía en un semáforo, bajaba el visor, leía el versículo y cuando la luz cambiaba, volvía a subir el visor. Se ha memorizado cientos de versículos en sus momentos libres parando en los semáforos sin tener que buscar más tiempo. Quizá usted pueda poner unos en el espejo de su baño. Las promesas de Dios nos dan esperanza, fortaleza y consuelo. La Biblia dice que la Palabra fue escrita para darnos ánimo y esperanza (Romanos15:4). Lo que necesitamos hacer es leer las promesas de Dios, memorizarlas y reclamarlas en fe.

Hay una tercera fuente de fortaleza que nos debe ayudar cuando atravesamos una crisis: el pueblo de Dios. Cada iglesia debe ser una comunidad compasiva de personas que se aman, se apoyan, que oran unos por otros, que se ríen juntos, lloran junto, y llevan sus cargas juntos. Nos necesitamos los unos a otros; Dios tuvo como intención que la iglesia fuera un sistema de apoyo firme en la cual nos animemos y nos ayudemos. Sin embargo, no podemos ser un sistema de apoyo si no nos conocemos. Necesitamos unirnos a un grupo de estudio bíblico en la iglesia. Necesitamos encontrar un grupo pequeño de personas que se puedan encontrar regularmente, compartir nuestras vidas con ellos y orar juntos. En lo que llevamos esto a cabo, descubriremos que hay otras personas que tienen los mismos problemas que nosotros; gente que nos pueda dar aliciente. Deben ser personas que hayan tenido los mismos problemas o similares a los nuestros y que ahora se encuentran de! otro lado; personas que atravesaron el túnel y ahora pueden alcanzarnos y ayudarnos a cruzarlo también. La Biblia dice que Dios, con frecuencia, nos permite pasar graves problemas y pruebas intensas, y que luego nos consuela para que un día podamos darles consuelo a otros que están viviendo las mismas situaciones (2 Corintios 13-4). Dios nos usa de esa manera; usualmente trabaja en la vida de la persona a través de otras personas. Hay una cuarta fuente de fortaleza en la crisis y es la más importante de todas: la presencia de Dios en Jesucristo, la persona de Jesucristo. La Biblia dice que él es el Hijo de Dios, que está vivo y que uno puede tener una relación personal con él. Eso es lo quela Biblia enseña, y hay literalmente millones de personas que son prueba de ello; gente que goza de una relación personal con Cristo. Su presencia nos puede ayudar en cualquier situación. José, en el Antiguo Testamento, fue un ejemplo de lo que Jesucristo hizo en el Nuevo Testamento: El Señor sufrió sin culpa para beneficio de otras personas. José sufrió para que, a la larga, cuando llegara el hambre al Medio Oriente, sus normas con respecto al almacenaje de alimento pudieran salvar a miles de personas de la muerte por inanición. A pesar de ser perfecto y sin culpa, murió sobre la cruz para salvarnos de las terribles consecuencias del pecado. Dios nos dio libre albedrío, de manera que no puede imponer su voluntad sobre nosotros sin convertirnos en títeres o robots. Vivimos en un mundo donde la gente peca y lastima a los demás. Pero cuando le entregamos nuestras vidas a Cristo y confiamos en él, nos ayuda a superar cada situación y nos da la habilidad para ver cómo va a resolverla al final. La cruz es el máximo ejemplo de personas procurando hacer el mal mientras Dios hace que todo obre para bien y para bendición de la humanidad. Tal vez usted haya sido lastimado por algún familiar, como José: quizá un hermano, una hermana, un padre, un cónyuge, un novio, una novia. Si es así, haga lo que hizo José: No se entregue a la autocompasión o a la amargura. En vez de eso, tome todos los escombros y entrégueselos a Jesucristo. Deje que él saque algo nuevo, refrescante y bello de esa situación fea .Quizá piense: «No es justo. No merezco esto». O tal vez tenga un amigo y usted dice: «No es justo lo que le ha sucedido». Como respuesta, le digo: «Tiene razón. Suceden muchas cosas injustas en este mundo». Y por eso, un día, al final de los tiempos, Dios va a exigir cuentas. Habrá un día de juicio, cuando todo el dolor que el inocente ha sufrido será remediado y justificado. Dios va a pedir cuentas al final de los tiempos. Por ahora, sin embargo, nuestra responsabilidad es perseverar y ver lo que él pueda hacer en nuestras vidas para edificarnos en vez de permitir que las cosas injustas nos devasten. Así que le urjo, si se encuentra en una situación en la que esté inclinándose a pensar: « ¿Por qué me sucede esto?» Acuérdese que tiene libre albedrío, que Dios le dio a los demás el libre albedrío, y que él lo ve todo; que el mal le hace daño a él; pero se ha limitado para permitir a otros la libertad de escoger. Así que busque el plan de Dios y vea que le da un giro a la situación aun más fea, y lo usa para bien si usted se lo permite. Vuélvase al plan de Dios. Vuélvase a las promesas de Dios. Confíe en ellas. Vuélvase al pueblo de Dios. Únase a una iglesia cariñosa donde sus necesidades sean satisfechas y donde pueda ser usado para satisfacer las de otros. Pero lo más importante es que vuelva a la presencia de Cristo y la permita en su vida. De lo peor, Dios puede sacar lo mejor. Ese es el mensaje de esta historia. Dios puede sacar lo mejor. Muchos cristianos pueden recordar sus vivencias y decir: «¡Verdad que sí! Todo en mi vida se había desmoronado y entonces entregué mi vida a Cristo y él empezó a poner todo en orden de nuevo». Darle la vida a Jesucristo no solo significa que él lo rescatará de la tormenta, sino que le dará el valor y la fortaleza para resistirlo. No todas las cosas obran para bien en la vida de todos en este mundo. Solo obrarán para bien si le damos a Dios los escombros y le entregamos nuestras vidas y entonces él hace que las cosas obren para bien. De otra manera, si se niega a hacer esto, él no hará quenada obre para su bien. ¿Así que uno necesita creer en Cristo, tiene que ser cristiano, eso que la Biblia llama «nacer de nuevo»? ¿Qué significa eso? Dos cosas; dos palabras sencillas. Una es arrepentirse y la otra es creer. ¿Qué significa arrepentirse? Simplemente cambiar. Cambiar la manera de ver a Dios y su pecado. Esto lo lleva a dejar las tinieblas y volverse a la luz, dejar la culpa y volverse al perdón, dejar el egoísmo y volverse a Dios. Y entonces, uno debe creer. Usted debe creer que el Hijo de Dios puede perdonar su pecado, que puede hacer de su vida algo mejor, y que quiere obrar en su vida; que tiene un plan para usted y que puede tomar todos los enredos, las malas situaciones, aun sus irritaciones, voltearlas y usarlas para bien en su vida si usted se lo permite. Entonces podrá decir, al recordar sus vivencias: «Ellos procuraron hacerme daño, cuando arremetían contra mí, pero Dios hizo que todo obrara para bien. Dios usó todo lo malo en mi vida. Lo usó para darme forma y hacerme una persona mejor, y estoy agradecido por ello.

Serie Dios sufre insomnio: El sufrimiento de sus hijos II parte

Quizás esté atravesando una prueba en este momento. O tal vez sea inocente. Es posible que sea víctima de una situación que no ocasionó. Bueno, considere la reacción de José. Lo primero que no hizo fue caer en autocompasión. Si se encuentra en una dificultad o en una prueba, no puede darle lugar a la autocompasión. Ella es una de las causas principales de la depresión. A menudo, cuando nos encontramos en serios problemas, y nuestra autoestima está a niveles bajos, empezamos a culparnos a nosotros mismos, y terminamos echándonos al dolor. José no hizo eso; él no se culpó. La crisis en la que se encontraba no era culpa suya, de manera que consideró la situación de una manera realista. Cuando un barco se encuentra en una tormenta, la forma de sobrevivir es dirigiéndose en dirección del viento. Si uno permite que el barco se desvíe a un lado, el viento lo puede volcar. Cuando llega la tormenta a nuestras vidas, la mejor manera de tratar con ella es encararla de frente. Si está en un periodo de desánimo por encontrarse en medio de una prueba, y se está preguntando: «¿Por qué me sucede esto?»; considere lo siguiente: Nunca tome una decisión importante cuando esté deprimido. Con frecuencia, cuando estamos desanimados, tenemos la tendencia a decir: «Mejor renuncio». «Mejor cambio de lugar», «Mejor busco otro empleo», «Mejor me divorcio». Nunca tome una decisión importante si está deprimido porque en ese momento no puede evaluar las cosas con acierto. Su vista se encuentra borrosa y su perspectiva distorsionada. En lugar de eso, encare la tormenta de frente y no caiga en la autocompasión. Hay otra cosa que vemos en la vida de José cuando todo le iba mal: no se entregó a la amargura. Después de muchos años, José se encontró con sus hermanos porque ellos se dirigían a Egipto en busca de alimento. Al entrar a la presencia de José, inclinándose ante el segundo en mando sobre Egipto, no se dieron cuenta de que era el hermano menor Cuando procuró contarles quién era, ellos se asombraron y se asustaron. Este era el hermano menor al cual, años antes, trataron de matar, y ahora estaban inclinándose ante él. Pero José los perdonó. Él sabía que uno no puede vivir con la carga pesada de la amargura. ¿Qué se debe hacer cuando nos tienta la amargura? Entregársela a Dios. Eso fue lo que hizo José: él mantuvo su fe y su esperanza en Dios; creyó que las cosas iban a resultar a su favor al final, así que perseveró con su vida espiritual. Cuando las cosas andan mal, a menudo rechazamos a la persona que más nos hace falta, al Señor. Cuando el problema llega a la vida de uno, es probable que uno empiece a decir: «Dios, ¿porqué permitiste que esto sucediera?» Quizá uno se rebela en contra de Dios como si fuera culpa suya. Más bien, uno debería decir: «Señor, toma esta dificultad». Dios puede tomar situaciones sumamente malas y darles un giro completo. Aunque las personas usen situaciones para destruirle, Dios puede usarlas para edificarle. A él, le encanta cambiarla crucifixión por resurrección. La Biblia no solo nos da respuestas a las razones del sufrimiento, pero también nos da ayuda práctica y consuelo cuando experimentamos sufrimiento. Si aplicamos las siguientes fuentes de fortaleza a nuestras vidas, no habrá situación que nos pueda devastar, ni crisis que pueda derribarnos permanentemente.

Serie Dios sufre insomnio: El sufrimiento de sus hijos

Decimo primero tema: Dios sufre insomnio por el sufrimiento de sus hijos.

¿Cómo debemos responder cuando otras personas nos causan problemas? El José del Antiguo Testamento es un ejemplo clásico del sufrimiento provocado por otros, y es descrito en los capítulos 37 al 50 de Génesis. Si bien recuerda, José fue el segundo más joven de doce hermanos. Había mucha rivalidad entre hermanos en la familia y los mayores empezaron a envidiar a José por causa del favoritismo de su padre hacia él. Cuando se intensificaron las cosas, los hermanos lo echaron en una cisterna y lo abandonaron para que se muriera. Mas unos mercantes viajeros pasaban por aquel lugar y los hermanos dijeron: «En vez de eliminarlo, vendámoslo». Así que los hermanos mayores de José lo vendieron a unos mercaderes extranjeros que se lo llevaron a Egipto como esclavo. De manera que ahora José está en un país extranjero. No conoce a nadie, inicialmente no sabe hablar el idioma, y es esclavo en contra de su voluntad. Y como si eso fuera poco, la esposa de su amo decide seducirlo un día. Después de José negarse, ella lo acusa falsamente de violarla y se lo llevan preso. Él está solo y adolorido, y tiene todo el derecho de preguntar: «¿Por qué yo?»Sin embargo, fíjese en la actitud de José, mucho años más tarde, al hablar de la situación con sus hermanos: «Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente» (Génesis 50:20). En otras palabras: «Ustedes procuraron hacerme daño, pero Dios le dio vuelta al asunto y lo usó para bien en mi vida y en sus vidas y en las de otras personas».

¿Cómo logró José perseverar? Debido a tres verdades importantes que reconoció en su vida. Primero, sabía que Dios ve todo lo que padecemos y se interesa por nosotros. Esto es muy evidente en la vida de José. Él nunca dudó de que Dios viera lo que padecía y que se interesaba por él. Hay una frase muy importante que se halla cinco veces en la vida de José, cada uno después de una crisis mayor o alguna derrota: «El Señor estaba con José». Aun cuando todo le fuera mal, el Señor estaba con él. Lo segundo que José reconoció fue que Dios le dio a todos libre albedrío. Usted no es un títere o un robot que eleva oraciones a Dios. Él les dio a todos libre albedrío y cuando optamos por ignorar lo que es recto, Dios no impone su voluntad sobre nosotros. Con frecuencia, cuando nos buscamos un problema, culpamos a Dios como si fuera su culpa. A él se le culpa de muchas cosas que nunca causó. Cuando vemos un accidente grave, una tragedia, un problema o crisis, tratamos de aparentar ser muy espirituales diciendo: «Debe ser la voluntad de Dios»; ¡como si él se complaciera en planear errores y tristeza! El hecho es que la voluntad de Dios no se cumple siempre. Él tiene una voluntad para cada uno de nosotros, pero también nos ha dado libre albedrío. Cuando decidimos tomar nuestro propio rumbo, él se limita; nos otorga la libertad de escoger mal y traer problemas a nuestras vidas. También les concede a los demás el libre albedrío y a consecuencia de sus errores nosotros podemos salir lastimados. En la situación de José, sus hermanos deliberadamente escogieron conspirar en su contra. Esto fue un pecado, pero Dios lo permitió por qué no crea títeres. Lo tercero fue que José reconoció que Dios tiene el control absoluto del desenlace final. Él puede tomar nuestros errores y todos los pecados que otros cometen en nuestra contra, darle un giro completo y sacar algo bueno de ello. A pesar de que perdamos batallas una que otra vez, Dios ya ganó la guerra. Él toma aun lo más terrible y le da un giro completo. Nosotros pensamos que todo se nos viene abajo; pero Dios tiene la última palabra. Él decide lo que va a suceder. Considere a José. Por poco lo matan, fue vendido como esclavo, acusado de violación y puesto en prisión. Hasta aquel momento, su vida iba de mal en peor. Pero Dios tomó esas tragedias, las volteó y les sacó mucho bien. Estando preso, José entabló una amistad con la mano derecha del Faraón, y cuando este hombre fue instaurado al poder otra vez y el faraón tuvo un sueño, recordó que José podía interpretar sueños. Así fue que lo invitaron al palacio del Faraón; y le dio la interpretación del sueño: «Faraón, Dios te está avisando que habrá siete años de abundancia y después siete años de hambre, así que necesitas prepararte para eso» .El faraón quedó tan impresionado que lo hizo segundo en mando sobre todo Egipto. José pasó de ser esclavo extranjero en una cárcel al segundo líder más importante de Egipto, y de paso salvó a Egipto, además de otras naciones incluyendo a Israel, del hambre. Dios ve lo que está sucediendo, pero él nos da libre albedrío, y no atenta en contra de nuestra voluntad. Él se limita. Pero usa aun nuestras malas decisiones y los reveses para voltearlas y sacar algo bueno de ello al final; si se lo permitimos. Por eso José pudo decir, al terminar su vida: «Ustedes procuraron hacerme daño, pero Dios le dio vuelta y lo usó para bien». La única forma en que Dios podía sacar algo bueno era con la perseverancia de José, aun cuando no lo entendiera.

Serie Dios sufre de insomnio: Las desviaciones de sus hijos II parte

El segundo principio que aprendemos de la vida de Sansón es que nos buscamos serios problemas cuando escogemos amistades que no nos convienen.

 Alguien sabiamente dijo: «Si quieres volar con las águilas, no corras con los pavos». Al fin y al cabo, uno empieza a parecerse a las personas con las que pasa la mayor parte del tiempo. Por eso es tan importante escoger las amistades con sabiduría. Sansón sufrió la derrota porque se asoció a personas malas; tenía relaciones que no eran saludables para él a pesar de contar con un propósito especial de parte de Dios. Pues aun el nacimiento de Sansón fue un milagro. Antes de ser concebido, su madre tuvo dificultad en quedar embarazada. Dios le dijo que tendría un hijo que liberaría a los israelitas de los filisteos. De modo que Sansón fue especial desde el principio, pero sus amistades lo llevaron por otra senda. Dios tiene un propósito especial con cada uno de nosotros, pero nosotros nos buscamos problemas cuando escogemos amistades que no nos convienen. La pregunta crítica es esta: ¿Le impiden sus amistades que viva por completo para Dios? ¿Le quitan el ánimo pata hacerlo o le dan aliento? ¿Se conforma a cosas que no le son de su agrado? El libro de Proverbios nos advierte, en repetidas ocasiones, con respecto a las amistades negativas. Estar expuesto constantemente a las actitudes y los valores equivocados en algún momento afectará negativamente a nuestras vidas porque es más fácil hundir a la persona que levantarla. ¿Qué clase de amistades se deben tener? La que inspire lo mejor en uno, que dé aliciente, que a uno le motive a ser una persona mejor. Hay otro principio que vemos en la vida de Sansón y es el más importante de todos porque lo vemos a lo largo de su vida:

Nos buscamos problemas cuando nos negamos a tomar a Dios en serio. Sansón no tomaba su vida espiritual con seriedad. Realmente nunca tomó a Dios en serio, y esto se hizo notable en diversas maneras. En primer lugar, siempre se dedicaba a lo suyo. Vivía para sí mismo. Su estilo de vida era esencialmente egoísta; permitía que sus deseos personales determinaran sus acciones. Sansón se regía por esa mentalidad que afirma: «Si te sientes bien, hazlo». El plan de Dios para Sansón fue de grandeza y es el mismo para usted. Él tiene un propósito para su vida; usted no fue puesto en la tierra por accidente. Sin embargo, el rasgo sobresaliente de Sansón fue el descuido; tomaba las cosas sin apreciarlas y nunca llegó a tomar nada en serio; el resultado fue la inutilidad en la vida. Otra cosa que podemos ver en la vida de Sansón es que nunca oraba por nada, con excepción de la escena final, cuando desplomó la casa. Era impulsivo; impetuoso. No le pedía dirección a Dios. Simplemente procedía a actuar y hacía lo que se le antojaba. Nos evitaríamos muchos problemas y dolor si solo pausáramos un momento para pedirle a Dios dirección antes de lanzarnos de cabeza y lastimarnos. Sansón buscó a Dios solo cuando se vio en aprietos. Eso es lo que se llama «Cristianismo de trinchera»:«Señor, si me libras de este problema, viviré para ti desde ahora en adelante. Para muchos, Dios es solo un detalle de último momento, una conveniencia. Cuando las cosas se ponen apretadas, lo buscan con desesperación. Pero cuando todo anda bien, lo ignoran. Sansón nunca tomó en serio el vivir para Dios hasta el final de su vida, después que todo se había desmoronado: fue capturado por la nación enemiga, le sacaron los ojos y lo obligaron a trillar grano en un molino; un trabajo usualmente asignado a los animales. Nótese lo que sucedió cuando todo finalmente se vino abajo: Sansón, por fin, oró (16:28). Me pregunto cómo habría sido su trayectoria si hubiese orado desde el inicio. ¿Por qué esperó que todo se le viniera abajo para acudir a Dios? El resultado de descuidar la oración fue que perdió todo su potencial en la vida. Perdió su credibilidad y su libertad; terminó siendo esclavo del pueblo al que fue enviado a conquistar. Sansón verdaderamente segó lo que sembró.

Esta historia sería sumamente trágica si terminara allí; pero no fue así. Los filisteos le cortaron sus trenzas, las cuales eran un símbolo del pacto que hizo con el Señor. El cabello de Sansón era solo un símbolo externo; no era la fuente de su fuerza sino su seña. Cuando le cortaron su cabello, en esencia le estaban diciendo: «Sansón, te estamos cambiando por fuera lo que ya ha sido quitado de tu corazón. Tú no tomas en serio tu compromiso con el Señor». No obstante, fíjese que «… en cuanto le cortaron el cabello, le empezó a crecer de nuevo» (16:22). El proceso de renovación se inició en ese momento. Sansón se arrepintió y empezó a orar. En lo que buscó la fuerza de Dios, el Señor le concedió su petición. Dios le devolvió su fuerza y Sansón terminó su vida con un acto inspirado de heroísmo. Recordará que Sansón fue llevado al gran templo del falso dios Dagón para que miles de sus enemigos se pudieran reír y burlar de Sansón y su Dios; el verdadero Dios de Israel. Sansón fue colocado entre dos columnas del templo y, con cada gota de fuerza que Dios le había concedido en oración, empujó hasta que el templo se vino abajo, matando a todos los presentes sin contar las tres mil personas que estaban en el techo. Dios envió a Sansón a conquistar esta nación enemiga desde un principio y ahora logró cumplir más en su muerte que en vida. Esa es una triste realidad en la vida de Sansón; pero al final, logró conquistar al enemigo. Debido a que Dios le brindó una segunda oportunidad, gozó de la mayor victoria en la etapa final de su vida. En cierta forma, eso es una realidad que consuela. Tal vez sienta que ha arruinado su vida de una manera tan severa que Dios nunca más lo volverá a amar o a usar; pero acuérdese de Sansón. Dios nunca se rindió con él y tampoco ha renunciado a usted. Dios ve su potencial y se acuerda por qué lo creó: usted fue creado para grandes cosas. Y comprobará por qué fue creado cuando se ubique en el centro de la voluntad de Dios. Mas si hace eso; las cosas empezarán a caer en su lugar. Se sentirá realizado y tendrá éxito a los ojos de Dios cuando se dé cuenta de que está haciendo aquello para lo cual ello diseñó. Hay algo muy alentador con respecto a Sansón: en Hebreos 11, el Salón de la Fama de la fe, se incluye a Sansón. ¿Por qué? Porque Dios puede tomar a una persona que es un fracaso total y aun así usarla. Si Dios usara solamente a las personas perfectas, no lograría nada. En vez de eso, usa a personas comunes; aquellos que tienen debilidades y fracasos en la vida. ¿Qué se puede hacer si uno es como Sansón en la vida? Precisamente lo mismo que hizo Sansón; entregarle la vida al Señor. Entréguele todas las piezas, y permítale que le diga: «Yo te daré fuerzas para desatar las ligaduras de las cosas que te tienen enredado, te causan tristeza e impiden que yo opere en tu vida». Solo Dios sabe la grandeza y el potencial que hay en su vida, pero usted nunca podrá desarrollarlo solo; él debe hacerlo a través de su fuerza. ¡Permítale que empiece hoy mismo!

Dios sufre de insomnio: Los desvíos de sus hijos

Décimo tema: Dios sufre insomnio por los líos de sus hijos.

Sansón fue juez y gobernante de Israel por espacio de veinte años. Tenía todo a su favor. Sin embargo, su peor enemigo era su propia persona por cuanto se hacía mucho daño a sí mismo. Sansón tenía fuerza sobrenatural, era buen mozo y Dios operaba en su vida, pero lo echó a perder todo. Desperdició su vida y se buscó toda clase de problemas. Sansón personifica tres de las formas más comunes de buscarse problemas, formas que aún hoy siguen siendo tropiezo a muchos porque la naturaleza humana es universal y todos tendemos a caer en estas mismas trampas. Sansón hizo de su vida un desastre porque tomó tres decisiones fatales. Si identificamos estas tres trampas, podemos resolver los problemas en los cuales nos hallamos en estos momentos y evitarnos otros en el futuro. La historia completa de la vida de Sansón se narra en Jueces capítulos 13 al 16, pero solo vamos a considerar principios clave de su vida; cosas que le trajeron problemas a Sansón, y que nosotros podemos evitar.

En primer lugar, nos buscamos serios problemas si rehusamos aprender de nuestros errores

Sansón tenía dos debilidades en su vida, y jamás aprendió a tomar la rienda de ninguna de ellas. A lo largo de su vida, fue víctima de sus debilidades, las que más tarde fueron causa de su derrota. Su primera debilidad fue la ira. Con frecuencia se airaba; a menudo, estallaba. El motivo principal tras sus acciones era la venganza. Sansón mató a treinta hombres para tomar sus ropas porque la ira lo consumía (Jueces 14:12-19). Le prendió fuego a un campo de siembra para tomar venganza (15:3-5). Sansón le dijo a un grupo de hombres que le desagradaba: «Puesto que actuaron de esa manera, ¡no pararé hasta que me haya vengado de ustedes!» (v. 7). Más tarde dijo: «Simplemente les he hecho lo que ellos me hicieron a mí», y después mató a otros mil hombres .La vida entera de Sansón parece estar repleta de ira, y él nunca logró superar este problema. Rehusó aprender de sus errores, así que volvía a cometerlos una y otra vez. Otro aspecto en el que Sansón tuvo debilidad fue el deseo carnal descontrolado. Tenía fuerza física pero debilidad moral. Tampoco logró superar este problema en su vida, y esto le ocasionó su derrota. De hecho, la vida de Sansón fue un triste ciclo de fracasos. Nunca aprendió la lección; volvía a cometer los mismos errores una y otra vez. Para él, era solo un juego: « ¿Qué tan cerca podré llegar al fuego sin quemarme?; ¿Qué tan cerca podré llegar al borde sin caer al vacío?» Sansón deliberadamente ignoró los principios de Dios, en particular, lo que respecta al deseo carnal. Sansón participó en este tipo de juego con Dalila. Ella le preguntaba cuál era la fuente de su fuerza y él se hacía el gracioso, pero cada vez se acercaba más y más. En lo que jugaba con ella, lo hacía con la tentación, y al fin de cuentas se quemó. Sin embargo, la mayoría de nosotros, tendemos a hacer lo mismo. Decimos: «Solo esta vez. ¿Qué me puede pasar con hacerlo una sola vez? Solo esta vez me voy a preocupar; solo esta vez me voy a deprimir; solo esta vez voy a intentar esto o aquello». Ninguno de nosotros nos proponemos fracasar; sencillamente se nos viene encima de manera gradual. Es un proceso gradual, en lo que nos vamos debilitando. Nuestras vidas no se nos arruinan en un solo día; el problema va desarrollándose a lo largo del tiempo en el que rehusamos aprender de nuestros errores. Tal vez piense: «Pero este es un aspecto de mi vida en el que no tengo control. Soy vencido en eso una y otra vez. Es un área de fracaso crónico en mi vida, y no sé cómo superarlo. Simplemente soy así». Las buenas noticias son que Dios dice: «Yo te daré la fuerza para romper ese ciclo de fracasos». Cuando Sansón al fin hizo eso, Dios le dio la victoria.