«…Discípulos Distraídos…»

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A veces me pregunto ¿porque muchas veces me distraigo de las cosas que realmente valen la pena en la vida? Estoy tan distraído que se me nota en mi carácter, en mi forma de comportarme e incluso hasta en la manera como me relaciono con Dios. Y es que simplemente puedo realizar toda una actividad eclesial y lamentablemente  perderme la mejor parte de Dios. Hemos llegado a momentos en nuestro peregrinar evangélico de  América Latina que necesitamos detenernos y replantearnos ¿qué es seguir a Jesús? ¿Qué busco en ese seguimiento? ¿Cómo logro una realización personal y a la vez espiritual? A veces mi fe hacia Dios es tan poco respetuosa y quizás hasta violenta en la forma que le hablo. Porque simplemente ando en otras cosas, no llego a captar lo que Dios es y lo que Dios hace. Sencillamente me pierdo los momentos divinos en mi diario trajín. Quizás eso es lo que esencialmente demuestra la narración de la mujer con el flujo de sangre. Una persona muy necesitada a la que se le acerca a Jesús en búsqueda de sanidad, arriesgando todo. Y ¿cómo reaccionan los discípulos ante la escena? Con irrespeto y desconectados de la realidad espiritual que les rodea. ¿Por qué se distrajeron los discípulos? ¿Qué les hizo desconectarse de la visión de reino de Dios? Por otro lado ¿que hizo a la mujer con flujo de sangre concentrarse en Jesús? En ella se ve quizás ejemplificado un seguimiento real de Cristo, a diferencia de los discípulos.

Veamos en primer lugar la desconcentración de los discípulos. Por lo que puedo observar en el texto cuatro acciones que desconcentraron a los discípulos y no supieron que estaba pasando.

Primero los discípulos acompañan a Jesús pero no lo siguen. Simplemente van a la par de Jesús pero increíblemente no perciben el corazón de Jesús. De tal manera que para ellos es una molestia Su pregunta pero para Jesús es una muestra de amor y búsqueda. He aquí el hecho de muchas veces nuestras inquietudes espirituales y hasta teológicas simplemente son un acompañar a la persona de Jesús pero lejos de transformar a una persona en un seguidor de Jesús. El acompañamiento  a Jesús sin seguimiento empaña nuestra percepción.

Segundo, los discípulos  son próximos a Jesús pero no cercanos a él. Al parecer esto podría ser una contradicción, pero es una de las estrategias más sutiles del enemigo. ¿Cómo podemos estar tan próximos a las cosas sagradas sin que estas cosas sagradas las entendamos y nos transformen? Observe que para los discípulos la multitud aprieta a Jesús, es decir saben interpretar a las multitudes. Conocen lo que la gente le está haciendo a Jesús pero no lo que Jesús le está haciendo a la  gente. Esto es una mentalidad bastante humanista. Hoy cada vez más nos distraemos con lo que la gente está pidiendo o haciendo, pero no lo que la gente está necesitando. Somos muy diestros para diagnosticar que están haciendo las multitudes, de hecho es muy fácil evaluarlas, pero en medio de ese mar de gentes perdemos al Jesús personal y nos enfocamos más en un Jesús global. Hablamos mucho del mundo, de la globalización, de las estadísticas pero no conocemos ni una sola persona con una necesidad a ser satisfecha. Hacemos grandes esfuerzos para enviar a un Jesús a lo lejano, invertimos grandes cantidades en misiones y misioneros, pero no hemos sido capaces de interpretar un Jesús cercano a nuestras necesidades alrededor. La proximidad sin cercanía daña nuestra acción.

Tercero, los discípulos tienen acceso a Jesús pero no prestan atención a Jesús. El evangelista subraya que la mujer ha oído hablar de Jesús, y lo que ha oído suscita en ella una nueva esperanza, dándole fuerza para llevar a cabo su gesto.

Jesús tiene ya fama de anunciar con palabras y gestos concretos que el amor de Dios se dirige a todos y no reconoce las discriminaciones morales y religiosas que dividen a los hombres en categorías de puros e impuros (Me 1,40-45; 2,1-17). Sobre todo, Jesús no acepta ningún impedimento puesto por los hombres entre el amor de Dios y estos. La mujer coge al vuelo la oportunidad de este encuentro con Jesús y piensa: ≪si le toco, aunque sea la ropa, me salvare ≫. La ley de Dios le impide tocar a cualquiera, pero el deseo de vida es más fuerte que todo tabú moral y religioso. Si continua observando la Ley no cometerá pecado, pero morirá; si intenta transgredirla tiene una esperanza de vida. La mujer se esconde entre la multitud que sigue a Jesús y cuando se encuentra de espaldas a este, esperando que ninguno se dé cuenta, le toca el manto e ≪inmediatamente se seco la fuente de su hemorragia, y noto en su cuerpo que estaba curada de aquel tormento≫. Pero a la pobrecilla no le ha dado tiempo de sentirse curada cuando se le presenta un mal trance. De hecho Jesús, dándose cuenta, se vuelve inmediatamente y pregunta: ≪.Quien me ha tocado la ropa?≫. Solamente los discípulos, entre toda la multitud, no se han dado cuenta de la tensión del momento, y con poco respeto se vuelven a Jesús tratándolo de irreflexivo: ≪Estás

viendo que la multitud te apretuja .y sales preguntando “quien me ha tocado”≫? Obtusos, como siempre, están presentes pero a la vez ausentes. Están presentes a sus inquietudes, a sus luchas, dudas y la obra de Dios, pero están ausentes al Dios que obra de una manera contradictoria a los sistemas en los que ellos confían. Según los discípulos Jesús ≪está mirando a la multitud≫, pero la mirada del Señor busca a su alrededor ≪para distinguir a la que había sido≫. A la pobrecilla no le queda ahora otra cosa que ser descubierta y esperar una terrible reprimenda: ≪.Como has podido, mujer impura, tocar a un hombre de Dios?≫. Su gesto ha transmitido su impureza a Jesús, que ahora esta también infectado. El libro del Levítico avisa que transgredir la ley de la pureza ocasiona el castigo de parte de Dios: ≪Precaved a los israelitas de la impureza, para que no mueran por su impureza, por haber profanado mi morada entre vosotros≫ (Lv 15,31). La mujer la ha liado y ahora espera la humillación pública y el castigo. Pero todo esto no le quitara la alegría de haber sido curada y devuelta a la vida. Y así saca fuerzas de flaqueza y, asustada y temblorosa, confiesa la transgresión. A la mujer que estaba excluida por causa de su enfermedad del amor de Dios, en lugar de un reproche le llega un elogio alentador, al oír como su transgresión es considerada un gesto de fe: ≪Hija, tu fe te ha salvado≫; en la versión de Mateo, Jesús la alienta expresamente (≪Animo≫, Mt 9,22). Aquello que, a ojos de la religión, es un sacrilegio, para Jesús es una expresión de fe. En lugar de ser castigada por la transgresión, Jesús le augura un futuro de serenidad: ≪Márchate en paz y sigue sana de tu tormento≫. El abismo que la religión había puesto entre la santidad de Dios y la impureza de los hombres es anulado por Jesús que se vuelve a la mujer llamándola ≪Hija≫, expresión tan cargada de intima comunión como para anular toda distancia. La mujer, que ha encontrado a Jesús, oprimida por su mal (lit.: ≪tormento≫), una vez que ha experimentado la curación, no es enviada a ir al templo para la ofrenda prescrita de agradecimiento (Lv 15,29), sino a ≪marchar en paz≫, donde el hebreo ≪shalom≫, paz, expresa todo el conjunto de circunstancias que hacen plenamente feliz a una persona.  Todo esto se perdieron los discípulos. Es curioso que en el momento del diálogo con la mujer los discípulos desaparezcan de la escena.

Si somos un pueblo distraído, una sociedad distraída, es lógico pensar que vamos a ser también una iglesia distraída, una iglesia con una disminución de la capacidad de pensar profundamente, para cultivar la concentración, para enfatizar una meditación lenta, deliberada y reflexiva.

Los cristianos pueden estar emocionados acerca de Dios, pero debido a que se han convertido en un producto de nuestro mundo digital, tienen una menor capacidad de pensar profundamente acerca de Él, para conocerlo verdaderamente como Él es. Más y más de nosotros están descubriendo que no podemos detener el tiempo suficiente para leer. No podemos mantener nuestra atención el tiempo suficiente para estudiar. No podemos encontrar el tiempo para reunirnos con nuestro Padre. Cuando la oración solía ser la primera actividad del día, ahora comenzamos nuestra rutina diaria por revisar el correo electrónico. Donde la Biblia era un libro especial que leemos y estudiamos, ahora es un e-book que compite con nuestro correo de voz, mensajes de texto, correos electrónicos, y la siempre presente tentación del Internet. Aquí está uno de los grandes peligros que enfrentamos como cristianos: Con las distracciones siempre presentes en nuestras vidas, nos estamos convirtiendo rápidamente en un pueblo de pensamientos superficiales y pensamientos poco profundos conducen a una vida superficial. Hay una progresión sencilla e inevitable operando aquí: Distracción -> Pensamiento Superficial -> Vida superficial

Todo esto distracción nos está dando nueva forma de dos maneras peligrosas. En primer lugar, tenemos la tentación de renunciar a la calidad por la cantidad, creyendo la mentira de que la virtud viene a través de la velocidad, la productividad y la eficiencia. Pensamos que más debe ser mejor, y así nos dirigimos a nosotros mismos para hacer más, lograr más, ser más. Y en segundo lugar, mientras esto sucede, perdemos nuestra capacidad de participar de manera más profunda del pensamiento – la concentración y el pensamiento enfocado requiere tiempo y no se puede acelerar. En lugar de concentrar nuestros esfuerzos en unas pocas direcciones, le damos poca atención a muchas cosas, peyendo por encima en vez de estudiar. Vivimos vidas apresuradas y nos olvidamos de cómo movernos lentamente, con cuidado, y cuidadosamente a través de la vida.

El reto al que nos enfrentamos es claro. Tenemos que volver a aprender a pensar, y tenemos que disciplinarnos a pensar profundamente, conquistando las distracciones en nuestras vidas para que podamos vivir con profundidad.

Debemos redescubrir cómo ser cristianos verdaderamente reflexivos, mientras buscamos vivir con virtud en las secuelas de la explosión digital.

Un libro de Malcolm Gladwell, un bestseller llamado The Tipping Point (El punto de desequilibrio), examina cómo los productos o ideas se vuelven virales (causando cambios repentinos como si fueran factores epidémicos) dentro de una sociedad. Es un libro fascinante. En este libro, el autor cuenta la historia de dos psicólogos de la Universidad de Princeton que decidieron conducir un estudio con los alumnos, inspirado en la parábola del buen samaritano.[1]

Cada miembro del grupo de seminaristas recibió la tarea de preparar un pequeño discurso sobre un tema bíblico. Después de eso, tendría que ir a un predio vecino al campus para presentarlo. En el camino, era forzoso pasar junto a un hombre caído en un callejón, cabizbajo, con los ojos cerrados, tosiendo y gimiendo. El objetivo era descubrir quién se detendría a socorrerlo. Varios seminaristas, yendo a dar una conferencia sobre el buen samaritano, pasaron literalmente por sobre el hombre caído y siguieron corriendo hacia su compromiso. Lo único que realmente les importó fue la urgencia de su tarea.

Una historia del famoso autor de los Guinness sobre una tribu, en las Filipinas, en que los nativos se referían a los misioneros occidentales como «gente con dioses en las muñecas». Ellos decían esto porque, cuando los misioneros necesitaban tomar una decisión, en vez de volverse hacia el Dios de los cielos y de la tierra, miraban siempre el reloj en su muñeca para encontrar dirección. Otros, quizás, encuentran orientación en la cuenta bancaria, en el celular o en la agenda.

Ojalá que volviéramos a enfocarnos en lo importante a nivel de seguimiento de Cristo.

[1] http://www.aguasvivas.cl/multimedia-archive/la-distraccion-el-mal-del-siglo-xxi

«…No te rindas a tu temor…»

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¿Por qué nos dan miedo las cosas de Dios? ¿Por qué lo mundano y lo humano no le tenemos miedo? Es obvio que lo que Dios nos manda hacer hay que tomarlo con respeto y mucho miedo o temor. María realmente se sintió muy llena de miedo ante el anuncio de que había sido escogida por Dios para desarrollar el proyecto más grandioso en la historia de la humanidad. ¿Por qué Dios no quiere que temamos a sus proyectos? En Lucas 1:26-38 encontramos una frase interesante desde la perspectiva de los idiomas originales. La frase la dice el ángel en el vrs. 30: «no te rindas a tu temor»

María podría tener tres temores específicos. El primer temor tenía que ver con su soltería. Esto era su realidad. Estaba a punto de dejar el estado de soltería y lo haría por la puerta honrada y en orden. Mientras ella está rompiendo su soltería con un orden, Dios la interrumpe con desorden. Es ese desorden de Dios que viene a conmocionar mi mundo tan ordenado y realizado lo que nos hace temblar en lo más íntimo de nuestro ser. El segundo temor tenía que ver con su compromiso. Esto era asunto de su identidad. Ya no era sola, había tomado un compromiso legal y técnicamente estaba casada. El desposorio era simplemente ya un contrato tan fuerte como el matrimonio mismo. El primer temor era con respecto a ella, y el segundo era respecto a José.

Hay un tercer temor que María tenía. Era lo relacionado con su virginidad. Esto era un asunto de su intimidad. El texto nos demuestra que María no podía entender de que manera podría embarazarse ya que ella se había cuidado y preservado para su matrimonio y para su esposo. Una de las cosas más frágiles y fáciles de contaminarse es lo de índole sexual. Dios puede tratar los temas sexuales desde una perspectiva muy sana y santa. Debía pasar todo un proceso de embarazo y en realidad ese proceso de embarazo era muy embarazoso.

Tres temores de parte de María, uno era por su realidad. Ella sabía que esta realidad estaba a punto de tener un cambio dramático. Pero Dios controlaba toda situación asociada con su realidad. El segundo era por su identidad. Estaba a punto de pasar de esposa de José a madre del Mesías. Dios tiene la facultad soberana de hacer cualquier cambio en nuestra identidad. A veces planificamos algo que nos dará una posición en la sociedad, pero Dios la echa por los suelos para darnos no una identidad social sino una identidad celestial.  Y el tercer fue por su intimidad. Dios vino a afectar hasta sus más íntimos anhelos tanto en lo físico como en lo emocional.

¿Cómo se recuperó de ese temor María? ¿Qué garantías le dio Dios a María para que aceptara el plan de Dios? Primero, la garantía de su respaldo. Observe que el ángel usa tres palabras importantes en el vrs. 28. La primera frase es “muy favorecida”. La segunda frase es “El Señor es contigo” y la tercera “bendita”. Dios está dando palabras de estímulo y le hace ver cuál es su opinión acerca de ella. María realmente tenía un carácter muy extraordinario. Segundo, la garantía de su gracia. El vrs. 30 dice “has hallado gracia”. Es decir, Dios otorgó un favor inmerecido en su comisión a María.  Tercero, la garantía de su plan. Dios le hace ver a María que ella es parte de un plan. Ella no tiene controlo sobre lo que Dios quiere desarrollar con su vida. Le dice que concebirá y el fruto de su vientre será el máximo plan de Dios para el mundo. El advenimiento del Salvador de Israel y del mundo.  Cuarto, la garantía de su poder. El vrs. 35 el ángel le dice: “el poder del Altísimo te cubrirá”. Ese poder daría la capacidad para enfrentar los momentos difíciles del plan de Dios. Dios manifiesta ese poder también en Elizabeth, y ella debe sentirse segura porque Dios ya ha dado vida a una estéril y ese mismo poder sobre la esterilidad estaría sobre su fecundidad espiritual.

Ante la expresión del ángel a María “no te rindas ante tu temor”, el ángel termina diciendo: “porque no hay nada imposible para Dios”. Eso significa que aunque temamos y no entendamos todo lo que nos pasa, debemos creer que nuestro Dios siempre es un Dios de imposibilidades, y eso incluye nuestro temor.