Estoy inclinado a creer que la mayoría de iglesias, organizaciones cristianas (seculares también) y sus líderes han entendido que el cambio es la única variable constante y que la mera adaptación al mismo se ha convertido en una característica no determinante. Se está llegando a entender que en estos tiempos ” la clave no es adaptarse al cambio, sino diseñarlo y provocarlo de acuerdo a la imagen y pensamiento de Dios. Tan sencillo y tan complejo al mismo tiempo.
Ahora bien, es curioso que “el cambio” resulta un término demasiado genérico en este tiempo convulso e impredecible que nos ha tocado transitar. Las iglesias y organizaciones cristianas y las personas que las componen siempre han estado en permanente proceso de cambio. Sin embargo, son las condiciones del contexto en el que vivimos en la actualidad y la velocidad a la que se desarrollan los acontecimientos las que obligan a que las organizaciones a través de sus personas lleven a cabo planteamientos mucho más agresivos para poder impactar el mundo diferenciándose de sus antepasados y tradiciones y ofreciendo una mentalidad renovada y una forma de ser cristiano que provoquen la obsolescencia de los modelos existentes; en definitiva generando disrupción.
Más allá de lo en boga que se encuentra el término, disruptivo se utiliza como adjetivo para indicar una ruptura brusca, haciendo referencia por lo tanto a algo que ocasiona un cambio determinante… radical… transgresor respecto a los pensamientos , servicios y modelos existentes. Para provocar un cambio de estas características, las organizaciones y quienes las lideran deben de construir ecosistemas proféticos en los que se manifiesten una serie de comportamientos… “evangélicamente incorrectos”. Esto es lo que pretendo llamar la práctica disrruptiva de los profetas. Me gustaría tomar el modelo de Ezequiel, podría ser otro pues todos tenían como costumbre dicha práctica. En Ezequiel (y en la mayoría de los profetas) enocontramos a lo menos cinco atributos básicos de la disrupción profética.
Curiosidad… estructurada
Ezequiel parte del hecho de detenerse y observar con curiosidad su entorno y la relación que tiene con las circunstancias que el pueblo tiene. Por eso su forma de predicar es más al estilo de imágenes, sermones activos que despiertan la curiosidad de un pueblo totalmente apático. La clave de bóveda de cualquier proceso de innovación es la curiosidad. Un rasgo innato de todas las personas en su niñez y que qué se va mitigando y apagando con el paso de los años. La curiosidad es la llave de paso de cualquier cambio disruptivo. La probabilidad de que un grupo organizado encuentre espacios para la disrupción es directamente proporcional al ancho de banda de curiosidad que los líderes de la misma son capaces de fomentar. Ezequiel era el padre de la curiosidad. Alimentar la curiosidad no es perder foco, sino focalizarse, eso sí, de forma estructurada, en la necesidad de descubrir e investigar. En el capítulo 15-17 Ezequiel vemos a lo menos cinco figura para despertar la curiosidad del pueblo. Ezequiel usa una viña inútil, una esposa infiel, dos águilas y tres renuevos para levantar la atención de su pueblo y lo logra magistralmente.
Honestidad… Radical
Otro elemento básico en la disrupciónprofética es la honestidad radical con que el profeta aborda los temas candentes. La falta de transparencia es uno de los principales enemigos de una cultura abierta al cambio. Cuanto más se oculta o maquilla la realidad más probable es que la comunidad se convierta en un teatro en el que todos desempeñan un papel. Practicar la honestidad radical implica decir y presentar las cosas tal y como son, sin edulcorar la realidad. No se trata de practicar el “sincericidio” tanto como permitir que los líderes expresen su percepción de la realidad sin necesidad de embadurnar su discurso con perífrasis y otros recursos de estilo. Un liderazgo que practica y permite la honestidad radical sin castigarla es capaz de provocar cambios desde el conocimiento nítido de la realidad. Ezequiel nos muestra que es honesto al cambiar el discurso de los falsos profetas y de los magos que tenían un discurso engañoso para el pueblo. Es radicalmente honesto al decir que el templo caerá, que Israel será llevado en cuativerio y será destruido, pero también anticipa un buen futuro y una restauración de un remanente. Por su honestidad radical los profetas no eran querido ni son queridos en la actualidad.
Desobediencia… Inteligente
Una tercera cosa disitintiva en la disrupción profética era su esencia de desafío al statu quo o su desobediencia de una manera inteligente. Los profetas como Ezequiel simplemente sabían que desobedecer, como desobedecer y cuando desobedecer al sistema imperante. Lo vemos cada día desafiando la organización de Isreal, al rey en turno. Y es que comunidad sumisa es una comunidad inmovilista. Desobedecer inteligentemente no solo implica retar el status quo y la norma existente sino rebelarse contra ellos siempre y cuando esa desobediencia genere un beneficio espiritual a favor de la mente de Dios en forma de mejora de los procesos, agilidad en la ejecución o mayor reacción ante cualquier elemento nocivo para el ecosistema organizativo y para la desobediencia abierta de las instrucciones de Dios. Practicar la desobediencia inteligente no es practicar el boikot, sino desafiar al sistema para mejorarlo de forma constructiva. De esa manera Ezequiel en su actuar profético se convierte en un “boicoteador” de forma constructiva. Y es que una cultura es favorable a la innovación disruptiva cuando lo líderes de la organización practican y promueven la desobediencia inteligente.
Irreverencia… Constructiva
La capacidad disruptiva de una organización está reñida con los comportamientos políticamente correctos. Si no se tolera cierto grado de irreverencia y provocación en los comportamientos de sus profesionales las posibilidades de que una organización genere un caldo de cultivo proclive a la disrupción son muy reducidas. Muchas organizaciones alimentan el concepto de retar lo pre-establecido, pero son muy pocas las que consiguen que se esa irreverencia sea constructiva ya que en la mayoría de ocasiones la provocación es sinónimo de penalización, una reacción que supone un claro freno de mano a cualquier proceso de cambio mínimamente transgresivo. Por eso vemos a diario en la plataforma profética de Ezequiel sus debates y luchas con los líderes civiles y religiosos de su tiempo. Su constante confrontación con los falso profetas, a los cuales irreverencia con el propósito de construir un futuro realista y más apegado al pensamiento de Dios.
Descontrol… Organizado
Se sabe que el control y la fiscalización son los principales síntomas de la falta de confianza que existe en una iglesia u organización cristiana . Cuantos más comportamientos asociados al control se pongan de manifiesto en una comunidad más agudo será su grado de complacencia. Y al contrario, erradicar la fiscalización es señal de confianza en el seno de la comunidad. Trabajar solo en políticas, procesos y burocracia asociada a los mismos son mecanismos, que pese a ser necesarios, lapidan la capacidad de una comunidad que sigue a Dios para innovar de forma disruptiva. De esa manera, la capacidad de construir momentos donde cristalice la disrupción es directamente proporcional a la capacidad del liderazgo para provocar el descontrol de forma organizada en la estructura de poder, y los procedimientos y procesos asociados. Si vemos esta característica tanto en los profetas como en el mismo Señor Jesucristo, el descontrol que generaba en los ambientes fiscalizados y orientados a políticas religiosas era muy visible y odiado por los que controlaban el sistema. Por eso su descontrol del sistema no lo llevaba al caos sino al establecimiento de un nuevo orden, donde el de abajo era el primero, el último era primero y el primero postrero, donde el rico era pobre y el pobre era rico. Cuando los profetas tocaban al sistema se generaba un caos y muchas veces por la visión profe´tica no se entendía hacia donde llevaban su condena, pero eso sí, siempre había un destino diferente y controlado por Dios. Descontrolaban el sistema para organizarlo para Dios.
Los principios de predicar y compartir el mensaje de Dios convencional han conducido a la mayoría de comunidades cristianas al lugar donde están hoy posicionadas; sin embargo, las circunstancias del contexto han cambiado radicalmente en los últimos años. De esta manera el control y la desconfianza asociada, los comportamientos políticamente correctos pero nada desafiantes, la obediencia ciega incluso hacia las normas más ineficientes, el dañino edulcoramiento de la realidad para no herir sensibilidades y la reducción hasta mínimos insospechados de la curiosidad de los líderes cristianos profesionales, se han convertido en peligrosos cepos que atrapan las opciones de supervivencia en el alcance del mundo hoy con el evangelio.
Lo que necesitamos hoy es una nueva disrupción profética que genere descontrol de forma consciente, que muestre cierto grado de irreverencia de forma constructiva, desobedecer las normas existentes cuando estás generan ineficiencia y burocracia y religiosidad en lugar de espiritualidad, presentar la realidad organizativa de la iglesia y de las comunidades cristians desde la honestidad – aunque esta duela – y poner el foco en la necesidad de investigar y descubrir son rasgos y características políticamente incorrectos notablemente alejados de los cánones ministerialmente aceptados.
He aquí los cinco atributos de la disrupción profética, y por lo tanto, comportamientos que hoy en día se convierten paradójicamente en elementos esenciales para construir ecosistemas espirituales saludables donde tengan lugar innovaciones transgresoras y diferenciales, a partir, como era de esperar, de un liderazgo desafiante, rebelde, provocador… pero con una clara causa… generar la disrupción que permita la supervivencia de la iglesia del Señor en un contexto tan complejo.