Espero que no se hayan aburrido de tanta historia, pero el propósito es demostrar que históricamente el oficio profesional del pastor es de trasfondo pagano. Muy bien, bajo Constantino, el cristianismo fue a la vez reconocido y respetado por el Estado. Esto desdibujó la línea que dividía a la iglesia del mundo. La fe cristiana ya no era una religión minoritaria. En cambio, estaba protegida por los emperadores. Como consecuencia, la membresía de la iglesia creció rápidamente. Hubo conversos a carretadas, pobremente convertidos, que trajeron a la iglesia una gran variedad de ideas paganas. Mientras el cristianismo convirtió al mundo, el mundo convirtió al cristianismo y exhibió el paganismo natural de la humanidad. Como ya hemos visto, las prácticas de las religiones de misterio empezaron a ser utilizadas en el culto de la iglesia. Y el concepto pagano de la dicotomía entre lo sagrado y lo profano se introdujo en la mentalidad cristiana.Puede decirse correctamente que la distinción de clase entre el clero y los laicos surgió de esta misma dicotomía. La vida cristiana ahora estaba siendo dividida en dos partes: secular y espiritual, sagrado y profano. Pero para el cuarto siglo esta idea falsa fue adoptada universalmente por los cristianos. Y llevó a la idea profundamente errónea de que hay profesiones sagradas (un llamado al “ministerio”) y profesiones comunes (un llamado a una vocación mundana).El historiador Philip Schaff describe correctamente estos factores como creadores de “la secularización de la iglesia” donde “la corriente pura del cristianismo” se había contaminado.Note que esta dicotomía errónea aún perdura en la mente de la mayoría de los creyentes de hoy. Pero el concepto es pagano, no cristiano. Destruye la realidad neotestamentaria de que la vida cotidiana es santificada por Dios. Clemente de Roma (f. 100 d.C.) fue el primer autor cristiano que hizo una distinción de estatus entre líderes y no líderes cristianos. Fue el primero en usar la palabra “laico” en contraste con los ministros.Clemente sostenía que el orden de sacerdotes del Antiguo Testamento debía encontrar su cumplimiento en la iglesia cristiana. Tertuliano es el primer escritor en usar la palabra “clero” para referirse a una clase separada de cristianos.Tanto Tertuliano como Clemente de Alejandría (150-215) popularizaron la palabra “clero” en sus escritos. Para el tercer siglo, la brecha entre el clero y los laicos se ensanchó a un punto de no retorno.Los clérigos eran los líderes capacitados de la iglesia −los guardianes de la ortodoxia−, los gobernantes y maestros de la gente. Ellos poseían los dones y las gracias que no estaban al alcance de los mortales menores. Los laicos eran los cristianos no capacitados y de segunda clase. El gran teólogo Karl Barth dijo, correctamente: “El término ‘laico’ es uno de los peores del vocabulario religioso y debería ser desterrado de la conversación cristiana”. Los términos “clero” y “laico” no aparecen en el Nuevo Testamento. Tampoco se encuentra el concepto de que hay quienes realizan el ministerio (clero) y quienes son objeto del ministerio (laicos). Por lo tanto, lo que tenemos en Tertuliano y en los dos Clementes es una clara ruptura con la mentalidad de los cristianos del primer siglo, donde todos los creyentes compartían el mismo estatus. La distinción entre el clero y los laicos −púlpito y banco− pertenece al otro lado de la cruz. Con el Nuevo Pacto en Cristo, se eliminaron el clero y los laicos. Hay un único pueblo de Dios. Junto con estos cambios de mentalidad llegó un nuevo vocabulario. Los cristianos empezaron a adoptar el vocabulario de las sectas paganas. El título pontifex (pontífice, un título pagano) se convirtió en un término común para los clérigos cristianos en el cuarto siglo. Al igual que “Maestro de Ceremonias” y “Gran Maestro de la Logia”.Todo esto reforzó la mística del clero como custodios de los misterios de Dios. Para el quinto siglo, la idea del sacerdocio de cada creyente había desaparecido por completo del horizonte cristiano. El acceso a Dios estaba controlado ahora por la casta clerical. Comenzó a implementarse el celibato clerical. La comunión infrecuente se volvió habitual para los denominados “laicos”. El edificio de iglesia ahora estaba velado con incienso y humo. Las oraciones del clero se hacían en secreto. Y se introdujo la pequeña pero profundamente significativa pantalla que separó al clero de los laicos. En resumen, para fines del cuarto siglo y principios del quinto, el clero se había convertido en una casta sacerdotal, un grupo de elite espiritual de “hombres santos”.Esto nos lleva al tema espinoso de la ordenación. Esta falacia de la ordenación aparece en el cuarto siglo, la teología y el ministerio eran el dominio de los sacerdotes. El trabajo y la guerra eran el dominio de los laicos.¿Cuál era el rito iniciático al dominio sagrado del sacerdote? La ordenación. Antes de analizar las raíces históricas de la ordenación, veamos cómo se reconocía al liderazgo de la iglesia primitiva. Los obreros apostólicos (los plantadores de iglesias) del primer siglo volvían a visitar a una iglesia después de un tiempo. En algunas de esas iglesias, los obreros reconocían públicamente a los ancianos. En todos los casos, los ancianos ya estaban “en el lugar” antes de ser respaldados públicamente. Los ancianos surgían naturalmente en una iglesia con el paso del tiempo. No eran nombrados a un cargo externo.En cambio, eran reconocidos en virtud de su antigüedad y contribución a la iglesia. Según el Nuevo Testamento, el reconocimiento de ciertos miembros dotados es algo instintivo y orgánico.Hay un principio interno dentro de cada creyente de reconocer los diversos ministerios de la iglesia. Llamativamente, hay sólo tres pasajes en el Nuevo Testamento que nos dicen que los ancianos fueron reconocidos públicamente. Hubo ancianos reconocidos en las iglesias de Galacia. Pablo dijo a Timoteo que reconociera ancianos en Éfeso. También dijo a Tito que los reconociera en las iglesias de Creta. La palabra “ordenar” (“ordain”, en inglés) en estos pasajes no quiere decir instalar en un cargo.Más bien, transmiten la idea de respaldar, afirmar y presentar lo que ya ha estado sucediendo.También transmite la idea de bendición.El reconocimiento público de ancianos y otros ministerios generalmente era acompañado por la imposición de manos por obreros apostólicos. (En el caso de obreros enviados a otros lugares, lo hacía la iglesia o los ancianos.) En el primer siglo, la imposición de manos significaba meramente el apoyo o afirmación de una función, no la instalación en un cargo o el otorgamiento de un estatus especial. Lamentablemente, pasó a significar esto último a fines del segundo siglo y principios del tercero. Durante el tercer siglo, la “ordenación” adoptó un significado completamente diferente. Era un rito cristiano formalizado.Para el cuarto siglo, la ceremonia de ordenación era engalanada con vestimentas simbólicas y un ritual solemne.La ordenación produjo una casta eclesiástica que usurpó el sacerdocio de los creyentes. ¿De dónde supone usted que los cristianos tomaron su modelo de ordenación? Modelaron su ceremonia de ordenación según la costumbre romana de designar a hombres para cargos civiles.¡Todo el proceso, hasta las palabras mismas, vinieron directamente del mundo cívico romano. Para el cuarto siglo, los términos usados para el nombramiento para un cargo romano y para la ordenación cristiana se volvieron sinónimos.Cuando Constantino convirtió al cristianismo en la religión preferida, las estructuras de liderazgo de la iglesia se vieron reforzadas por la aprobación política. Las formas del sacerdocio del Antiguo Testamento se combinaron con la jerarquía griega.Tristemente, la iglesia se sentía cómoda con esta nueva forma, igual que hoy. Agustín (293-373 d.C.) dio un paso más: ¡enseñó que la ordenación confería una “impronta definitiva e inamovible” al sacerdote que lo habilita para cumplir sus funciones sacerdotales! Para Agustín, la ordenación era una posesión permanente que no podía ser revocada. Entonces se llegó a entender la ordenación cristiana como algo que constituye la
diferencia esencial entre el clero y los laicos. Mediante la ordenación el clero era habilitado para administrar los sacramentos. Se creía que el sacerdote, que realiza el servicio divino, debía ser el más perfecto y santo entre todos los cristianos.
Gregorio de Nacianzo (329-389) y Crisóstomo (347-407) incrementaron tanto el nivel de exigencia para los sacerdotes que corrían peligro si no vivían de acuerdo con la santidad de su servicio.Según Crisóstomo, el sacerdote es como un ángel. ¡No está hecho del mismo material frágil que el resto de los hombres! ¿Cómo podría el sacerdote vivir en tal estado de santidad pura? ¿Cómo podría ser digno de servir en el “coro de ángeles”? La respuesta era la ordenación. Mediante la ordenación, la corriente de las gracias divinas fluía dentro del sacerdote, haciéndolo apto para ser usado por Dios. Esta idea, también conocida como “dotación sacerdotal”, aparece primeramente en Gregorio de Nisa (330-395). Gregorio sostenía que la ordenación hacía del sacerdote, “invisiblemente pero realmente un hombre diferente y mejor”, elevándolo muy por encima del laicado.“El mismo poder de la palabra”, dice Gregorio, “hace que el sacerdote sea venerable y honorable, separado… Mientras apenas ayer era uno entre la masa, uno del pueblo, de pronto es convertido en un guía, un presidente, un maestro de justicia, un instructor de misterios ocultos… Preste atención a las palabras de un documento del cuarto siglo: “El obispo es el ministro de la Palabra, el guardián del conocimiento, el mediador entre Dios y usted en varias partes de su culto divino… él es quien lo rige y lo gobierna… él está en segundo lugar después de Dios, su dios terrenal, con derecho de ser honrado por usted”. A través de la ordenación, al sacerdote (u obispo) se le otorgaban poderes divinos especiales para ofrecer el sacrificio de la misa. ¡La ordenación también lo convertía en una clase de hombre completamente separado y santo!Los sacerdotes llegaron a ser identificados como los “vicarios de Dios en la tierra”. Se convirtieron en parte de una clase especial de hombres. Una orden que estaba separada de los denominados “miembros laicos” de la iglesia. Para mostrar esta diferencia, tanto el estilo de vida como la vestimenta del sacerdote eran distintos de los laicos.Lamentablemente, este concepto de la ordenación nunca dejó la fe cristiana. Está vivo y coleando en el cristianismo moderno. De hecho, si usted está preguntándose por qué y cómo el pastor moderno llegó a ser tan exaltado como “el hombre santo de Dios”, estas son sus raíces. Muchos eruditos sonstienen que Pablo era completamente ajeno a una ordenación que confiere poderes ministeriales o clericales a un cristiano.Los pastores (ancianos, supervisores) del primer siglo no recibieron nada que se pareciera a la ordenación moderna. No eran puestos por encima del resto del rebaño. Eran quienes servían entre ellos. Los ancianos del primer siglo simplemente eran respaldados públicamente por obreros externos como personas que se preocupaban por la iglesia. Esta aceptación era simplemente el reconocimiento de una función. No confería poderes especiales. Tampoco era una posesión permanente, como creía Agustín. La práctica moderna de la ordenación crea una casta especial de cristianos. No importa si es el sacerdote del catolicismo o el Pastor del protestantismo, el resultado es el mismo: el ministerio más importante está restringido a unos pocos creyentes “especiales”. Esta idea es tan dañina como antibíblica. En ningún lugar el Nuevo Testamento limita la predicación, el bautismo o la distribución de la Cena del Señor a los “ordenados”. ¡El eminente erudito James D. G. Dunn fue quien mejor lo expresó al decir que la tradición de clero y laicado ha hecho más para socavar la autoridad del Nuevo Testamento que la mayoría de las herejías!
Dado que los cargos eclesiásticos sólo podían ocuparse a través del rito de la ordenación, el poder de ordenar se convirtió en el tema crítico para tener autoridadreligiosa. Se había perdido el contexto bíblico. Y se usaron métodos de textos de prueba para justificar la jerarquía entre el clero y los laicos. ¡El creyente común, generalmente inculto e ignorante, estaba a la merced de un clero profesional! Así es todo el rollo mis queridos lectores, la imagen del pastor profesional ordenada y dedicado al ministerio a diferencia del laico que no es llamado al ministerio, es una idea totalmente extraña a las Escrituras y tiene sus raíces en el paganismo.