La voz de Dios en tiempos estériles


En pleno otoño, los indios de una reservación muy lejana le preguntan a su nuevo jefe si el próximo invierno será frío o templado. Ya que el jefe pertenece a una generación moderna y jamás aprendió los viejos secretos de sus ancestros, mira al cielo y no puede predecir qué va a suceder con el clima. Aun así, les advierte que recojan leña. Como es un hombre práctico, poco tiempo después llama por teléfono al Servicio Meteorológico Nacional.

-¿El próximo invierno será muy frío?- pregunta.

-Es probable- le contestan.

El jefe vuelve con su pueblo y les dice que se pongan a juntar más leña. Una semana después, llama de nuevo por teléfono.

-¿Sera un invierno muy frío?- vuelve a preguntar.

-Sí, será un invierno muy frío- le responden.

El jefe vuelve a ordenar a su gente recolectar toda la leña que puedan. Dos semanas más tarde, el jefe hace otra llamada telefónica.

-¿Están seguros que el próximo invierno será muy frío?

-Completamente- le contestan-. Va a ser uno de los inviernos más fríos que se hayan conocido.

-¿Y cómo están tan seguros?- indaga el jefe.

-¡Por que los indios están juntando leña como locos!

Estamos en una época  en la cual las personas necesitan una orientación segura. Todos buscan una voz autoritativa que les diga cómo enfrentarse a los desafíos de este mundo. Pero la mayoría  de las voces autoritativas no saben que hacer y a lo mucho caminan en círculo. Lo curioso del caso que aún la iglesia está a la deriva y sus propuestas no están llegando a una generación que exige una respuesta y una solución a su llamada de auxilio.  Pero la iglesia sigue haciendo las cosas de una manera no muy relevante. Cuando Jesús dijo que debíamos evitar lo viejo y buscar lo añejo se refería a que con el tiempo podíamos mejorar. Sin embargo lo viejo siempre tiene las mismas características. Una generación vieja es una generación caracterizada por ser reacia es decir no cambia, en segundo lugar son revisionistas no solucionan sólo revisan y tercero son repetitivas es decir no innovan.  Muchas iglesias son como invernaderos en los  que los miembros son como flores en un macetero.  Son colocados ahí y no pueden salir; se les colocan varitas alrededor para mantenerlas en cierta  posición, y la rama que intenta salirse de un punto  dado, inmediatamente es cortada para que la flor  asuma una forma ideal. Miembros de muchas iglesias son geranios adiestrados para ser mostrados,  atados y limitados en la raíz, las ramas y el tallo.  Miles de personas en las iglesias se sientan en sus  respectivas bancas y toman cualquier alimento que  se les reparta y crecen justamente en la forma que  ha sido prescrita por los que están a cargo. Están tan  limitados que no tienen voz para determinar cómo  serán conformadas sus almas. Están confinados por  las «tradiciones religiosas». No así Jesús.

Jesús tenía dos características en su vida. Por un lado podía ser trabajado por Dios y por otro lado podía trabajar para Dios.

  1. I.                    En primer lugar: Trabajado por Dios (Lucas 3:21-22)

Me he dado cuenta que al estudiar  la vida de nuestro Señor Jesús, especialmente si estudio el evangelio de Lucas, he descubierto que el Señor vivió treinta y tres años en la tierra. Y su vida puede ser dividida en tres partes, en tres etapas. ¿Por qué? ¿Cómo sabemos que su vida se divide en tres etapas? Porque en tres   ocasiones en la Biblia, hubo una voz desde el cielo.  Las dos primeras casi tienen el mismo mensaje: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia ».  Y la última un mensaje de ánimo para Jesús. Pienso que aquí encontramos tres principios en la vida de Jesús que nos muestran el mismo proceso en nosotros. El primero  es: Trabajado por Dios, el segundo es trabajando por Dios  y el tercero trabajando en Dios. Pienso que en las manifestaciones de la voz de Dios  hay algo muy inusual. Los cielos no pudieron permanecer en silencio; los cielos tenían que hablar. En la vida de nuestro Señor Jesús, de alguna forma, vemos la irrupción de la emoción desde los cielos. Esto no es algo común. Tres veces, Dios habló desde los cielos, diciendo: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia». ¿Por qué los cielos hablaron? Porque algo ocurrió en la vida de Cristo después de treinta años de silencio, treinta años de una vida escondida, en que Jesús creció en la presencia de su Padre, como raíz de tierra seca. Él era lleno del Espíritu Santo, él era capaz de hacer la obra de Dios, pero él complació al Padre, y por treinta años, él no hizo nada; estuvo escondido en la presencia de Dios por treinta años. Él estuvo sólo treinta y tres años en la tierra, y durante treinta años fue invisible, desconocido. Esa es su primera etapa. Aquella vida creció en la presencia del Padre. Cuando nuestro Señor llegó a la edad de treinta años, aquella vida era sólo conocida por el Padre celestial, y nuestro Señor nunca recibió ningún aplauso, ningún reconocimiento del mundo. Él estaba solo con su Padre, y vivió una vida maravillosa, aquella vida escondida.  Ahora debo recordar, ese es nuestro Señor. De esos treinta y tres años y medio, la mayor parte del tiempo estuvo oculto, en silencio, haciendo nada. Sin embargo, aquella vida estaba creciendo y creciendo, hasta el punto en que los cielos estaban tan satisfechos, como si nunca hubiesen visto una vida tan hermosa. Y de alguna forma, las emociones del cielo se manifestaron. Dios mismo no pudo estar en silencio, y hubo una voz del cielo: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia». ¿Qué significa eso? Significa que la vida de Cristo ha crecido hasta la madurez, con tal hermosura, con tal madurez. Estoy hablando del Hijo del Hombre. En lo que concierne al Hijo de Dios, es claro que el Hijo de Dios no puede experimentar un crecimiento. Desde el comienzo, él es Dios con Dios; no necesita pasar por un proceso de aprendizaje. Pero como Hijo del Hombre, en el templo, cuando él tenía doce años de edad, recordemos que él hacía muchas preguntas, porque estaba pasando por un proceso de aprendizaje, estaba sentado entre los maestros. Si quieres conocer la Palabra de Dios, como un hijo de hombre, es claro que tienes que pasar por un proceso de aprendizaje. Como Hijo de Dios, él es el autor de la Palabra; él conoce cada palabra de la Palabra de Dios. No hay duda sobre eso. Hoy puedes escanear un documento en tu computador. Tienes que pasar por un proceso de aprendizaje. A veces piensas, si es la Biblia la Palabra de Dios, entonces nuestra mente humana es como un computador. De hecho, el computador fue creado de acuerdo al cerebro humano. Si usamos  proceso de escaneo, podemos escanear la Biblia hacia un computador. La mejor manera de conocer la Palabra de Dios sería escanear la Biblia y pasarla a la mente de un hermano. ¡Qué maravilloso sería! Como el Hijo de Dios, Jesús no tenía que pasar por un proceso de aprendizaje. Pero, cuando hablamos de crecimiento, hablamos de él como el Hijo del Hombre, yendo por un proceso de aprendizaje. Aquí descubrimos la vida de Cristo yendo a través de un proceso de crecimiento. Ahora, después de treinta años, el Padre celestial estaba tan satisfecho que hizo oír su voz desde los cielos. Eso significa  que allí terminaba una etapa.  Entonces nuestro Señor apareció delante del mundo, y trabajó aquí y allá, empezó a hacer sus milagros. Él dio inicio a su ministerio. En los primeros treinta años, tenemos la vida de Cristo. Luego, en tres años, la obra de Cristo. Él fue enviado a este mundo para hacer la voluntad de Dios. Entonces él podía decir: «Mi comida es que haga la voluntad del que me envió» (Juan 4:34). Él dijo: «…me preparaste un cuerpo… He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad» (Hebreos  10:5, 7). Entonces, en los primeros treinta años, él estuvo en silencio, viviendo en la presencia del Señor. Él era capaz de trabajar para Dios, pero estaba dispuesto a ser trabajado por Dios. De alguna forma, él permitió que el Espíritu de Dios le saturase. Él disfrutaba cada momento en la presencia de Dios. Aquella fuente de agua viva estaba haciendo acopio en él por treinta años, pero aquella agua no podía correr, porque Dios había puesto un dique. El agua estaba allí, pero no podía pasar la barrera. Pero, después de treinta años, Dios removió el dique, y entonces vimos el río de agua viva. ¿Cuáles son las características de una vida trabajado por Dios? ¿Qué refleja esta primera irrupción de los cielos con relación a lo que Jesús había logrado en el anonimato?

Publicado por

enrique60

Actualmente trabajo en la Escuela Panamericana, soy salvadoreño 61 años y soy pastor de la iglesia Comunidad Bíblica

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