Saliendo del hoyo…

Durante la Segunda Guerra Mundial, un escritor llamado S. I. Kishor publicó una historia breve en la revista Collier’s que comienza con un joven soldado en una biblioteca en Florida. Mientras estaba leyendo un libro usado, observó que tenía notas en el margen escritas a mano. Eran muy reflexivas y reconfortantes. Volvió la cubierta del libro, y sucedió que tenía el nombre del propietario anterior, una mujer llamada Hollis Maynell. Consiguió un directorio de la Ciudad de Nueva York y encontró su dirección. Le escribió una carta, presentándose y diciéndole que iba a zarpar para Europa al día siguiente. La invitó a responder para que pudieran hablar acerca del libro. Para su sorpresa, recibió una carta como respuesta, y durante los siguientes trece meses, se escribieron una y otra y otra vez, haciéndose cada vez más cercanos. De hecho, estaban enamorándose aunque nunca se habían visto el uno al otro. Él le había pedido una fotografía, pero ella se había rehusado diciendo que la apariencia no importaba si ellos realmente se tenían afecto. Un año y medio después, él iba de regreso a casa e iba a pasar por la ciudad de Nueva York. Era su gran oportunidad. Se iban a conocer por primera vez e iban a salir a cenar.
Ella le escribió: «Te estaré esperando cuando bajes del barco. Sabrás que soy yo por la rosa roja que llevaré en mi abrigo». Al navegar de regreso a través del océano, estaba emocionado y nervioso al mismo tiempo. Bajó del barco, y el gran momento finalmente llegó. Vio a una hermosa jovencita que caminó hacia él y que le robó el aliento. Era despampanante: alta, de bello semblante, con una figura maravillosa. Parecía una estrella de cine. No podía creer lo que estaba viendo. Cuando dio un paso hacia ella, una sonrisa curveó sus labios y le dijo: «¿Vas por mi camino, soldado?». Pero de pronto volvió en sí cuando se dio cuenta de que ella no llevaba la rosa roja. Mientras ella pasaba, finalmente volvió a la Tierra. En esos momentos, una dama en sus cuarentas caminó hacia él. No era tan atractiva, y su cabello estaba encaneciendo, pero ella llevaba la rosa roja. Decepcionado, pero sin mostrarlo, caminó hacia ella con una sonrisa. La saludó y le dijo: «Soy el teniente John Blandford, y usted, usted es Miss Meynell. Estoy tan contento de que haya venido a verme. ¿Puedo llevarla a cenar?». La dama le dijo: «No sé de qué se trata todo esto, hijo. Esa joven con el abrigo verde, que acaba de pasar, me pidió que llevara esta rosa en mi abrigo. Y me dijo que si usted me invitaba a salir, que le dijera que lo está esperando en ese restaurante grande del otro lado de la calle».
Solo había sido una prueba. Una pregunta ¿Va a mantener su palabra aunque las cosas no resulten como usted lo esperaba? ¿Va usted a hacer lo correcto cuando sea difícil? ¿Va a confiar en Dios cuando la situación no sea como pensó? ¿Confiará en Él cuando no lo comprenda?
Es fácil confiar en Dios cuando todo nos está saliendo bien, estamos obteniendo buenas oportunidades, nuestro negocio es bendecido y nuestros hijos están saludables. No necesitamos tanta fe cuando la vida es buena. Pero ¿qué sucede cuando las cosas no nos están saliendo bien, nuestras oraciones no están siendo respondidas, el problema no se está resolviendo y no estamos viendo favor? Muy a menudo nos desanimamos y pensamos, ¿Dios, por qué no estás haciendo algo? Puedes ver que estoy siendo maltratado. Mi salud no es buena. Trabajé duro, pero no obtuve el ascenso. Pensamos que cuando cambie, seremos felices. «Cuando conozca a la persona indicada… ». «Cuando mi salud mejore». «Cuando tengamos nuestro bebé, tendremos una buena actitud». Esa es confianza condicional. Estamos diciendo: «Dios, si cumples con mis demandas, si respondes mis oraciones en la manera que quiero y conforme a mi programa, seré lo mejor que puedo ser». El problema con la confianza condicional es que siempre habrá cosas que no comprendamos, algo que no está sucediendo lo suficientemente rápido, algo que no funcione en la manera en que queremos. La pregunta es: ¿es lo suficientemente maduro para aceptar las respuestas de Dios cuando no son lo que está esperando? Dios es un Dios soberano. No vamos a entender todo lo que sucede. La fe es confiar en Dios cuando la vida no tiene sentido. Siempre habrá preguntas sin responder. «¿Por qué mi ser querido no sobrevivió?». «¿Por qué no estoy mejorando?». «¿Por qué esta persona se fue?». Algunas cosas no van a tener sentido. Pero Dios no lo habría permitido si no fuera a sacar algo bueno de ello. Quizá no lo vea en el momento, pero Dios sabe lo que está haciendo. Tiene sus mejores intereses en su corazón. No es al azar. Es parte de su plan. Atrévase a confiar en Él.
En el libro de 1 Samuel, capítulo 30, hemos visto que se presenta una historia poderosa sobre la confianza incondicional en Dios a través de la figura de David. Este pasaje se sitúa en un momento crítico de la vida de David, cuando enfrenta una de las pruebas más difíciles: el saqueo de su campamento en Siclag por los amalecitas, quienes se llevan a sus mujeres e hijos cautivos. Este evento doloroso sirve como un telón de fondo para una lección profunda sobre la fe y la confianza inquebrantable en Dios.
David y sus hombres regresan a Siclag y descubren que todo ha sido destruido y que sus familias han sido capturadas. La reacción inicial de David y sus hombres es de angustia y desesperación. «Entonces David y la gente que con él estaba alzaron su voz y lloraron, hasta que les faltaron las fuerzas para llorar» (1 Samuel 30:4). Este versículo capta la intensidad del dolor y la desesperación que sienten. En este momento de crisis, los hombres de David incluso consideran apedrearlo, culpándolo por su desgracia.
Sin embargo, en medio de esta adversidad extrema, David muestra una notable confianza en Dios. En lugar de sucumbir a la desesperación, «David se fortaleció en Jehová su Dios» (1 Samuel 30:6). Este acto de buscar fortaleza en Dios en un momento de profunda crisis es un testimonio de su fe y confianza incondicional. David no permite que el temor y la desesperación lo paralicen; en cambio, busca orientación divina. Y luego David consulta al sacerdote Abiatar y pide el efod, un objeto sagrado usado para buscar la voluntad de Dios. «Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Perseguiré a estos merodeadores? ¿Los podré alcanzar? Y él le dijo: Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos» (1 Samuel 30:8). La respuesta de Dios es clara y afirmativa, y esta promesa divina se convierte en la fuente de confianza y motivación para David y sus hombres. La historia continúa con David y sus hombres persiguiendo a los amalecitas y, finalmente, logrando rescatar a todos los cautivos y recuperar sus pertenencias. «Y libró David todo lo que los amalecitas habían tomado; y asimismo libertó David a sus dos mujeres» (1 Samuel 30:18). Este desenlace victorioso es una clara manifestación de la fidelidad de Dios y de la importancia de confiar en Él, incluso en las situaciones más desesperadas.
Que principios podemos encontrar en este evento de David en su momento más difícil. Puedo pensar a lo menos en tres cosas vitales para desarrollar una confianza incondicional en Dios.
Hay tres palabras que son importantes y que pueden mostrar los principios de restauración en la fe de David. La primera palabra aparece en el vrs. 6 y es la palabra “fortaleció”. La segunda palabra aparece en el versículo 8 es “consultó” y la tercera palabra aparece al principio del versículo 9 y es la palabra “partió”

En primer lugar vemos que David revisa sus opciones.
Qué esencial es que aprendamos a hacer lo mismo. Los sistemas de ayuda no siempre ayudan. Los amigos no son siempre amigables. Los pastores pueden desviarse y las iglesias perder el contacto con la realidad. Cuando nadie puede ayudar, tenemos que hacer lo que hizo David. Volver hacia Dios.
La primera opción es restaurar su posición. Esto sería tratar de usar su carisma político y restablecer la confianza como líder en su gente, Sin embargo esto no era una solución real. Porque la gente siempre serà vulnerable y cambiante y es muy peligroso confiar en las personas.
La segunda opción es lamentar su situación. Es decir simplemente darse por vencido, asumir que ha perdido la esperanza y todo lo que vale para el. Caer en una depresión y renunciar a sus propósito y quizás simplemente huir de la situación.
La tercera opción es cambiar de dirección. El texto dice: “mas David”. La expresión en el idioma original es “pero David”. Lo que bien a demostrar que simplemente David decidió darle un giro a visión. Ya no más sería el David que había sido en la tierra de los filisteos. Es un despertar de su situación. Ahora tendrá que buscar la dirección correcta y buscar la verdadera fuente de sostén y restauración de su vida y su gente.
La cuarta opción es examinar su condición. El pasaje agrega “se fortaleció”. La palabra hebrea para “fortalece” es hazaq. Esta palabra tiene varios significados. Se puede traducir como sujetar, apoderarse, ser fuerte (en sentido figurado, valiente, fortificar causalmente, curar, ayudar, reparar), obstinado; atar, restringir, conquistar, enmendar, endurecer, hacerse el hombre, recuperarse, reparar, comportarse valientemente, resistir. El verbo está en una modalidad en el hebreo que describe una auto reflexión fuerte y exhaustiva. Se puede traducir como “luchar” y batallar dentro de uno. La idea es que David realmente hizo una introspección de su condición espiritual y se dio cuenta que su única salida era Dios.
La quinta opción es encontrar su solución. El texto utiliza dos nombres para describir como encontró fortaleza David. Dice: “en Jehová su Dios”. El primer nombre “Jehová” este es el nombre propio de Dios. Para el judío significaba existencia eterna. Es decir para el Judío este nombre significa que Dios siempre estaba allí. Es el Dios que jamás desaparece de la realidad humana. Por otro lado se usa el nombre Elohim y este es uno de los muchos nombres de Dios que figuran en la Biblia hebrea. Literalmente significa «El Supremo» o «El Poderoso.» Es un nombre que enfatiza el inmenso poder de Dios. Elohim va más allá de nuestra comprensión. Job 36:26 deja en claro que Dios está a otro nivel. David entiende que su solución está a su alcance porque tiene un
Dios que jamás abandona y un Dios que puede arreglar todo.

En segundo lugar David analiza sus decisiones.
En los versículos 7 y 8 David va a tomar decisiones radicales y espirituales. El sabe que ahora necesita una dirección clara. Y lo que va a hacer es buscar una palabra de Dios. David estaba comenzando a recuperarse del golpe inicial de la tragedia causada por la incursión de los amalecitas en Siclag. Se había fortalecido mientras tocaba el arpa y alababa a Dios.
Una vez recuperado y sanado su mundo interior el va a empezar a seguir un tratamiento que le ayudará a salir del tiempo difícil.
Primero buscará influencia espiritual. Su renovada valentía lo había apartado del resto de los hombres, y una vez más lo buscaban para liderarlos. Cuando David reafirmó su autoridad los amotinados dejaron de lado esa locura de apedrearlo. Ahora cada mirada estaba sobre su indiscutido líder mientras esperaban su dirección. ¿Qué iba a hacer? David llamó a Abiatar. Abiatar fue el único sacerdote que escapó a la masacre de sacerdotes que realizaron Saúl y Doeg en Nob unos años antes. Desde entonces Abiatar se había convertido en amigo íntimo de David y lo acompañaba en sus viajes. Había estado con David en Afec y había regresado con él a Siclag. Cuando David quería librar una batalla, llamaba a Joab. Pero cuando quería buscar al Señor, llamaba a Abiatar. Y David nunca había necesitado tan desesperadamente una palabra de Dios como entonces. Llamó a Abiatar. Cuando llegó Abiatar, David le dijo: “Yo te ruego que me acerques el efod”. El efod era la vestidura del sacerdote. Cuando David buscaba al Señor, vestía el efod de lino. Cuando David trajo el arca del pacto a Jerusalén, se quitó su ropa de rey y vistió el simple efod de lino del sacerdote, un acto que ofendió profundamente a su esposa clasista (que era en todo sentido una hija de Saúl). Como tipo de Cristo, David ejerció los tres oficios, de profeta, sacerdote y rey. Compuso salmos como profeta, vistió el efod como sacerdote, y tomó el cetro como rey. Para los creyentes del Nuevo Testamento, lo profético, lo sacerdotal y lo real son dimensiones de la vida en Cristo. Después que Abiatar le trajo el efod, los hombres miraron mientras David dejaba de lado sus armas y su armadura y se ponía el sencillo efod de lino.
Segundo retomará una búsqueda personal. Luego David pidió que lo dejaran solo. Era tiempo de buscar una palabra de Dios. A lo largo de la noche David oró, y esperó, y escuchó. ¡Y entonces llegó! Era lo que él más necesitaba: ¡la palabra del Señor! Era inconfundible. No vino a su mente, sino a su corazón. Dios no habla a la mente sino al espíritu. No era una vaga impresión; era una sucinta oración dicha por el Espíritu de Dios en lo más profundo de su ser: “Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos”. Esta fue la palabra del Señor para David. En el hebreo son solo diez palabras. Estas diez palabras sólo tardan cinco segundos en pronunciarse. David debe de haber buscado al Señor durante horas, pero en cinco segundos Dios le había dado todo lo que necesitaba para transformar su tragedia en triunfo. Éste es el poder y el potencial de la Palabra del Señor. Note que la búsqueda de David hace preguntas pertinentes y específicas. Y por otro lado hay una espera para escuchar la respuesta. Si buscas a Dios hay tiempo para hablarle y hay tiempo para escucharle. Dios tiene un plan para usted, y Dios tiene una palabra para usted. Cuando está desanimado y listo para renunciar, Dios tiene una palabra para usted. Cuando está desalentado y a punto de entrar en pánico, Dios tiene una palabra para usted. Cuando su mundo se cae y no sabe qué hacer, Dios tiene una palabra para usted. Cuando afronta el peor día de su vida y no sabe adónde ir, Dios tiene una palabra para usted. Vaya a solas con Dios. Espere en su presencia. Escuche su calmo, suave murmullo. En el momento kairós, Dios le dará una palabra. Y es entonces cuando suceden los milagros.

Tercero actuará con confianza incondicional. Una palabra interesante el vrs. 9 dice que “partió pues David, él y los seiscientos hombres que con el estaban”. Puede usted notar que David no perdió el tiempo y puso en práctica toda su fe, confiando en lo que Dios le había dicho. Lo curioso de esto es que no sólo fortaleció la fe de David sino que incluso recuperò la confianza de sus hombres, porque dice que ellos fueron con el también.
¿Está viviendo frustrado porque sus oraciones no están siendo respondidas como usted quiere? ¿Sus planes no están funcionando? Quítese la presión. Dios está en control. No siempre lo va a entender. Si lo hiciera, no requeriría fe. Le estoy pidiendo que confíe en Él incondicionalmente. Si lo hace, creo que Dios va a desarrollar su plan para su vida. Va a abrir las puertas correctas, traerle a la gente indicada, voltear las situaciones negativas y llevarlo a la plenitud de su destino.
Este pasaje de 1 Samuel 30 nos enseña varias lecciones cruciales sobre la confianza incondicional en Dios. Primero, nos muestra que, aun en momentos de extremo dolor y desesperación, es posible encontrar fuerza en Dios. La fe de David no solo lo sostiene a él, sino que también inspira y fortalece a los que están a su alrededor. Segundo, ilustra la importancia de buscar la guía divina antes de tomar decisiones importantes. David no actúa por impulso, sino que consulta a Dios y sigue Sus instrucciones, lo que finalmente conduce a su éxito.
En conclusión, la historia de David en 1 Samuel 30 es un poderoso recordatorio de que la confianza incondicional en Dios puede llevarnos a través de las pruebas más difíciles. Nos anima a buscar fortaleza y orientación en Dios en momentos de crisis y a confiar en Su fidelidad y promesas. La fe de David sirve como un ejemplo inspirador de cómo mantener una confianza inquebrantable en Dios, independientemente de las circunstancias que enfrentemos.