Salud financiera: La ley del contentamiento II parte

I.                    Veamos en segundo lugar veamos LA DINÁMICA DEL CONTENTAMIENTO (4:11 y 12)

 Pablo no era inerte en cuanto a vivir con contentamiento. El haber sido disciplinado en esa ley le dio un estilo o dinámica de vida totalmente diferente a muchos.  Note que elementos componían esa dinámica de vida de Pablo.

 A.     Pablo no era quejista

Note que el texto dice “no lo digo porque tenga escasez”.  La palabra griega es “ustheresin” que es la palabra de donde viene el término en castellano para “austeridad”. Este término significa, astringente, agrio y áspero al gusto. La palabra también tiene que ver con las sustancias que limpian  y contraen los intestinos. Es pocas palabras una purga. El tiempo de escasez de Pablo lo ve como un momento medicinal, al que Dios quiere usar para brindarle salud y curarlo quizás de la codicia. El problema es que muchas veces no tomamos esa medicina. Para Pablo la necesidad venía como una medicina que curaría su actitud frívola quizás, una actitud de autosuficiencia, orgullo o prepotencia.

 B.      Pablo no era materialista

Pablo dice:” cualquiera que sea mi situación. Esto demuestra que Pablo aplica su conocimiento en dos diferentes áreas. Sin embargo el énfasis del verbo ser o estar en este pasaje implica una traducción fuerte. “Yo mismo he aprendido”. El aprendizaje  es personal en este campo. Cada uno aprende de Dios de manera personal. Nadie sabe qué le está enseñando Dios con la dificultad económica. Pablo había aprendido a depender de Dios y no de otras cosas. Su situación precaria era para mejorar su persona. Yo no sé cual sea su situación  hoy, y cuan precaria sea, pero lo que sí sé es que Dios  debe estar enseñándole algo, usted debe estar tranquilo porque el sacará lo mejor de usted.

 C.      Pablo era sencillo

Dice Pablo: “sé vivir humildemente”. El utiliza para la palabra humildad la expresión en griego “tapeinousin” que se puede traducir como  “bajo, elevado, pequeño, abyecto, poco elevado, estrecho, insignificante, débil, sumiso, común. En este sentido Pablo dice: “sé vivir pequeño”, “sé vivir estrecho”, sé vivir insignificante”, “sé vivir pobre”, “sé vivir modesto”. Creo que al pensar en estas palabras  deberíamos tener un alto cuidado al decir que somos humildes. El verbo “sé” modifica  a vivir.  Y habla que la humildad es una vivencia y no una dicencia. Se vive humildemente no se dice que es humilde. Pablo dice “se vivir y contrasta con la expresión que sigue.

 D.     Pablo era fortalecido

“Sé tener abundancia”. Esta expresión  que aparece aquí es muy interesante. Es la palabra “perisseuein”. Esta palabra puede traducirse como superioridad, excedente, resto, lucro, provisión. Implica que los períodos  que Pablo tenía de prosperidad eran menores en cuanto a los de carencia. Incluía que cuando esos períodos venían, él sabía qué hacer con el excedente. Sabía cómo utilizarlo. No se volvía loquito y pensaba que nunca más padecería  dificultades económicas. Nunca pensemos que porque nos está yendo bien, siempre será así. Luego añade la frase “en todo y por todo estoy enseñado”. La palabra “enseñado” del vrs. 12 es la misma del  vrs. 11 donde dice “aprendido”. Enseñado significa iniciado en lo secreto. Esta palabra fue usada por las religiones paganas con relación a sus secretos íntimos. A través de las pruebas y dificultades económicas Pablo fue iniciado  en el secreto maravilloso del contentamiento, a pesar de la pobreza y de la prosperidad. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Fue el poder de Cristo dentro de él, que le dio contentamiento espiritual. Note que Pablo dice “en todo” es decir en cada experiencia que pasaba le enseñaba un secreto íntimo de Dios y  “por todo” implicaba una vez que pasaba la experiencia nunca olvidaba la lección. Hay muchas personas que aprenden cuando pasan por las dificultades, pero lo olvidan una vez que ha pasado.

 II.  En tercer lugar veamos LA DISPOSICIÓN DEL CONTENTAMIENTO (4:13 y 14)

Ahora entramos en la dimensión un poco más práctica del contentamiento. Es como que Pablo estableciera principios de cómo las personas pueden poner a disposición su contentamiento. Note que estas son herramientas para poder dar de nuestros recursos. No cometamos el error de pensar que estos versículos muchas veces sacados fuera de contexto, lo espiritualizan demasiado y pierden su sentido de mayordomía.  Veamos estos argumentos prácticos de  Pablo. En realidad es un procedimiento para dar, que más adelante se verá en el NT.

 A.     Todos podemos tener contentamiento. (Aptitud)

Este versículo siempre lo he encontrado fuera de contexto. Es cierto que Dios me puede fortalecer en cualquier cosa. Sin embargo aquí está dentro del contexto de la necesidad y abundancia material. ¿Cómo encaja este versículo cuando tengo problemas económicos y cuando tengo abundancia económica? Primero veamos el contenido del texto. En el verso   hay una construcción gramatical diferente al castellano. Se debe traducir: “todo lo puedo  en el que me fortalece, Cristo”. El énfasis está en la base de Cristo.  Así que esta capacidad tiene dos dimensiones importantes. La primera es que no puedo tener contentamiento sino tengo una relación con Cristo. Eso significa que todo “aparente contentamiento” sin Cristo es humanismo y positivismo sicológico. Con Cristo es contentamiento. La segunda cosa tiene que ver con el Señorío de Cristo. Es decir también logramos ese contentamiento al hacer de Jesucristo nuestro Señor. Lo que implica que aunque pueda tener una relación con Jesús, puedo no tener contentamiento porque Jesús no es mi Señor. Así pues, Pablo dice que bajo todas las circunstancias, tanto generales como particulares, ha aprendido el secreto del contentamiento. La fuente que explica esta suficiencia espiritual, o sea, la Persona que le enseñó y continuamente le enseña este secreto, está indicada en las palabras: Todo lo puedo en aquel que me fortalece. ¡Maravilloso testimonio, en verdad! Todo cuanto sea necesario, Pablo lo puede hacer, al estar en Cristo (Fil. 3:9), por la presencia del Espíritu de Cristo que mora en él, y por la acción de dicho Espíritu mediante la fe, en vital unión e íntima comunión con su Señor y Salvador. La gracia de Cristo le basta y Su potencia habita en él (2 Co. 12:9). Este maravilloso Ayudador está a su lado (2 Ti. 4:17) para ser su gran Fortalecedor (1 Ti. 1:12). El Señor es para Pablo fuente de sabiduría, de ánimo y de vigor, que lo fortalece en todas sus necesidades, por lo cual él puede decir: “Por lo cual, me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Co. 12:10).

 B. Todos podemos transmitir contentamiento (Actitud)

Ahora note que Pablo continúa diciendo: “sin embargo”. Eso significa que aunque el está contento, no por eso no podrá recibir dádivas o los filipenses darán dádivas. Porque el contentamiento es algo interno que se manifiesta en actos externos. Debemos dar de nuestros recursos, a pesar de que o tengamos necesidad o tengamos solvencia. Por esa causa el establece que han hecho bien en enviarle sus recurso financieros nuevamente. ¿Qué es una persona dadivosa? El diccionario la traduce como liberal, generoso. ¿Cuál es la diferencia entre ser dadivoso y filántropo? La motivación. El dadivoso da de su corazón amante a Dios y lo hace aunque tenga mucho y aunque tenga poco. El filántropo lo hace porque tiene mucho y su interés muchas veces es humanistas y la centralidad es él.

 C.       Todos podemos aprender del contentamiento (Gratitud)

Note que Pablo anima a los hermanos a que su mayor motivación es dar. Hay gente que dice “yo no sé como servirle al Señor” pues dé, la mejor forma de empezar a servir a Dios es dando de sus recursos. Pablo dice “bien hicieron”. Pablo estaba pasando por tribulaciones y ellos participaron inmediatamente. Vieron una necesidad y la suplieron. Mucha gente quiere suplir aquellas necesidades que les da imagen y prestigio en medio de la gente, pero no aquella que se hace silenciosa sin esperar recibir reconocimiento y aún sin esperar recibir retribución. El vrs. 14 habla de aquellos  que desde el principio habían ayudado a Pablo, sin embargo una frase me llama la atención “participó conmigo en razón de dar y recibir”. Esta expresión demuestra que no siempre damos, sino que también habrá momentos  en que recibiremos y tendremos de Dios una prosperidad. Pero recuerde que el binomio es “dar y recibir” es la ley de la siembra y la cosecha. La nota de gratitud (del v. 10) se resume y completa ahora. El apóstol indica la relación que existe entre el donativo y: (1) él mismo como receptor: ello remedió su necesidad y trajo gozo a su corazón (vv. 10, 14–16,18a).(2) los donantes: los enriqueció (v. 17).(3) Dios: le agradó (v. 18b). Pablo tiene cuidado en no dar la impresión, por lo dicho anteriormente, de que la ofrenda había sido superflua y poco apreciada. Antes al contrario, declara que se agradó plenamente con ella. Así pues, dice: Sin embargo, habéis hecho bien en compartir mis tribulaciones. Ha sido, viene a decir Pablo, una bella y noble acción, como la de María de Betania (Mr. 14:6). Si los filipenses no hubiesen sentido verdadera simpatía hacia Pablo, de forma que hicieran suyas las aflicciones de él, jamás hubieran llevado a cabo tan generosa acción. Su donativo era señal de que habían hecho causa común con las tribulaciones del apóstol, participando realmente en ellas. ¡Cuán hermosa manifestación de la verdadera comunión! (Véase lo dicho en Fil 1:5).

C. Todos tendremos grandes bendiciones (Plenitud)

Esto es lo que yo llamo la plenitud del contentamiento. Hay tres cosas plenas que recibiremos como hombres y mujeres contentas y dadivosas.

 1.    En primer lugar abonamos en nuestra cuenta en el cielo

Note que Pablo dice, no es que busque dádivas, la frase que usa es el “doma”. Este era un lugar público en donde exhibían los premios y regalos a los ganadores. No hago esto para hacerles publicidad o para que los  vean  como excelentes personas, sino para que su cuenta silenciosa del cielo ustedes puedan multiplicar ganancias. No es que yo busque la dádiva en sí, sino que busco fruto que aumente en vuestra cuenta. Nótese de nuevo el término comercial cuenta. El donativo era realmente una inversión en la cuenta de los filipenses, una inversión que les producía crecidos y ricos dividendos. Estos dividendos o frutos en las vidas de sus amigos son los que atraen el interés de Pablo. El ya los ha mencionado anteriormente en esta carta (Fil. 1:11), cosa que también hace en otros pasajes de sus escritos (Ro. 1:13; 7:4; Gá. 5:22, 23: Ef. 5:9; Col. 1:6). El don que se da de corazón siempre enriquece al dador. “El alma generosa será prosperada” (Pr. 11:25). “A Jehová presta el que da al pobre” (Pr. 19:17). “Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos alcanzarán misericordia” (Mt. 5:7). “Dios ama al dador alegre” (2 Co. 9:7). Y compárese también Lc. 21:1– 4. Entre los frutos que cosechan tales dadores, podemos mencionar los siguientes: una buena conciencia, la seguridad de la salvación, la rica comunión con otros creyentes, una amplia visión de las necesidades e intereses de la iglesia, un aumento de gozo y amor (ambos impartidos y recibidos), un alto grado de gloria en el cielo, y la alabanza en el Día del Juicio. Esta recompensa es el largo plazo del contentamiento o la edición futura del contentamiento. Lo mejor que se puede decir de estos dones es que se nos describen como un olor fragante, un sacrificio aceptable, agradable a Dios. Pablo no podía haber tributado mejor alabanza a los dadores. Los dones son “olor de suave perfume”, “una ofrenda presentada a Dios, grata y muy agradable a él”. Son comparables a la ofrenda de gratitud de Abel (Gn. 4:4), de Noé (Gn. 8:21), de los israelitas cuando en el estado de ánimo correcto presentaban sus holocaustos (Lv. 1:9, 13, 17), y de los creyentes en general al dedicar sus vidas a Dios (2 Co. 2:15, 16), como hizo Cristo, aunque él lo hizo de una manera única (Ef. 5:2). El que una ofrenda sea o no verdaderamente acepta y agradable a Dios (cf. Ro. 12:1), depende del motivo que impulse a uno a presentarla (Gn. 4:1–15; He. 11:4). “No lo que damos, sino la intención del corazón; pues el don sin el donante es una vana ilusión”. (Lowell) El apóstol atribuye a los donantes el mérito de un espíritu recto, es decir, una actitud de fe, amor y gratitud. Reconoce que su acción no fue meramente una demostración de simpatía hacia un amigo en apuros, sino una verdadera ofrenda presentada a Dios en favor de Su causa, y así a Pablo como representante de Dios. ¡Esta es la razón porque la acción era tan hermosa y elogiable!

2.      En segundo lugar los intereses de la cuenta son actuales

Vea lo que dice el vrs. 19. Acercándose al final de su epístola, Pablo asegura ahora a los destinatarios que Dios suplirá todas sus necesidades: Y mi Dios os dará gloriosamente todo lo que necesitáis, según sus riquezas en Cristo Jesús. ¿No se había mostrado el amoroso cuidado de Dios de forma maravillosa sobre el mismo apóstol durante este encarcelamiento? Nótese el testimonio posterior de Pablo sobre este particular: “Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fue librado de la boca del león” (2 Ti. 4:17). Así también esta misma compasión llovería como bendición sobre los filipenses. Es conmovedora la expresión “mi Dios”. Véase lo dicho sobre Fil. 1:3. Era el Dios que tanto, tantísimo significaba para Pablo. Este Dios no complace todos los deseos, pero ¡suple todas las necesidades! Él lo hará “en gloria”, frase que tiene el sentido de gloriosamente, modificando el verbo dar; por lo tanto: “Mi Dios os dará gloriosamente”. Pablo no piensa en primer lugar en lo que Dios hará por los creyentes cuando estos entren en la gloria de los cielos, sino lo que hará por ellos en este reino terrenal de necesidades, cuando éstas le sean presentadas. El dará no meramente de sus riquezas (como el millonario que dona una insignificante suma para alguna causa noble, suma sustraída de su cuantiosa fortuna), sino según sus riquezas, ¡de forma que el don estará realmente en proporción con los infinitos recursos de Dios! Naturalmente, este amoroso cuidado, esta gloriosa ayuda en necesidad, tiene su base en los méritos de Cristo Jesús. “¡Cuán grandes son los beneficios divinos que poseemos en Cristo!” (cf. Ro. 8:32). La unión vital con él es el único medio por el cual los creyentes reciben todas estas mercedes  La seguridad de esta manifestación de la especialísima providencia de Dios no justificaría el que los filipenses se abandonaran a sí mismos, descuidando o incluso rechazando los medios puestos a su alcance para su propio cuidado. “La palabra de Dios no apoya el fanatismo, ni dice que uno deba tirar su cartera al río y luego proclamar que se va a vivir por la fe” (Tenney). En verdad, Dios tuvo cuidado de Pablo, pero una de las maneras en que proveyó para él fue el donativo de Filipos, que el mismo apóstol aquí agradece. Entre los muchos pasajes en que se describe este tierno y amoroso cuidado de Dios para con sus hijos aquí en la tierra, pasajes que han sido de consuelo para los suyos durante muchas generaciones, están los siguientes: Gn. 28:15; 50:20; Ex. 33:14; Dt. 2:7; 32:7–14; 33:27; Jos. 1:9; 1 S. 7:12; 1 R. 17:6, 16; 2 Cr. 20:17; Sal. 18:35; 23; 31:19; 91; 121; Is. 25:4; 32:2; 40:11; 41:10; 43:1, 2; 46:3, 4; Jl. 2:21–27; Mal. 3:10; Mt. 6:32; 14:20; 23:37; Lc. 6:38; 12:7;  22:35; Jn. 10:27, 28; 17:11: Ro. 8:28, 31–39; 2 Ti. 1:12; 4:18; 1 P. 5:7. Esta sería la retribución a corto plazo del contentamiento.

 Así que he aquí un procedimiento para dar de una manera contenta

 Esta  el primer paso en dar contento:

La convicción  damos porque todos podemos dar. Esto se le llama la aptitud para dar.

Que tengamos poco o tengamos mucho no es la condición o aptitud para dar.

 El segundo paso en dar contento es:

La concreción en términos materiales del dar. Esto se llama actitud para dar. Se refiere a que debemos compartir los recursos y dádivas materiales de Dios, no con un espíritu filántropo, es decir autoexaltandonos sino exaltando a Dios.

 El tercer paso en dar contento es:

La concepción al dar. Esto se llama gratitud. Damos no por obligación, o por soborno lo hacemos porque estamos agradecidos con Dios. Pablo agradece a Dios y a los filipenses, y ellos deberían hacer lo mismo

 El cuarto paso al dar es:

 La cantidad  al dar. Esto se llama la plenitud al dar. Recibiremos plenamente recompensas en este mundo y fuera de este mundo. En realidad se llama plenitud porque en realidad es una inversión lo que hacemos aquí. Por eso la ley del contentamiento es tan importante en la salud financiera integral y espiritual.

Salud financiera: La ley del contentamiento

Leí la historia de un hombre llamado Samuel Plimsoll.  Este era un hombre con  una preocupación. Involucrado en el comercio del carbón en la Inglaterra del  siglo XIX, tomó conciencia de los terribles peligros que  los marineros enfrentaban.  Cada año, cientos de  hombres de mar perdían sus  vidas en barcos que iban  peligrosamente sobrecargados.  Los inescrupulosos dueños de  las embarcaciones, siempre  en búsqueda de mayores ganancias, estaban más que  dispuestos a arriesgar las vidas  de los demás. Barcos cargados casi hasta la línea de cubierta  zarpaban, sólo para irse a pique  en el mar, una noticia que los dueños recibían con placer, ya  que se habían preocupado de  hacer aún mayores ganancias provenientes del seguro. En  1873, el número de barcos  hundidos alcanzó la pasmosa cantidad de 411, haciendo que el mar fuera la tumba de cientos de hombres. Para empeorar aún más las cosas, si un hombre se enrolaba para un viaje, no podía volverse atrás, sin importar cuán inseguro él consideraba que fuera el barco. La ley apoyaba firmemente a los dueños de los barcos y desertar era un delito, sin importar cuán  peligrosa fuera la embarcación. A comienzos de la década de 1870, uno de cada tres prisioneros en el suroeste de Inglaterra era un marinero que se había negado a navegar en lo que habían llegado a conocerse como los «barcos ataúdes». Este problema se convirtió  en la misión de Plimsoll. Su idea era sencilla. Cada barco necesitaba una línea de carga que indicara cuándo estaba sobrecargado. Con eso en mente, Plimsoll se postuló al  Parlamento en 1868, fue elegido  y de inmediato comenzó una intensa campaña para salvar las vidas de los marineros británicos. Dio apasionados discursos en la Cámara de los

Comunes y escribió un libro que conmocionó al público por la manera en que expuso las condiciones bajo las que se desarrollaba esta situación. Gradualmente se ganó la opinión del público y avergonzó al gobierno que consiguió que tomara medidas al respecto. En  1875 se aprobó el Proyecto de Ley para Embarcaciones No Aptas para la Navegación, y al año siguiente fue aprobado un proyecto de ley escrito por Plimsoll, el cual requería de una línea de carga. Pero, bajo la presión de los intereses creados, el Parlamento cedió. Permitió que los dueños de los barcos determinaran colocar la línea donde desearan hacerlo. Plimsoll siguió luchando otros 14 años hasta que se aprobaron leyes que aseguraron la colocación de la línea a un nivel que garantizaba la seguridad del barco. Con el tiempo, esta línea de carga se convirtió en la norma internacional. Hoy, en cada puerto del mundo se ven los resultados de la obra de Plimsoll, que llevaron a que se le llamara «el Amigo del Marinero». En el casco de todo barco de carga se ve la línea Plimsoll, indicando la máxima profundidad en la que un navío puede cargarse de manera segura y legal.  Al meditar en esta historia pensé que la vida sería mucho más fácil si hubiera una marca Plimsoll para las personas. Navegar por la vida requiere de protección.  Así que quisiera que estudiáramos algunos aspectos importantes de profunda comprensión bíblica en cuanto a límites de carga. No llegaremos a salvo a nuestro destino a menos que entendamos la línea Plimsoll de Dios. En 1999, en el apogeo de la fiebre por las compañías con base en la Internet, la revista Fast Company (La Compañía Rápida) trató, en términos seculares, el asunto de los límites de carga: El punto en plena actualidad hoy es una pregunta que está en el aire en las salas  de los directorios de las compañías, en los cócteles, en las reuniones de Ofertas Públicas Iniciales (para ventas de acciones comunes de diversas organizaciones), y hasta en la mesa de la cocina: ¿Cuánto es suficiente? ¿Cuánto dinero — para compensarnos por nuestro trabajo? ¿Cuánto tiempo —para dedicarle a nuestra familia? ¿Cuánta gloria pública —para satisfacer nuestro ego? ¿Cuánta oportunidad para la reflexión privada — para profundizar nuestro entendimiento? ¿Cuántas cosas son suficientes para nosotros? Y, sin importar cuántas cosas tengamos, ¿cómo encontramos —y definimos— la satisfacción? (julio/agosto, 1999, p.110). Esas son preguntas perspicaces, en especial para un seguidor de Cristo preocupado por vivir en base a los valores del Reino. En una sociedad que está cimentada sobre el consumismo crónico y convulsivo, ¿cómo establecemos los límites de carga? Dos veces se nos dice en el Nuevo Testamento que la codicia, o la avaricia, es idolatría (Efesios 5:5; Colosenses 3:5). El contentamiento y la avaricia son dos aspectos que se encuentran entre los que nos causan mayor presión al enfrentarlos cuando buscamos navegar por nuestra cultura. Un observador describe nuestra sociedad como  «inextinguiblemente descontenta». Hemos sido enseñados —por los persuasores invisibles de nuestra sociedad— para adquirir, consumir, potenciar, y ampliar. En dicho contexto, el concepto de «suficiente» es raro. Nadie le hace publicidad a las virtudes del contentamiento. Pero el Espíritu Santo usa justamente esa palabra para poner Su dedo sobre uno de los problemas más significativos y sensibles en nuestras vidas. En el pasaje que estudiaremos, tres ideas nos hacen ver la necesidad de una línea Plimsoll en nuestras vidas si queremos  navegar con éxito en una  cultura materialista. Esas ideas giran alrededor de las palabras avaricia, contentamiento y carácter. Debemos  sensibilizarnos a los peligros de la avaricia. A menudo los pastores tienen que escuchar a las personas cuando revelan los secretos más oscuros de sus vidas. A lo largo de los años, ellos llegan a creer que han escuchado casi todo pecado confesado. Así que me desconcerté cuando leí que el gran predicador del siglo XIX, Charles Spurgeon, una vez había comentado que virtualmente había escuchado todo pecado confesado, excepto el pecado de avaricia. Me di cuenta de que mi experiencia, más de cien años después, era la misma. Nunca había escuchado a nadie confesar avaricia, aun cuando ha habido ocasiones en las que se trataba de un diagnóstico bastante obvio. También me di cuenta, en mis momentos de mayor honestidad, que yo mismo lucho con la avaricia, al querer lo que otros poseen y yo no. El dinero no es el único centro de la avaricia, pero es uno fundamental en nuestra cultura. Así que las palabras finales  de la carta a los Filipenses indican que él no era víctima  de las circunstancias, sino el vencedor de ellas. Pues pudo decir: “Todo lo puedo aceptar” (v.11) “Todo lo puedo hacer” (v.13) y “Todo lo he recibido”. Pablo no tenía que ser mimado para estar contento; el hallaba su contentamiento en los recursos espirituales abundantemente provistos por Cristo. Siguiendo con nuestra serie de Salud Financiera Integral, el domingo pasado vimos siete fundamentos de la salud financiera. Hoy en esta mañana estaremos enfocados en la ley del contentamiento. Para eso quiero que leamos Filipenses 4:10 al 20. Dice la Palabra de Dios: “ 10 En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad.11 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. 12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.    13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.    14 Sin embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación.    15 Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos;    16 pues aun a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades.    17 No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta.    18 Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios.    19 Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. 20 Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Al acercarnos a este tema quiero que veamos a lo menos tres razones importantes de porque el contentamiento es una característica de una buena salud financiera. En primer lugar veremos  LA DISCIPLINA DEL CONTENTAMIENTO, en segundo lugar veremos LA FUENTE DEL CONTENTAMIENTO  y en tercer lugar veremos LOS FRUTOS DEL CONTENTAMIENTO. Comencemos entonces por analizar en primer lugar

 I. Veamos en primer lugar La DISCIPLINA  DEL CONTENTAMIENTO (4:10 )

En este inicio del pasaje podemos decir que tener contentamiento es una disciplina por varias razones. Primero

A.     El contentamiento se aprende

El contentamiento  no es la complacencia, ni una pas falsa basada en la ignorancia. El creyente complaciente no se interesa en otros, mientras que el cristiano contento quiere compartir sus bendiciones. El contentamiento no es escapar de la batalla sino más bien tener una pas y una confianza profunda en medio de la batalla. “He aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación” (vr. 11). Dos palabras en ese vrs. Son de vital importancia “aprendidos” y “contentarme”. El verbo “aprendido” es un verbo que tiene connotaciones interesantes, la palabra es “emathon”, este es un aoristo de 2 clase que implica varias cosas. Primero se define como aprender, llegar a saber, llegar a conocer, comprender, entender, inquirir. Esta palabra tiene alguna relación  con la palabra que se utiliza para describir a un discípulo. Es decir Pablo había sido discipulado en este entrenamiento. Este verbo también implica haber aprendido por la experiencia. No era algo que adquirió inmediatamente después que se salvó. Tuvo que pasar por muchas experiencias dificultosas en la vida para aprender a contentarse. En realidad la palabra “contento” realmente quiere decir contenido. Es la descripción de un hombre cuyas fuentes de satisfacción son internas y por lo tanto, no tiene que depender de substitutos externos. La palabra griega significa “autosuficiente” y era una palabra favorita entre los estoicos. Mas el cristiano no es autosuficiente en sí mismo sino en Jesucristo. Ya que Cristo vive en nosotros estamos preparados para hacerle frente a las demandas de la vida.

 B.      El contentamiento nos ubica

Aquí Pablo está diciendo: “me gocé grandemente”. El se siente satisfecho porque sus hermanos le habían dado un gran muestra de madures con relación  a lo que poseían. Realmente uno de los indicadores de madures de una persona es qué tanto le importan los bienes materiales. Veamos cómo reaccionan ante las cosas materiales y entonces podremos detectar el grado de crecimiento  que tienen. Aquí Pablo pone varias características de su contentamiento.

 1.      Nos ubica en el estilo de vida

Pablo dice: “revivido”. Esto implica un estilo de vida. El dar para los filipenses no era una cosa eventual, era vivir pensando en eso. Es como su existencia. Pero por alguna razón, ya sea porque Pablo se había alejado y no sabían cómo hacerle llegar un sostén había parado su soporte al ministerio de Pablo. La palabra  que se usa es “anathalo” y significa “reverdecer, florecer”. La idea es que como un árbol que está en una época de invierno sin hojas y fruto pero que está esperando  que su raíz en tiempo de primavera de fruto. Así los filipenses estaban esperando el tiempo para volver a sostener su amado amigo y consiervo.

 2.      Nos ubica nuestro interés

La siguiente frase es “vuestro cuidado”. Esta frase implica un verdadero interés. La palabra cuidado aquí es “froneo” de cuya raíz viene la palabra “frenético”. El frenesí  tiene que ver con una exaltación  de los ánimos. Es decir sin frenos. Los filipenses al pensar en Pablo actuaban con frenesí. Se peleaban entre sí para ayudar a su obra, querían hacerlo sin ningún freno en cuanto a darle a Pablo. Es lo que decía aquella persona, debemos dar “hasta que nos duela”. Es interesante que esta  misma palabra se repite en la frase “estabais solícitos”, es decir ponían solicitud para ayudar a Pablo. Qué gran diferencia a nuestro mundo actual. Sé que hay muchos que han abusado  de esa solicitud que algunos hermanos tienen en cuanto a dar. Pero muchas de nuestras tendencias en las personas que pueden satisfacer las necesidades es: “Pregúnteme cuanto necesita y lo pensaré”. La tendencia muchas veces es andar rogando o manipulando a mucha gente con recursos. Al hacer esto se sienten importantes y tienen el control. Para los filipenses Pablo no andaba pidiendo, ellos lo hacían corriendo, solicitando a Pablo que aceptaran sus ofrendas.

 3.      Nos ubica nuestra inversión

La siguiente frase es “por os faltaba oportunidad”. Dios en su providencia  hiso que la iglesia en Filipos se interesara en las necesidades de Pablo y la ayuda vino a la hora precisa en que Pablo más la necesitaba. Ellos anhelaban ayudarle, pero les había faltado oportunidad. La palabra “oportunidad” es akaireomai. Esta en un tiempo imperfecto, lo que denota una búsqueda constante para encontrar el tiempo exacto de cuando enviar sus ofrendas a Pablo. Muchas personas están esperando que llegue la oportunidad para ayudar, pero no la buscan, sino que están inertes. Si tenemos recursos, no esté allí para que le pidan, invierta. Por otra parte si quiere mejores oportunidades de inversión que mejor que hacerlo ofrendando y dando al Señor.

 Bueno este primer enfoque refleja que una persona  con contentamiento  es aquella que da para la obra de Dios, es aquella que dispone y solicita ser tomado en cuenta para ofrecer sus recursos y que su dádiva no es temporal, sino que es un estilo de vida. Es un estilo de vida que debe ser constantemente revivido. Al reflexionar en estas  tres frases de “solicitud” y oportunidad y cuidado, podemos pensar en la forma en que muchos creyentes dan cuando llega el momento de dar.  He aquí lo que generalmente he observado cuando llega el momento de dar. Es lo que llamaré las tendencias a ofrendar.

  • Algunos ofrendan al “azar”, o sea cuando se recoge la ofrenda dan de lo que por casualidad tienen en su cartera. A eso se le llamo “al azar”, pero no es algo planeado, sistemático. No es que la recibir sus entradas al fin de mes aparten algo para El Señor, sino que en el momento de la ofrenda dicen: “Ah! La ofrenda, a ver lo que tengo! O quizás  han pensado en la ofrenda pero bien seguido se les olvida. Esto es el ofrendar al azar.
  • Otros ofrendan de las sobras, como ustedes saben, las sobras  son la comida que queda, el exceso que los que estuvieron a la mesa dejaron, porque o no quisieron o no pudieron comérselo todo. Generalmente no damos de las sobras a una persona sino que a las mascotas, o a lo mínimo a un indigente. Entonces ¿Por qué algunos ofrendan “a las sobras”? Algunos al recibir su sueldo o  sus entradas, pagan todos los recibos, apartan el dinero que quieren gastar en esto o aquello, y si es que sobra algo, pues eso será la ofrenda. En vez tomar la ofrenda primero  y vivir de lo que le sobra, gastan su sueldo en los asuntos del mes o de la quincena, y luego al fin del período de paga, ofrendan de lo que sobra.
  • Una tercera forma de hacerlo es “salteado” significa que la persona a veces da y otras veces no da. Dependiendo de las circunstancias de sus ingresos. Si hay da y si no hay no da.
  • Una cuarta tendencia a ofrendar tiene que ver con dividir su ofrenda. Esto debido a la multitud de proyectos, sobre todo en el área misionera.

 Aunque tocaré más adelante en un mensaje la forma de dar, lo único que debo entender aquí es que el NT nos dice que debemos apartar una cantidad de acuerdo a como Dios nos ha prosperado y que la ley del contentamiento nos debería hacer buscar ansiosamente el ofrendar en la obra del Señor.  Ahora pasemos a un segundo punto.